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Pobreza
La Extremadura invisibilizada: números de angustia, control social de la pobreza y derechos sociales como limosna
(Campamento Dignidad)
La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) es una organización horizontal, plural e independiente que trabaja para trasladar este objetivo a la realidad española y por incidir en las políticas públicas, tanto a nivel europeo como estatal, autonómico y local. Se trata de un organismo fiable, transparente y referencial en sus diagnósticos. Pues bien, según sus datos, España es uno de los países con mayor tasa de pobreza en la Unión Europea, con una de cada cinco personas en riesgo de pobreza, el 20,7% en 2019. Mientras tanto, la media de la UE está situada en el 16,8%. Avanzaremos empleando sus cifras y otros recursos oficiales para describir mejor el estado de las cosas.
Profundizando en cifras de vértigo
En el primer trimestre de 2021 el desempleo en nuestra Comunidad superó el 22 %, suponiendo más de 104.000 parados. A la vez, el número de personas vulnerables que se encuentran atrapadas por el paro o por la pobreza laboral en la comunidad extremeña se eleva a más de 170.000. Para cerrar el círculo, el paro en los menores de 25 años supera ampliamente la barrera del 50%.
En el año 2019 la tasa de pobreza severa en Extremadura, medida con un umbral del 40 % de la mediana de renta nacional ―esto es, el porcentaje de personas que viven en hogares con un ingreso máximo de 500 € mensuales por unidad de consumo― era del 12,1 %, lo que significan unas 128.000 personas en pobreza severa. Los datos, previos a la crisis sanitaria, obligaban a la Red contra la Pobreza a esperar un empeoramiento de los mismos en el 2020.
Agricultura
Mentiras en los salarios, las jornadas y el convenio del campo extremeño
Así se ha confirmado: el número de personas que, en la región extremeña viven en hogares con un ingreso inferior al mencionado umbral de la pobreza ha superado el 31,5 %, unas 335.000 personas, siendo la más alta del Estado español. Repartidos los números a partes prácticamente iguales entre hombres y mujeres, esa cantidad dramática de personas (altísima para una comunidad que supera apenas el millón de habitantes) están en riesgo de pobreza y/o exclusión social.
Centrando aún más el foco, entre quienes viven en un estado de privación material severa (con ingresos inferiores a los 500 euros) se encuentran los perceptores del Ingreso Mínimo Vital (IMV), que en la actualidad representan el 5,9 %, (significando unos 19.000 beneficiarios); por otro lado, los perceptores de la renta mínima extremeña (RME) son el 6,2 % de quienes se encuentran en riesgo de pobreza, unas 21.000 personas. En ambos casos están incluidos los menores.
En total, el IMV llega a unos 8.000 hogares, con unas 2,6 personas por hogar. Las cantidades medias que cobran estos hogares en la provincia de Badajoz son de unos 382,7 euros/mes, y en Cáceres 397,3 euros/mes.
En total, el IMV llega a unos 8.000 hogares, con unas 2,6 personas por hogar. Las cantidades medias que cobran estos hogares en la provincia de Badajoz son de unos 382,7 euros/mes, y en Cáceres 397,3 euros/mes. En el caso de la RME, la cantidad que perciben los hogares es por término medio algo superior, pudiendo llegar a los 550 euros.
Las miserias de las rentas mínimas y los limpiabotas de la política
Como se puede entender, quienes cobran estas míseras cantidades mensuales son personas y familias que están atrapadas en el mundo de la pobreza, con limitaciones materiales asociadas a circunstancias vitales como carecer de viviendas, vivir en habitaciones alquiladas porque no pueden pagar un piso, frecuentar los comedores sociales, dormir en albergues públicos, en las calles y en los portales, sufrir todo el desgaste psíquico y mental ocasionado por las incertidumbres y agobios que se originan por las dificultades para el pago del alquiler, medicinas, suministros básicos de luz, agua, teléfono y los imprevistos y las sorpresas derivadas de las elevadas comisiones y los descubiertos bancarios.
En un período en los que son necesarios todos los recursos del Estado para hacer frente a la superación de la crisis capitalista y la caída de la tasa de beneficios, la modernización productiva con la robotización y el uso de las tecnologías más avanzadas (sumado todo ello a los problemas que ha generado la pandemia), no resulta lógico esperar que se piensen destinar muchos fondos públicos para hacer frente a las consecuencias de las penurias vitales. Así, se entiende que haya una escasa disponibilidad de medios económicos para estas cuestiones y sean irrisorias las cantidades destinadas a las ayudas sociales. Arriba, claro, hay otras prioridades.
De poco sirve la potente publicidad que se está haciendo desde el Gobierno para compensar la enorme decepción que están sufriendo los sectores sociales más necesitados ante el fracaso del Ingreso Mínimo Vita
De poco sirve la potente publicidad que se está haciendo desde el Gobierno para compensar la enorme decepción que están sufriendo los sectores sociales más necesitados ante el fracaso del Ingreso Mínimo Vital. La solidez de las medidas que se vendían como la panacea que acabaría con la pobreza en este país se ha transformado en humo que se diluye y escapa a toda velocidad; sus bondades han caído al vacío; los recursos han llegado a pocos hogares y son ridículas las cantidades que se abonan. No es necesario hacer muchos cálculos para comprender que las familias que reciben estas rentas mínimas pueden disfrutar de pocas comodidades.
Pobreza
Extremadura y los números de la pobreza
El 8º Informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN) deja unas cifras alarmantes para Extremadura. Pero, efectivamente, detrás de éstas hay personas, seres de carne y hueso que, al contrario que lo números, no pueden aguantarlo todo.
Pero sin embargo, son numerosos los politiquillos, de los que integran y se mueven en las esferas que pululan en las proximidades del poder político regional, disfrutando de ciertas prebendas y pequeños privilegios, sin prejuicios ni la mínima vergüenza a la hora de señalar que estas ayudas sociales son un éxito del gobierno en su lucha contra la eliminación de la pobreza.
Estos parásitos y limpiabotas de la política han asumido plenamente la ideología de esas élites que piensan que los pobres se conforman con poco y no necesitan mucho para vivir, y así, en sus manifestaciones públicas y apariciones televisivas, dan a entender que quienes perciben las ayudas sociales deben estar satisfechos y contentos con un Estado y un gobierno tan generoso y humanista.
Estos comportamientos solo se pueden explicar, en conclusión, dentro de un paquete de acciones fetichistas, propagandísticas y educativas del Estado Burgués que, con sus acciones prácticas y apoyándose en divulgadores mediáticos de todo tipo, individuales y grupales, trabaja y desarrolla las artes de la capacidad de integración social y reproducción del orden establecido. No hay otra explicación, porque más allá de la propaganda, los números duelen.
Las rentas mínimas como freno de la Renta Básica Universal
El Estado burgués legisla y reglamenta todo tipo de normativas concretas y generales con la teórica obligación de atender las necesidades ciudadanas y proporcionar empleos, educación, sanidad y ,en general, servicios públicos, para luego embaucarnos y engañarnos.
Sin embargo, no deja de lado tareas que mantengan la estabilidad económica y social y aseguren la propiedad privada de los medios de producción y la reproducción ampliada del capital. Para esto, ensancha y aclara el horizonte a los ricos organizando la distribución de los fondos europeos a las grandes empresas, las subvenciones y ayudas millonarias de los ERTES, las reestructuraciones productivas, las ventas de armas, de la apropiación de millones y millones por mecanismos fiscales y financieros, las normas laborales, etc.
Las rentas (ayudas) mínimas vienen a ser una especie de cortafuegos de primera magnitud ante el posible crecimiento popular de las exigencias de la Renta Básica Universal (RBU)
Pero el aparato del Estado debe barnizar de legitimidad y consenso social las políticas anteriores, y para ello, concede pequeñas ayudas para amparar a los más desfavorecidos, que puedan subsistir y no organicen problemas sociales de relevancia. Además, las rentas (ayudas) mínimas vienen a ser una especie de cortafuegos de primera magnitud ante el posible crecimiento popular de las exigencias de la Renta Básica Universal (RBU). A los capitalistas no les interesa que se apruebe el derecho a la renta básica universal puesto que aportaría a las clases subalternas más seguridad e independencia social, mayor libertad de movimientos y más capacidad de lucha contra la explotación laboral, y contra el sistema en su conjunto.
Las peripecias de la pobreza
El Estado prefiere las limosnas, las rentas mínimas. Además de poder manejarlas y restringirlas a su antojo, las utiliza como elemento de poder, de obediencia, para amaestrar el pensamiento y someter a unas clases explotadas que, para no quedar proscritas y expulsadas del sistema, están obligadas a las mil peripecias administrativas, atrapadas en la obediencia normalizada y en el círculo de la burocracia, a veces absurda, de la que no pueden escapar.
Valga de ejemplo el trayecto que recorre una persona para demostrar que es pobre y vive en la absoluta miseria cuando tiene que solicitar o renovar la Renta Mínima Extremeña (vulgarmente, la renta básica extremeña).
Renta básica
Un año de IMV La pobreza sin salida del Ingreso Mínimo Vital
Hay que poner de manifiesto que has solicitado empleo municipal pero que, por las limitaciones de puestos de trabajo, por mala suerte o porque probablemente hay gente más necesitada, no has sido contratado; tienes que demostrar que has solicitado participar en los planes de empleos sociales, aunque de sobra sabes que con el número tan limitado de puestos de trabajo que se ofrecen hay excesivas posibilidades de que te quedes fuera. En todo caso, lo solicitas para probar a ver si, con suerte, aunque sea a media jornada, coges seis meses; tienes que demostrar también que has pedido las ayudas de alquiler a la Consejería de la Vivienda ―pero lo más probable es que no la recibas pues, o te falta algún documento o no reúnes los requisitos o el dinero a distribuir se ha gastado―; tienes que demostrar que has solicitado una vivienda social ―aunque de sobra sabes que no te la van a dar porque la Junta carece de viviendas sociales ya que, desde hace años, no se construyen―; tienes que estar de alta en el paro; debes acreditar que no tienes ayuda de ningún familiar, en caso de separación, divorcio o pareja de hecho, y presentar el convenio regulador; tienes que demostrar que eres una unidad familiar independiente sin relación habitacional con otras familias; has de disponer de una cuenta bancaria ―para pagar buenas comisiones y no caer en descubiertos, y así de paso le das negocios a los bancos, que se benefician de este miserable control―; tienes que tener obligatoriamente un empadronamiento, pues de otro modo todas tus aspiraciones de renta mínima, Ingreso Mínimo Vital o de cualquier tipo de ayuda social quedan anuladas (resulta desesperante, en este orden de cosas, que en algunos pueblos aún se siga ignorando el principio legal de que todas las personas deben estar empadronadas y no se les facilite el empadronamiento aunque estén en la miseria); estarás vigilado y controlado por los servicios sociales municipales para que cumplas los imperativos burocráticos a que te exige ser receptor de una renta mínima.
Como colofón, debes asistir a cursos para que aprendas a pedir empleo, o a manejar el ordenador para rellenar ciertos documentos que casi con seguridad no te van a servir para nada en la vida; y siempre, expuesto/a a que por cualquier motivo sin mucha transcendencia te quiten la ayuda mínima que te permite subsistir puesto que, como no es un derecho, sino una limosna del Estado o de la Comunidad, en cualquier momento la puedes perder y verte en la obligación de devolver el dinero recibido.
Los combates pendientes contra la pobreza
En definitiva, a pesar de la intensa propaganda que hace la Junta de Extremadura acerca del desarrollo y el progresivo crecimiento económico de la comunidad, la realidad es que, si la economía extremeña estaba mal antes de la pandemia, después de esta nuestra situación presenta un mayor diferencial de retraso respecto a otros territorios del Estado Español.
Lo preocupante es que ni la Junta de Extremadura ni los poderes del Estado presten la necesaria atención presupuestaria para acabar con la pobreza y evitar, así, que un buen número de extremeños y extremeñas se vayan quedando en el camino, sin posibilidades de acceder al mercado de trabajo y a un empleo digno, resignados a la emigración o a aceptar la idea de que lo único que les queda para sobrevivir es acogerse a una ayuda social de 400 o 600 euros el resto de su vida.
Parece ser que la política de la Junta de Extremadura se condensa en la concesión de ayudas públicas y subvenciones, muy insuficientes, a los sectores empresariales, pequeña y mediana empresa, y a convencer a los sectores sociales más deprimidos de que se resignen a la aceptación de las raquíticas ayudas sociales.
Si la economía extremeña estaba mal antes de la pandemia, después de esta nuestra situación presenta un mayor diferencial de retraso respecto a otros territorios del Estado Español
Mientras tanto, el gobierno de Vara sigue esperando, como agua de mayo, a los fondos europeos que, según dicen, nos van a proporcionar coches eléctricos en abundancia, robotización y modernización de la administración pública y de las empresas, colaboración público-privada para que se aprovechen algunos empresarios del dinero que venga de Europa y así, sin duda, en poco tiempo, estaremos tocando el cielo. Pero todos estos cantos de sirena no podrán evitar que siga creciendo la pobreza, los cortes en los suministros básicos, la precariedad laboral, la ruina de pequeños autónomos o más desempleo.
Campamento Dignidad y otros movimientos sociales luchamos para que en la comunidad extremeña se lleve a cabo una Reforma Agraria que ataque la desigual distribución de la tierra y ponga en actividad productiva a cientos de miles de hectáreas concentradas ahora en manos de una minoría, la nacionalización y el control de las materias y suministros básicos para la vida, la independencia de la producción agrario-industrial actualmente en manos de las grandes multinacionales, la creación de una banca pública, y en definitiva, la puesta en acción de todo un conjunto de medidas políticas que contribuyan a erradicar la pobreza que crece entre la población extremeña.