Literatura
Esther García Llovet: “Me gusta que las novelas que escribo pasen más por el cuerpo que por la cabeza”

Se siente intrusa en el mundo de la literatura y le gustaría poder dejar de escribir para dedicarse a otras cosas, pero Esther García Llovet ya ha publicado nueve novelas. En ‘Los guapos’, la más reciente, se acerca tanto a Stephen King como a Rafael Chirbes para crear un artefacto narrativo difícil de catalogar.
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La escritora Esther García Llovet. David F. Sabadell

Cuenta la escritora Esther García Llovet (Málaga, 1963) que lo que hace para dar por concluida una novela y dejarla atrás es seleccionar todo el texto y cambiarle la tipografía. Así, lo redactado le parece algo diferente, una pantalla más del juego absorbente que es para ella la escritura. Con ese método ha puesto el punto final a diez novelas. La última publicada, la número nueve, es Los guapos (Anagrama, 2024), un viaje paranormal a El Saler, en Valencia, donde un emprendedor aprovechado quiere hacer negocio con los círculos de extraño origen (¿extraterrestre o broma local?) que aparecen pintados en los cultivos de la zona. Plagada de referencias pop —de los Miguelitos de La Roda a las canciones “Comerranas”, de Seguridad Social, o “Louie Louie”, de Richard Berry— y situaciones inesperadas, la narración de los encuentros en la tercera fase entre el forastero ávido de billetes y los parroquianos destaca por sus diálogos y unas descripciones concisas en las que mezcla imaginación y realismo. Valga un ejemplo: “España es plana como el planeta Tierra. Es fea y es plana y sin misterio, al menos por La Mancha”. Hay muchos más en sus 124 páginas.

Sobre tu novela se ha destacado la diversión y el humor, pero a mí la lectura de Los guapos me dio un poco de miedo. ¿Es una reacción posible?
¿Pero te dio miedo todo el tiempo?

En algunas partes más que en otras, aunque quizá sea más inquietud que miedo. Como una sensación general al leer la novela.
La novela tiene un pedazo que sí da miedo… No pensaba escribir nada de terror, fue saliendo sobre la marcha. Quería escribir sobre los crop circles, pero no sabía si quería escribir algo de terror. ¿Inquietud? Hombre, está pasando en un sitio donde ocurren cosas que no sabes muy bien qué son. Es una buena cosa que las novelas te produzcan inquietud, sean del género que sean, porque eso quiere decir que quieres saber qué ocurre ahí. Parte del género negro y el terror es eso, que te produzca inquietud. Me divertí mucho escribiéndola, pero a mí me produjo inquietud cuando apareció el fantasma porque yo no lo había puesto ahí, se apareció solo. Me gustó que hubiera de pronto un fantasma. Cuando lo estaba describiendo pensé que me daba una sensación rara ese fantasma, un fantasma que no sabe que lo es, que está como despistado… Eso me gustó.

Cuando escribo, el tiempo se me pasa muy rápido. Casi te diría que escribo para que el tiempo pase muy deprisa

¿Qué quieres provocar en las personas que leen tus novelas?
Cuando escribo, el tiempo se me pasa muy rápido. Casi te diría que escribo para que el tiempo pase muy deprisa. Me gusta la sensación de que el tiempo ha volado, de que la mañana ya está hecha y me levanto y hay algo ahí que antes no había, me parece magia. Lo que quiero transmitir es más emocional o físico, me gusta que las novelas que escribo pasen más por el cuerpo que por la cabeza. Me apetece más que te produzca inquietud que que tengas que razonar, para razonar ya está la vida. Me gusta que deje sensaciones sensoriales.

Como lectora, ¿qué autores te han provocado más?
He leído poco terror, pero me acuerdo de una novela que me dio mucho miedo, La casa de hojas, de Mark Z. Danielewski. No podía dormir cerca de la novela, me daba una sensación muy rara. También La canción de Kali, que no sé ni de quién es. Cuando la estaba leyendo, me daba miedo avanzar, leer. Es muy fácil provocar miedo con una película, porque no tienes salida, pero cuando lees una novela el miedo no se produce en la pantalla sino dentro de tu cabeza. Me gustó esa sensación con esas dos novelas.

Me gusta mucho el género de terror, especialmente en cine. Hay películas que me dan mucho miedo sin haberlas visto, como Hereditary. Me la imagino y me da más miedo lo que me he imaginado que lo que luego realmente veré, que será de día y con mucha gente. Si ves las películas de miedo sin sonido, no es lo mismo.

Pasa con Twin Peaks, por ejemplo.
Claro, Badalamenti era muy bueno generando esta sensación. Qué pena que no se le pueda poner una banda sonora a una novela.

¿A esta tuya? A mí me recuerda al último disco de Yo La Tengo, This stupid world.
No lo conozco, es un grupo que tiene un millón de años, ¿no?

Es un disco variado, la música pasa por muchos estados. Incluso la portada del disco me recuerda a tu libro.
Me gusta poner músicas, indicar qué están escuchando los personajes o qué se está escuchando cuando se escribe.

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Esther García Llovet escribe novelas como ‘Los guapos’, pero le gustaría hacer “peliculitas”. David F. Sabadell

¿Hasta qué punto Los guapos es la cara b de Crematorio de Chirbes?
Creo que Crematorio es un peso pesado, ojalá tuviera yo algo que ver con Chirbes. No entro como Chirbes, no soy valenciana, no conozco, mi intención es otra. He escogido este paisaje por referencias al estado de ánimo. Chirbes me parece la bomba. Si acaso, es un chiste que, de pronto, le saliera a Chirbes.

En el personaje de Adrián haces un retrato del listillo que ve oportunidad de negocio en cualquier cosa, un perfil muy reconocible en la sociedad española. Pero no acaba de salirle bien.

No, no. Bueno, al final le sale bien porque se va con algo que no tenía. Quería montar un gran evento y engañar a todo el mundo, pero el engañado es él. Sale ganando porque se va con algo que no esperaba ni sospechaba, el más allá.

El negocio se le chafa por lo sobrenatural.
Claro. En el más acá la has cagado, pero mira qué cosas tan guays pasan fuera, en el más allá, y no te dabas cuenta. Me gustan los personajes que pierden para salir ganando.

Adrián es un personaje de fuera que se introduce en un ecosistema plagado de personajes que le resultan raros. ¿Lo utilizas como llave para que quien lea la novela entre en ese mundo?
Es un tipo de mundo que me gusta mucho. He estado otra vez en El Saler este fin de semana y me gusta. Lo curioso es que a todo el mundo este tipo de personajes le parecen extraordinarios y a mí me parecen de lo más habitual. Tengo cierta afinidad con este tipo de gente, voy en el autobús y alguien se me sienta al lado y me cuenta una movida rara. Este tipo de personas me resultan muy comunes. Y, como personajes, creo que acompañan, igual que el paisaje.

¿Es el paisaje de El Saler un personaje más?
No había estado nunca en invierno. He pasado un frío que me moría, hacía mucho viento. Ha sido un Saler distinto al que yo había estado hasta ahora. No tenía la cosa del verano, que te acompaña y está tan de puta madre. No había nadie, hacía tanto viento que parecía que se iban a caer los árboles. Lo que tiene El Saler es algo como épico, diría yo, parece que va a generar algo que no existía antes. Si hiciera la película La llegada, de Villeneuve, haría que pasara en El Saler.

Lo bueno, y realmente sería perder la inocencia del todo, sería que pasara algo completamente irreal en la Puerta del Sol, rodeada de gente

Hay un aire de irrealidad e incredulidad por toda la novela. ¿Es algo propio de la zona o se puede extrapolar a otros lugares?
A cualquier sitio. Aquí mismo, ahora. Te vas al cuarto de baño y qué sabes lo que vas a encontrarte. ¿Te acuerdas de cómo empieza Trainspotting? Entra en el váter en un cuarto de baño público, más sensación de irrealidad no puede haber. Lo bueno, y realmente sería perder la inocencia del todo, sería que pasara algo completamente irreal en la Puerta del Sol, rodeada de gente.

El 15M.
Es verdad, claro. Una sensación absolutamente fuera de la realidad que pase en un sitio a la vista de todo el mundo.

¿Se podría hablar de esta novela como una novela de realismo mágico?
No. La mandé a una productora para hacer una posible película y me sorprendió cuando me dijeron “no estamos buscando realismo mágico”. El realismo mágico circunscribe una situación para mucha gente, en cambio esto es algo que le ocurre puntualmente a un tío, no me parece que sean mágicos los otros personajes, les ocurre algo extraordinario pero no me parece que tenga que ver con el realismo mágico.

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Esther García Llovet, durante la entrevista con El Salto. David F. Sabadell

Utilizas un lenguaje muy preciso, no sobra nada, pero también muy accesible y de algún modo reflejo de cómo se habla.
Sí. Mi idea es escribir como escribe un periodista, no hace falta más. Me encanta Leila Guerriero, que siendo muy buena periodista de pronto aparece algo como muy poético en algunas frases suyas. Por eso me gusta mucho su literatura, siendo no ficción. Mi intención es que no haya nada que te desvíe de lo que se está contando. Cuando acabo de escribir una novela, que he acabado otra la semana pasada, no me gusta tener que añadir, porque creo que ya he dicho lo que tenía que decir. Vamos al grano. Me cuesta mucho trabajo la literatura a veces porque, como he leído tanta crónica y tanta no ficción, tengo prisa porque me digan a lo que vamos.

Empezaste a escribir a los 40 años. Antes habías estudiado Psicología Clínica y Dirección de cine. ¿De qué modo se refleja esa formación en lo que escribes?
Me hubiera gustado hacer cine y, como no lo hice porque en los años 80 no había industria, no tenía intención de ser escritora, es algo que me ha pasado. Podría perfectamente no escribir mañana. Lo que me apetece ahora es hacer películas y las voy a hacer. Tengo una cámara Fuji que rueda en 4K. No tengo intención de que salgan en plataformas ni en salas, quiero hacer cine con una cámara de móvil porque ya se puede hacer con cualquier cosa. Es lo que quiero hacer este año, en cuanto acabéis los periodistas conmigo. Lo de Psicología Clínica fue una mala elección, no iba conmigo.

¿Te has sentido una intrusa en el mundo de la literatura?
Total. No me he sentido, me siento una intrusa, no sé qué hago aquí. Estoy contenta, pero no sé, todavía me sorprende que los libros… [duda] funcionen, sobre todo porque no sé cómo los hago. Cuando a veces me preguntan si quiero hacer un taller sobre cómo escribo… ¡Yo qué sé cómo escribo! No es el síndrome del impostor porque no lo tengo, me gusta el resultado, pero me parece sorprendente que funcione.

¿Hasta qué punto escribir es una necesidad?
Me gusta mucho, pero es verdad que también hay otras cosas que me gustan mucho y no hago porque la literatura me tiene completamente atrapada. Lo que quiero es conseguir dejar de escribir. Ahora ya tengo otra historia en la cabeza para escribirla, así que no sé cuándo voy a empezar a hacer pelis. Lo que no puedo es hacer las dos cosas a la vez porque son muy absorbentes y me gusta que me absorban. Creo que escribo porque la literatura me absorbe, no tengo otra opción. Quiero que la literatura me deje un poco en paz y ponerme a hacer peliculitas un año y medio.


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