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Racismo
Sobre Hortaleza o por qué el antirracismo debe ir más allá del discurso
No se puede entender este atentado racista sin poner sobre la mesa todos los mecanismos que alimentan el racismo institucional y social, mecanismos que afectan a las niños, niñas y niñes y a sus familias migrantes y racializadas
La España más retrógrada, la imperial, la nacional-socialista, la franquista, la colonialista y racista dice que “esto es el sólo el principio de la nueva España”. Supone una paradoja que desde un espacio ideológico donde la muerte del otro es constitutiva de su pensamiento y acción se quiera hablar de dar vida a algo.
Esto no es completamente nuevo, ni siquiera el hecho de que el atentado terrorista fuera dirigido hacia menores, Augusto Ndombele Domingos tenía 16 años cuando fue asesinado por un cabeza rapada en el 2002. Prácticamente no hay nada nuevo. Sólo están volviendo a encontrar un clima social donde su terrorismo racista se ve legitimado por discursos políticos y coberturas mediáticas.
No es nueva la violencia hacia los niños que migran solos, es sistemática. No se puede entender este atentado racista sin poner sobre la mesa todos los mecanismos que alimentan el racismo institucional y social, mecanismos que afectan a las niños, niñas y niñes y a sus familias migrantes y racializadas. Hablamos de las redadas racistas, los Centros de Internamientos de Extranjeros, el abandono de las instituciones cuando los niños que migran solos cumplen 18 años. Hablamos también de la relación entre el cuerpo del pequeño Samuel en la playa de Barbate y las políticas migratorias racistas y colonialistas de España y la Unión Europea, de las mujeres que migran para cuidar a otros niños y se pierden la infancia de los suyos. Y hablamos en definitiva de capitalismo racial, machista y clasista.
En muchas ocasiones, lo social supone un campo de resistencia y de apoyo mutuo frente a los límites que tienen las instituciones a la hora de defender los derechos de todas y todosEs muy intensa la relación que se da entre lo social y lo institucional, en muchas ocasiones, lo social supone un campo de resistencia y de apoyo mutuo frente a los límites que tienen las instituciones a la hora de defender los derechos de todas y todos. Lo institucional suele ir muy lento y, muchas veces en contra, de los avances sociales que se defienden desde las organizaciones de base.
A pesar de todo esto, lo institucional es fundamental para poder consolidar los derechos de las mayorías sociales frente los privilegios de unos pocos. Y no sólo en relación a la producción de la legislación que debe proteger estos derechos, si no que también en el enorme poder que tienen las instituciones para fijar imaginarios por los cuales la acción de lo social pueda discurrir.
Ahora estamos todas contra el atentado racista, no obstante, cuando deje de ser algo mediático ¿se empezará un trabajo de articulación política con aquellas organizaciones y personas que están reflexionando desde lugares diferentes a los que se lleva actuando y pensando desde hace tiempo?
Van Dijk plantea que aquellos que controlan el discurso público, las élites simbólicas —el discurso de la política, los medios, la educación, la ciencia y la burocracia—, juegan un rol fundamental en la reproducción del racismo y en el combate de éste. Por eso nos sentimos tan solas la noche del debate electoral, nadie combatió, nadie planteó un imaginario que ampliará la mirada de nuestra sociedad, nadie propuso, ante millones de personas, un sentido diferente, al ya trabajado, de lo que se supone ser parte de este país.
Y no quiero traer aquí el enorme y complejo debate que hay dentro del movimiento antirracista sobre la idea de España. Lo único que pretendo expresar es que si hay algo nuevo en esta sociedad, es la enorme fuerza y juventud que tiene el movimiento antirracista. Movimiento liderado por las hijas e hijos del camino como diría Lucía Asué Mbomío, las bordelands de Gloria Anzaldúa o aquellos sujetos políticos con dos almas como planteó hace ya tiempo W.E.B. Du Bois, la migrante y/o racializada y la de pertenencia a esta sociedad.
La granada que lanzaron contra el centro de menores de Hortaleza, sea quien fuera quien lo hiciese, ha impulsado el sentimiento de negación de todo lo que no es blanco en este país, es una expulsión simbólica, antes de intensificarse en lo material, de la diversidad étnico- racial de nuestra sociedad.
Como movimiento antirracista nos toca seguir ampliando el entendimiento que tenemos sobre el funcionamiento del racismo institucional (...) llegar a los lugares en los que todavía no estamos para luchar contra la radicalización del racismo social: los barrios
Ahora ya hemos pasado a una fase que no es completamente nueva, pues se está articulando con los elementos racistas que ya existían histórica y estructuralmente en nuestro país. A nosotras, como movimiento antirracista, nos toca seguir ampliando el entendimiento que tenemos sobre el funcionamiento del racismo institucional, asumir la compleja tarea de jugar con marcos políticos/ jurídicos que nos sirven para pelear por nuestros derechos y, a la vez, intentar imaginarnos fuera de ellos, llegar a los lugares en los que todavía no estamos para luchar contra la radicalización del racismo social: los barrios.
Aunque muchas organizaciones y personas en apoyo a las personas migrantes y contra el racismo llevan haciendo un trabajo necesario desde hace tiempo, es urgente introducir nuevas prácticas políticas y reforzar las que nos sirvan para imaginar, visibilizar y poner en acción la idea de que ni somos víctimas, ni el problema del racismo es nuestro. Hay que recordar que ellos saben muy bien cómo utilizar las instituciones en contra nuestra y ahora parece que éstas pueden, de una manera u otra, dar mayor cobertura a la radicalización de la violencia racista en las calles. Toca unirnos como movimiento antirracista.
Y no podía acabar este pequeño texto sin hacer una referencia más directa a la organización política a la que pertenezco, basta ya de declaraciones institucionales, tweets con aroma a antirracismo y demás banalidades. No es suficiente. Al igual que se asume que el feminismo es una teoría y una práctica política y los organismos del partido se han puesto manos a la obra para hacerlo realidad, también se debe hacer ese mismo trabajo político con el antirracismo.
No sólo tiene que estar el antirracismo muchísimo más presente en lo discursivo, sino que también en lo orgánico y, por supuesto, en las políticas públicas que defendemos. La construcción de comunes sin perspectiva antirracista está dejando fuera a más de seis millones de personas. Si tenemos un papel a desempeñar en la transformación social de esta sociedad, este papel dependerá, en gran parte, en la forma en la que entendamos el antirracismo como una cuestión constituyente de una nueva sociedad y, por tanto, transversal en las políticas públicas que defendamos.
No sólo tiene que estar el antirracismo muchísimo más presente en lo discursivo, sino que también en lo orgánico y, por supuesto, en las políticas públicas que defendemos
Ser de izquierdas no nos convierte, ni mucho menos, automáticamente en antirracistas, para ello hay que ser parte activa de un proceso político que se está fraguando en las calles, es sintomático que se apoye con enorme entusiasmo la figura de Alexandria Ocasio Cortez y, en menor grado, las de Rashida Tlaib, Ilham Omar y Ayanna Presley y, a su vez, no se esté haciendo un trabajo político con el movimiento antirracista para pensar en la posibilidad de tener, no una, ni dos, sino ciento de personas migrantes y racializadas, comprometidas con el antirracismo, en lo local, autonómico y Estatal.
En Cataluña están teniendo una experiencia muy interesante, ERC está posibilitando que las instituciones se parezcan mucho más al tipo de sociedad que son y quieren ser. Y nosotros, ¿qué tipo de sociedad queremos construir? No hay fórmula secreta para ver de qué manera se puede realizar este trabajo, sólo sé que el primer paso es mostrar voluntad política, aún creo en nuestra organización.
Una vez intentado explicar que los tiempos y formas organizativas de lo institucional y lo social son absolutamente diferentes, es muy obvio que las únicas respuestas a corto y medio plazo contra el atentado racista de Hortaleza tienen que venir y van a venir de un movimiento antirracista que se haga fuerte en las calles, en los colegios y universidades, en las plazas, en nuestros lugares de ocio, en los procesos de creación cultural, allí donde se desarrolla lo cotidiano y, por supuesto, en lo institucional, convirtiéndonos en una fuerza política que presione a los partidos. Quizás, en un Congreso tan fracturado, nos toque asumir otras fórmulas y demos el paso a las agrupaciones de electores antirracistas, sólo imaginamos en voz alta, no es una idea que me pertenezca, está en la mente de muchas.
No podrán con nuestras esperanzas y ganas de construir una sociedad para todas.
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"Un exresidente magrebí intentó entrar". Lo bueno si breve, dos veces bueno. Así, corto y contundente se ha mostrado la dirección del centro de Menas de Hortaleza cuando ha sido preguntado sobre el terrible suceso de la granada. el resto es invencion progres