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Ocupación israelí
Ficción, propaganda y realidad se mimetizan en Israel
El jueves 12 de octubre, varios días después del ataque de Hamas a Israel, el actor hebreo Idan Amedi, uno de los principales protagonistas de la conocida serie Fauda, apareció en un vídeo publicado en el propio canal oficial de la serie en la red social X —antes Twitter— armado y vestido de soldado. Con música épica de fondo, y en hebreo, se dirige “a la nación de Israel y a todos los soldados de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) así como a reservistas y soldados en activo”. “Como podéis ver, tengo un uniforme ligeramente distinto hoy. Esta no es una escena de Fauda, es la vida real. Nuestro ejército fue llamado el sábado por la mañana, cuando empezaron los sucesos en el sur de Israel”, explica. Alude a continuación a los ataques en los que “amigos y seres queridos fueron asesinados” para concluir que están allí con el fin de proteger a sus “niños, familias y hogares” y lanza una promesa: “No nos rendiremos hasta vencer (...)”. Finalmente, agradece las muestras de cariño de la población. Es todo un spot de guerra.
— Fauda Official (@FaudaOfficial) October 12, 2023
Este mensaje, de apenas un minuto, sobreentiende algunas claves sobre cómo viven muchos israelíes el conflicto con Palestina —entre ellas que se consideran un Estado democrático que lucha por su propia integridad y se obvia con ello la ocupación territorial de Cisjordania así como su régimen de apartheid— y destaca por la naturalidad con la que entienden que pueden ser llamados a filas ante una situación de emergencia. No en vano, se estima que en esta semana de crisis en Oriente Medio se ha movilizado a más de 300.000 reservistas que se unen a casi 200.000 soldados.
Amedi es protagonista de una serie que se está haciendo famosa por retratar con crudeza las operaciones, muchas de ellas muy violentas y con muertes, de un comando especial de las Fuerzas de Defensa de Israel encargadas de infiltrarse en territorio palestino
Sin embargo, lo que llama la atención del vídeo es la delgada línea que separa la realidad de la ficción a través de la propaganda. Amedi es protagonista de una serie que se está haciendo famosa por retratar con crudeza las operaciones, muchas de ellas muy violentas y con muertes, de un comando especial de las Fuerzas de Defensa de Israel encargadas de infiltrarse en territorio palestino —o libanés, si se tercia— para realizar acciones preventivas y capturar terroristas. Digamos que, como él mismo asegura en la red X y se reproduce al inicio de estas líneas, su papel dista poco en la serie del que ahora está llamado a ejercer en la realidad. Y para terminar de entremezclarlo todo, el vídeo bélico está jalonado por cientos de comentarios en los que llaman al actor por su nombre en la serie, no el real.
Amedi no ha sido el único ni el más famoso de Fauda en hacer público este cruce de caminos. El protagonista principal, Lior Raz, publicó el 9 de octubre un vídeo en el que decía estar acompañado por Avi Issacharoff, creador junto al propio Raz de la serie, y Yohanan Plesner, cuya bio asegura que es presidente del Instituto de la Democracia de Israel: los tres, según el mensaje, se habían unido “a cientos de valientes ‘hermanos de armas’ voluntarios” en el sur de Israel. Les habían enviado a Sderot para rescatar a dos familias.
Accompanied by Yohanan Plesner @yplesner and Avi @issacharoff , I headed down south to join hundreds of brave "brothers in arms" volunteers who worked tirelessly to assist the population in the south of Israel. We were sent to the bombarded town of Sderot to extract 2 families pic.twitter.com/WpM9JLeOZM
— Lior Raz (@lioraz) October 9, 2023
En este caso concreto, y con este mensaje, se completaba el círculo: tanto Raz como Issacharoff, según información que puede leerse en varios medios, han aprovechado su experiencia militar previa para idear la serie de marras, pensada inicialmente para el público hebreo pero lanzada después al resto del mundo a través de la plataforma Netflix. Viaje de la realidad a la ficción con una notoria propaganda sobre lo engrasado de su maquinaria; y ahora, tras haber hecho cuatro temporadas de Fauda, vuelta a la realidad… filmada en vídeo para las redes sociales. Aquí Guy Debord ya estaría volviéndose medio loco.
‘Fauda’, como muchas series de acción, se centra en tramas concretas y no aborda el contexto ni previo ni presente. Para qué
La serie, estrenada en 2015 y producida por la cadena israelí Yes, ha alcanzado fama debido a una depurada técnica y a un guión trepidante, es cierto, al mismo tiempo que traza con habilidad una serie de tramas para que los espectadores empaticen con los protagonistas, que son al fin y al cabo los componentes de un comando especial o ‘unidad Mista'arvim’, encargados de hacer lo que tengan que hacer y caiga quien caiga en pos de un objetivo determinado. Sea en Cisjordania en cualquiera de sus zonas (la de control militar israelí o palestino, aunque esto no sea legal), en la sitiada Gaza o incluso en Líbano o Bruselas. Los palestinos que aparecen en la serie son o terroristas —en una de las tramas el guión hasta plantea contactos de alguno de ellos con Daesh— o ingenuos familiares de terroristas o atrezo de aspecto empobrecido o colaboradores de los propios soldados o responsables de la Autoridad Palestina que mantienen una relación de relativa subordinación ante unos paternalistas inspectores israelíes encargados de mantener el orden. La serie, como muchas series de acción, se centra en tramas concretas y no aborda el contexto ni previo ni presente. Para qué.
Fauda pareció inicialmente concebida pensando en un público israelí, pero podría decirse que también en el público occidental en general. Porque se centra en trasladar lo homologable, moderno e incluso laico, liberal y democrático que es Israel frente a todos sus enemigos del entorno, aunque para mantener esa supuesta democracia ‘a su manera’ haga falta ser rudo y usar medios poco o nada confesables; al fin y al cabo es Israel y es como si les asistiera una razón justa per se, una razón de Estado, una legitimidad fuera de dudas. Es una forma de dar su visión de lo que lleva décadas pasando allí y el caso es que la compran fuera y más en estos días convulsos. Algunas críticas, de hecho, se han esmerado en poner en valor una pretendida equidistancia sobre el conflicto —porque no ahorra en brutalidad generalizada— que en realidad es mentira, pues todo en la serie es de parte; otras, como las de algún que otro tabloide de extrema derecha español, dicen directamente que la serie narra “lo que ocurre” allí y así quedan retratadas. Las menos han denunciado que aporta una visión sesgada y una caricatura de los palestinos.
Amedi, Raz e Issacharoff no han sido los únicos protagonistas de esta serie en mostrarse abiertamente concernidos por los ataques y la guerra contra Hamas, convertida en un genocidio sobre la población de Gaza con el bombardeo sistemático de la franja y el bloqueo de suministros básicos. Otros personajes del reparto han posteado vídeos en redes sociales ya sea alabando a las Fuerzas Armadas de Israel, ya sea dando gracias al apoyo internacional que están recibiendo en este conflicto o simplemente recordando lo devastador de los ataques de Hamas del pasado día 7 (a quien asimilan con Daesh) y pidiendo no dudar de lo ocurrido y no calificar nada de lo que allí digan como fake news porque son “hechos”. Este último vídeo también aparece posteado en el canal oficial de Fauda y es llamativo en cuanto a que alude directamente a los fans de la serie en todo el mundo. Otra vez aquí la realidad, la propaganda y la serie de ficción se entremezclan.
— Fauda Official (@FaudaOfficial) October 14, 2023
El enorme potencial israelí a la hora de lanzar al mercado productos audiovisuales, en cualquier caso, está fuera de toda duda. Ahora mismo Netflix tiene en cartelera casi una decena de productos de aquel país y parecido ocurre con HBO o Prime. Entre ellas hay tramas históricas y también militares que aluden a las guerras pasadas y a situaciones más o menos cotidianas de una existencia en tensión permanente. Que es lo mismo que reconocer los efectos de una ocupación que dura décadas.
Tampoco los de Fauda han sido los únicos actores en saltar a la palestra. De hecho, hay un intérprete e influencer que se ha hecho especialmente famoso en redes sociales por mofarse de los gazatíes —sin agua ni luz— al ponerse a beber agua y darle al interruptor de manera compulsiva. Se llama Matanel Layani y ha sido ampliamente criticado en la red X.
Al final, todo lo que emite Israel está saliendo hacia Occidente por fibra óptica, televisión digital y las redes sociales. Desde esta última payasada o los vídeos en tono bélico de unos conocidos protagonistas de su industria audiovisual hasta los mensajes cuidados del único representante autorizado que han elegido para comunicarse en castellano con la comunidad hispanohablante: el militar Roni Kaplan. No es poca cosa: Israel sabe a la perfección que el éxito de su causa tiene mucho que ver con la guerra de información y desinformación, el entretenimiento y la propaganda.
Debord se habría hecho un análisis en el diván solo con lo que ocurre estos días. Sostenía, en su La sociedad del espectáculo, entre otras cosas, que “la realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existente”.