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Coronavirus
En Estados Unidos el golpe fuerte de la pandemia lo reciben las trabajadoras del hogar
Encuestas semanales a miles de trabajadoras del hogar en Estados Unidos constatan el impacto desproporcionado que está recibiendo este colectivo. Pero ante la crisis y un sistema que les falla, las limpiadoras, niñeras y cuidadoras, en su mayoría mujeres latinas y afroestadounidenses, se organizan para cuidarse a sí mismas y conseguir el reconocimiento que se merecen.
Grace A. lleva dos meses sin su trabajo regular de limpieza de casas. Desde que se desató la pandemia, todas sus clientas le han cancelado, y de la mayoría no ha vuelto a saber nada. “Solo una o dos están por ahí”, dice. Pero la mayoría no se ha vuelto a poner en contacto. Ni un mensaje, ni una llamada. Nada.
En una entrevista, Grace comenta que no sabe si recuperará su trabajo, ni tiene idea de cuándo volverá a trabajar. No califica para recibir ayudas del gobierno por “razones que ya comprendes”, lamenta. Está nerviosa. Se le han acabado los ahorros y no sabe cómo va a hacer frente a lo que le viene.
Emigró a Estados Unidos desde Costa Rica hace 18 años para ayudar a pagar los estudios de sus hijos, quienes todavía están allí. “Estoy muy preocupada, pues yo estoy sola acá”, dice. “No tengo ayuda de nadie en caso de que no tenga más trabajo. ¿Cómo pago mi renta y el carro que compré unos días antes para ir precisamente a mis trabajos?”, se pregunta.
Dice que con todo esto está muy pensativa, con mucha incertidumbre. “Estoy muy triste —añade—, la pandemia del coronavirus me está afectando más allá de lo material. En lo emocional, me está generando demasiado estrés”.
La realidad de Grace no es un caso aislado. En una serie de encuestas realizadas estas últimas semanas por la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar (ANTH), más de 28.000 trabajadoras del hogar han hecho eco del impacto devastador que está generando la pandemia del coronavirus sobre un sector históricamente y actualmente precario e infravalorado.
En una sociedad capitalista y enfocada a la producción de bienes, el trabajo de los cuidados, subestimado y representado en su mayoría por mujeres migrantes y racializadas, es el eje oculto sobre el cual opera el resto de la sociedad. Sin ellas, el resto de la población trabajadora no podría mantener su nivel de productividad. Sin ellas, muchas personas, sobre todo las mujeres, tendrían una infinidad de dificultades para desarrollar su actividad laboral. Sin ellas, el mundo laboral como lo conocemos, sencillamente, no sería posible.
Pero a pesar de ser uno de los trabajos más necesarios y esenciales, el trabajo del hogar está siendo especialmente castigado por la crisis de la pandemia del covid-19. Y, según Ai-jen Poo, directora ejecutiva de la Alianza, son las trabajadoras del hogar las que están recibiendo los golpes más fuertes del coronavirus.
“Hemos sido invisibles siempre”
En Estados Unidos hay más de 2 millones de trabajadoras del hogar que se dedican a tareas de limpieza, cuidado de niños o personas mayores. Según el Instituto Económico de Políticas, el 91,5% de ellas son mujeres y más de la mitad son migrantes, latinas, o afrodescendientes. Muchas tienen su estado migratorio sin definir.
Antes de la pandemia, estas trabajadoras ya se encontraban en desventaja, y llevan décadas expuestas a condiciones de trabajo deficientes. De media, cobran unos 10 dólares la hora comparado con los 18 dólares que cobran otros sectores. Estos sueldos tan bajos recrean una inestabilidad económica que imposibilita cubrir sus alquileres y gastos y, comparado con el total 6,5% de la población trabajadora total, un 23,4% de las trabajadoras del hogar vive bajo el umbral de la pobreza.
Suelen trabajar en la privacidad de los hogares residenciales, normalmente sin contratos ni acuerdos escritos. Históricamente, han sido excluidas explícitamente de los derechos laborales y, exceptuando algunos estados, la mayoría carecen de otras protecciones básicas como derecho al descanso pagado o protección contra el acoso y la discriminación.
“Las trabajadoras del hogar hemos sido invisibles siempre, no solo en las pandemias. Nunca se nos han respetado nuestros derechos ni valorado el trabajo digno que hacemos”, comenta Ingrid Vaca, trabajadora del hogar boliviana y residente en Virginia.
Sueldos bajos, inestabilidad económica y falta de protecciones laborales básicas son solo algunos ejemplos de las condiciones precarias que arrastran desde mucho antes del coronavirus. Pero ahora, según Ingrid, las condiciones han empeorado. En su caso, se han convertido en “la situación más terrible de mi vida”. La pandemia, en definitiva, ha amplificado la situación de vulnerabilidad y ha evidenciado las carencias del sistema en el que viven estas trabajadoras del hogar.
Durante la pandemia, desprotección
Las más de 28.000 trabajadoras del hogar que contestaron a las encuestas de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar expusieron la magnitud de una crisis sin precedentes: falta de protección en el trabajo y despidos repentinos y desmesurados.
Julia Wolfe, analista económica del think tank Instituto de Políticas Económicas, en una entrevista explica que ahora mismo hay dos grupos de trabajadoras del hogar: las que siguen trabajando y las que no.
Del 87% de encuestadas por la Alianza que contestó necesitar mascarillas para protegerse en el trabajo, por ejemplo, tan solo un 18% tiene acceso regular a ellas
Las que siguen trabajando, comentó, en su mayoría son trabajadoras del cuidado en el hogar. ¿Su preocupación? Denuncian falta de material de protección contra la infección y el contagio. Del 87% de encuestadas por la Alianza que contestó necesitar mascarillas para protegerse en el trabajo, por ejemplo, tan solo un 18% tiene acceso regular a ellas. “Siguen yendo a trabajar y a cuidar de personas, pero no tienen las protecciones que necesitan en sus trabajos,” dice Wolfe. “Sin el apoyo ni las protecciones, están poniendo en riesgo su salud”, añade.
Muchas siguen trabajando por necesidad económica, y viven con la angustia de exponer a sus familias al contagio. “Me preocupa que todavía tenga que trabajar en medio de una pandemia para ganarme la vida y alimentar a mis dos hijos pequeños”, expresa Betania, una trabajadora de limpieza de casas.
Según otra investigación, el 65% de trabajadoras del hogar no tiene seguro médico, un hecho que, en un país como Estados Unidos, donde la atención sanitaria es increíblemente cara para las que no están cubiertas por sus empleadores, esté aumentando la angustia alrededor de la pandemia. “[Mis hijos] son mi mayor preocupación y necesito protegerlos”, continua Betania. “No tengo seguro médico, pero tengo que seguir limpiando, de lo contrario no podremos comer. Mis empleadores no me compran el equipo adecuado para limpiar como guantes o una máscara, así que siento que estoy constantemente en riesgo”.
Despidos y cancelaciones descomunales
La crisis del coronavirus también está provocando un gran número de despidos de estas trabajadoras. De una semana a otra, literalmente, la mayoría de trabajadoras encuestadas comentaron haber sido despedidas por sus clientes o empleadores.
El 94% de las trabajadoras contestó quedarse sin trabajo porque sus clientes les cancelaron.
Según muestran los datos de las encuestas, son los clientes los que están cancelando o despidiendo, no ellas. El 94% de las trabajadoras contestó quedarse sin trabajo porque sus clientes les cancelaron.
“A los empleadores les preocupa tener a personas en sus hogares”, clarificó Wolfe. El distanciamiento social está afectando los sueldos y hay mucha incertidumbre, “y tampoco es como si pudieran encontrar trabajo en otro sitio fácilmente, porque mucha gente está respondiendo de esta manera”, añade.
Las cifras hablan por sí solas: un 72% dijo no tener trabajo para la primera semana de abril, y el 80% con más de diez clientes por semana dijo haber perdido a todos o a la mitad de sus clientes para la siguiente semana. Tampoco saben si recuperarán esos trabajos en un futuro, y el 70% lidia con la incertidumbre de no saber si volverán a tener sueldos cuando todo esto acabe.
Consecuencias devastadoras
Las consecuencias de los despidos y cancelaciones podrían ser devastadoras para este sector que vive bajo la sombra constante de precariedad. La mayoría de las trabajadoras del hogar son las fuentes principales de ingresos de sus familias, y el 84% de las encuestadas contestó no saber si iban a poder pagar la compra de comida de las semanas siguientes (del 6 al 19 de abril).
Contestaron que tampoco sabían si podrían pagar el alquiler de abril (55%) ni los gastos que se acumulan. Un 77% expresó preocupación ante ser desalojadas de sus casas. Perder sus trabajos tan repentinamente y sin previsión de recuperación podría apuntar a graves consecuencias para muchas trabajadoras del hogar y sus familias, y muchas comentaron estar angustiadas ante la imposibilidad de proveer y dar de comer a sus hijos e hijas.
Las trabajadoras se organizan ante un gobierno que les falla
El trabajo del hogar en Estados Unidos ha estado caracterizado por una exclusión obvia y explícita de las leyes laborales. Y ahora, bajo la pandemia, los proyectos de ley y medidas aprobadas por el gobierno federal siguen reflejando esa exclusión. Ante la crisis del coronavirus, no están ofreciendo suficientes ayudas y protecciones para las trabajadoras del hogar, y muchas de ellas reportan no calificar para recibir asistencia.
“Se está evidenciando la vulnerabilidad que ya existía para estas trabajadoras”, enfatiza Wolfe. “Han sido excluidas de leyes laborales, incluidas protecciones básicas. Esto siempre ha sido un problema, pero ahora estamos viendo que las protecciones son críticas en este momento. Y no las tienen”.
“El gobierno está fallando a las trabajadoras del hogar”, añade Wolf. “Debería estar allí para proteger a las trabajadoras. Pero no lo está haciendo”. Ante el vacío que les está haciendo el gobierno, las trabajadoras del hogar y sus aliadas se están organizando para tomar acción colectiva. La Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar, por ejemplo, compuesta de alrededor de más 60 organizaciones afiliadas, lleva más de una década movilizándose para elevar el respeto, reconocimiento e inclusión de las trabajadoras del hogar en el país, y ahora, con el coronavirus, sigue buscando maneras para dar respuesta a las necesidades de este colectivo.
Entre sus otras líneas de trabajo, como son la incidencia política y la movilización de base, recientemente creó un Fondo para Cuidados por el Coronavirus, que ya ha recaudado 19 millones de dólares. El fondo ya ha empezado a repartir ayudas de 400 dólares a las trabajadoras del hogar que califiquen, de momento, que son afiliadas y participantes activas. “El único recurso que hemos tenido ha sido el de la Alianza”, explica Ingrid.
“Las trabajadoras del hogar se ven obligadas a navegar esta crisis solas y sin una red de seguridad”, comenta Ai-jen Poo, directora ejecutiva de la ANTH. “Las donaciones al Fondo proporcionarán asistencia de emergencia a las niñeras, limpiadoras de casas y trabajadoras de atención domiciliaria que necesitan ayuda en este momento, dándoles la estabilidad que necesitan para quedarse en casa y ser parte de la solución a esta crisis”, añade.
El Fondo para Cuidados es un ejemplo de cómo se puede responder para cubrir las necesidades inmediatas de un colectivo vulnerable e invisibilizado
El Fondo para Cuidados es un ejemplo de cómo se puede responder para cubrir las necesidades inmediatas de un colectivo vulnerable e invisibilizado. Pero a largo plazo, comenta Poo, hará falta plantearse las estructuras que fomentan esta inseguridad económica.
“Nuestras soluciones deben satisfacer sus necesidades inmediatas y abordar las desigualdades que han aumentado su vulnerabilidad y agravado la crisis para este segmento de nuestra fuerza laboral y sus familias”, añade.
Movilizarse, sobre todo en un momento como este, es clave para este colectivo de trabajadoras. “Organizándonos alzamos nuestra voz para que seamos escuchadas”, expresa María Reyes, organizadora nacional de la ANTH. “No podemos quedarnos en nuestra casa calladitas. Tenemos que luchar, hablar con nuestro representantes políticos y seguir animando a la comunidad a que se organice”.
Y muchas trabajadoras como Ingrid se niegan a verse como víctimas. “Las trabajadoras del hogar somos el timón de cada hogar. Somos las que hacen que cada hogar funcione”, enfatizó.
“He llorado mucho durante estos dos meses porque me he sentido desprotegida y desvalorada”, dijo. “Pero ahora, en vez de hacerme callar y sentirme peor, me está ayudando a sentirme más fuerte para luchar. Me siento muy orgullosa de ser trabajadora del hogar, y esto nos va a endurecer y ayudar a lograr las propuestas de ley que estamos presentando. Vamos a tratar de lograr lo que necesitamos”.
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