México
Damián Gallardo: “En México se ha usado la prisión preventiva como mecanismo de represión política”

Tras cinco años en prisión sin haber sido juzgado ni condenado, Damián Gallardo Martínez está en la calle gracias, como él mismo explica “a una lucha histórica”.

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Damián Gallardo, activista por los derechos indígenas en Oaxaca. David F. Sabadell

Damián Gallardo Martínez (Santa María Tlahuiltoltepec, 1969) fue detenido sin orden de aprehensión y sin flagrancia, acusado de secuestro y delincuencia organizada. Desde la cárcel escribió Fragmentos de un espejo oculto su primer libro. La portada que ilustra la publicación es obra suya, como todas las imágenes al interior. La imagen principal se la regaló a su madre el pasado 10 de mayo. El libro lo componen extractos de cartas que les ha enviado, pinturas que manda a sus amigos, a las organizaciones, poemas y cuentos, en los que explora la memoria indígena de la etnia mixe, la cultura ayuujk.

Gallardo Martínez es indígena Ajuujk de Oaxaca, México. Estudió magisterio y ejerció como maestro de primaria. Se involucró muy pronto en la educación popular y como promotor de la organización comunitaria e integrante de comités de liberación de presos. Su actividad política en oposición a la Reforma Educativa de Peña Nieto del 2013 lo convirtió en preso político. Fue detenido en su domicilio sin flagrancia y sin orden de aprehensión. Fue falsamente acusado de secuestro y delincuencia organizada.

Estuvo encarcelado cinco años y siete meses en un penal de máxima seguridad. Salió libre el pasado 28 de diciembre de 2018, ya bajo el gobierno de López Obrador. Las irregularidades de su caso así como las torturas que sufrió estando en la cárcel merecieron en 2014 la opinión del Grupo de Trabajo sobre detenciones arbitrarias de la ONU, solicitando al Estado mexicano el cese de la violación de sus derechos y la implementación de medidas reparatorias.

De la misma manera la Comisión Nacional de Derechos Humanos mexicana (CNDH) emitió la recomendación 5/2018 que documenta la detención arbitraria y comprueba irregularidades, por ejemplo, la de que los agentes que lo detuvieron en su propia casa sin orden de detención o de cateo y que mintieron en sus informes. Para la organización Front Line Defenders su caso fue emblemático y fueron parte de su defensa.

Ha viajado por diversas ciudades de Europa, entre ellas Madrid, llamando la atención no solo sobre su caso sino sobre la frágil situación de los derechos humanos en México y especialmente sobre la criminalización de líderes indígenas y movimientos sociales.

¿Dónde naciste?
Nací en una comunidad llamada Santa María Tlahuiltoltepec, que se encuentra en la Sierra Norte de Oaxaca, en la región Ajuujk. Nos reivindicamos como pueblo Ajuujk aunque también se conoce como Mixe, pero este es un nombre impuesto desde la Colonia. Ajuujk significa “gente de habla florida” o de palabra sagrada.

Tú eres maestro ¿cómo y dónde te formaste como docente?
Sí, soy maestro de educación primaria. Me formé en un centro de educación Normal del estado de Oaxaca, una escuela urbana. En México existen dos sistemas de formación de docentes, la urbana y la rural. Me formé en una normal urbana, conocida por sus iniciales CRENO, la Escuela Normal de Oaxaca.

Cuando egresé de la escuela Normal, trabajé un periodo muy corto en el sistema de educación pública oficial, posteriormente por voluntad renuncié al sistema público e inicie proyectos de educación comunitaria de manera autónoma con colectivos de la sociedad civil y de las comunidades indígenas. Desde esa fecha empecé esos proyectos, primero como reivindicación de nuestra identidad, y segundo, como un proceso que consideré necesario incursionar dado que uno de los pilares para la opresión y el exterminio de los pueblos indígenas han sido precisamente los procesos educativos. Por eso determiné iniciar un proceso que permitiera fortalecer nuestra cultura, nuestra formación, y por eso es que me dediqué a formular proyectos de educación comunitaria.

¿Y en qué consiste la educación comunitaria?
Ha tenido una evolución. Inicialmente surgen como proyectos enfocados a la lecto-escritura de la lengua materna, el Ajuujk. Posteriormente se ha ido enriqueciendo ese proceso con reflexiones más profundas en torno a la forma de vida de los pueblos originarios, y necesariamente ha pasado por un proceso de reformulación epistemológica en cuanto a la reflexión de nuestra forma de vida concreta y eso nos ha permitido ir construyendo un entramado conceptual, un entramado teórico propio que ahora tratamos de reflejar en los contenido de aprendizaje y en los métodos de enseñanza, en lengua materna y en educación bilingüe, en nuestras comunidades indígenas.

Oaxaca es una tierra rica en recursos naturales y por lo tanto, siempre ha estado asediada por el capital para la extracción de esos recursos. ¿Cuál era el contexto social en el que tu empezaste a participar políticamente aquí en Oaxaca?
Como bien dices Oaxaca es, no solamente rica en términos de naturaleza, biodiversidad y recursos mineros sino una tierra rica culturalmente dado que en Oaxaca se concentra el mayor número de pueblos originarios que existen en la República mexicana. Pero también es heredera de una tradición de lucha y resistencia de esos pueblos originarios, y de procesos sociales que se ha enriquecido con estas luchas históricas y populares. Una de ellas, fundamental en la historia contemporánea de México es la lucha magisterial que encuentra en Oaxaca una de sus cunas.

La Sección 22 del magisterio oaxaqueño es pilar en la disidencia magisterial nacional al haber conformado la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), una coordinación que no solo lucha por la democracia sindical, sino por la defensa de la educación pública y por la defensa de los derechos laborales. Fue crecer en un contexto de riqueza a la vez que de gran pobreza. Oaxaca es es uno de los estados mexicanos que cuentan con el menor índice de desarrollo humano. Hay una gran desnutrición, desatención en servicios públicos como el de salud, la comunidades indígenas viven en una gran marginalidad. Por tanto, era inevitable que alguien que, como en mi caso, y el de muchos defensores de derechos humanos, seamos sensibles a todo ello.

De muy joven yo inicié mi participación política sumándome a la lucha por la lucha por la libertad de presos políticos. Posteriormente, ya desde la plataforma educativa inicié procesos como los que contaba antes de fortalecer la lucha de nuestros pueblos originarios. Lo cual me llevo necesariamente a vincularme a los demás procesos que hay en el Estado. Esto significa, por un lado, un gran arraigo, implica un gran aprendizaje. Reconozco en mí la continuidad de una tradición de lucha que ha existido por generaciones.

¿Y cuál fue el contexto en el que te detuvieron y que te convirtió en preso político?
Como contaba antes Oaxaca tiene una larga tradición de lucha y de movimientos sociales muy fuertes. De los que tengo memoria, el primero fue un movimiento estudiantil en 1977, yo era niño y lo conocía. Otro momento muy importante fue el 2006 con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El tercer movimiento histórico fuerte fue en 2013 el año en que fui detenido.

La reforma educativa: “únicamente se reducía a acortar los derechos laborales de los trabajadores de la educación mediante procesos de evaluación de corte totalmente tecnócrata y bajo un esquema homogenizante”

Yo participé como defensor de derechos de los pueblos indígenas y también como defensor de la educación en dos momentos en el 2006, y en el 2013 en el marco de una iniciativa que lanzó el gobierno de Enrique Peña Nieto que profundizaba las reformas neoliberales, que se habían iniciado en 1980, lanzando reformas estructurales, entre ellas la Reforma Educativa, que atentaba directamente contra los derechos laborales de los trabajadores de la educación, a la vez que abría una brecha para la privatización de la educación pública en México. En ese momentos quienes participamos desde la sociedad civil y los movimientos magisterial, popular e indígena tratamos de aglutinar una coordinación como la que ocurrió en 2006.

En ese contexto, el Estado mexicano criminaliza a un conjunto de defensores, de luchadores sociales y maestros para desarticular esta resistencia y estigmatizar esta justa lucha. Es ahí que fui detenido y acusado de delincuencia organizada como parte de esa política de Estado de criminalización que busca desalentar la lucha social, la defensa de los derechos de los pueblos originarios, pero sobre todo con la intención de aislar al movimiento magisterial y que no se replicara la experiencia del 2006 que aglutinó a un conjunto de organizaciones, y que el magisterio muriera de aislamiento y que fuera más fácil detener la resistencia del magisterio en contra de, como decimos nosotros, la mal llamada reforma educativa. En ese contexto es que fuimos reprimidos de manera selectiva defensores y líderes de organizaciones sociales, maestros y líderes de comunidades indígenas que teníamos un liderazgo muy localizado y muy concreto.

¿Qué era lo que estaba mal en esa propuesta de reforma que les llevo a organizarse? ¿A qué parte de la reforma se oponían exactamente?
Nosotros desde la sociedad civil, desde el magisterio disidente estábamos empezando a articular la oposición a esta injusta Reforma Educativa, o como decimos la mal llamada Reforma Educativa, porque en realidad era un eufemismo para justificar reformas del tipo laboral y económico y no una reforma que tuviera que pasar por la discusión de los grandes temas que conlleva el proceso educativo como es la discusión de los contenidos de enseñanza-aprendizaje, la curricula, la discusión en torno a las metodologías, a la infraestructura que debe tener la educación, sino únicamente se reducía a acortar los derechos laborales de los trabajadores de la educación mediante procesos de evaluación de corte totalmente tecnócrata y bajo un esquema homogenizante en el que no tomaba en cuenta los diferentes contextos que conforman el entramado social mexicano.

En México se ha utilizado la prisión preventiva oficiosa como un mecanismo de represión política, que permite ejercer violaciones a los derechos humanos y la tortura

Todo ello fue lo que generó esta oposición y cabe destacar que la oposición del magisterio nacional y oaxaqueño no se hizo de manera irracional sino fundamentada, se hicieron contrapropuestas y propuestas de cómo para nosotros debiera ser la reforma. Sin embargo la política del régimen anterior fue la de negarnos la voz, de invisibilizar la disidencia y de criminalizarla. Esto buscaba concretamente acallar y deslegitimar la justa movilización popular y magisterial, así nos detuvo a nosotros bajo la consigna de que con esto el gobierno iba a detener y desalentar la movilización y la protesta popular. Sin embargo no ocurrió eso y el movimiento magisterial inició una hornada muy fuerte de lucha durante seis años y sufrimos una represión también muy fuerte. Un momento culminante de la represión —el 19 de junio pasado se conmemoró el tercer aniversario— de la represión en Nochistlán, una comunidad indígena en Oaxaca, en la que hubo un intento de desalojo de los bloqueos que sostenían los compañeros con un saldo de nueve compañero asesinados por la policía. Actualmente es uno de los temas que sigue abierto ante la justicia porque no tenemos responsables ni detenidos de esa masacre. Lo que constata que ese proceso de criminalización que sufrimos en el 2013 no resultó como pretendía el Estado.

Estuviste preso más de cinco años en un a cárcel de alta seguridad ¿cómo describes ese tiempo en prisión?
El delito del que fui acusado fue delincuencia organizada. En México existe una ley expresa en contra de la delincuencia organizada, una “ley de excepción” que permite la violación indiscriminada de los derechos humanos. A quien se acusa de ello se le traslada a un penal de máxima seguridad. En mi caso, el Estado mexicano ejerció prisión preventiva oficiosa, es decir el delito por el que fui acusado permite una prisión preventiva inmediata y bajo esa figura permanecí cinco años y siete meses recluido en un penal de máxima seguridad. Lo cual es una violación grave porque en México se ha utilizado la prisión preventiva oficiosa como un mecanismo de represión política, que permite ejercer violaciones a los derechos humanos y la tortura.

Los penales de máxima seguridad básicamente tienen un sistema que perpetúa la tortura dentro del penal a tal grado que los organismo de derechos humanos no tenían acceso a ella. Nadie podía ver tras los muros los que sucedía que era una violación continua a los derechos más elementales como la salud... las condiciones de internamiento y el trato eran sumamente indignantes. Las pautas están marcada de un trato cruel constante. Las cárceles de máxima seguridad mexicanas forman parte de un red de cárceles americanas. Hay un organismo norteamericano que se llama ACA —Asociación de Cárceles Americanas— que se encarga de vigilar los parámetros de seguridad e internamiento, y por lo tanto la línea principal de este concepto de seguridad se parece mucho al que practicaban de Guantánamo. Es decir, que limitan cualquier tipo de desarrollo humano ni posibilitar la estimulación física, emocional ni intelectual. Son penales diseñados ex profeso para quebrantar la voluntad humana reduciéndote a un objeto, a un vegetal en el que no puedas hacer ni pensar ni construir ninguna posibilidad de desarrollo o de integración a las sociedad.

Entonces, el régimen que se vive es de aislamiento prolongado, de incomunicación y de vejaciones. Por ejemplo, de revisiones corporales vejantes y continuas. Lo más grave es que no hay posibilidades laborales ni de integración ni de acercamiento a las familias. En mi caso fui trasladado a un penal que está en Puente Grande, Jalisco, y está a bastante distancia de mi ciudad natal. Mi familia tenía que viajar pro lo menos dos días para llegar a Guadalajara vía terrestre, una visita cada mes, así como también una llamada telefónica de cinco minutos al mes, nada mas. Para mí, las condiciones de asilamiento fueron permanentes. Por eso ahora he presentado una denuncia por tortura al Estado mexicano porque considero, además de que sufrí detención arbitraria, desaparición forzada y también tortura física y psicológica, esta se prolongó durante todo el tiempo que estuve injustamente preso en un penal de alta seguridad.

¿Nunca tuviste juicio?
No. En esos cinco años siete meses permanecí bajo la figura de prisión preventiva oficiosa sin llegar a juicio o a una sentencia.

¿Cómo fue que a pesar de esa situación sobreviviste al encarcelamiento? ¿Cómo tus compañeros de tu organización pudieron seguir tu caso para que en algún momento pudieras salir?
Tuvo que ver mucho la trayectoria que yo he tenido como educador y defensor para que el respaldo de las organizaciones de derechos humanos y el respaldo social no menguara, porque la acusación de la que fui objeto buscaba precisamente aislarme de entramado de solidaridad. Por un lado ayudó mucho mi trayectoria, que fuera validada por los compañeros y que hiciera no creíble esa versión que ofrecía el Estado. Por otro lado hay elementos fundamentales que me permiten mi libertad. Primero, existe un acompañamiento jurídico muy sólido en el que este lapso de tiempo demostramos nuestra total inocencia desvirtuando cada uno de los elementos inculpatorios o acusatorios, reduciéndolo de manera contundente con demostraciones de inocencia. Segundo, hubo una documentación precisa, minuciosa de las violaciones de las que fui objeto lo cual permitió llevar el caso ante grupo de detenciones arbitrarias de la ONU y el cual, en el 2014, emitió una opinión decretando mi detención como arbitraria. Esto permitió a la vez que otro grupo de defensores pudieran documentar el caso llegando a que este grupo emitiera, desde 2013 a 2018, ocho opiniones en el que se confirma este patrón de criminalización.

Estos dos aspectos, la defensa jurídica, un adecuado acompañamiento y documentación de las violaciones, sumado a la solidaridad internacional coadyuvó a que el caso se hiciera bastante visible, lo cual en este momento de coyuntura política de transición de gobierno —de Peña Nieto a López Obrador— permitiera hacer que el nuevo gobierno lo considerara como un caso a revisar. Era evidente que se iban a encontrar con que yo era inocente dado la fabricación de hechos que ya habíamos demostrado.

Si no hubiera habido cambio de gobierno ¿es muy posible que siguieras preso?
Bueno, es probable, sin embargo nosotros sostenemos que era muy difícil que pudieran mantenerme preso dado que teníamos este sustento legal bastante contundente y avanzado. Lo único que podían hacer era retrasar mi salida. Era insostenible el caso dado los aportes de mi inocencia en el plano jurídico y en el plano internacional, se habían sumado cada vez más organizaciones y personalidades exigiendo nuestra libertad. Claro que en este contexto ayudó mucho el que el nuevo gobierno tuviera voluntad política de revisar el caso, pero esta voluntad surge también porque hay una conveniencia política, en cuanto que el caso era ya visible y había que atenderlo. Tan es así que en la actualidad aún existen presos políticos que no han sido liberados porque sus casos no se han hecho totalmente visibles. Hay todo un proceso de liberación lenta y paulatina de presos de conciencia y detenidos de manera injusta en la medida que sus casos son poco conocidos.

¿Qué ha sido de lo que te ha mantenido con la cabeza clara en todos esos años, teniendo muchas cosas en contra y sobre todo por las condiciones de abuso sufrido durante tu encarcelamiento?
Yo creo que son muchos factores los que te permiten tener la fuerza para continuar, pero en primer lugar reconocerme, no como un esfuerzo individual o personal, sino como parte de un esfuerzo colectivo. Y el proceso de fuerza personal que pueda tener cualquier luchador o defensor dentro de prisión está en relación directa con a fortaleza que le pueda brindar el colectivo que le acompaña. Yo diría que lo que permite resistir es un proceso de retroalimentación en el que de manera cotidiana validamos nuestros ideales, nuestro proyecto de vida en relación a una lucha pero porque los demás compañeros de afuera también resisten, porque están también firmes y continúan luchando. Eso es lo que hace que uno esté con fortaleza en una situación como esta. Yo me atrevo siempre a decir que mi libertad no es un mérito personal sino un mérito colectivo porque soy producto de una lucha histórica y es la lucha misma la que ha permitido que yo en este momento vuelva a pisar las calles. Es la lucha la que ha permitido también que me encuentre hoy aquí en estos espacios de Europa dándole continuidad a otra etapa de la lucha que sigue siendo la exigencia de acceso a la justicia mediante la reparación integral del daño, y justicia para otros compañeros que siguen presos. Eso fue lo que me fortaleció y me mantuvo con ganas de continuar.

¿Qué haces una vez que sales de prisión? ¿Vas a continuar tu trabajo de maestro?
Sí, hay una iniciativa de reincorporarme a la tareas educativas y justo en estos momentos estamos, junto con un colectivo de compañeros de Oaxaca, en el proceso de creación de una Universidad Indígena Comunal Rural en una región indígena. Seguimos pensando que la educación sigue siendo un pilar fundamental para fortalecer la resistencia de nuestros pueblos.

¿La Educación Comunitaria (los programas que ustedes implementan), es reconocida oficialmente en México?
Hay un sistema dentro de la educación publica que reconoce la educación bilingüe e intercultural, sin embargo está limitado por los vicios que tiene el poder en cuanto que es una construcción vertical, autoritaria en la que no se les ha consultado a las pueblos indígenas en torno a ese proceso educativos. Lo que nosotros estamos tratando de hacer es desde las comunidades, una propuesta de contenidos y de metodología que se adecúe y se resuelva nuestras necesidades como comunidades.

Ahora que has estado en Europa ¿cuál es el principal mensaje que te gustaría dejar o transmitir?
Pues que mantengan los ojos en México y la solidaridad de las luchas del pueblo mexicano porque estas aún continúan. No hay que irse con la finta de que con éste cambio de régimen las luchas han terminado y haya que soltar las banderas. Hay todavía luchas abiertas y banderas alzadas porque el problema de la desigualdad, de la injusticia, el de la criminalización es estructural en México, igual que el problema de la violencia, y por lo tanto va a ser necesario que nosotros, quienes estamos en México, continuemos bregando en abrir estas brechas de justicia, de democracia y de libertad pero también necesitamos la solidaridad de la lucha de otros pueblos, colectivos y organizaciones de Europa. Ese es el llamado. A la vez agradecer y reconocer el esfuerzo que hacen desde acá, porque aunque sea una acción pequeña, en México tiene una gran influencia e incidencia porque uno de los aspectos que siempre ha buscado el Estado mexicano es invisibilizar las luchas, minimizarlas y al momento en que se ponen en la mira de los espacios internacionales nos permite continuar y fortalecer nuestros procesos.

¿Qué opinión te merecen los primeros siete meses de gobierno de Andrés Manuel López Obrador?
Desde la sociedad civil nos preocupa la política de Estado que se ha perfilado en varios tema, como por ejemplo en el tema de desatención de los derechos humanos, también en relación a la continuidad de una política con perspectivas desarrollistas con los megaproyectos que están en marcha y la indubitable coalición con la lucha de los pueblos indígenas. También vemos con preocupación el cambio radical en el tema migratorio que ha hecho un viraje de lo humanitario a un modelo militarizado, lo cual nos preocupa. Hay una crítica constante pero también constructiva desde el espacio de la sociedad civil y los movimientos de los pueblos indígenas en relación a estas políticas.

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