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Coronavirus
Olga tiñe la vida de tonos alegres con mascarillas solidarias amarillas, rojas o verdes
Desde el salón de su casa, Olga ha creado más de 200 mascarillas de tela para donar al Banco de Sangre y Tejidos de Barcelona, así como a los vecinos de su bloque. Todas ellas tienen una particularidad: están elaboradas con tonalidades llamativas porque, dice, “hay que poner color a la vida”
Primero zurce el dobladillo con la máquina de coser. Luego, Olga recorta con precisión los hilos que sobran. Le añade unas gomas y ya está prácticamente lista la mascarilla de tela. En su nueva versión, también incluye un doble forro para que la persona pueda poner un filtro dentro de ella. De este modo, Olga elabora pacientemente mascarillas desde el salón de su pequeño piso en el barrio barcelonés de Poblenou. El objetivo es claro: que las personas puedan protegerse del Covid-19 cada vez que salen a la calle a comprar o a trabajar.
En un primer momento, creó casi una decena para sus vecinos de la escalera, pero luego la cosa se vino a más y ha acabado elaborando 200 para los trabajadores del Banco de Sangre y Tejidos de Barcelona. En este caso, les pidió si les podían entregar las telas ya cortadas y ella hizo los remates finales como coser el dobladillo y poner las gomas. “Tengo dolores de espalda”, expone Olga. Por ello, relata, no puede estar con el dorso tanto tiempo encogida como el que implica cortar las 200 telas. Una vez finalizado el encargo, se las vinieron a recoger a casa. Ella debe evitar las salidas, ya que es una persona de riesgo porque trabaja con ancianos en un geriátrico.
Olga cuenta que todo empezó con un vídeo que le llegó a través de WhatsApp donde se explicaba de una forma sencilla cómo hacer una mascarilla de tela. Así que, como tenía una máquina de coser en casa y experiencia en el sector textil, decidió ponerse manos a la obra y dedicar su tiempo libre de confinamiento a esta labor.
De hecho, ella conoce muy bien la necesidad de llevar mascarilla para protegerse del Covid-19, pero también la falta que hay de este producto entre el personal sanitario. Olga es empleada de un centro geriátrico público de Barcelona, donde las dos primeras semanas de emergencia sanitaria han trabajado sin mascarillas.
En este caso, propició que las trabajadoras de este centro tuvieran este material imprescindible para protegerse de posibles contagios, pero también para evitar que propaguen la enfermedad si ellas son portadoras del Covid-19 sin saberlo. En esta tesitura, Olga fue el enlace entre un amigo suyo que tiene impresoras 3D con la Diputación de Barcelona para proporcionar mascarillas a las trabajadoras del geriátrico, en el cual trabaja. Su amigo, explica, las donó y las entregó este lunes. Aun así, lamenta: “Tenemos una para cada dos días”.
Olga cree que la labor que ella y tantas otras personas están haciendo de manera altruista, debería ser el Gobierno quien la realizara y proporcionara estos materiales indispensables para el personal sanitario y la población. Por eso, a su modo de ver, ante la situación actual, la colaboración entre vecinos se indispensable.
“La solidaridad es muy buena”, apunta. Sin embargo, reflexiona que en la sociedad actual nos han enseñado a vivir solos, aislados y la gente se ha convertido más egoísta. “Antes la gente era más solidaria”, valora.
Una buena muestra de ello, precisa, fue al principio de la pandemia cuando ciudadanos de Madrid se trasladaron a sus segundas residencias de Murcia y Valencia o los de Barcelona al Pirineo. No tuvieron en cuenta las posibles consecuencias: que llevaron el virus en zonas, hasta entonces, sanas y libres del Covid-19.
Son momentos difíciles y, para Olga, en vez de acciones egoístas hemos de potenciar la cooperación entre las personas. “Nos hemos de ayudar los unos a los otros”, enfatiza.
A fuera el día es gris, lluvioso. El ambiente exterior que luce tras el cristal de la ventana contrasta con las mascarillas de Olga que son de tonos vivos, llamativos y alegres. Ahora teje una con el fondo amarillo y botas de agua, cada una de un estilo diferente: azules con corazones rojos, naranjas con estrellas blancas o rojas con topos azules, verdes o amarillos. “A la vida, le hemos de poner color”, sentencia.