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Música
Piñata Protest, punk rock como el que hacía la abuela
Reflejar en arrebatos punk de dos minutos la multitud de culturas que conviven en Texas es una de las premisas que guían a Piñata Protest. Honrar el legado de quienes construyen Estados Unidos llegando desde fuera, otra. Y montar una buena fiesta, la tercera.
Hasta hace bien poco, la historia de Álvaro del Norte era la de un dreamer, una de las 800.000 personas a las que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiere expulsar del país, a pesar de que han crecido y estudiado allí y no conservan más recuerdos que los vividos bajo los dominios del Tío Sam. La suya contiene los mismos capítulos pero el final es, de momento, distinto y Del Norte ha conseguido la green card —documento de identidad para residentes permanentes que carecen de la nacionalidad estadounidense— que le ha permitido cruzar el charco y tocar por Europa con su banda, Piñata Protest, por primera vez. “Estamos viviendo una aventura”, dice a El Salto en el ecuador de una gira española de un par de semanas durante la que están presentando su tercer disco, Necio nights, licenciado aquí por Kasba Music.
Al igual que miles de esos soñadores sin documentos que podrían ser deportados si Trump finalmente ejecuta su amenaza, Del Norte nació en México y, junto a sus padres, llegó a la tierra de las oportunidades cuando aún no había cumplido los cinco años. Establecido definitivamente el domicilio habitual en San Antonio, en el estado de Texas, hoy es el compositor, cantante, acordeonista y portavoz de una propuesta musical que inició en 2006 con el doble objetivo de montar una buena jarana y no olvidar. Porque fueron somos, porque somos serán, parecen decir las intenciones y las letras de Piñata Protest.
“Es una banda —explica el músico— que refleja la cultura texana, mis raíces mexicanas y la mezcla con lo americano. Es combinar esos dos mundos: la música punk y la música regional de México, la música norteña, las rancheras, la cumbia, el mariachi”.
Por ello sus canciones recuerdan en algunos momentos a las de nombres que se hicieron importantes en el punk de la costa oeste de EE UU durante los años 90, principalmente Social Distortion y NOFX, a lo que suman la herencia mexicana. Un Mike Ness incendiando la cantina armado con un acordeón en lugar de una guitarra es una buena imagen para ilustrar a la banda liderada por Del Norte. Pero no la única.
Acompañar habitualmente en largas giras de hasta un mes a grupos veteranos como Voodoo Glow Skulls o Brujería —el peculiar proyecto de metal extremo impulsado por Dino Cazares, guitarrista de Fear Factory, y el mito del punk estadounidense Jello Biafra, de Dead Kennedys— ha otorgado a Piñata Protest una solvencia importante en sus actuaciones en vivo y les ha ayudado a ampliar una creciente legión de seguidores, que también pueden beber la cerveza artesanal con el nombre de la banda que, desde 2014, se distribuye en bares de varias ciudades texanas.
El hobby, confirma Del Norte, ha pasado a ser ocupación a jornada completa: “Más o menos vivo del grupo. Antes trabajaba para el ayuntamiento de San Antonio, pero lo dejé porque nos salían cada vez más conciertos y giras. Lo que hago ahora es la pura música pero todavía tengo otros trabajillos que me ayudan”. Órale.
“Queremos que los niños puedan conocer por estas canciones algo de sus orígenes y que tengan orgullo de donde vienen
¿De qué trata la música de Piñata Protest?
De quiénes somos, de dónde venimos, contar nuestras historias y ojalá esperar que los más chicos vean qué bonita es su cultura. Una cosa que pasa mucho en EE UU es que se olvida de dónde venimos, se hacen americanos más que nada y se olvidan de todo. A mí mismo, aunque venga de México, me cuesta hablar español porque no lo platico en San Antonio. Y veo que muchos jóvenes allí no tienen interés en aprender español, quieren olvidar sus raíces, como si les diera asco. No quieren que les consideren mexicanos. Es triste. Por eso queremos que los niños puedan conocer por estas canciones algo de sus orígenes y que tengan orgullo de donde vienen.
¿Cómo era el barrio de San Antonio donde creciste?
Cuando era niño me movía mucho, llegamos incluso hasta el estado de Washington, porque mis padres siempre estaban buscando trabajo donde fuera. Cuando llegamos a San Antonio, vivimos en un barrio del oeste donde había mucha pobreza y drogas, casitas chiquitas, mucha inmigración que venía de México. Como lo que fue el comienzo de este país.
¿Cómo ha influido en vuestra música crecer allí?
Texas tiene seis banderas, de los países que controlaron el estado en alguna ocasión, y todas esas culturas están presentes en lo que hacemos. En nuestra música igualmente hay hasta influencia de la música de Louisiana, que sigue siendo cajún y zydeco.
¿Por qué os interesa mezclar estilos tan distintos como el punk y el huapango?
Para mí es como un experimento, como un niño que pinta y mezcla colores para ver qué sale. Son estilos diferentes y esto es parte de la razón por la que me gustaba tanto la idea de combinarlos.
¿Es habitual en Texas cantar en español?
En Texas hay de todo, es moderno todo allí [risas]. Pero no hay muchos grupos que canten en español, de verdad, aunque esté muy cerca de México no se escucha mucho, especialmente en el género del rock. Es diferente a California, allí hay más grupos que cantan en español aunque no sé por qué.
¿The Pogues o Los Tigres del Norte?
Amo a Los Tigres del Norte, eran como la voz de mi familia. Cantan mucho de inmigrantes, de la experiencia de mexicanos viniendo a EE UU. Son una gran inspiración, también por el estilo de tocar el acordeón, esas melodías simples pero que te agarran y se te quedan en la cabeza.
¿De qué músicas te sientes más cerca?
Ahorita escucho de todo. Últimamente, la música marinera de Lima (Perú), que es como la música criolla, la mezcla de los esclavos y los españoles allí. Me gusta de todo y, como músico, creo que es importante escuchar de todo porque, literalmente, hay un mundo de música ahí fuera.
¿Qué te gustaría conseguir con la música?
Me gusta mucho tocar. Empecé cuando tenía unos 16 años, tocaba el bajo y la guitarra eléctrica en varios grupos. Pero me aburrí de tocar música que sonaba como la de otras bandas. Cuando terminé la secundaria, con 20 o 21 años, quería buscar quién soy, encontrar mis raíces. Descubrí otra vez la música con la que crecí, la que escuchaban mis padres, y me enamoré de ella. Cuando era un niño escuchaba a la fuerza la música que ponían mis padres, pero no me gustaba. A mí me gustaba el pop, los Hollies. Luego de adolescente rebelde me metí en el rock y el punk.
Me gustaría seguir tocando música el resto de mi vida, es lo que más me gusta hacer. Poder viajar, conocer gente y sus culturas, probar diferentes comidas. Vivir la vida.