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Migración
Consulado hondureño y València Acull exigen paralizar la expulsión a una víctima de abuso policial
En la madrugada del pasado domingo 17 de octubre, un joven de nacionalidad hondureña volvía a su casa en monopatín cuando al pasar por un retén policial en Burjassot “con unos seis policías y dos patrullas”, un agente le llamó la atención por llevar los cascos, tras lo que, narra, él paró y los guardó. Una vecina grabó, desde una vivienda, el incidente donde se puede ver claramente cómo el inmigrante se encuentra acorralado y es golpeado por el agente de policía. El joven hondureño, apoyado por la ONG Valencia Acull y por el Consulado Hondureño, ha decidido contar su experiencia a El Salto para que la delegación de gobierno interceda contra una posible deportación.
Según cuenta, tras guardar los cascos con los que escuchaba música, el oficial le preguntó que si llevaba algo que le incriminara, “le dije que no, y le entregué un molinillo vacío, no traía nada encima”. Entonces el agente le preguntó que de dónde era. “Le dije soy de Honduras y entonces cambió su actitud”, asegura. El agente le pidió su documentación y el joven le enseñó la foto de su pasaporte en su teléfono móvil. “Entonces comenzó a agredirme verbalmente, a tratarme mal, me agarró de la camisa y me llevó a la esquina, dándome empujones”. El migrante hondureño se sintió agredido y le dijo al policía local “me puedes decir que me mueva, no es justo que me estén tratando así, yo ya voy para mi casa”.
Entonces el agente le dijo al joven “todos vosotros sois iguales” y le preguntó si conocía a otros hondureños, por lo que el muchacho piensa que lo estaban incriminando. “Yo no conozco a nadieo les dije, estoy sólo en España, no sé de qué me hablas, seguro que tuvieron un problema con alguien un día anterior”. El policía entonces lo amenazó: “Te pego una y no me la aguantas”, por lo que el joven piensa que el policía quería que él respondiera agresivamente. “Quedé solamente escuchando, crucé mis brazos por instinto, entonces me dijo, ponte derecho, y me dio un manotazo para separarme los brazos e inmediatamente me pegó directamente en la boca del estómago, me dejó doblado y ya no pude decir una palabra”.
Un tiempo después, cuando el joven pudo recuperarse “pedí agua, no podía respirar. Terminé vomitando, hasta que pasado un tiempo recobré el aire”. Finalmente, dice, le dieron una citación para extranjería, para el mismo día por la mañana. El joven se presentó a la cita tal como se lo habían indicado, “entonces llevé mi pasaporte inocentemente y me lo quitaron. Además me dijeron que iniciaban un proceso de expulsión”.
El pasado 13 de diciembre el Consulado General de Honduras en València solicitó reunión con Rafael Ferrando García, alcalde de Rocafort. En la solicitud, los vicecónsules Jorge Gálvez y Jhoiner Fernández han señalado que el Consulado se encuentra “en primera línea en el acompañamiento de nuestro connacional”. El vicecónsul Jorge Gálvez asegura que el único delito cometido por la persona agredida fue “tener el aspecto físico y la nacionalidad de otros chicos hondureños”. Amparado por la convención de Viena, los representantes hondureños han solicitado al Ayuntamiento de Rocafort las incidencias reportadas en el libro de registro de la policía, las sanciones impuestas a los agresores y el compromiso para evitar la expulsión del agredido. Los vicecónsules aseguran también que la intervención policial “no respetó la Ley de Protección Ciudadana”.
Además de sufrir la agresión, al joven se le ha incoado un procedimiento sancionador por estancia irregular y una propuesta de sanción por tenencia de drogas o abandono de instrumentos relacionados con las drogas, acusación que el joven hondureño niega rotundamente. El Consulado de Honduras además ha solicitado, aún sin respuesta, un encuentro con la delegada del Gobierno en el País Valencià, Pilar Bernabé, para explicarle la situación del joven y pedirle que archive el procedimiento de expulsión.
Por su parte, la ONG València Acull, quienes presentaron una denuncia por este hecho, señalaron que “la actuación policial es un ejemplo paradigmático de racismo institucional”. Según la ONG, la misma policía había parado minutos antes a un conductor español borracho al que trataron con respeto, según aseguran las personas que estuvieron en el lugar de los hechos. Sin embargo, al chico acabaron pegándole y lo retuvieron únicamente por su aspecto porque su única posible infracción es que iba con los cascos oyendo música mientras se desplazaba en monopatín. “Ni aunque se hubiera dirigido con malos modos al policía, se justifica que le golpee porque, como se aprecia claramente en el vídeo, no ofrece ningún tipo de resistencia ni actitud agresiva o amenazadora ni trata de huir. Hubo racismo en la causa de su identificación y violencia en la actuación policial” asegura Paco Simón, coordinador del Programa de Igualdad de Trato y No Discriminación.
Por último, València Acull exige a Interior que aplique medidas disciplinarias en este caso de evidente violencia policial. “Si queda en la impunidad, como muchos otros casos denunciados en los CIE o los malos tratos que han sufrido personas en situación irregular en comisarías valencianas, otros funcionarios se sentirán legitimados para actuar de este modo”, sentencia Simón.
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Hay que combatir el racismo institucional también desde las propias Instituciones. La auditoría social es imprescindible en las Policías, Guardia Civil y FF.AA., también para saber los motivos de la enorme cantidad de suicidios que hay en todas ellas y porqué a los más belicosos se les protege. Espero que se resuelva la injusticia.
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