Laboral
CNT denuncia 20 despidos, ansiedad y precariedad en La Rueca

La Rueca ha despedido a 20 trabajadoras en los últimos meses. Desde la sección sindical de CNT denuncian casos de precariedad laboral sistemáticos, daños en la salud de los trabajadores y numerosas vulneraciones de derechos laborales por parte de la entidad

Conciliación familiar laboral
La precariedad laboral se extiende al hogar. David F. Sabadell

El pasado miércoles 16 de diciembre la sección sindical de la CNT en La Rueca publicaba un comunicado en el que denuncian el despido de 20 trabajadoras sin solución de continuidad. El delegado de la sección sindical de la empresa relata a El Salto que ahora mismo hay 8 denuncias contra la entidad por categorías laborales y 3 por reconocimiento de antigüedad, que se suman a las que se pondrán por los últimos despidos de diciembre. Entre enero y febrero del año pasado se resolvieron 5 denuncias por despidos improcedentes. “Las denuncias nunca llegan a juicio, siempre se negocian, porque en caso de llegar a juicio, la entidad no podría cumplir los requisitos para entrar a licitaciones y subvenciones”, señalan desde el sindicato.

“La entidad, a pesar de llevar 30 años de existencia, no tiene base social, hace dos años tan solo tenía a tres o cuatro personas asociadas. Utilizan a los trabajadores como una base social ficticia"

La Rueca es una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo el trabajo y la incidencia por el cambio social en los barrios más desfavorecidos de la capital. Sin embargo, para otro de los trabajadores consultados por este medio, que prefiere no dar su nombre por recomendación de los abogados y lleva más de 4 años en la entidad, existe una contradicción evidente entre la estructura de la asociación y sus objetivos: “la entidad, a pesar de llevar 30 años de existencia, no tiene base social, hace dos años tan solo tenía a tres o cuatro personas asociadas. Utilizan a los trabajadores como una base social ficticia. Cuando tienen que diseñar planes estratégicos lo hacen a través de jornadas de trabajo”.

La entidad nace en 1990 fundada por Javier Pomar, Antonio Llorente (actual presidente) y Ángel Serrano en Ciudad Lineal. Javier Pomar fue Jefe de Servicios Sociales de Ciudad Lineal y mantuvo cargos en el distrito hasta que el equipo de Manuela Carmena lo apartó y lo destinó en el Área de Servicios Sociales, desvinculado del distrito. Actualmente cuenta con alrededor de 100 trabajadores. La sección sindical de CNT se constituye en 2018. Hasta ese momento, los conflictos laborales se abordaban a través de un sistema ideado por la entidad que incumplía sistemáticamente lo indicado por el convenio de los trabajadores.

Una de las primeras acciones del sindicato fue la organización de la demanda colectiva para echar abajo en 2019 el sistema de evaluación laboral que permitía a la empresa justificar despidos procedentes. Otro de los trabajadores afiliados señala que desde la aparición de la sección sindical "ha aumentado la conflictividad y cada vez que hay despidos, como en este caso, quienes nos hemos señalado sindicalmente, somos los primeros, aunque luego nunca se pueda demostrar, se sabe que es una práctica habitual en el sector”.

Los 20 despidos empezaron en el mes de enero, con la mitad del equipo destinado a proyectos de convivencia.A pesar de que estos despidos están afectados por decisiones políticas del Ayuntamiento, desde CNT entienden que se podría haber actuado de otra forma para proteger a las trabajadoras. “Nos niegan la posibilidad de subrogación, van en contra de nuestra estabilidad laboral. Podrían haber aplicado un ERTE como se ha hecho en la FRAVM y su proyecto de dinamización vecinal para que pudiésemos seguir cobrando nuestro salario a esperas de qué va a ocurrir con esta licitación".

Continuaron en agosto, cuando despidieron a los técnicos del proyecto TecnoLab. Según su antigüedad en los contratos, la entidad tendría que haberles hecho indefinidos. Denunciaron y ganaron la improcedencia en el juicio. Para cubrir estas bajas y no perder el proyecto, desde La Rueca han abierto un área de dinamización de jóvenes, a través de la cual los propios usuarios más veteranos del proyecto de intervención juvenil, desempeñan ahora las labores de los trabajadores contratados en una categoría inferior y por horas. El secretario de la sección sindical relata también que “estos despidos se dan a la vez que la compra de un camión llamado “TecnoTruck” por entre 20.000 y 30.000 euros para apoyo en proyectos de llevar la tecnología en barrios desfavorecidos, pero el camión no se ha movido ni tiene proyecto alguno asignado”.

“Nunca se hace un seguimiento del incumplimiento de los derechos laborales en la aplicación de estos pliegos de licitación pública"

No obstante todas las trabajadoras consultadas coinciden en que esto es un reflejo del sector y arraiga en el hecho de que el trabajo comunitario está pasando de ser gestionado de convenios a licitaciones por parte de la Administración pública. Al entrar en la competición de la licitación, las entidades buscan ofrecer proyectos menos costosos para ganar puntos y adjudicarse los proyectos.

Estrés y ansiedad

“Si tienes vacaciones, no podremos conseguir la licitación pública y no nos dan el proyecto”, con esta frase presionaban desde la empresa Merino y Merino a una trabajadora para que no pidiese vacaciones. Desde CNT hacen alusión a otros conflictos del sector para señalar que esto es una realidad que se repite de forma estructural y sistemática, no es solo la de La Rueca. Desde el sindicato señalan que “nunca se hace un seguimiento del incumplimiento de los derechos laborales en la aplicación de estos pliegos de licitación pública. Como en el caso de la empresa adjudicataria Servicios profesionales Sociales, a la que denunciamos por incumplimiento del pliego sin recibir respuesta de la Administración”.

“Pedí una reducción de jornada y que me mantuviesen teletrabajando para poder conciliar, ya que mi hija pequeña estaba en casa, sin colegio y mi mujer trabajaba 8 horas. No me lo permitieron y tuve que denunciar a la empresa”

Esto tiene consecuencias en la salud de quienes trabajan en el sector. En El Salto hablamos con Ana Lucy, trabajadora de limpieza de la asociación durante 12 años que tuvo varias enfermedades asociadas a sus condiciones laborales, incluyendo una embolia pulmonar en 2015.

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Enfermas por limpiar

Productos de alta toxicidad que generan patologías. Movimientos repetitivos que dañan las articulaciones. Dolencias crónicas, agotamiento e incapacidad laboral. El empleo de limpieza pasa facturas en el cuerpo que las empresas no quieren afrontar. Las trabajadoras del sector se niegan a seguir pagando con su salud las malas praxis empresariales y la sobrecarga a las que les abocan.


“Me llegaron a decir que este no era un trabajo para tener hijos”. Uno de los trabajadores de la empresa, consultados por este medio, que no quiere revelar su nombre por temor a represalias, nos cuenta que lleva desde 2016 trabajando con la entidad en distintos proyectos en San Blas. Tras el periodo de confinamiento más duro de abril, la empresa instó a los trabajadores a volver a sus puestos de teletrabajo en junio. “Pedí que me mantuviesen teletrabajando para poder conciliar, ya que mi hija pequeña estaba en casa, sin colegio y mi mujer trabajaba 8 horas. No me lo permitieron y tuve que denunciar a la empresa”, narra.

“Prácticamente todas las bajas laborales que nos llegan son por estrés y ansiedad”, señala el secretario de la sección sindical. “Otra trabajadora que no llegó a denunciar nos contó que la amenazaron con despidos si no cumplía ella sola el trabajo que, según licitación tendrían que haber realizado tres técnicas. La junta directiva se reunió con ella para coaccionarla”, añade otro compañero, que reconoce que “hay muchas personas medicadas y con estrés que siguen trabajando, muchas lo hacemos tomando ansiolíticos”.

Según los informes de la Mutua de Fremap que presentan desde el sindicato, el absentismo laboral se duplica desde 2017 y señalan que se debe a un aumento significante de la presión laboral. El índice de absentismo del sector para el 2019 es de 2,29% y en La Rueca llega al 4,25%, casi duplicando la media. Esto se ve confirmado por los casos de siniestralidad laboral. En 2018 existía solo un caso de accidente laboral. Durante el 2019 se han producido 5 casos de accidentes con baja laboral.

Los trabajadores consultados por este medio coinciden en que existe chantaje a varios niveles por parte de la empresa. Un chantaje emocional ligado a tu vinculación con el proyecto y las usuarias para que aceptes cobrar menos y hacer horas extra. Pero también un chantaje laboral, educiendo que si no cedes, por ejemplo a bajar tu categoría y ganar dinero, la entidad no ganará el concurso y pierdes tu trabajo.

Ataques al sindicalismo

La sección sindical de CNT es la única de La Rueca y ha tenido representaciones que oscilan entre el 25 y el 30 por ciento de la plantilla. Desde la misma, el delegado y el secretario denuncian varias medidas ilegales que aplica la empresa para minar al sindicato.

“Se nos niegan sistemáticamente todos los derechos de información en dos sentidos. Por un lado desconocemos las cuentas reales de la entidad, no sabemos cuánto ganan los directivos, ni siquiera sabemos cuántos trabajadores hay en total. Y por otro lado el derecho que tenemos a informar a quienes trabajan aquí. La Rueca tiene la obligación de suministrarnos todos los correos nominales de los trabajadores para informarles y no lo hace. Además constantemente tratan de intervenir en las comunicaciones sindicales que hacemos”, explican.

Añaden que jamás se cogen actas de las reuniones de la junta donde se toman las decisiones estratégicas ni de las reuniones con los propios sindicatos. Tampoco están incluidos en los planes de prevención de riesgos laborales, ni en las medidas de prevención durante la pandemia. También denuncian casos en los que se ha denegado la posibilidad de presencia de delegados sindicales durante la comunicación de despido y finiquito.

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