Memoria histórica
Una mujer de 23 años, entre las primeras víctimas fusiladas por el franquismo en Gijón

Denunciada sin pruebas por otra mujer, Ana Orejas López era madre soltera y fue ejecutada junto a 13 hombres en los primeros días de la ocupación de la ciudad por las tropas sublevadas.
Entrada de las tropas sublevadas en Gijón

www.diariodelaire.com

26 oct 2022 10:08

Hace pocas fechas se cumplieron 85 años de la entrada de las tropas sublevadas en la villa de Gijón. Ocurrió el 21 de octubre de 1937 y supuso la caída del frente Norte en poder de quienes dieron el golpe militar del 18 de julio de 1936 y que año y pico más tarde vencerían en la Guerra de España, dando paso a una dictadura de cuarenta años. 

La fotografía que encabeza este artículo nos muestra la entrada de esas tropas por la calle Ezcurdia de la ciudad asturiana, muy cerca de donde estuvo hasta muchos años más tarde el edificio de fábrica del gas, un lugar que por su grande y viejo aspecto herrumbroso siempre atrajo mi curiosidad durante la primera niñez, cuando a los de mi generación nos llevaban de su mano nuestros abuelos a ver los cisnes del Parque Isabel la Católica. 

Aquel 21 de octubre de otoño debió de ser un día plenamente otoñal, oscuro y lluvioso, según se puede apreciar en el asfalto de la calzada. Lo que más puede  llamar la atención de la fotografía es la sonrisa de esas dos mujeres en la acera, en primer plano, que parecen ofrecerla al objetivo del fotógrafo para mostrar su satisfacción porque con la entrada de los sublevados en Gijón y la caída del frente Norte, tan importante por su industria para los contendientes, el conflicto armado terminaba en Asturias, 18 meses antes de que finalizase en el resto del país.

Comenzaba así en Gijón la victoria, no la paz, tal como dice el padre (notable actuación de Agustín González) a su hijo en el magnífico libreto de la obra teatral Las bicicletas son para el verano (1977), del fallecido e inolvidable Fernando Fernán Fómez, sobre la que Jaime Chávarri hizo en 1984 una de las mejores películas sobre la guerra de 1936. La escena pone punto final al film en el entorno de un triste paisaje urbano de Madrid, desolado por la destrucción. La obra teatral obtuvo en 1978 el premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid. Eran otros tiempos.

En consonancia con esa victoria sin paz, piedad ni perdón, según pidiera Manuel Azaña, el número de personas ejecutadas y paseadas por los vencedores en el municipio de Gijón, o fallecidas en las prisiones franquistas, tiene desde hace años en el cementerio de Ceares (El Sucu) un monolito en forma de libro con los nombres inscritos de las 1934 víctimas y una lápida en la que se puede leer: A las víctimas de la represión franquista, luchadores por la libertad y defensores de la dignidad humana. 

La mayoría de esas víctimas fueron ejecutadas por fusilamiento en el transcurso de quince años desde la entrada de las tropas sublevadas, mediante tribunales de guerra que despachaban sus sentencias en menos de 45 minutos. No pocas de ellas se dictaron desde el mismo centro educativo en el que algunos estudiamos los primeros curso del bachillerato. Hay fotografías incluso que permiten vislumbrar que una de las salas donde se comunicaban las condenas era la del salón de actos donde mucho más tarde asistí como alumnos a las proyecciones de películas de El Gordo y El Flaco. 

Según se puede leer Asturias Republicana, fue el 9 de noviembre de 1937, apenas dos semanas después de tomada esa imagen de las dos mujeres sonriendo en una acera de la calle Ezkurdia al paso de la comitiva militar, cuando comenzaron a celebrarse los consejos de guerra sumarísimos en ese salón de actos del Instituto Jovellanos, “convertido en albergue de falangistas y policías de Asalto, en cárcel y centro de tortura, en escenario de la suprema ignominia y perversión humanas”, mientras en los colegios empezaban a cantar los alumnos aquello de “volverá a reír la primavera al paso alegre de la paz”. 

Fue durante el segundo consejo de guerra celebrado ese día cuando se condenó a muerte a la primera de las mujeres ejecutadas por los vencedores. Celebrado a las once y cuarto de la mañana, los acusados de “auxilio a la rebelión” y luego fusilados fueron Valentín Sánchez Cuesta, Cipriano Carrera y Ana Orejas López. Esta última era una joven de 23 años, residente en Gijón, que se había afiliado al Partido Socialista durante la guerra y había trabajado como enfermera en alguno de los hospitales de sangre habilitados durante el conflicto. Fue detenida poco después de la entrada de los sublevados en la ciudad y estuvo detenida en el cuartel de Los Campos de la Guardia Civil, próximo al cine del mismo nombre que muchos frecuentamos de niños durante la animadas sesiones dominicales de cine familiar.

La denuncia contra Ana Orejas, según los legajos en donde se hace costar, partió de una mujer más joven que estaba casada con uno de los guardias del citado cuartel. El marido de la denunciante estuvo preso durante el tiempo que duró la guerra en el Norte por haberse unido a los militares sublevados. Encarcelado en el penal de El Dueso, al producirse el avance nacionalista sobre Santander, fue evacuado con los restantes presos hacia Asturias. Tanto a ese guardia como otros los mataron en la playa de La Franca, sin saber si fue por un intento de fuga, por una orden superior o por venganza. 

La acusación para la detención de Ana Orejas López se basaba en que la había visto la denunciante en el interior del cuartel de la Guardia Civil citado, tres días después de que los guardias se hubieran rendido a las tropas republicanas. Según la denunciante, Ana llevaba una pistola al cinto y un pañuelo rojo liado al cuello. Fue identificada por la denunciante meses después en una rueda de presos republicanos, cuando la ciudad había sido ocupada por los sublevados.

Fueron trece hombres y Ana Orejas los que el 9 de noviembre de 1937 fueron ejecutados en el paredón del cementerio de Ceares, sin esperar las tres o cuatro semanas que llevaba de trámite el enterado del cuartel general del generalísimo. Según la confidencia que le hizo el religioso que asistía a los fusilamientos a uno de los presos, dos tiros en la cabeza y tres el corazón acababan con la vida de los condenados, se manera que fueron setenta los disparos que en total sonaron aquel amanecer en Gijón, segando la juventud de la primera mujer ejecutada por los vencedores en esa ciudad.


Fallecido el dictador en 1975 y llegada la monarquía constitucional y parlamentaria, hubo  que esperar al año 2.010 para que el Ayuntamiento de la localidad asturiana, que desde 1979 fue gobernado por el Partido Socialista, reparase con ese monolito la memoria de todos esos luchadores por la libertad y defensores de la dignidad humana, entre cuyas primeras víctimas, llegada la victoria y no la paz, estuvo una mujer de 23 años, denunciada posiblemente por motivos que posiblemente tuvieron más que ver con venganzas personales que con otra cosa, según ocurrió repetidamente. Muchos familiares de quienes tienen sus nombres inscritos en el cementerio gijonés habrán fallecido sin llegar a asistir a ese tardío reconocimiento de dignidad y memoria. No fue el caso de María Amparo, la hija octogenaria de Ana Orejas.

En una entrevista publicada en el diario El Comercio hace cinco años, María Amparo Orejas López, residente en Francia y visitante de Gijón cada verano, dio detalles de su crianza a la muerte de su madre, que tuvo a su hija de soltera, en 1936. Fue  entregada a una pareja de feriantes con un puesto de tiro al blanco que la pusieron a trabajar con siete años: “Nunca me reconocieron. Solo fui al colegio (con las monjas del San Vicente de Paúl) tres meses y aprendí a leer con el periódico sola. Mi infancia y adolescencia transcurrieron de feria en feria por toda España con mi familia de acogida, que eran del otro bando, del franquista. La madre del hombre que me recogió era Hortensia Álvarez, que fue presidenta de Acción Católica y murió en una prisión flotante”. 

Según cuenta María Amparo en la entrevista aludida, a menudo la gente trataba de hacerle daño señalándola como «la desgraciada hija de la roja, de la fusilada», pero ella nunca les dio el gusto de que la vieran sufrir, porque era y es muy orgullosa: “ A pesar de eso siempre me sentí protegida y en cierto modo controlada respecto a mi bienestar. Sospecho que pudo deberse a la buena posición de la familia de mi padre, quien a día de hoy desconozco quién es. A los 26 años me fui a Francia sin saber una sola palabra de francés a buscar empleo y cambié de vida. Allí me casé, tuve un hijo y trabajé para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)”.

Una visita a la Semana Negra de Gijón en 2004 sirvió para que entrara en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que facilitó a María Amparo toda la información que tiene sobre su madre. En la misma no consta que Ana Orejas López tuviera descendencia, por lo que es muy posible que quisiera esconder a su hija cuando esta era un bebé e iban a juzgarla para fusilarla. Amparo Orejas López dice llevar con orgullo los apellidos de su madre y siente pena por no tener de ella ni una sola fotografía, a pesar de haberlo intentado por todos los medios. La ausencia de esa imagen no supuso que el olvido se afincara en la  memoria de María Amparo Orejas López, como proclaman sus apellidos.

Archivado en: Memoria histórica
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Comunidad de Madrid
Memoria histórica Contra la basura y el olvido: tras la pista de los cuerpos y de la memoria de los brigadistas internacionales
El Salto acompaña a un contingente internacional de políticos, políticas y activistas en una ruta en memoria de los brigadistas internacionales que acudieron a luchar a España contra el fascismo, en un ejercicio inspirador para el presente.
Valle de los caídos
Memoria histórica La ARMH pide a Pedro Sánchez que retire el concurso para “resignificar” Cuelgamuros
La asociación memorialista critica el gasto “innecesario” del proyecto para decorar el Valle de los Caídos y propone instalar una exposición permanente que explique la historia y el significado del monumento.
Andalucía
Memoria histórica La inanición de la memoria andaluza
Las políticas públicas de memoria en Andalucía se encuentran en un estado de paralización que pone en duda la voluntad de la Junta por la reparación efectiva.
Líbano
Líbano Cinco décadas sin paz ni justicia en Líbano
El país mediterráneo conmemora el 50 aniversario desde el inicio de la guerra civil, un conflicto cuyos crímenes no se han juzgado y cuyos desaparecidos no se han encontrado
València
València “‘El vol de Guillem’ ha supuesto la liberación de todos estos años de lucha”
Ricard Tàpera, autor del cuento, y Betlem Agulló, hermana de Guillem Agulló, que ha puesto voz a la historia, nos explican cómo ha sido el proceso de creación de esta obra coral, ilustrada por Helga Ambak.
La vida y ya
La vida y ya Días de vacaciones
No somos conscientes de que la lluvia depende, en un porcentaje altísimo, de ellas. Sin plantas hay menos lluvia. Sin lluvia las semillas no germinan. Así funciona.
Economía social y solidaria
Tecnología Inteligencia Artificial y economía solidaria: ¿posibles aliadas?
¿Cómo debe relacionarse la economía solidaria con una tecnología que vulnera derechos humanos y ambientales constantemente? Cooperativas e investigadoras tecnológicas animan al movimiento a perderle el miedo y a utilizarla de manera crítica.
Multinacionales
Multinacionales Maersk y las rutas de complicidad con el genocidio israelí en Gaza
Crece la presión internacional contra la naviera danesa que está aprovisionando a Israel de armas para cometer el genocidio de Gaza en contra de las medidas cautelares tomadas por la Corte Internacional de Justicia.

Últimas

Eventos
Taller de podcast El Salto invita a estudiantes a explorar las posibilidades del formato audiovisual
Proponemos un taller de guion y producción de programas para estudiantes de comunicación y periodismo los días 24 de abril y 8 de mayo.
El Salto n.78
El Salto 78 Nueva revista, viejas injusticias: hablemos de Violencia Institucional
En el último número de la revista de El Salto dedicamos la portada y nuestro “Panorama” a una de las violencias que sufren las mujeres solo por el hecho de serlo, la que aún a día de hoy emana de un sistema irracional y patriarcal.
Opinión
Space X Los viajes al espacio y el efecto Katy Perry
El 2024 fue el año más caliente desde que hay registros, mientras que Katy Perry y un puñado de millonarias nos deleitaron con su viaje espacial cortesía de Jeff Bezos.
Más noticias
Estados Unidos
Estados Unidos La buena sintonía entre Trump y Meloni
Como era de esperar, los mandatarios mostraron afinidades políticas e ideológicas. La italiana insistió en la idea de “fortalecer Occidente”.

Recomendadas

Historia
Historia Cuando la solidaridad antifascista reunió a musulmanes, judíos y cristianos en la España republicana
Marc Almodóvar y Andreu Rosés rescatan a los combatientes árabes de la Brigadas Internacionales en el libro ‘Moros contra Franco. El antifascismo y la Guerra Civil española en el mundo árabe’.
Valencià
València Duelo colectivo y brecha de género, las consecuencias de la dana en la salud mental
Más allá de lo material, el sufrimiento mental continúa golpeando las vidas de l´Horta Sud. Mujeres cuidadoras y colectivos vulnerables encabezan un luto que todavía no ha encontrado descanso.
Galicia
Galicia La UE cava hondo: litio gallego para el nuevo militarismo europeo
En pleno rearme ordenado desde Bruselas, Galicia entra en el tablero geopolítico como potencial proveedor de litio para la industria de defensa. Un enclave de alto valor ecológico en Doade (Ourense) se convertirá en cantera para baterías militares.