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Música
“Solo soy una chica”: lo ‘coquette’ y su presencia en la estética musical
La canción “I’m just a girl” de No Doubt se incluyó en su disco Tragic Kingdom, publicado en 1995. Ese mismo año, Gwen Stefani, la vocalista del grupo, construyó una de las imágenes icónicas del pop en el videoclip de “Don’t Speak”, del mismo álbum. El foco se sitúa sobre la cantante: una chica rubia, delgada, con un vestido corto azul de lunares blancos, representando esa fina línea entre lo adolescente y lo adulto.
Romanticismo y nostalgia son los dos ingredientes que sustentaron el nacimiento de lo coquette, una tendencia que se apoderó de TikTok desde principios de 2022 y que tuvo su punto álgido en 2023 con Lana del Rey como referencia absoluta en lo musical. Coincidiendo con la salida del último trabajo de la artista, Did You Know That There 's A Tunnel Under Ocean Blvd?, lo que en las redes se estableció como estética coquette pasó a ser mainstream gracias al estilo que la artista propuso en concreto en ese álbum.
El término coquette deriva del femenino de “coq”, gallo o ave en francés, lo que podríamos traducir entonces por la versión femenina de un pajarito bello que se caracteriza por flirtear y ser el centro de atención a través de su feminidad y aspecto. Más adelante pasó a ser un sinónimo para lo que entendían por una mujer “promiscua”, que finalmente se vincularía con las mujeres en la prostitución durante la llamada Belle Epoque. También denominadas cocottes, de este último significado y época derivan los elementos estéticos más relevantes de la corriente contemporánea, como los encajes, volantes, corsés, lazos, etc.
En los márgenes de los límites entre lo infantil y lo adulto se construye la identidad coquette. Una reverencia a lo sencillo, a lo dulce, a lo “cuqui”, que se podría hacer pasar por inofensiva pero que sirve para reivindicar la independencia y la libertad
En los márgenes de los límites entre lo infantil y lo adulto se construye la identidad coquette. Una reverencia a lo sencillo, a lo dulce, a lo “cuqui”, que se podría hacer pasar por inofensiva pero que sirve para reivindicar la independencia y la libertad para poder vestir de una forma a priori tildada de inmadura. Esta proclama se convierte en bandera para las mujeres jóvenes que buscan huir de los estereotipos que conectan la estética con la validez profesional o intelectual. Escapar de lo feo, del hartazgo social a través de códigos de color y de imagen para ensalzar la belleza y las cosas bonitas como una alternativa. Mediante la exageración de todas las ideas femeninas preconcebidas, la saturación de las mismas y su posterior traducción colectiva y artística, es posible generar un fenómeno de respuesta a lo primero partiendo de internet que llegue hasta la calle.
En parte, lo coquette nació para enfrentar un repunte machista en internet, liderado por hombres cis-hetero blancos sentados frente a un microfono, señores hipermusculados que defienden que la única mujer digna ha de ser virgen y con un comportamiento plegado al hombre. Lo coquette respondía a los discursos online que perpetúan una imagen irreal sobre las mujeres, y se desarrolló como una réplica desde la hiperfeminidad estética que plantase cara a todo ese contenido misógino volcado en redes sociales.
Esas chicas llenas de lacitos, volantes, aparentemente inofensivas, eran las mismas que generaban vlogs, video ensayos, todo tipo de contenido online feminista y, por supuesto, música. Laufey es uno de los ejemplos más recientes. La compositora y artista chino-islandesa conquistó esta estética desde su álbum Bewitched con una óptica más nostálgica, retro y minimalista. Olivia Rodrigo también se inclinó hacia este trend hiperfem desde su álbum GUTS donde, además de prestar un fuerte apoyo con su plataforma hacia los derechos reproductivos en Estados Unidos, destinó parte de la recaudación del tour a Planned Parenthood. En una de las imágenes de este disco, Rodrigo replica la portada del disco de Hole Live Through This. Este homenaje trae a los orígenes compartidos de la estética coquette con un precedente desarrollado en los años 90 a través del grunge y el pop-punk.
Hole, la banda encabezada por Courtney Love, publicó hace 30 años Live Through This. En este álbum conviven el inconformismo y la indignación con la melancolía y la nostalgia, reposando en un espíritu adolescente que se encuentra con la adultez y los dramas que la acompañan. Los sonidos oníricos se mezclan con guitarras rabiosas, no hay más que escuchar “Miss World” o “I Think I Would Die”.
Hole nace al calor del grunge que jugaba a mezclar una estética a priori desaliñada con prendas reutilizadas o rescatadas del armario de las abuelas. Desde el paraguas de la contracultura enfrentaban la estética del lujo, dando lugar a mezclas de vestidos y blusas vintage con lazos y volantes con tejidos rotos, vaqueros desgastados y ropa de pijama.
Dentro de esa escena alternativa grunge de principios y mediados de los años 90 que celebraba la oposición al mainstream con un paradigma separado de lo normativo, la realidad seguía siendo hegemónicamente blanca y masculina, ignorando a las bandas que no encajaban dentro de esas dos categorías. Cuando no fueron invisibilizadas, las mujeres fueron objetualizadas por los medios y la prensa musical, marginadas por una industria que las trató como una moda pasajera.
“The Girl Issue” de la revista Spin, en cuya portada aparecía Fiona Apple, incluía la frase: “Fiona Apple es una estrella del pop atrapada en el cuerpo de una bonita adolescente” y mencionaba repetidamente su apariencia y sus atuendos “sexys y de niña”. Las revistas especializadas pensaron que estaban aplaudiendo a las mujeres con números centrados exclusivamente en artistas femeninas, sin darse cuenta de que la propia naturaleza de esa celebración lograba exactamente lo contrario.
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En un artículo del New York Times de 1994, la diseñadora de moda Anna Sui habló sobre su desfile en Nueva York sobre “ropa para bebés”, diciendo: “Mi espectáculo no fue infantil… Fue un regreso a la inocencia. Pensé en cuando era niña y descubrí la moda por primera vez”. La estética coquette ha vivido muchas vidas aunque nos quisieran hicieran creer que su era totalmente única. Por ejemplo, este estilo empalagoso no puede evitar ser vinculado a otro: las lolitas. Esa ultrafeminización estética también fetichiza la juventud, la blancura y la delgadez. Sus orígenes recientes online se remontan a 2010 en Tumblr, específicamente con la estética de la “nínfula” que deriva de la novela Lolita de Nabokov y posiblemente con su sobresexualización a través del cine. De esta corriente surgieron artistas como Marina Diamandis o Melanie Martinez, mucho más escoradas al pop de esa época con Lana del Rey como embajadora absoluta. Marina and The Diamonds aparecía con lacitos en el pelo, un corazón pintado en la mejilla al más puro estilo versallesco, vestida con prendas en tonos pastel y encajes mientras criticaba en sus letras la cultura de las celebrities en Hollywood y la presión estética para lograr triunfar.
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Con todo esto se podría decir que la música coquette como tal no existe pero sí existen artistas que se han apoyado en algún momento en estos códigos estéticos para expresarse y hacerlo desde ideas similares. Cabe preguntarse así si las coquette actuales han dado la vuelta a ese estereotipo que relaciona dulzura con inmadurez y dependencia, o si por el contrario esta estética ha servido para reforzar y traer de vuelta estándares dañinos para las mujeres vinculados con el peso, la edad y la raza, al igual que lo hicieron sus precedentes en los años 90 o en los dos mil.
Una cosa es segura, como cualquier tendencia o micro-trend de internet, lo coquette ya ha pasado, incluyendo sus versiones tipo blokette. Bajo la misma etiqueta vemos imágenes inspiracionales en internet junto a memes virales que simplemente consisten en añadirle un lazo a cualquier objeto y transformar cualquier palabra terminándola en “-ette”, dejando entrever que añadir un lazo o similar a tu estilismo es ya algo tan masivo que ha perdido la gracia y sentido original. Porque, como todas las tendencias nacidas al calor de las redes sociales y la contestación a las olas de pensamiento online, las estéticas van muriendo a medida que la chispa del debate se apaga. Una vez algo está establecido deja de interesar porque ya no es lo que ocurre en este preciso momento.