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El conocimiento de los continentes era limitado, lo que se conocía de África en el siglo XV era su parte noroccidental con quien mantenía una fuerte conexión entre los pueblos del mediterráneo y los pueblos árabes. A pesar de los constantes conflictos, el mar que los dividía fue la vía de trueque comercial durante siglos, hasta que se hallaron las nuevas rutas de oriente por el oeste. Los “sarracenos” como fueron denominados los musulmanes y árabes en la Europa cristiana, dominaron gran parte de la península ibérica durante casi ochocientos años, este territorio conocido como Al-andalus no fue el único con presencia del islam, también el sur de Italia y gran parte de Europa oriental. Estas primeras víctimas de la alteridad y “enemigos de la fe católica” (musulmanes) fueron protagonistas del fin de la Edad Media y la entrada del mundo moderno occidental como usualmente menciona la tradición historiográfica.
Recordemos que Mehmet II, el conquistador musulmán se toma la ciudad de Constantinopla en 1453, dando fin al milenario Bizancio para establecer su capital otomana, Estambul. Pronto estos llamados “turcos” llegan a los extramuros de Viena fracasando en su intento de crecimiento por Europa. Esta es la razón por la cual las mencionadas rutas comerciales monopolizadas desde Venecia hacia Asia estarán bloqueadas por este poderoso Otro. En esta misma secuencia, la conquista del Reino Nazarí de Granada por los Reyes Católicos en 1482 y un siglo más tarde, la expulsión de los moriscos y judeoconversos pondrán a prueba los mecanismos de subordinación colonial aplicados a los nuevos territorios descubiertos, este laboratorio permitirá consolidar la monarquía hispánica para lograr la singularidad de una Europa cristiana, un filtro cultural que marcará la alteridad de los colonizados (Al-andalus, los territorios de América, África y Asia) para gestar una clase sometida en cuestión a los intereses de explotación económica mediante guerras de despojo.
Traités nouveaux & curieux du café, du thé, du chocolate. Frontispicio de Philippe Sylvestre Dufour. 1685
Por otro lado la circunnavegación por África nos dio pistas de quienes habitaban la región subsahariana, en 1486 Bartolomé Díaz recibió la orden de navegar tan al sur como fuese posible y descubrir si África estaba unida a la India. Su parada por el Cabo de Buena Esperanza confirmó que se trataba un continente independiente y con grandes extensiones, jamás conocidas por los europeos.
Durante mucho tiempo se tenía la certeza de que sus habitantes eran de tez negra, como el azabache, porque sus representaciones en el arte occidental lo demostraron desde siempre, sin embargo la especulación de lo explorado y por lo explorar en lo profundo de este continente mereció una imaginación fantástica.
Blemias, de Maravillas del Oriente. ca. 1015-1050. British Library, Londres
Un libro iluminado llamado “Las Maravillas del Oriente” difundido en el siglo XI e ilustrado con salvajes y raras criaturas como los Blemias/Blemmyes; seres sin cabeza con el rostro en el pecho, habitantes de regiones históricas procedentes de Babilonia, Persia, Egipto e India, ayudaron a crear una iconografía del desconocido otro, un imaginario reproducido por Europa que toma referencias de textos clásicos como Heródoto y Ctesias con su arsenal de razas monstruosas y las célebres descripciones de Plinio el viejo, en su enciclopedia “Historia Natural” también muy difundido en muchas colecciones bibliográficas medievales, retomando las ideas y transmitiendo las lecturas bajo las lógicas del cristianismo asumidas por Agustín de Hipona e Isidoro de Sevilla.
El pensamiento del explorador europeo fábrica el aspecto del africano subsahariano que vive en estos territorios desconocidos, este imaginario se hace evidente inclusive hasta el siglo XV. Ejemplo de ello es el mapa de África por el cartógrafo Sebastian Münster, publicado en 1540 para una edición importante de la obra Geographia de Ptolomeo, donde representa un sujeto sedente y desnudo bajo la inscripción de monoculi, porque posee un solo ojo como los cíclopes que Hesíodo nos habla en sus relatos y los describe como una raza mitológica salvaje, caníbal y sin dios. Quizás esto último pueda resultar familiar en el ideario proto-racista hacia los nativos americanos como excusa para su evangelización pero lo mencionaremos más adelante.
Munster, Sebastian, 1448–1552; Ptolemy, Claudius; Pirckheimer, Willibald, 1470-1530
La narrativa bíblica describe que la tierra fue repoblada después del diluvio por los tres hijos de Noé y dividida entre sus descendientes. El libro del génesis sostiene que Jafet y su línea se establecen en Europa, los de Sem en Asia y los de Cam en África. Noé maldijo a todos los descendientes de Cam y los condenó a ser esclavizados por siglos y siglos por los descendientes de Jafet y Sem. No se sabe con seguridad si Cam era la figuración de los pueblos negros africanos pero en el siglo XVII y XVIII fue usado este pretexto en los discursos ideológicos para justificar el comercio, explotación y secuestro de millones de personas. La situación se hace más compleja cuando la visión tripartita del mundo se altera. Nadie esperaba que aparecieran otros descarriados descendientes de Noé en la recién “descubierta” América, y por descarriados nos referimos a gente sin dios, en estado de salvajismo y aparente deformidad. En 1493 Hartmann Schedel publica el libro las “Crónicas de Núremberg” con un mapa del mundo conocido. El grabado revela las figuras de los hijos de Noé sosteniendo el mundo, representando los tres continentes como dice el Antiguo Testamento. Al extremo se relegan siete razas de monstruos que aluden a los habitantes de los pueblos desconocidos, esto explica la lógica con la que demonizan posteriormente a los nativos americanos y también a los africanos subsaharianos.
Mapa del mundo de Liber Chronicarum, Hartman Schedel. 1493, Bryn Mawr College Library, Pennsylvania.
Esta publicación no tuvo en cuenta el viaje que Colón realizó un año antes en 1492, donde aseguró encontrarse con cíclopes en su llegada al Caribe como menciona en sus crónicas dirigidas al valenciano Luis Santangel, la imagen que el navegante transfirió a Europa fue constantemente manipulada por los viajes que le siguieron, como el realizado por Américo Vespucio en 1501 al Nuevo Mundo. Sus controvertidos y dramáticos relatos impresionaron a los lectores europeos, en una de sus narraciones cuenta cómo un marinero fue muerto y luego asado a la parrilla antes de ser devorado por los “indios”, inclusive le hace una entrevista a uno de ellos y le cuenta que ha comido 300 cuerpos humanos durante su vida.
Escena de canibalismo de 'Americae Tertia Pars.. '1592, Theodore de Bry
El territorio donde se desenvuelven sus crónicas era habitado por los Taínos. Los taínos se encontraban ubicados en las antillas mayores y en menor medida en el norte de las antillas menores conviviendo con las tribus Caribes. Y por Caribes fueron denominados en los documentos históricos como Caribales en lengua taína, diferenciados por ser un pueblo agresivo y por practicar a la antropofagia, de ahí se deriva etimológicamente la definición de caníbal. Vespucio hace precisión de la situación alimenticia de los “indios” con un especial interés muy lejos del etnográfico, basándose en lecturas basadas en prejuicios para legitimar la cristianización urgente. La teología medieval se mostró benevolente con estos nuevos otros porque adopta la consideración de que todas las criaturas que habitan en la tierra, son hijas de Dios. San Agustín de Hipona en unas de sus máximas decía que todo lo que que nazca hombre por extraño que sea su cuerpo, color y movimiento procede del creador. Un argumento bastante contundente para la expansión de la misión evangelizadora y el adoctrinamiento de los nativos americanos a la nueva fe a sabiendas de todas las implicaciones políticas, económicas y morales que llevaran consigo la colonización.
Edición de la obra de W. Raleigh, Brevis et admiranda descriptio regni Guianae Noribergae 1594 y 1599
Entre 1595 y 1617 el inglés Walter Raleigh en busca de El Dorado hace una expedición por Sudamérica con el fin de enriquecer a su nación de tesoros. En el primer momento Raleigh llega a la Guayana venezolana donde asegura haber escuchado a testigos describiendo la tribu de Ewaipanomas. A su vuelta en 1599 son publicadas sus cartas, ilustrando de manera fiel sus crónicas de viajes con un grabado en su portada de los Ewaipanomas, seres antropomórficos sin cabeza y rostros en el torso con un tremendo parecido a los Blemias de “Las Maravillas del Oriente” realizados seiscientos años antes.
Está más que claro que estos navegantes no se embarcaron en una travesía homérica sólo para llegar al tan idílico encuentro de culturas, la violencia colonial fue una política que les permitió establecer su poder imperial mediante la imposición ideológica en todos los ámbitos y una de los métodos fue en la representación de la imagen. Las semejanzas constantes de esa alteridad del africano subsahariano al nativo americano, ilustrado en grabados y dibujos no son coincidencias de lo encontrado, si no una larga tradición que nos explica cómo funcionan los modos de representación, por lo tanto, debemos entender que los relatos fantasiosos jamás se hubiesen comprendido de la manera en que se hicieron sin el soporte donde fue publicado, es una relación recíproca entre la materialidad y la literatura siendo indispensable la creación artística de las figuras, formas y dibujos porque moldean el pensamiento y el imaginario del lector. En pocas palabras esta otredad estará solucionada también en la cultura visual para subordinar al vencido hacia la inferioridad y la racialización, estas representaciones persisten hoy en día bajo otras lecturas de otros tiempos pero la herencia sigue siendo la misma.