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Sanidad pública
Dobla, dobla, dobla
El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, hizo estas declaraciones después de que varios alumnos fueran atendidos por el Summa con mareos, malestar y deshidratación originados por las altas temperaturas.
Ventilar, hidratarse y hacer abanicos de papel: “Dobla, dobla, dobla, dobla, y tienes el abanico, que además es una importante terapia ocupacional”. El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, hizo estas declaraciones un día antes de que 47 alumnos de un instituto de Valdemoro fueran atendidos por el Summa con mareos, malestar y deshidratación originados por las altas temperaturas. Suponemos que a Sánchez Martos el aire acondicionado
El “dobla, dobla, dobla, dobla” ya es historia de la chulería institucional. No está solo, ese dobla-dobla: le acompañan otros grandes momentos de lucidez como el de los “hilillos de plastilina” y el “bichito”. Los célebres hilillos son de Mariano Rajoy. Era vicepresidente del Gobierno, y tuvo que decir algo ante el desastre del Prestige. Tenía que decir algo, y fue eso.
Para lo del “bichito” hay que remontarse a 1981. Con los hospitales desbordados por cientos de personas a las que se diagnosticaba “neumonía atípica”, y semanas antes de hacer público que la epidemia de ingresos se debía a una intoxicación alimentaria que afectó a 20.000 personas, el entonces ministro de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, Jesús Sancho Rof, explicaba que “el síndrome es menos grave que la gripe” y que “lo causa un bichito”. “Es tan pequeño que si se cae de esta mesa se mata”, dijo a una ciudadanía alarmada por lo que luego se ha llamado el Síndrome del Aceite Tóxico, y cuyas víctimas hoy siguen reclamando dignidad y justicia, como contamos en estas páginas.
Recordamos además en este número a las cigarreras de la Tabacalera, la fábrica con la plantilla más numerosa en 1900, ubicada en Lavapiés. Las cigarreras también soportaban temperaturas extremas, y lo hacían bajo la presión de los ritmos de producción. Fueron capaces de organizarse, encontrando en las dinámicas productivas espacios para cuidarse que hoy recuerda el colectivo La Liminal.
Miramos hacia atrás para saber cómo saltar hacia adelante. Miramos también alrededor, a esos barrios olvidados como San Cristóbal, donde Zenib Laari, campeona del mundo de kenpo, entrena todos los días en un modesto gimnasio municipal. Su pelea no es solo por el título, sino también por el reconocimiento al deporte de las periferias.
Porque entre quienes ocupan cargos públicos siempre hay alguien capaz de responder a una comunidad educativa preocupada que se haga abanicos de papel. O a miles de personas gravemente enfermas que no se preocupen, que solo es un bichito. Pero también hay una ciudadanía con sobrada capacidad de organizarse para contar otra Historia.