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Israel
“El 72% de la juventud judía israelí dice ser de derechas, podemos imaginar lo que ocurrirá en el futuro”
Benyamin Netanyahu regresó en 2022 al que parece ser su lugar natural en Israel. El líder que más años ha ocupado el sillón de primer ministro en la historia del país ha vuelto al poder después de un paréntesis de un año y medio en la oposición. El jefe del Likud, de 73 años de edad y con tres investigaciones por corrupción abiertas contra él, evitaba así la cárcel, mediante la formación del gobierno más anclado a la derecha en la historia de Israel. Sionismo Religioso, una coalición de grupos derechistas con líderes que se enorgullecen públicamente de ser supremacistas y homófobos, forman parte del nuevo ejecutivo israelí después de haber sacado el tercer mejor resultado de las elecciones, celebradas el pasado 1 de noviembre.
La deriva derechista de Israel culminó a finales de año con la llegada al poder de líderes como Itamar Ben-Gvir, pero se cuece desde hace años. Hablamos sobre las claves de esta tendencia conservadora junto con el Doctor israelí Or Anabi, quien forma parte del Instituto de la Democracia de Israel después de haberse formado en Antropología y en Sociología.
Usted afirma que podría estar una hora y media analizando los resultados de las últimas elecciones. ¿No sería posible elegir un titular que recoja el elemento más destacado?Sí, sí. El titular está muy claro. Es el crecimiento de los extremistas de derechas de Sionismo Religioso, que crecen en la Knesset desde los seis diputados hasta los 14. Y junto con este elemento, el hecho de que este nuevo parlamento permite a Netanyahu hacer una coalición de derechas sin tener que contar con partidos del centro del mapa político, como había ocurrido en el pasado. Ahora, Netanyahu gobernará con una coalición plenamente de derechas.¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Si comparamos las elecciones del pasado 1 de noviembre con lo que ha ocurrido durante los últimos 30 años, podemos ver un crecimiento continuado de la presencia de judíos que se identifican con el espectro político de la derecha. A la vez, existe un decrecimiento constante en la cifra de judíos que dicen que son de izquierdas. En concreto, nuestras encuestas indican que alrededor del 63% de judíos en Israel dicen que son parte de la derecha, mientras que el 25% son de centro y sólo un 11% dicen ser de izquierdas. Estas cifras estan aún más ancladas hacia la derecha entre la juventud israelí y judía. El 72% de quienes tienen entre 18 y 24 años declaran ser parte de la derecha, mientras que solo el 8% dicen identificarse con la izquierda. Es fácil ver que la tendencia va hacia la derecha. Con estos datos, podemos imaginar lo que ocurrirá en el futuro.
Si comparamos las elecciones del pasado 1 de noviembre con lo que ha ocurrido durante los últimos 30 años, podemos ver un crecimiento continuado de la presencia de judíos que se identifican con el espectro político de la derechaSe suele decir que la demografía israelí empuja hacia esta dirección.
Sí. Primero de todo hay que tener en cuenta que en Israel no solo se vota por ideología, sinó también por identidad. Esto quiere decir que si soy un judío secular con un ingreso promedio, hay una gran probabilidad de que vote a un partido de centro o de izquierda. Si mi padre vota el Likud, es probable que yo también lo haga, o que apoye a otros partidos de su mismo bloque de alianzas de derecha que tengan claro que van a hacer que Netanyahu sea primer ministro. La probabilidad de que alguien se cambie de bloque es pequeña. Por otro lado, en nuestras encuestas se puede ver como el 90% de la población ultraortodoxa en Israel dice ser parte del espectro de derecha. Si las mujeres ultraortodoxas tienen un promedio de nueve hijos por cabeza, la demografía mueve el mapa hacia la derecha.
¿Ha habido hechos sobre el terreno que propicien estas tendencias?
Durante el último año y medio ha habido un par de sucesos que han alimentado estas tendencias. La primera de ellas fue en mayo y en junio de 2021, cuando Israel lanzó una operación llamada Los Guardianes del Muro contra la Jihad Islámica [un grupo armado palestino radicado en la franja de Gaza. Aquél intercambio de ataques se alargó 11 días [provocando más de 250 muertes en la franja de Gaza y 14 en territorio israelí]. Al mismo tiempo que tenía lugar ese conflicto, existieron disturbios en las ciudades mixtas de Israel, que es como se conocen los municipios donde hay mezcla social. La mayoría de judíos y árabes viven por separado en Israel. Yo por ejemplo vivo en una ciudad de 100.000 habitantes y prácticamente ninguno es árabe. En cambio, en las ciudades mixtas, judíos y árabes viven juntos, comen en los mismos lugares, conducen por las mismas carreteras e incluso viven en los mismos edificios, algo que ocurren en Jaffa, Haifa, Acre, Lod o Ramla.
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Durante la operación Guardianes del Muro hubo peleas en estas ciudades. Judíos iban contra árabes y árabes contra judíos. Algunos líderes de extrema derecha se desplazaron a estas ciudades y mientras miraban a cámara, dijeron: “lo veis? Judíos y árabes no pueden vivir juntos, deben vivir por separado, porque si no, los árabes en cualquier momento van a ir contra nosotros”. Decían cosas así. El personaje principal que lo hizo fue Itamar Ben-Gvir [líder de Sionismo Religioso]. Durante aquella operación militar, durante el tiempo que duró el miedo a pie de calle debido a aquellos disturbios, Ben-Gvir encontró mucha gente que se creyó lo que decía. Cuando te fijas en el crecimiento de los partidos extremistas, te das cuenta de que ese suceso fue algo clave. Ben-Gvir decía: “yo controlaré a los árabes en Israel, yo los voy a detener a ellos y a la violencia en las ciudades mixtas”. Y como él era el chico nuevo, alguien que nunca antes había tenido responsabilidades de gobierno, mucha gente dentro de la sociedad judía israelí piensa que él puede cambiar la situación.
¿Y cuál fue el otro suceso?
Pocas semanas más tarde de que tuviera lugar la operación de Los Guardianes del Muro, Mansour Abbás entró en la coalición de gobierno de Naftali Bennett y de Yair Lapid [el ejecutivo que mandó Netanyahu a la oposición]. Abbás es el líder del partido Lista Árabe Unida [que es un grupo palestino], y era la primer vez en la historia israelí que un partido árabe entraba en la coalición de gobierno. Alguien podría decir: “bueno, entonces hay posibilidad de cambiar las relaciones entre judíos y árabes en Israel. ¿Por qué esto no es algo positivo?”. Pero la entrada de los de Abbás en la coalición terminó teniendo un impacto negativo.
Los cuatro escaños de la Lista Árabe Unida fueron clave para que Bennett y Lapid lograran formar gobierno y aquello mandó al bloque de derecha a la oposición. Desde entones, durante el año y medio en el que este ejecutivo de Bennett y Lapid se ha sostenido en pie, los líderes de derecha han estado culpando a Mansour Abbás, además de a la comunidad árabe como grupo, de todo lo malo que le ha sucedido a Israel. Argumentan que el gobierno no lucha contra el terror porque Abbás está en la coalición, que la situación económica es mala en el país porque Bennett y Lapid ofrecen millones de shekels al partido palestino de Abbás. Este tipo de cosas. Mucha gente, tras oír estos argumentos una vez tras otra, se terminan creyendo la campaña de los líderes de derecha, que defienden que fue la entrada de Mansour Abbás en el ejecutivo lo que provocó tantos problemas en el país.
En las elecciones del 1 de noviembre, la participación de los votantes de derechas fue muy elevada.
Tras año y medio en la oposición, los votantes de derecha votaron en grandes porcentajes para cambiar la situación. Es quizá algo bueno que podemos destacar de las pasadas elecciones: el porcentaje de participación creció tanto entre el votante judío como entre el palestino. Fueron las quintas elecciones en tres años y medio y aún así la participación fue bastante alta. En concreto, el 3,2% más alta que las que hubo en mayo de 2021. La gente quiere ser influyente en el futuro de Israel. Tanto los votantes de derecha judíos, como la poblacíon árabe y ultraortodoxa. Es un buen signo del fortalecimiento de la democracia israelí.
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Si hablamos en concreto del papel de los partidos de izquierda, parece que no se han sabido defender.
Las izquierdas han pasado de tener 13 escaños en el parlamento a tener ahora solo cuatro. Solo el partido Laborista pasó el umbral. Meretz no lo hizo. Muchos votantes les abandonaron porque eligieron votar a los grupos grandes dentro del ámbito del centro izquierda. Como Yesh Atid, la formación que lidera Yair Lapid, que ha crecido muchísimo.
Hay algo que ha perjudicado a los partidos de izquierda. Después de pasarse años en la oposición, entraron en la coalición de gobierno [en 2021, de la mano del ejecutivo liderado por Bennett y Lapid]. Pero muchos votantes de izquierda sintieron que sus líderes no seguían lo que ellos mismos defendían antes de las elecciones de 2021. Se habían pasado tiempo hablando de que era importante aplicar medidas de izquierdas, que había que subir los impuestos, hablaban de la necesidad de ofrecer servicios de transporte público en los sábados durante el shabat. Pero después de un año y medio como ministra de transporte, Merav Michaeli, la jefa del partido Laborista, no hizo nada para que la población tuviera transporte público en los sábados. Viendo esto, muchos votantes han dicho, “bueno, si el partido Laborista y Meretz trabajan para Lapid porque aspiran a formar una coalición de gobierno con él, voy a votar directamente a Lapid, que lidera el mayor partido del campo del centro-izquierda”. De este modo, votan al partido más grande del bloque.
Muchos votantes de derecha piensan y dicen que los problemas que sufre Israel son debido a los árabes israelíes. Los líderes de derecha hablan muchísimo sobre ello. Ahora, ya nadie habla de Palestina. Hablan de los árabes israelíes. La conversación ha cambiado.
Hemos visto cómo la derecha ha sido capaz de captar votantes de muchos contextos distintos. ¿Hay algún elemento que una a todos estos electores?
El ámbito de la derecha es el más amplio en Israel y sería difícil hablar de una sola idea que lo cubra todo, pero me parece que algo que los conecta es la relación con los árabes israelíes. En el pasado, tanto si hablamos de los partidos de derecha como los de la izquierda, ambos hablaban del conflicto palestino. Unos para defender que continuara creciendo el número de judíos en Cisjordania, y otros para defender una solución de los dos estados. Pero ahora, ya nadie habla de Palestina. Hablan de los árabes israelíes. La conversación ha cambiado.
Muchos votantes de derecha piensan y dicen que los problemas que sufre Israel son debido a los árabes israelíes. Los líderes de derecha hablan muchísimo sobre ello. Por ejemplo, Ben-Gvir basó casi toda su campaña a hacer referencia a los árabes israelíes, y a discutir sobre el futuro conjunto de los judíos y los árabes en Israel. Si buscas una cuestión que conecte la mayoría de los votantes de derecha, es esta.
En El Salto Diario estuvimos en Jerusalén durante el día de las elecciones y percibimos una gran unidad entre los votantes de derecha. Tenían claro que iban juntos en coalición aunque votaran partidos distintos y apuntaban hacia los mismos temas, como el miedo a andar por la calle o a la inseguridad que sentían por compartir espacio con los palestinos con nacionalidad israelí.
Entonces podéis estar de acuerdo con lo que acabo de decir. En cambio, nadie habló con vosotros sobre el futuro de los territorios ocupados, ¿verdad? Daré un ejemplo. Hace 20 años, cuando había una campaña electoral, veías muchas palomas y símbolos de la paz. Ahora todo eso ha desaparecido. No habréis visto ni una durante las últimas elecciones. Nadie habla de la paz, ni de la solución de los dos estados, ni de mantener las cosas como están. Está totalmente fuera del debate político, también a pie de calle. Todo el debate, o casi todo el debate, es sobre el mal que hacen los árabes israelíes.
No, no lo creo [se para a pensar]. Creo que en algunos grupos en Israel existe un debate público sobre el miedo hacia los árabes israelíes, y del hecho de no poder andar por la calle tranquilamente en el país. Pero cuando andas por Tel Aviv o por Jaffa no puedes ver ni sentir ningún tipo de miedo.
Entonces, ¿el miedo es una estrategia política de la derecha?
Algunos líderes, y lo digo cuidadosamente, sacan rédito político cuando el discurso del miedo aumenta. Y prefiero no decir más.