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Libertad de expresión
Ramón Esono, a la cárcel por dibujar contra Obiang
La detención en Guinea Ecuatorial del artista Ramón Esono es un nuevo caso de abuso del poder y censura: sus viñetas críticas sobre el régimen de Teodoro Obiang le han llevado a prisión.
Ramón Esono lleva en la prisión de Black Beach, Malabo (Guinea Ecuatorial), desde el 16 de septiembre, sin que los cargos contra él ni los motivos que han provocado esa detención estén muy justificados. Las autoridades del régimen de Teodoro Obiang apuntan a un supuesto delito por blanqueo de capitales, pero se intuye que las razones reales obedecen a un castigo por las críticas que Esono realiza desde su actividad artística, principalmente como ilustrador.
Las hermanas le visitan los fines de semana, explican fuentes de la familia a El Salto, que aseguran que Esono “está bien de salud, pero su ánimo está decayendo, ya que son muchos días en la cárcel acusado por un delito que se han inventado para retenerle en prisión”.
Estas fuentes reconocen tener miedo de que “le amenacen, le hagan firmar algo, que se aprovechen de que Ramón tiene allí a toda su familia”.
En el momento de la detención, Esono llevaba un par de semanas en Guinea Ecuatorial, que no pisaba desde 2011, cuando se instaló con su esposa en Paraguay. El motivo de su vuelta a Malabo desde Madrid, adonde llegó en agosto, había sido la tramitación de su pasaporte para poder viajar a El Salvador, nuevo destino profesional de su esposa. La familia le había desaconsejado que regresase a Guinea Ecuatorial, temiendo que pudiese ocurrir lo que finalmente sucedió, pero la visita era obligada para la gestión.
“Querían castigarle por todo el tiempo que lleva haciendo dibujos y comentarios en su blog y en las redes sociales sobre el presidente y el gobierno de Guinea Ecuatorial. Ramón, siempre desde un punto de vista radicalmente independiente y muy libre, ha utilizado el humor y la critica ácida y burlona para criticar a Obiang y a muchos cargos del gobierno”, comentan las citadas fuentes.
Nacido en Mikomeseng en 1977, aunque residente en Malabo desde pequeño, Esono es un ilustrador autodidacta que ha combinado la actividad profesional como dibujante con el activismo por la libertad de su país.
Ha participado en certámenes profesionales y ganado algunos galardones. En 2010 expuso en ARCO (Feria de Arte Contemporáneo de Madrid) dos series sobre las dictaduras y la corrupción. A partir de ahí trabajó en dos nuevas series: Mi avatar y Muerte de un idiota, con las que inaugura una exposición en centros culturales de Malabo y Bata, así como una exposición 'Convergencias y Divergencias' en la sede del Instituto Cervantes en Alcalá de Henares (España).
En 2011 se traslada a Paraguay, donde sigue su carrera profesional, consiguiendo cierta repercusión internacional con exposiciones en Estados Unidos. Crea un blog caricaturesco y una emisora por internet en los que desarrolla su otra faceta, la de activista contra la dictadura de Obiang, impulsada por la huelga de hambre de Juan Tomás Ávila Laurel, escritor guineano y amigo personal, en protesta por la hipocresía de las relaciones políticas y económicas entre los gobiernos de España y Guinea.
También en 2011 lanza La pesadilla de Obi, una novela gráfica en la que narra en tono humorístico las desventuras de un personaje, trasunto de Obiang, que una mañana despierta convertido en un guineano más, víctima de la miseria y de la opresión de su propia dictadura.
Desde 2015, Esono está volcado en un nuevo proyecto, 218: Catalina en el País de las Maravillas, un cómic con tres dimensiones: ilustraciones que representan una gran explosión, una narración sobre la reunión que acontece entre los gobernantes de un gran imperio y una cabina de radio en la que dos comentaristas analizan los acontecimientos.
Dibujar, profesión de riesgo
La detención de Esono ha suscitado la solidaridad internacional. La ong Human Rights Watch se ha hecho eco del caso y, en España, la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid (APIM) convocó una concentración ante la embajada guineana el 2 de octubre para exigir su liberación, tras animar por redes sociales a que la gente dibujara sobre el tema.
“Se le acusa de blanqueo de dinero pero es una estrategia sucia –valora Carla Berrocal, presidenta de APIM–, todo parece indicar que el motivo principal es el cómic que hizo sobre Teodoro Obiang, crítico y cañero con él. De alguna manera, querían pillarle por algún lado y decidieron hacer esa acusación”.
Berrocal comenta que, por lo que sabe, las autoridades españolas están intentando mediar en este caso y reconoce que, aunque sea extremo, no se encuentra muy lejos de los sufridos por aquí: “El tema del humor gráfico y la libertad de expresión siempre dan para estas situaciones polémicas. Pero creo que en el caso de Ramón sí hay una mayor valentía porque hacer un cómic contra Obiang y su régimen lleva implícito una defensa verdadera de la libertad de expresión. Y cuando se condena la libertad de expresión, todo el mundo pierde”.
En ese sentido, Berrocal apunta ejemplos en España como el secuestro de la revista El Jueves por la presión de grupos ultras. “Hay ilustradores que reciben amenazas y presiones por parte de asociaciones muy conservadoras que no permiten que se haga humor sobre cierto tipo de temas, como la religión. Se alteran y amenazan cuando es un chiste, una representación gráfica”, asegura.