Opinión
Vigo, una ciudad gestionada con pocas luces

La gentrificación a la que se dirige la ciudad por la gestión de Abel Caballero roza la insostenibilidad para ser habitada.
Vigo Luces Navidad
Foto de archivo del alumbrado de las luces de Vigo en noviembre de 2022. Por: Concello de Vigo

Esta semana quedé con unos amigos en el centro de Vigo. Vivo en el barrio de Bouzas, a unos 35 minutos andando del casco histórico de la ciudad. Me dispuse a ir en coche porque tenía que hacer recados navideños. Misión imposible. Apenas conduzco unos 500 metros y tengo que aparcar tras 30 minutos en el automóvil e ir andando debido al tráfico. Llego a donde habíamos quedado y falta una amiga. Lleva más de una hora atrapada en la carretera para un recorrido de dos kilómetros. Ella vive en el centro y no puede acceder a su plaza de garaje de otra manera.

Mi sorpresa al llegar al centro de la ciudad fue aún mayor: luces que parecen flashes, villancicos que imposibilitan el descanso de los vecinos, niños volando por los aires —al Concello le ha parecido una buena idea construir una tirolina en pleno centro y pasando por encima de párkings— y atracciones de coches de choque donde el decorado lumínico se asemeja más al de una discoteca de electrónica de las que alertan por riesgos de epilepsia fotosensible que a un contexto de diversión para la rapazada. Todo eso sumado al continuo zig-zag por las calles y la imposibilidad de tomar algo en una terraza sin el incesante paso de los turistas. 

Según medios locales, Vigo ha ostentado un nuevo récord navideño esta semana: hasta 53.000 coches han venido a pasar este lunes a la ciudad. El alcalde, Abel Caballero, se ha mostrado “encantado” con la afluencia e incluso sitúa la ciudad olívica como “referente al nivel de Barcelona o Madrid”. “Envidia de Europa”, se atreve. Pero, pienso: ¿referente de qué? ¿Acaso Caballero quiere otra sanción europea por incumplir los límites de contaminación? “Negacionismo climático”, definen desde Ecoloxistas en Acción en relación a cómo contaminan 53.000 coches en una ciudad que no llega a los 300.000 habitantes. 

El transporte público está cortado hacia el centro de la ciudad. “Que parte de los vigueses estén asqueados y huyan del centro y de las luces no sé si es un éxito. A no ser que el objetivo sea hacer un centro urbano para turistas y no para vigueses. En ese caso, es perfecto”, leo en un twit. Y creo que no hay mejor descripción. Las intenciones de Caballero parecen más un intento de ‘madrileñización’ de la ciudad que de hacer de ella un lugar habitable. 

Cierto es que este lunes fue festivo en otros lugares de la Península, pero, ¿qué hubiese pasado esta semana en Vigo si, por cualquier casual, hubiese algún tipo de accidente en la ciudad con el tráfico colapsado? Las ambulancias no pueden atravesar al resto de coches. ¿Echaría pecho Caballero en ese caso?
Caballero vende terreno a fondos buitre estadounidenses; se plantea expropiar a los vecinos para plantar viales atravesando el poco terreno rural que le queda a la ciudad; hay “irregularidades” y dudas en los Planes Urbanísticos y lo que pasa fuera del centro parece no importar

“Dedican tanto dinero a las luces y luego se olvidan de [inserte aquí su reclamación vecinal favorita]”. Esto suele ser un argumento dicho a veces de una manera casi falaz en Vigo cuando alguien quiere pedir alguna mejora para su barrio, ayudas sociales o mejoras en el transporte público. Lo cierto es que el alcalde dedica al año casi un millón de euros para la instalación de los 11 millones de luces LED y un consumo eléctrico que oscila entre los 30.000 euros por temporada navideña, según sus propias declaraciones

Otra realidad de Vigo es que es la ciudad de las obras “megalómanas”, donde Caballero vende terreno a fondos buitre estadounidenses; se plantea expropiar a los vecinos para plantar viales atravesando el poco terreno rural que le queda a la ciudad; hay “irregularidades” y dudas en los Planes Urbanísticos y lo que pasa fuera del centro parece no importar, dejando paseos marítimos y calles en desuso durante varios años. A todo esto se suma que el único transporte público de la ciudad, el servicio de autobús —que ya tiene poca frecuencia— se encuentra en huelga con servicios mínimos. Y Vigo está a la cola del gasto social por persona en todo el Estado español.

Quizá el argumento de las luces no es tan falaz y Caballero debería empezar a plantearse otro modelo de ciudad y otro tipo de gasto. “La ciudad es de quien la vive”, dicen.

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