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Memoria histórica
La memoria de Federico García Lorca debería tener vigencia en las urnas
Ayer se emitió en La Uno de RTVE el debate entre los cabezas de lista de los partidos que concurrirán a las próximas elecciones autonómicas en Andalucía. No llegue a verlo íntegramente, por cansino. Tampoco sé si el nombre de Federico García Lorca fue mencionado en alguna ocasión ante la posibilidad de un gobierno de coalición de la derecha con la extrema derecha. Me parece oportuno y necesario que ese nombre no se pierda en la memoria del pueblo andaluz a la hora de votar el día 19:
Deberían considerar los andaluces, a la hora de utilizar su discernimiento el día en que ejerzan una vez más su derecho al voto en aquella comunidad, recuperado tras las muerte del dictador en 1975, que en la memoria de aquel viejo régimen está registrado el asesinato de uno de los mayores poetas y dramaturgos que dio esa tierra, con haber dado no pocos de notable importancia en la historia de la literatura española.
Fueron también algunos de esos poetas, los mejores -como los mejores intelectuales, investigadores y artistas de ese periodo tan fecundo- los que tuvieron que tomar forzosamente el camino del exilio, después de que un golpe militar y una guerra cruel acabaron a sangre y fuego con la segunda república, la época de más brillante trayectoria en la vida cultural y educativa de este país. Tiempo, además, en que afloraron por primera vez derechos y libertades nunca legislados.
Mi estimada amiga Leticia González Díaz ha querido mandar a los andaluces con esta magnífica ilustración, fechada el día del nacimiento del poeta (5 de junio de 1896), un mensaje de recordación semanas antes de su importante cita electoral el 19 de este mes. Lo hace posiblemente para que reparen en lo que supondría enterrar la memoria de la vida, obra y muerte de García Lorca si eligen un gobierno en contra de la memoria democrática. Podría ocurrir con ella lo mismo que con el ignoto lugar en donde fueron inhumados los restos mortales del poeta, sin la dignidad y significación que merecen, 86 años después de haber sido abatido Una noche sin luna, según el título del magnífico espectáculo teatral de Juan Diego Botto, que ayer obtuvo el premio Max.
Seis años antes de que se perpetrara el crimen en su Granada, escribió Federico estos versos para su libro Poeta en Nueva York: “Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas / comprendí que me habían asesinado. / Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios, / destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron. / ¿No me encontraron? / No. No me encontraron. / Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, /y que el mar recordó ¡de pronto! / los nombres de todos sus ahogados”.
Cabe recordar también estos otros: “Quiero dormir un rato,/ un rato, un minuto, un siglo;/ pero que todos sepan que no he muerto;/ que hay un establo de oro en mis labios;/ que soy el pequeño amigo del viento Oeste;/ que soy la sombra inmensa de mis lágrimas”.
Pongo finalmente, al pie de la delicada y conmovedora ilustración floral de Leticia, los versos que escribió Pedro Garfias -poeta criado también en Andalucía, aunque naciera en Salamanca- para que los andaluces no dejen de tener en cuenta en estos tiempos oscuros de confusión y mentira la memoria del asesinato de Federico García Lorca por la extrema derecha y los militares felones, su trascendencia en la historia de nuestra cultura y su compromiso político inequívoco en defensa de la República del 14 de abril de 1931: “Aquella madrugada/ sintió el fascismo resbalar/ los secos gusanos por su entraña./ Muerta estaba la noche petrificada, lívida,/ muerta la aurora igual que un agua presa,/ muerta la luz en su ataúd de sombras/ y muertos te mataron, a ti que eras la vida/ y la espiga y el árbol y la yerba y la rosa”.