Movimientos sociales
Movimientos en la pandemia: autogestionar la comida y la vida

El analista y periodista Raúl Zibechi relata el día a día de los proyectos de apoyo mutuo para garantizar el derecho a la alimentación en Montevideo (Uruguay) en una nueva entrega de la serie “Movimientos en la pandemia”.

Ollas populares Montevideo
En el Cerro de Montevideo los vecinos también se organizan para hacer ollas populares. Siempre, para ayudar a aquellas familias que se han quedado sin ingresos, por la situación sanitaria, como efecto del covid-19 en Uruguay.
5 jun 2020 10:04

El Mercado Popular de Subsistencia (MPS) es una red de 50 grupos territoriales autogestionados en Uruguay que se coordinan para realizar compras por fuera de los supermercados, con un ahorro que oscila entre el 30% y el 50% en el precio de los alimentos. Más de la mitad de los productos los compran directamente a los productores, explican Sebastián y Clara en una extensa conversación.

Durante la pandemia la red triplicó el volumen de compras. Ya son más de mil las familias que se organizan en grupos de barriales. No se permite la compra individual, sino que deben organizarse grupos vecinales, de cooperativas o de sindicatos, para hacer un pedido mensual, que se elige de una lista de más de 300 productos incluyendo orgánicos, veganos, para celíacos, alimentos frescos, productos de limpieza y vestimenta.

Durante la pandemia el Mercado Popular de Subsistencia triplicó el volumen de compras. Ya son más de mil las familias que se organizan en grupos de barriales

Cada grupo envía los pedidos a la comisión de compras y en ese momento abona la cantidad correspondiente. Una semana después, cada grupo local recoge el pedido en uno de los dos centros de acopio en puntos estratégicos de la ciudad, y lo llevan al barrio donde lo fraccionan entre las familias.

La red funciona en base a trabajo voluntario, ya que nadie recibe salario. Se rigen por los principios de autonomía, autogestión, antipatriarcal, solidaridad de clase, apoyo a la productores y a la producción nacional y combate a la riqueza. Consideran al MPS como “una herramienta política que tiene como horizonte la construcción de una nueva sociedad sin explotades ni explotadores”.

Sebastián explica los comienzos: “En 2009 formamos la Brigada José Artigas en barrios de Montevideo, siguiendo la orientación de Pepe Mujica de promover el trabajo de base voluntario. Pero con el tiempo vimos que la propuesta del Gobierno no era la adecuada, decidimos tomar nuestro camino y así fue como surgió el mercado popular”.

El primer pedido lo hicieron en enero de 2016, con solo cuatro productos que se repartieron entre 20 familias. Cuatro años después ya son una fuerza social transformadora de las lógicas del consumo que consiste, como señala Clara, en “autogestionar la comida colectivamente”.

Realizan una reunión federal mensual con delegados de cada uno de los grupos territoriales, que además confluyen en cuatro zonas para resolver los problemas de distribución y compras. Han creado varias comisiones: logística, compras, finanzas, comunicación, formación e ingresos de nuevos grupos. Este 8 de marzo se creó, además, un colectivo de mujeres e identidades disidentes.

Los gastos de transporte y las bolsas para los alimentos los financian con una cuota de 15 pesos por cada 500 pesos de compra (un dólar son 44 pesos). Los lemas principales del Mercado Popular son “combativo, solidario, local, participativo y barato”.

Preguntados sobre los problemas más importantes que enfrentan, Clara sostiene que “con el dinero nunca hubo problemas, porque nos basamos en la confianza ya que las familias pagan la compra pero la reciben una semana después y saben que si surge alguna dificultad la vamos a resolver colectivamente”.

El primer pedido lo hicieron en enero de 2016, con solo cuatro productos que se repartieron entre 20 familias. Cuatro años después ya son una fuerza social transformadora de las lógicas del consumo

La participación es un escollo, dice Clara. “Que la gente se vaya rotando y no sean siempre los mismos, y sobre todo que no nos trasformemos en una cooperativa de consumo, donde algunos asalariados gestionan todo, porque somos una organización social y política que busca transformar la sociedad, lo que trasciende el consumo”.

En los últimos años hubo dos cambios importantes. Uno cualitativo, ya que durante la crisis provocada por la pandemia se multiplicaron las familias que hacen sus compras en la red. El otro es que inicialmente compraban en almacenes mayoristas, pero están migrando hacia los productores directos: campesinos que cultivan frutas y hortalizas, fábricas recuperadas por sus trabajadores y cooperativas de alimentos ya abastecen más de la mitad de los productos de la red.

Tanto Clara como Sebastián creen que el mayor desafío es que los sectores populares ocupen el Mercado Popular. “Los barrios donde predominan profesionales de clase media con salario fijo, son los que han reflexionado sobre el consumo y tienen condiciones para planificar la compra mensual. Ahí tenemos un desafío. Las familias más pobres no tienen dinero para hacer una compra para todo el mes”, reflexionan.

“Por eso queremos reconstruir el papel del viejo almacén de barrio, que nos pueda hacer la compra y le gane a los productos no más de un 15%. Es una forma de reconstruir las relaciones sociales territoriales tejidas en torno al almacén —como vender fiado—, que las grandes superficies destruyeron”.

*  *  *

Gabriel es un obrero metalúrgico de unos 40 años que vive en la periferia oeste de Montevideo, en un barrio de trabajadores, viviendas sencillas con fondo apto para el cultivo. En febrero tuvo un accidente con su moto y le dieron la baja temporal del trabajo. Cuando llegó la pandemia decidió comenzar a cocinar para sus vecinos.

“Ya llevamos dos meses y nunca faltaron donaciones, de productores de la zona, de comercios pequeños y sobre todo aportes de los propios vecinos”, señala Gabriel. Durante las primeras semanas debía encargarse de recoger los alimentos, cocinar y hacer la limpieza, pero poco a poco algunas vecinas se están involucrando en una olla que sirve 50 platos cada noche.

En Montevideo funcionan 400 ollas populares, algo casi increíble en una ciudad de 1,2 millones de habitantes. La página solidaridad.uy detalla dónde funciona cada olla y los días que se juntan las vecinas

En Montevideo funcionan 400 ollas populares, algo casi increíble en una ciudad de 1,2 millones de habitantes. La página solidaridad.uy detalla dónde funciona cada olla y los días que se juntan las vecinas. Clubes deportivos y sociales, comisiones de fomento, bares populares, capillas, cooperativas de vivienda, merenderos, almacenes, clubes de fútbol infantil, organizaciones políticas de base y sindicatos, son los espacios más comunes.

Algunas ollas las crearon vecinas que ni siquiera se conocían. Otras fueron impulsadas por la murga del barrio. Un puñado de sindicatos llevaron ollas y fogones a los barrios informales —asentamientos formados por tomas de tierras urbanas—, llevaron alimentos y ayudan a los vecinos a organizarse.

El movimiento de ollas populares es muy variado. Algunos sectores se recostaron en empresas, y hasta supermercados, que les ofrecen canastas de alimentos para repartir, pero la mayoría son ollas que cocinan sus alimentos entre grupos de vecinos.

En Montevideo tenemos una potente cultura asociativa, desde comienzos del siglo XX cuando los obreros migrantes europeos se instalaron en la villa del Cerro, fundando ateneos, bibliotecas populares, grupos de teatro, mutuales y sindicatos. Esa cultura fue evolucionando, creciendo desde abajo, con su impronta anarquista primero, socialista y comunista después. Para que tengan una idea, el colegio de médicos, fundando por un anarquista, lleva el nombre de Sindicato Médico del Uruguay.

Por eso no resulta nada extraño que se hayan puesto en pie 400 ollas en una ciudad de tamaño mediano. En 1971, cuando se fundó, y en 1985 al terminar la dictadura, el Frente Amplio tuvo alrededor de 500 comités de base; el movimiento de derechos humanos, contra la ley de impunidad del primer Gobierno postdictadura, formó más de 300 comisiones barriales en 1989.

En el asentamiento Las Cumbres, en la periferia este de Montevideo, viven 500 familias y funcionan dos ollas, una de ellas vegana llevada por un colectivo libertario. Interesa constatar que las ollas son el espacio de las mujeres y los jóvenes, que han conseguido reabrir algunos clubes y centros culturales que estaban en crisis y habían cerrado en los años anteriores. Es posible que el colapso permita un crecimiento de la cultura antipatriarcal y anticapitalista.

*  *  *

El domingo 31 de mayo fue un día especial en Brasil. Se realizaron manifestaciones contra Bolsonaro, las más elocuentes en año y medio en el cual la calle había sido monopolizada por la ultraderecha oficialista. Lo novedoso, lo que llama profundamente la atención, es que las concentraciones en 14 ciudades fueron convocadas por las barras de fútbol.

En efecto, las movilizaciones en defensa de la democracia y contra Bolsonaro, partieron de barras [aficiones] organizadas de clubes como Santos, San Pablo y Palmeiras, que aunque son rivales en el campo de juego, confluyeron en la calle preocupados por “la escalada autoritaria en el país, a partir de una oleada de agresiones a periodistas y personal sanitario”.

Las barras están organizadas desde hace varios años en la Asociación Nacional de Torcidas Organizadas (Anatorg). Decidieron no identificarse con la bandera de ningún equipo, para evitar problemas entre las barras. La primera concentración la realizaron a principios de mayo en Sao Paulo, convocados por la barra de Corintians, a la misma hora que se manifestaba la ultraderecha en la principal avenida.

Fueron apenas 70 hinchas, pero sentaron un precedente. El domingo 31 hubo enfrentamientos con la policía y con los bolsonaristas, que ya no son los únicos que ocupan la calle.

Sorprendido porque las hinchadas pelean en la calle mientras la izquierda y los sindicatos permanecen en una preocupante quietud, lancé la pregunta a un grupo de compañeros. La respuesta, brillante, vino de Silvia Adoue, profesora de la Escuela Florestán Fernandes del Movimiento Sin Tierra: 

"Los partidos y las centrales sindicales perdieron organicidad con los territorios y con los trabajadores. Siempre que se vislumbra un movilización, el PT trata de montarse y capturarla… y así la estropea. Me hace acordar a un episodio que Eric Hobsbawn relata en La historia social de jazz.

En una casa de jazz, se apagan las luces. Un foco sobre el jazzman. Un silencio antes de que comience. Una voz en la platea le grita: 'Fulano, toca algo que ellos [los blancos] no puedan imitar'. Bueno, desde 2013 estamos tratando de tocar algo que ellos [los oportunistas] no puedan imitar".

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Represión
Represión La vulneración de derechos relacionada con la protesta política crece un 30% en 2024
El informe Diagnóstico del derecho a la protesta cifra en 1.140 los excesos represivos dirigidos contra la disidencia política en el Estado Español.
Movimiento vecinal
Movimientos sociales Lucha vecinal en defensa de un parque público: cuando organizarse ya es un triunfo
La articulación de la lucha vecinal, domingo tras domingo y miércoles tras miércoles, ha demostrado que la organización ciudadana es, además de necesaria, urgente y prioritaria en tiempos de desesperanza colectiva
Granada
Derecho a la ciudad Granada aprovecha los Goya para reivindicar sus luchas sociales
Los colectivos sociales han expuesto sus reivindicaciones en los bustos de Goya que se encuentran en la ciudad para promocionar la gala más importante del cine español.
Gobierno de coalición
PSOE-Sumar El Gobierno toma nota de la presión social y cambia su discurso sobre vivienda
En la semana en que el movimiento de vivienda anuncia la manifestación estatal del próximo 5A, la ministra Isabel Rodríguez sube el tono.
Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.

Últimas

Política
El Salto Radio Podcast | ¿Cancelar la cancelación?
Hablamos con Antonio Gómez Villar, a partir de su libro “Cancelar no es transformar” sobre malos entendidos y límites de esta acción política
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Al hilo de supuestos movimientos desde la CGT hacia la unificación con CNT es necesario diferenciar entre lo que es una relación en clara mejora y lo que sería un proyecto real en marcha.
Más noticias
Galicia
Galicia La Xunta de Feijóo, condenada por negar visitas a una mujer que murió de cáncer por tener covid-19
La jueza dice que la situación exigía “flexibilizar” las medidas de prevención. Falleció a inicios de 2022 en el Hospital Álvaro Cunqueiro durante los últimos meses de la administración del jefe del PP con Julio García Comesaña de conselleiro.
Egipto
Egipto Ashraf Omar continúa en prisión provisional por dibujar
Ashraf Omar, caricaturista político del medio digital AlManassa, sigue en prisión preventiva indefinida tras ser arrestado violentamente en su domicilio el 22 de julio de 2024.

Recomendadas

Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.