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“Vosotros, mariposas. Apartaos de mí todos aquellos que lleváis gorgueras, puñetas y melenas porque oléis a madera chamuscada”. Las palabras que lanzaba Fray Pedro de León desde uno de los púlpitos de la catedral hispalense fueron algo más que un ejercicio de retórica. En el Auto de Fe de 1561 ardieron los “sodomitas” andaluces, las maderas chamuscadas. No fue el único.
Mariposas, dijo Fray Pedro de León. Mariposas que, tentadas por el pecado, terminan en el fuego. El Inquisidor no solo buscaba erradicar la práctica, también la apariencia: “algunos de vosotros no compartís el vicio, pero os vestís como si lo hicierais”. La frase es reveladora. 300 años después la homosexualidad masculina y femenina seguía prohibida y, allí donde se toleraba, se castigaba la visibilidad. En Francia se podía ser lesbiana, marica o incluso trans siempre que se disimulara a la luz del día. Para nosotros, la noche. En las frecuentes redadas de la Brigada Mundana en los espacios de encuentro de la comunidad LGBT, que ya estaba naciendo en aquel París de 1950, la discreción se consideraba circunstancia atenuante por los inspectores.
Orgullo
“¡Locas! ¡Mariconas! ¿Qué hacéis?” El orgullo de 1977
También la discreción operaba en la dictadura franquista. Las principales víctimas de la Ley de Vagos, Maleantes y Homosexuales o la posterior Ley de Peligrosidad Social fueron chaperos, travestis y afeminados: los hombres y mujeres visibles, demasiado visibles… y pobres. La dictadura consideraba la homosexualidad una perversión de las clases humildes. Una desviación de los rojos, como proclamó el psiquiatra oficial del régimen, Vallejo-Nágera.
Se nos ha querido discretos. La imposición de la discreción como estrategia recuperadora de la perversa noción de que la homosexualidad es algo privado sin cabida en el ámbito público
Se nos ha querido discretos. La imposición de la discreción como estrategia recuperadora de la perversa noción de que la homosexualidad es algo privado sin cabida en el ámbito público. El velo del secreto. La dictadura de lo íntimo. Porque lo que avergüenza, se esconde. “Una cosa es el homosexual discreto y respetable y otra muy distinta el maricón ostentoso", decían en un artículo hace dos años unos empresarios gallegos. Un discurso reaccionario con doble traza: por un lado, frontales y abiertamente lgtbifóbicos como los de la ultraderecha, cuyos representantes dicen públicamente y sin tapujos que “la orientación sexual de cada uno en su casa y en su cama"; por otro, los cínicos y equidistantes que acuden al concepto de no privilegiar o imponer ninguna orientación sexual (erigidos en garantes de la igualdad, aunque suponga todo lo contrario), conscientes de que esta táctica de inactividad eliminará a las personas LGTBI de lo público, perpetuando la hegemonía de lo heterosexual como única identidad pública, ergo condenándonos a la invisibilidad e inexistencia. Por eso nuestro Orgullo, nuestras Manifestaciones y las Leyes que promovemos en defensa de la Igualdad LGBTI y la visibilidad son tan atacadas por quienes nos prefieren en el armario, bien escondidas y ocultas.
Hoy resulta más imprescindible -si cabe- recordar, advertidos por la irrupción de la ultraderecha en las instituciones democráticas, el motivo por el que nos manifestamos. Y es que las trans, sin techo y drags neoyorquinas no se jugaron la vida enfrentándose a la policía de finales de los 60 en Estados Unidos para que los hijos políticos del franquismo vengan a, después de 50 años de demandas, amenazarnos con impedir la manifestación o llevarnos a la Casa de Campo para “no molestar”. Tampoco las trans en Barcelona (1977) Sevilla y Madrid (1978) fueron reprimidas para que sus aliados políticos, Ciudadanos, quieran abanderar nuestra lucha en un día tan señalado.
Deberían saber que el colectivo LGTBI+ reivindicativo ni blanquea racismo, xenofobia ni machismo con un pinkwashing de manual
Deberían saber que el colectivo LGTBI+ reivindicativo ni blanquea racismo, xenofobia ni machismo con un pinkwashing (marketing para tapar políticas y alianzas represivas con banderas arcoíris y aparecer ante la opinión pública como tolerantes) de manual. Demasiado hemos soportado con ver la conmemoración de una rebelión abierta contra el establishment convertida en nueva fuente de riqueza hacia el capitalismo heteropatriarcal para que, ahora, los que pactan con la misma ultraderecha que nos quiere curar en terapias de conversión se hagan las víctimas cuando les señalamos públicamente como lo que son: unos lgtbifóbicos conniventes con los de los discursos del odio. Siempre nos tendrán en frente, visibles y orgullosas.
Orgullo
De Stonewall a Mérida
La primera manifestación LGTBI+ en Extremadura llega con cuarenta años de retraso. Que hayamos tenido que esperar hasta 2018 para manifestarnos en Mérida pone en evidencia no sólo la acaparación por parte de las organizaciones hegemónicas de las luchas políticas del colectivo, sino también su lejanía de estas con la realidad de las personas LGTBI extremeñas.
También en Extremadura, una tierra que cuenta con una de las legislaciones LGBTI más avanzadas desde que el 19 de marzo de 2015, en un Pleno de la Asamblea de Extremadura, se aprobara por unanimidad la Ley de Igualdad Social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales y de políticas públicas contra la discriminación por orientación sexual. Aquel día las tribunas se llenaron de banderas y diversidad. Los activistas de Triángulo, Extremadura Entiende y Aleas desplegaron un arcoíris de emociones. Esta tierra que había conocido la amargura de los exilios del afecto, aprobaba una de las leyes más avanzada en derechos para las personas LGBT. Una de las legislaciones más avanzadas, sí… Pero en este Orgullo tenemos que decir alto y claro que nuestras avanzadas leyes y normas no se corresponden con un gobierno autonómico comprometido.
Nuestra administración regional prefiere aquí “lo discreto”. Por eso tenemos una Ley sin presupuesto, lo que la convierte en papel mojado. Y cuatro ejercicios presupuestarios, la Junta de Extremadura, presidida por Guillermo Fernández Vara, ha condenado nuestra norma al silencio. Solo en el último Presupuesto ha tenido algún recuerdo, por supuesto “discreto”. En los siguientes, ya con mayoría absoluta, es previsible que se vuelva al mutismo.
En otro Título de la norma, la ausencia es atronadora: el capítulo V prevé acciones contra la discriminación laboral por orientación sexual, pero la Empresa es ese reino donde la Democracia no rige y donde el Patrón es monarca absoluto
Títulos completos, como el de Memoria Democrática o el de Educación, se incumplen. No hay protocolos de actuación en nuestras escuelas ante posibles casos de mobbing lgbtifóbico, no hay programas curriculares, no hay actividades. Aquí donde se persiguió a tantos hombres y mujeres gais y lesbianas, su Memoria se desvanece. Y ante episodios claros y evidentes de homofobia contra jóvenes, nos encontramos con una Policía que carece de formación específica, pese a que lo contemplaba la Ley. En otro Título de la norma, la ausencia es atronadora: el capítulo V prevé acciones contra la discriminación laboral por orientación sexual, pero la Empresa es ese reino donde la Democracia no rige y donde el Patrón es monarca absoluto. Derechos laborales, los mínimos posibles. Derechos democráticos, poquitos.
Por eso, en este Orgullo queremos exigir que se cumpla íntegramente la Ley, y que los responsables políticos cambien los gestos por hechos consumados. Queremos que las nuevas generaciones aprendan en la escuela que, como decía Lorca, “la normalidad no es ni lo tuyo ni lo mío. Lo normal es el amor sin límites. Porque el amor es más y mejor que la moral de un dogma”. Deseamos que las instituciones públicas, así como el sector privado, velen por nuestros derechos y libertades civiles, con contundencia y sin vaguedades, y que las discriminaciones por orientación sexual o identidad de género no tengan cabida en la sociedad de hoy y del futuro. Ansiamos, como el poeta, “una verdadera revolución. Una nueva moral, una moral de libertad entera”, que permita desarrollarnos íntegramente como personas. Un amor sin límites que rompa los diques de contención que pretenden imponernos los intolerantes. Porque nuestro amor es tan grande que no cabe en los armarios, y nuestra pluma necesita dibujar banderas de libertad allá donde la disidencia sexual encuentre obstáculos para la felicidad.
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Opinión Mantícoras
Ojala haya en Extremadura un movimiento lgtbi independiente y crítico
Como es habitual del PSOE mero marketing, tienen una ley avanzada que después no cumplen y queda en papel mojado