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“Usted quiere que celebremos el día de Extremadura el día de un gran fracaso colectivo. Día de un fracaso donde los pobres jornaleros que ocuparon las fincas tuvieron como consecuencia una Guerra Civil que los devastó. Solamente conozco una región que celebra su día el día del fracaso: Cataluña. […] A nosotros nos faltan raíces porque cada vez que miramos para atrás nos da vergüenza. Nosotros no tenemos la historia brillante que tienen otros pueblos como para intentar recular”. Respuesta ofrecida por Rodríguez Ibarra en septiembre de 2018 a un joven extremeño que le preguntó por qué el 25 de marzo no había sido elegido como Día de Extremadura.
“Veo imprescindible y necesario que se reconozca la historia de todos aquellos que con su trabajo se rebelaron contra las injusticias, contra aquello que no les permitía llevar a cabo una vida digna. Por tanto, creo que es una fecha para recordar, para respetar, para reivindicar por parte de todos aquellos que lo quieran hacer”. Declaraciones de Guillermo Fernández Vara, el 25 de marzo de 2021, en respuesta a la pregunta elaborada por Unidas por Extremadura en sesión plenario acerca de esta fecha histórica.
Memoria histórica
Memoria histórica El secreto girasol del 25 de Marzo
Entre una declaración y otra han pasado menos de tres años. Menos de tres años en los que uno de los poderes fácticos de la región, como es el PSOE de Extremadura, ha cambiado su estrategia en referencia a la fecha del 25 de marzo, lo que significó en su día y, lo más importante, lo que a día de hoy alumbra. Menos de tres años en los que se han ido sucediendo una multitud de actos, luchas, reivindicaciones, lecturas… acerca de esta efeméride, que ha provocado que cada vez más extremeños y extremeñas reconozcan la fecha, y no solo eso, sino que también la reclamen para sí, siendo la Asociación 25 de marzo pionera en este camino, al que se suman cada vez más colectivos.
De la impugnación radical de esta fecha por parte de una figura del pasado, a la aceptación con tono suave y conciliador de una del presente. Y es que el PSOE extremeño, ese gigante todopoderoso cuyas garras llegan a todos los rincones de la región, ha acabado entendiendo que el 25 de marzo no significa solo pasado, sino, sobre todo, futuro y progreso. Y ello le ha llevado a cambiar su estrategia con respecto a este día, dejando a un lado el desprecio hacia el mismo que le ha caracterizado históricamente. Al contrario, con estas declaraciones de Guillermo Fernández Vara, el PSOE ha puesto su primera piedra en el camino hacia una resignificación de esa jornada al calor de sus intereses, que no son otros que los intereses del poder económico y financiero de la región.
El PSOE extremeño, ese gigante todopoderoso cuyas garras llegan a todos los rincones de la región, ha acabado entendiendo que el 25 de marzo no significa solo pasado, sino, sobre todo, futuro y progreso
Lo cierto es que el presidente de la región este camino lo echó a andar un día antes de este 25 de marzo. Nos situamos en el día 24, cuando Vara ofrecía una rueda de prensa, en la sede de la Junta, junto a representantes de la empresa Phi4Tech, para anunciar su enésimo megaproyecto a bombo y platillo: la construcción en Badajoz de una fábrica de baterías (sufragada en un alto porcentaje con fondos públicos), con la correspondiente extracción de recursos naturales de nuestra región (el litio de la mina de Las Navas, en Cañaveral). El presidente no desaprovechaba la ocasión para comenzar con este giro discursivo estratégico, comenzando su intervención afirmando que el “24 de marzo de 2021, vísperas del 25 de marzo, comienza un nuevo tiempo. Extremadura ve como llega a la revolución industrial del siglo XXI”.
Con esta afirmación, solo hay que remitirse a lo que algún periodista regional avispado afirmaba estos días en una de sus piezas, para ver la clara vinculación pretendida: “Es decir, ha resaltado su carácter revolucionario poniéndolo en relación con otra revolución que los campesinos extremeños quisieron llevar a cabo durante la segunda república”.
No es casualidad que Vara comience su intervención haciendo un guiño directo a esta fecha. El PSOE de Extremadura se ha puesto manos a la obra para vincular el 25 de marzo con su política económica, que no es otra que la de ponerle la alfombra roja a multinacionales de todo tipo para que sigan saqueando los recursos de la región, dejando un gran impacto medioambiental en la misma, pero no económico que influya de forma positiva en las arcas públicas ni en los hogares de la mayoría de extremeños.
“La relación apropiación-expropiación ofrece una forma general de interpretar el proceso de avance y retroceso continuo de los intereses y de las probabilidades de poder y dominación entre actores (clases, estamentos, partidos, e individuos)”, escribía Esteban Torres a colación del sociólogo Marx Weber. Y es que esto que ha llevado a cabo el PSOE no es más que una apropiación. De una forma muy cainita vincula una lucha popular, que buscaba un progreso para la mayoría social extremeña, con el progreso de los poderes de la época actual.
El PSOE de Extremadura se ha puesto manos a la obra para vincular el 25 de marzo con su política económica, que no es otra que la de ponerle la alfombra roja a multinacionales de todo tipo
Con ello, por un lado, intenta hacer pasar por los intereses de la mayoría social extremeña lo que en realidad son los intereses de una minoría acaudalada. Por otro, pretende generar un nexo de unión entre esta fecha y el sentido de progreso para el PSOE, que no pasa por otra cosa que no sea una política neoliberal basada en privatizar los beneficios y socializar las pérdidas, o como en este caso, por regar con ingentes cantidades de dinero público iniciativas privadas que seguirán engordando las cuentas de los inversores de estas empresas y multinacionales a costa de los recursos de Extremadura.
Para Vara y los suyos, la revolución ya no la protagonizan los obreros, los campesinos o el pueblo. Ahora la hacen los empresarios. Su argumentario parece sacado de uno de esos anuncios en los que te dicen lo revolucionaria que es una hipoteca o una nueva línea telefónica que ofrece más megas al mes.
Eso ocurrió el 24, pero un día después, el 25, el presidente iba más lejos en su estrategia de asimilación y resignificación de esta fecha: “Lo que aquellos yunteros reclamaban en aquellos momentos, algunas decenas de años después la democracia en este país, y la Monarquía Parlamentaria, lograron que fuera una realidad: las jornadas laborales adecuadas, el respeto, la producción, un campo que fuera productivo, que se respetaran los derechos de los ciudadanos y las ciudadanas, de los trabajadores y las trabajadoras. Hay que reconocer que muchos años después una parte de las reivindicaciones han sido resueltas de forma favorable por la convivencia y la concordia que representó la Constitución Española de 1978”.
Con estas declaraciones, Fernández Vara ha puesto encima de la mesa una nueva cuestión sobre este hito histórico. Ni más ni menos pretende cerrar (en falso) la ventana de oportunidades que se abrió el 25 de marzo de 1936, con todas esas reivindicaciones y luchas. Pretende superar esta fecha, darla por amortizada y borrar el fantasma de la Reforma Agraria, sabiendo perfectamente como pocos, que precisamente la reivindicación sigue activa en pleno 2021, ya que Extremadura es la región de Europa con la distribución más desigual de la tierra. Por ello, de un plumazo, Vara intenta decir a la sociedad extremeña que aquella reivindicación estuvo bien, pero que ya no puede producirse en este siglo, que eso es algo que ya se superó.
Intenta dar carpetazo a las reivindicaciones y luchas del 25 de marzo de 1936, mientras pretende introducir esta fecha dentro del puzle del régimen del 78
De esta manera intenta dar carpetazo a las reivindicaciones y luchas del 25 de marzo de 1936, mientras pretende introducir esta fecha dentro del puzle del régimen del 78, vinculando las reivindicaciones históricas de marzo de 1936 con el cuento o trampantojo de la Transición ‘modélica’ del 78. En realidad, viene a decir que de aquella gesta se consiguió una Monarquía Parlamentaria, cuando en realidad sabe que no era lo que pretendían, ni mucho menos, aquellas decenas de miles de jornaleros.
Como ocurre con multitud de fechas, acontecimientos, reivindicaciones, etc., cuando estas consiguen penetrar por las grietas que deja abiertas el sistema, corren el peligro de ser desactivadas por el poder, de perder todo el significado rupturista y transformador del que está compuesto. Y el 25 de marzo se encuentra ahora mismo con un nuevo invitado (y sorprendente) en la mesa, que coloca a la fecha entre dos encrucijadas o significados: el rupturista y transformador, como venía siendo hasta ahora, y el desactivado y edulcorado de Fernández Vara.
Y esto ocurre porque que en estos momentos la fecha sigue todavía en fase de reconocimiento, en fase de disputa.
Menos de tres años entre las declaraciones de un expresidente que se conocía fuera de las instituciones, pero que sabía perfectamente que marcaba línea política en el todopoderoso PSOE extremeño, y las declaraciones de un Fernández Vara que se sabe presidente, y que necesita dar un brochazo del progreso a estos megaproyectos de multinacionales, que tanto rechazo generan entre la ciudadanía que los sufre en sus localidades, con la intención de convencer a los votantes de izquierdas de que estos proyectos forman parte del hilo del progreso de Extremadura, cuya puntada más destacada fue el 25 de marzo. Fernández Vara y los suyos tienen miedo a que les ocurra lo mismo que les ocurrió con la Refinería de Tierra de Barros y, por ello, no están dispuestos a descuidar su flanco izquierdo. Al contrario, pretenden unir su idea de progreso, basado en un neoliberalismo extractivista para esta región, con la idea de lo que significó el 25 de marzo.
Me pregunto, ¿qué se dirían ahora Ibarra y Vara si se encontraran y hablaran del 25 de marzo?