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Partidos políticos
PSOE-Podemos vs Vox: las guerras culturales que vienen
Vuelven las guerras culturales y si el PSOE las está dando con esteroides es porque sabe que este marco les beneficia.
Asombran los minutos de TV, centímetros de periódicos, tuits y declaraciones que se le dedicaron a la brecha abierta por Vox con su propuesta del veto parental. Tantos, que da que pensar. Sobre todo porque el gobierno se ha lanzado a la pista como si no hubiese mañana, incluso con declaraciones en rueda de prensa en el Consejo de Ministros. “Los hijos no pertenecen a los padres”, dijo Isabel Celaá.
El gobierno pudo haber explicado que la educación afectivo-sexual es escasa en España y que precisamente su profundización es uno de los puntos del acuerdo de gobierno PSOE-Podemos. Pudo contarnos cómo va a materializar esta medida, cuántos talleres, cómo, con qué presupuesto. Pero prefirió engordar un debate moral —¿de quién son los hijos? ¿están en peligro sus tiernas mentes?— que ha alimentado el fuego mediático un par de semanas. Todo parece indicar pues que lo que hemos llamado “guerras culturales” con toda probabilidad dará forma a la próxima legislatura.
Mucho se ha hablado ya de ese concepto que hace referencia a una forma de confrontación discursiva capaz de generar debates abstractos destinados a desviar la atención de los problemas de fondo. Se dice que sirven para soslayar el conflicto sobre la redistribución de la riqueza, en favor de temas que provocan indignación moral, a menudo inventando problemas sociales que no existen —como cuando Vox impugna la existencia de la violencia de género—. (Hay que matizar que esta caracterización no niega las consecuencias materiales de este tipo de discursos o políticas. Quién podría decir que impugnar la ley de violencia machista supone un conflicto únicamente cultural, o restar importancia a las consecuencias reales del debate sobre el veto parental: posibles enfrentamientos en las escuelas, miedo en los profesores, y el probable retroceso en este tipo de contenidos por autocensura).
Hablar de la propiedad de los niños puede ser una buena cortina para no tener que hablar de todo lo demás. Sobre todo si al otro lado de esa cortina está Vox
Cuando hablamos de guerras culturales estamos hablando de un fenómeno que en gran medida da forma a la política contemporánea desde hace un par de décadas y que se ha intensificado a partir de la crisis. Hoy, donde las posibilidades de transformación se estrechan por los límites impuestos por el capitalismo financiero o la construcción Europea, la política es, cada vez más, “relato”; el país donde reinan spin doctors y gabinetes de comunicación. Y esto no es solo funcional a la izquierda, el problema es que es un terreno en el que la extrema derecha se mueve demasiado cómodamente. Los de Vox son expertos en polemizar para imponer agendas impulsados en el funcionamiento polarizador de las redes: lo controversial se mueve más, y los medios le van detrás. (Desde luego este partido prefiere crear incendios simbólicos antes que entrar al detalle de su programa económico neoliberal que no parece tendría muchos fans, con propuestas como la de privatizar las pensiones).
Partidos políticos
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El año ha estado decisivamente marcado por la emergencia del partido de Santiago Abascal. Hasta cinco elecciones han puesto a prueba la crisis de representación que vive España.
Los valores no necesitan presupuesto
Vuelven pues las guerras culturales y si el PSOE las está dando con esteroides es porque sabe que este marco les beneficia. Sobre todo porque es barato: no cuesta un euro del presupuesto hablar sobre valores. Algo no menor para un gobierno que trata de tranquilizar a los mercados y a la élite económica mundial en Davos prometiendo rigor fiscal. Ello el año entra en vigor el artículo 135 de la Constitución que nos sujeta implacablemente a la austeridad. En este marco no parece que pueda haber margen para grandes reformas pese a la reforma fiscal prometida. Moncloa también repite y repite que se rebajarán solo “los aspectos más lesivos” de la reforma laboral, mientras la vicepresidenta Calviño asegura que cumplirá a rajatabla con las recomendaciones de la Comisión Europea y empieza a echar piedras contra su propio pacto de gobierno diciendo que rechaza la regulación de precios del alquiler.
Opinión
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Sigan, por favor, hablando del féretro de Franco, el bloqueo de la formación de gobierno y el minué de la articulación territorial, que Nadia Calviño necesita silencio para hacer su trabajo.
¿Recogiendo estas miguitas a dónde llegamos? Hablar de la propiedad de los niños puede ser una buena cortina para no tener que hablar de todo lo demás. Sobre todo si al otro lado de esa cortina está Vox. “El gobierno es la garantía de frenar a la extrema derecha retrógrada”, es el marco. Y en este contexto donde parece que la involución acecha, por poco que se haga en este legislatura, parecerá mucho. El programa político parece de contención, no de ofensivas. En esto, tampoco engañan a nadie.
El PSOE tiene bastante experiencia con estas batallas culturales desde que las utilizase a fondo a partir del primer gobierno de Zapatero y con la activación del ala neocon de Aguirre y Aznar. (Madrid ha funcionado como un auténtico laboratorio de estas guerras. El PP las empleó durante años mientras extendía su red de corrupción). Por un tiempo, las disputas de valores morales —en cuestiones importantes no obstante como el aborto, el matrimonio igualitario o la memoria histórica— dibujaron las coordenadas de la política española mientras el modelo económico adoptado por el PP y el PSOE no fue sustancialmente diferente. (Recordemos que tras la Transición, los socialistas iniciaron las primeras privatizaciones de empresas y servicios públicos mientras diseñaban la nueva forma del Estado y su interrelación con el tejido empresarial español. Después, serían corresponsables de buena parte de la legislación que ha contribuido a la precarización laboral, las políticas de austeridad y el impulso de las dinámicas especulativas que dan forma al sector turístico-inmobiliario español. Nada muy lejos del PP, que, eso sí, es mucho más corrupto). Estas guerras culturales de la era Zapatero fueron cortocircuitadas por la llegada de la crisis y su respuesta, el 15M, que fue capaz de poner sobre la mesa otras claves que apuntaban a los responsables de la debacle económica: el sector financiero y la banca y sus relaciones con las imposiciones de recortes de la Unión Europea.
Actualmente lo que llamamos en su día “crisis de régimen” parece superada con Podemos —el partido de la protesta— en el gobierno. Un gobierno donde además Podemos está excluido de las decisiones económicas más importantes. Sin ese principio de materialidad que impulsaron la crisis y la protesta quincemayista, hoy vemos reactivarse las guerras culturales del bipartidismo. Vox supone eso: la intensificación y ampliación de estas batallas incluso pasando por encima de consensos sociales fundamentales. Este partido sustituye hoy al PP en el papel de opositor al “bloque progre” y con menos cortapisas que los populares —por eso Casado parece desesperado por no perder su espacio y entra con fuerza a todas las polémicas—. Cualquier chispa incendia la pradera seca. Nos esperan unos cuantos años de mucho ruido. Solo si se produce una crisis como la del 2008 será imposible no volver a hablar de los fundamentos económicos de la dominación.
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Los grandes capitalistas apoyarán la mascarada socialdemácrata progre para seguir haciendo negocio hasta que el teatro no se pueda aguantar, y entonces apoyarán a la ultraderecha sin reservas para que la gente no se los lleve por delante. De ahí que tenga al perro de VOX mostrando los dientes, hasta que le suelten la correa.
Qué le está pasando a El Salto... Hay más comentarios de votantes de derecha que de aquellos que se supone va dirigido el diario...
El hecho de las negociaciones de Sánchez con China, que se haya posicionado a favor de Maduro, que Macrón y Merkel se haya apartado de éste individuo enfermo de poder, qué dijo hace casi un año que España lideraría el progresismo en la UE, además de que Zapatero ofrezca España para acoger a Maduro, son señales de que este mdiocre es un dictador que geopolíticamente nos ha unido a las narcodictaduras de Venezuela, México, Argentina, Panamá, además de China y Rusia, éste es el bloque comunista que tiene frente a él a EEUU, la UE, Bolivia, Ecuador, Brasil, y Chile, que representan la democracia y luchan por salir del atroz comunismo. Vamos a pasarlo muy mal.
La auténtica guerra cultural se desatará en la medida en la que salga a la luz definitivamente la trascendencia que tiene el hecho de que en España haya más de 30 millones de adultos papanatas. [ Papanatas: persona simple y crédula o demasiado cándida y fácil de engañar ].
Toda la construcción económica, mediática, ipolítica y sociológica que la Ideología de Género y el propio feminismo supremacista y fascista imperantes han llevado a cabo en España desde hace unos tres lustros está fundamentada en la credulidad masiva hacia apenas media docena de gigantescas mentiras.
Estamos aún en pleno auge de la sociedad de los papanatas.
Posiblemente desarrollaré esta tesis en sucesivos comentarios. No sé si realmente hay alguien ahí, al otro lado... si alguien lee este medio. .
Un padre denuncia que su hijo fue "obligado" a simular una felación en el instituto, noticia de ayer, el PIN Parental es una necesidad como el respirtar
Pero la felacion a quien se lo hacia? a un cura? Pues si, si hay que poner el PIN... El PIN Episcopal, solos los obispos decidirían a quien se hace felaciones, primero los de la sotana, y luego a casa a rezar con la mano derecha bien alta, que si no padre nos pega una paliza con la correa o nos manda mover gamusinos