We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Música
Distopías musicales
Dos MC’s y una banda de punk rock vascas explican cómo conviven y salen adelante entre las restricciones sanitarias y el estado de alarma.
Son las siete de la tarde y los amantes de la música en directo tienen una cita con Instagram. Elena Caballero, La Basu, se rapea uno de los temas de su último disco Guerra. Una nube de likes y comentarios aparecen en la pantalla de la app, mientras la artista prosigue con un concierto que más tarde describiría como “uno de los más fríos que ha dado en la vida”. En Éibar, Unai Unda, más conocido como Xatiro, presenta su disco de rap Cassiopeia frente a un público con mascarilla, sentado en butacas y distribuido estratégicamente para cumplir con la distancia de seguridad de la sala del teatro Coliseo. A esa misma hora, la banda de punk rock portugaluja, Manifa, se reúne en su local para suspender la gira de su último trabajo, Dispara, adoptando “una tregua táctica para poder rearmarse de cara a 2021”. Los músicos y músicas de Euskal Herria continúan con sus proyectos en este presente distópico, lidiando con las restricciones derivadas del estado de alarma y los decretos de Gobierno Vasco a raíz de la aparición de la covid-19.
Decía Charlie Brocker, el creador y guionista de la famosa serie de ciencia ficción Black Mirror, que “en estos momentos la gente no necesita ver historias fantásticas sobre sociedades que se están desmoronando”. Y no le faltaba razón, pues lo cierto es que las fábulas tecnológicas planteadas en sus episodios empiezan a quedarse viejas a la hora de imaginar el futuro de las artistas y los espectáculos musicales tras la llegada del coronavirus.
“De los 37 conciertos que teníamos previstos, sólo hemos podido realizar dos y con aforo limitado”
“Directos virtuales, espectáculos con aforos reducidos, mascarillas, salvoconductos para ensayar y aplicaciones que no hemos usado nunca”. Así describe su día a día la artista euskaldun de hip hop La Basu desde la llegada de la covid-19. “Este año ha sido muy complicado. Las que vivimos en la cultura ya sabemos lo que significa la palabra inestabilidad, porque somos el sector olvidado. Pero, imagínate, nosotras en marzo teníamos pensado presentar mi disco y la realidad es que, de los 37 conciertos que teníamos previstos, sólo hemos podido realizar dos y con aforo limitado. Las sillas, las mascarillas, las distancias entre la gente… el público no puede ni levantarse. Tampoco nos dejan llevar merchandising. Es muy frustrante“.
Algo parecido le sucedió también a Manifa, que llegó el coronavirus justo en el momento en el que iba a arrancar con la gira de su nuevo disco Dispara, estrenado en febrero. “Todo este tema de la pandemia nos ha afectado bastante, ya que aterrizó de pleno en el momento en el que íbamos a empezar la gira de presentación de nuestro último proyecto. Eso supone haber perdido la oportunidad de seguir creciendo y difundiendo nuestra música en directo”. Por esa misma razón, los cinco integrantes de Manifa han decidido parar durante una temporada para ir preparando lo que será su nuevo formato de show, algo “nunca visto hasta ahora”.
En cambio, contra todo pronóstico, el MC del barrio bilbaíno de Irala, Xatiro, ha podido dar cuatro conciertos de los que tenía planeados en su gira y describe su “odisea en tiempos de covid” como una anomalía. “Tengo la particularidad, a diferencia de muchos artistas de mi gremio, de que he podido atar una serie de conciertos con unos cuantos ayuntamientos antes de enero. Lo cierto es que durante mucho tiempo hemos estado sembrando como hormigas y veníamos de haber estado en sequía”, explica. No obstante, el músico se resiste a calificarlo como un éxito, ya que ahora tiene “un público sentado, con mascarillas y con un aforo máximo de 50 personas. Y cada uno llevamos nuestro micrófono y tocamos sin teloneros”.
“Ahora lo que nos toca es intentar sacar lo mejor de una situación mala”
Además, Xatiro relata también como las restricciones derivadas de la covid-19 le llevaron a romper con el formato tradicional de sus conciertos. “Le dimos la vuelta a la tortilla, ya que ahora lo que nos toca es intentar sacar lo mejor de una situación mala. Date cuenta que nosotros hacemos rap, y la interacción, la cercanía con el público siempre será vital. Como eso no se puede hacer, hemos tenido que alargar y estirar todos nuestros conciertos a algo más parecido al teatro y hemos añadido material audiovisual a los rapeos”. El próximo 12 de diciembre, a las seis de la tarde, en Bilborock, presentará sus nuevas canciones con el cantautor euskaldun Inun.
No obstante, no todos los músicos consiguen celebrar sus espectáculos en pandemia y los conciertos en redes sociales como Instagram, Twitch o Youtube se convierten a menudo en otra alternativa al consumo de música en directo. La Basu admite que muchos artistas han tenido que “reinventarse y aprender a usar aplicaciones que hasta entonces no conocían como Zoom”, pero denuncia que en este tipo de directos sucede algo parecido a los problemas que se encuentran en el teletrabajo. “Para mí también es un trabajo preparar directos online y me da la impresión de que la gente no valora todo el esfuerzo que hay detrás de su elaboración. Además, internet te hace trabajar a un ritmo trepidante. Tú sacas un vídeo y en dos semanas se queda viejo”.
La rapera del barrio bilbaíno de Etxebarri califica la experiencia del directo online como “una de los más frías de su vida” y, aunque no descarta la posibilidad de seguir haciéndolos, espera que “la gente no se acostumbre a ellos, ya que de esta forma es muy complicado ponerle un precio o valor a lo que haces”. Sobre si los artistas podrían vivir de la publicidad o los royalties generados por plataformas digitales como Spotify, iTunes y Youtube, su respuesta es clara. “No. Lo que nos da dinero son los conciertos, el merchandising, los talleres. Nuestra música se mueve en el terreno del underground”, remarca rotunda.
“Nos negamos desde el principio a hacer eso del streaming o a tocar para gente sentada”
En ese sentido, Manifa se sitúa radicalmente en contra de reemplazar lo real por el mundo de los smartphones y las herramientas tecnológicas. “Lo físico para nosotros siempre tendrá prioridad absoluta y creemos que siempre será mejor que lo virtual. Nos negamos desde el principio a hacer eso del streaming o a tocar para gente sentada porque nuestro rollo es otro”. Es por eso que en estos momentos se encuentran ya planificando su asalto al nuevo año. “Vamos abrir fuego con Manifa y con nuestro disco Dispara en 2021 de una forma totalmente diferente a lo visto hasta la fecha”, explican optimistas.
El grupo de punk rock vizcaíno también se muestra escéptico con respecto a las ganancias que puedan reportarles las famosas plataformas de escucha de música en streaming. “Algo siempre cae, pero piensa que si algo nos va a dar de comer son las actuaciones físicas. O tienes los derechos digitales de los Beatles o de otras grandes figuras de la música o no puedes vivir de los royalties o derechos de tu banda. De hecho, ¿qué artistas estatales viven solo de los derechos digitales de sus canciones? Posiblemente los influencers o los youtubers ganan más dinero con las visualizaciones en redes que los músicos. Es ahí donde te das cuenta del nivel cultural del país en el que vives”.
Para Xatiro, un concierto es “un acontecimiento único e irrepetible y no se puede piratear. Tú puedes ver la gira de un grupo, puedes seguirla en las ciudades, pero el concierto nunca será igual, ya que es en vivo y en directo. A no ser que el mundo evolucione de tal manera que puedas tener los cinco sentidos conectados de forma virtual, pero lo veo difícil”. El MC pone “la mano en el fuego”, está seguro de que los artistas pequeños no podrán vivir de las ganancias de internet que recojan en las agregadoras digitales. “Ni de coña”, zanja.
El dinero de la cultura
Desde la iniciativa Sindicatos de Músicas ven también complicada la rentabilidad de ese mundo virtual y creen que se debe a la falta de conciencia que existe a la hora de vincular la creación de música con el trabajo. “Gastarte 6.000 euros en un video y 2.000 más en comunicación para ganar 125,79 euros en Spotify y otros 55,20 en YouTube... Pero, ¡ey! ¡Cuántas visualizaciones! ¡Y qué guapas tus stories!”, tuitean desde las redes sociales.
En un sector en permanente crisis, tanto La Basu como Xatiro se preguntan qué ha pasado con el dinero que el ayuntamiento de Bilbao se ha ahorrado con la no celebración de la Aste Nagusia y con los eventos culturales suspendidos debido a la pandemia. “Ese dinero se tendría que gestionar, y la concejalía de cultura debería de aclarar qué ha sucedido con el sobrante de esas partidas”. En opinión de ambos artistas, “los agentes culturales y los artistas nos merecemos una explicación de dónde ha ido ese dinero que no se ha gastado en cultura”.
Culturas
La industria de la cultura en cuarentena
Movilizaciones, desigualdades y horizontes de un sector en busca de sentido.
Con el humor ácido y la crítica social que les caracterizan, para Manifa la cosa está clara, “las instituciones están a lo de siempre, a salvar su culo y mantener sus privilegios. Pusieron lucecitas rojas en los centros de cultura cuando se hizo la protesta para así parecer que hacen algo o que están preocupados, pero... lo de siempre, nada que nos pille por sorpresa. La alternativa siempre será que te muevas y luches por lo tuyo, nadie te lo va a regalar”, concluyen.