India
La represión y una gestión nefasta por parte de Modi llevan a la India hacia el abismo

El autoritarismo de Modi, su exceso de confianza y una gestión desastrosa conducen a una inmensa crisis humanitaria y sanitaria. Mientras, Occidente, y especialmente la Unión Europea, sigue mirando hacia otro lado ante las terribles imágenes que nos deja la segunda ola de Coronavirus en la India.
India coronavirus
Una cola de pacientes a la puerta de un centro médico. Foto: ChocolateLr18(cc 2.0) (CC BY-NC)
12 may 2021 07:28

El olvido de Occidente hacia los países más pobres suele ser inversamente proporcional a los efectos y repercusiones que tengan en nuestras sociedades democráticas. A menor repercusión, mayor olvido. Cuando el año pasado Modi impuso uno de los confinamientos más estrictos del mundo, Occidente no prestó demasiada atención a la brutalidad con la que el mandatario había tratado a su pueblo. El confinamiento fue desastroso y acto seguido precipitó una migración masiva que ha llegado a ser comparada con la partición en el año 47 entre Pakistán y la India, causando un enorme sufrimiento a una población desesperada. La gente se vio abocada a huir para escapar de la miseria, el hambre y la muerte, a veces caminando miles de kilómetros para acabar de igual modo desfalleciendo. Según Reuters, 750 personas murieron entre el 25 de marzo y el 31 de mayo de 2020 en las carreteras de la India, de los cuales 198 eran trabajadores migrantes: “los migrantes perdieron la vida mientras caminaban, iban en bicicleta y viajaban en camiones y camionetas con un calor intenso, así como en choques masivos que involucraron autobuses”.

En cualquier caso, no ha sido ni mucho menos la única medida brutal que ha impuesto Modi y su partido, el BJP, durante estos años. De la mano del nacionalismo hindú se ha producido el mayor asalto a la democracia desde tiempos de Indira Gandhi cuando ésta declaró el Estado de Emergencia en el año 75. Desde un punto de vista geopolítico, no parece que las preocupaciones de Occidente vayan a aumentar ante una eventual segunda guerra fría entre los Estados Unidos y China que alentó Trump, pero que la nueva administración Biden parece dispuesta a asumir. Asimismo, hay que reconocer que Occidente tampoco tiene ningún motivo para protestar porque detrás de la miseria que Modi genera internamente, están los grandes intereses de las corporaciones occidentales.

En la misma línea, vale también la pena recordar que España dio un buen ejemplo en el año 2017 cuando el expresidente, Mariano Rajoy, alabó las reformas neoliberales de Modi durante un encuentro oficial. En ocasiones se llama realpolitik, pero no hace falta indagar demasiado para encontrar la verdad, dado que “Modi había invit[ado] a las empresas españolas a participar en la renovación y modernización de las infraestructuras [en la India]”. Por si hubiese más dudas, al mismo tiempo tuvo lugar un “Foro de Consejeros delegados hispano-india” donde participaron empresas españolas como Airbus, Navantia, Indra o Acciona.

Modi es probablemente a día de hoy el mayor representante de la extrema derecha en el mundo. Tanto la extrema derecha europea, como los Estados Unidos de Trump, han intentado acercar posturas a modo de formar una internacional reaccionaria

Modi es probablemente a día de hoy el mayor representante de la extrema derecha en el mundo. Como se deduce de un interesante artículo de la influyente revista Foreign Policy, tanto la extrema derecha europea, como los Estados Unidos de Trump, han intentado acercar posturas a modo de formar una internacional reaccionaria. Un ejemplo impactante fue la visita de parlamentarios europeos de extrema derecha a Cachemira, después de que Modi eliminase su estatus especial a finales del 2019 y denegara el acceso a periodistas en otro intento de coartar la libertad de prensa.

De todas formas, el creciente autoritarismo del nacionalismo hindú ha encontrado a menudo un gran aliado en los medios de comunicación. En este sentido, la escritora y activista, Arundhati Roy, ha sido muy crítica con el papel que la prensa ha jugado en su país y ha denunciado que el fascismo no habría llegado a la India “si no fuera por los medios” y por el hecho de que el pueblo esté unido “por una tubería de odio que es canalizado por los principales medios de comunicación”.

Esto se ha podido comprobar en la forma en la que la prensa ha tratado las protestas multitudinarias de los agricultores. Previsiblemente, las reformas neoliberales de Modi no han producido ese milagro económico que tan cansinamente lleva repitiendo años y han provocado el efecto contrario: agravar aún más sus pésimas condiciones de vida, no poniendo ninguna solución a que miles de agricultores se suiciden cada año. Después de un confinamiento que dañó severamente a la población, Modi utilizó este shock para continuar con sus planes de liberalización de la economía. Una medida especialmente cruel y que supone abandonar a la gente a merced de la depravación de las grandes compañías.

Afortunadamente, esto ha encontrado una respuesta de unos agricultores cada vez mejor organizados, aunque, por otro lado, estos nobles esfuerzos han sido contrarrestados por una campaña de difamación mediática. Tal como ha afirmado el Financial Times, la respuesta del BJP “ha sido arremeter contra supuestos enemigos en el país y en el extranjero”, también a través de teorías conspiratorias como ha sido el caso reciente de la activista medioambiental Greta Thunberg, por haber mostrado su apoyo a las protestas.

La utilización de estas tácticas desinformativas no nos debe sorprender, dado que la extrema derecha lleva años utilizando las mismas estrategias que con tanta brillantez denunció la excelsa periodista filipina Maria A. Ressa antes de la llegada de Donald Trump. Desgraciadamente, a pesar de que en los Estados Unidos María A. Ressa es una eminencia por su inagotable esfuerzo contra el régimen de Duterte, en España se ha tenido muy poco en cuenta sus análisis sobre estas campañas de desinformación.

Después de un confinamiento que dañó severamente a la población, Modi utilizó este shock para continuar con sus planes de liberalización de la economía

Las campañas de desinformación penetran cada vez con mayor eficacia en un pueblo más asustado e impotente que desconoce el origen y la causa de sus problemas. Este miedo creciente tiene un parecido muy inquietante con lo que planteaba en su época Erich Fromm en sus libros divulgativos sobre las causas del fascismo y el nazismo en Europa. En el caso del nacionalismo hindú el ejemplo es asombroso. No hay que olvidar que la organización de extrema derecha RSS ̶ con gran influencia en el movimiento nacionalista hindú y en Modi ̶ ha tenido desde sus inicios una conexión ineludible con el fascismo y el nazismo.

Esto queda bien reflejado a día de hoy en forma de medidas represivas escandalosas. Los esfuerzos para quitar derechos a la población musulmana y desposeerlos de su ciudadanía o la decisión de quitar el especial status que tiene la región de Cachemira son medidas abiertamente neonazis. Encaja también dentro de la misma política que el Estado de Israel lleva haciendo décadas, pero que ha llegado a niveles inusitados de destrucción con la extrema derecha, en la línea de los valores mostrados por el primer ministro Benjamín Netanyahu. Cabe destacar que el pasado 20 de abril, Human Right Watch acusó “a las autoridades israelíes” de “mantener la dominación de los judíos israelíes sobre los palestinos” y de “poner en práctica un apartheid”.

Por su parte, Modi utiliza la región de Cachemira para hacer gala de un fervoroso nacionalismo en contra del enemigo de la nación, Pakistán, además de criminalizar y deshumanizar a cerca de 200 millones de musulmanes. Asimismo, el BJP está haciendo esfuerzos hercúleos para acabar con la separación de poderes como queda reflejado en su asalto al sistema judicial, visibilizado por una Corte Suprema cada vez menos imparcial. Además, los planes del nacionalismo hindú pasan por extender su poder por estados que todavía no controla. Esta ambición del gobierno por aglutinar cada vez más poder condujo a que Modi cometiera un grave error que puede ser un punto de inflexión en el panorama político indio.

Haciendo balance del primer confinamiento, el pasado 28 de enero Modi aseguró que él había salvado “a la humanidad de un gran desastre al contener el coronavirus de manera efectiva”. Poco después, en febrero, su partido “aprobó una resolución elogiando su “liderazgo por presentar a la India al mundo como una nación orgullosa y victoriosa en la lucha contra el covid-19”. En la resolución se podía leer que “se derrotó al covid19 bajo el liderazgo capaz, sensible, comprometido y visionario del primer ministro Narendra Modi”.

A día de hoy sabemos que Modi no hizo caso a la comunidad científica. Gracias al prominente y reputado científico, Rakesh Mishra, hemos sabido que el panel de expertos había advertido a Modi sobre su “gran preocupación”, a raíz de que “nuevas y más contagiosas variantes de coronavirus se estaban apoderando del país”, con lo que “era muy probable que los casos y muertes de Covid aumentaran exponencialmente”. Sin embargo, las preocupaciones del gobierno eran otras tal como podemos comprobar por el ministro de sanidad, Harsh Vardhan, al declarar el 7 de marzo que India estaba en el “final de la pandemia”. El 30 de marzo los casos de Coronavirus reportados eran ya más de 80.000, pero el ministro seguía manteniendo que “la situación estaba bajo control”.

De esta manera, la India iba rumbo al desastre. Dos semanas más tardes, el gobierno de Modi permitió la fiesta religiosa del Kumbh Mela, a pesar de que se hacía evidente que la peregrinación de millones de personas iba a aumentar exponencialmente los casos ya en plena segunda ola. Además, el gobierno también dejó que se produjeran grandes actos políticos en un momento en el que Modi estaba centrado en alcanzar el poder en el estado de Bengala Occidental.

Afortunadamente, todos los esfuerzos para ganar las elecciones fueron en vano y Modi recibió una contundente derrota en las elecciones del día 3 de mayo al conseguir en Bengalia menos de 80 asientos frente a un total de 292. No hay duda de que ha sido un revés para Modi, aunque quizá tampoco haya que caer en análisis exagerados, dado que venía de conseguir solo 3 diputados en el año 2016.

De lo que no hay duda es que Modi ha llevado paulatinamente a la India hacia el desastre. Negar la realidad durante meses ha sido tan irresponsable como no haberse preparado para una segunda ola de coronavirus. La India necesitaba de camas, de oxígeno, de ventiladores y de mayor capacidad de testeo. De igual forma, la vacunación ha sido muy lenta, a pesar de que el país es el mayor fabricante de vacunas del mundo.

El comportamiento de la UE es completamente suicida, ya que no atajar el problema a la vez que se complace a las grandes farmacéuticas, puede significar que afloren nuevas variantes que sean resistentes a las vacunas

Si bien esto hay que matizarlo, porque los países occidentales han jugado un papel clave en asegurar que los países más pobres no puedan acceder a las vacunas. Acapararlas todas no solo muestra la avaricia de nuestros gobiernos, sino que además complica poner fin a la pandemia. En este sentido, tanto la Unión Europea como los Estados Unidos, han estado reteniendo las vacunas que los países más pobres necesitan de manera urgente. La población más pobre sigue esperando a Godot...

Toda esta injusticia ha sido resumida perfectamente por el sociólogo filipino Walden Bello al hablar de “la tremenda irracionalidad del capitalismo global, donde las ganancias de unos pocos tienen prioridad sobre las vidas de muchos”. También tuvo palabras para condenar un escándalo de la administración Biden que ha pasado desapercibida y que fue recogido por The New York Times. La promesa de Biden de enviar 60 millones de dosis de AstraZeneca tenía “trampa”. Como informa el periódico, estas dosis podrían estar contaminadas, ya que su producción tuvo lugar “en una planta de Baltimore [...] donde la producción se detuvo en medio de temores de contaminación”.

No obstante, al analizar el comportamiento de nuestra Europa se llega a la conclusión de que en muchos sentidos está siendo peor que la del Imperio. Ante la importante decisión de Biden de liberalizar las patentes, la Unión Europea de momento no está por la labor de rectificar, a pesar de que gobiernos como el de España han cambiado de opinión, dadas las presiones de los partidos a la izquierda del PSOE, como de las propias organizaciones en defensa de los derechos humanos. En cualquier caso, hay que subrayar que el comportamiento de la UE es completamente suicida, ya que no atajar el problema a la vez que se complace a las grandes farmacéuticas, puede significar que afloren nuevas variantes que sean resistentes a las vacunas.

Los grandes discursos triunfalistas de Modi han chocado con relatos que son especialmente estremecedores. El de Arundhati Roy muestra hasta qué punto la desesperanza y la angustia devoran a su pueblo ante la posibilidad de que el mandatario “rescriba la historia” y dé el golpe final a una democracia en sus últimos días de vida. Este escenario apocalíptico encuentra su máxima expresión tanto en las terribles imágenes que estamos presenciando, como en la respuesta totalitaria de Modi que busca eliminar la disidencia utilizando técnicas de censura muy similares a las de Erdogan. Para ello encontró un perfecto aliado en las grandes tecnológicas: Facebook, Twitter e Instagram, mostrando de nuevo que el autoritarismo y el neoliberalismo van en muchas ocasiones de la mano. Se percibió muy claramente desde el principio cuando los Chicago Boys asaltaron Chile, pero hasta ahora no se empieza a percibir de nuevo con claridad tal como ha observado con sagacidad Santiago Alba Rico.

Asumir este nuevo escenario debe servir también para encontrar soluciones factibles que se hagan dentro de un nuevo marco internacional basado en la cooperación y en la generosidad. El sufrimiento inimaginable de tantos pueblos que están al borde del abismo debe despertar una respuesta. El caso de la India es tan impactante como el de otros tantos países que desgraciadamente no centran las portadas. El secretario general de Naciones Unidas acaba de advertir que “más de 30 millones de personas están a un paso [...] de la hambruna”. Todo esto entra dentro de una nueva normalidad estremecedora. Es, por lo tanto, momento de decir basta y empujar para que una respuesta internacional y solidaria ponga freno a la barbarie de la que somos en parte responsables.

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#90192
16/5/2021 14:37

Este pasado viernes, un grupo de padres y madres parqueando mientras las criaturas jugaban enmascaradas, discutían racionalmente, y se animaban recíprocamente con argumentos cada cual más elevado, sobre el problema de fondo en el que vivimos: el fraude que cometen los inmigrados para recibir ayudas sociales. Es decir, gente credencializada, obreras de hostelería, gente bien pensante de jornada partida y delirantemente clasemedianista aspiracional, había encontrado la clave de bóveda para resolver el problema del fascismo capitalista: hacerse fascistas de parque.
Todo ello ante una persona con la que aparentemente interactúan desde hace años, que ha quedado tullida, discapacitada e inmerme y que a duras penas si puede valerse para trabajar y llevar un jornal a casa por el fascismo corporativista de otros credencializados.
Ya veis que el fascismo no va de Vox-es o Modi-s, está incrustado aquí al lado, entre nosotras, defendiendo el fascismo de las clases opresoras y humillando aún más a las desposeídas.
Luego están los que terminan normalizando la barbarie como un hecho ineluctable, natural, psicópatas bien adaptados que pasan desapercibidos en este magma eugenésico del que son engranajes necesarios.
Y así.
No dejéis de intentar tejer redes de ayuda mutua, de solidaridad recíproca entre iguales, igualandoos con vuestros actos. Os aseguro que la indefensión y el dolor te permiten experimentar sin lugar para la especulación, el valor de las buenas personas y su desoladora escasez.

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0
#89796
12/5/2021 10:39

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#89781
12/5/2021 8:28

Occidente retener vacunas, mientras los países pobres nada? Menuda sorpresa

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