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Honduras
Xiomara Castro comenzará mañana su mandato en plena crisis política
Dos presidencias del congreso diferentes y un futuro inmediato incierto es lo que tiene por delante la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro. La líder del partido Libertad y Refundación (LIBRE) tomará posesión de su cargo como jefa del gobierno hondureño mañana 27 de enero, después de que en las elecciones del pasado 28 de noviembre saliera victoriosa con un 51,12% de los votos, frente a Nasry Asfura, candidato de la formación entonces en el gobierno, el Partido Nacional de Honduras, quien quedara segundo en la contienda electoral con un 36,93%.
Entonces la victoria de Castro, interpretada como la vuelta al poder de la izquierda hondureña después de doce años, fue celebrada por miles de personas en el país centroamericano. Sin embargo, casi dos meses después, las fuerzas progresistas enfrentan un escenario que que ya temían: los intentos del partido hasta ahora en el gobierno, liderado por Juan Orlando Hernández (conocido como JOH), y las élites económicas del país de dinamitar los esfuerzos de transformación prometidos por la nueva mandataria.
La presidenta electa expulsó del partido a los diputados disidentes y llamó a sus votantes a cuidar de la democracia hondureña, con una vigilia que congregó a miles de personas en el perímetro del parlamento durante el fin de semana
El conflicto se ha manifestado en forma de escisión del propio partido vencedor de las elecciones, cuando, ante la votación de la jefatura del congreso, 20 de sus diputados incumplieron el acuerdo que la líder había cerrado con Salvador Nasralla, a la cabeza del Partido Salvador de Honduras, con quien se había comprometido, a cambio de su apoyo para alcanzar la presidencia, a reservar a Nasralla el cargo de vicepresidente y a su partido la jefatura del parlamento. La confrontación fue registrada por las cámaras en el congreso hondureño, la secuencia en la que diputados de LIBRE llegaban a las manos dio la vuelta al planeta.
La reacción de Castro ante los movimientos de parte de sus diputados, de los que ya habían sembrado sospechas al no comparecer en una reunión entre los dos partidos aliados, fue la firme acusación de traición y la promesa de que tomaría posesión ante un juez, antes que ante una junta que considera ilegítima. La presidenta electa expulsó del partido a los diputados disidentes y llamó a sus votantes a cuidar de la democracia hondureña, con una vigilia que congregó a miles de personas en el perímetro del parlamento durante el fin de semana, ante quienes pronunció un discurso reafirmándose en su intención de no permitir que se ensombreciera su legislatura.
🔴 #𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔𝗜𝗡𝗙𝗢𝗥𝗠𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢 | "Esos políticos que utilizaron una bandera que significa lucha, sacrificio y revolución, y que así como Judas se han vendido por unas cuantas monedas", dice la presidenta electa @XiomaraCastroZ. 𝗘𝗡 𝗩𝗜𝗩𝗢 por @TSiHonduras pic.twitter.com/5YPc8059Zh
— Noticieros Hoy Mismo (@HoyMismoTSI) January 23, 2022
El pasado domingo ambas mesas fueron ratificadas, la respaldada por la presidenta, y encabezada por el diputado del Partido Salvador de Honduras, en sede parlamentaria, y la votada por los 20 disidentes, junto al Partido Nacional y el Partido Nacional, y que ponía al frente al diputado de LIBRE, Jorge Cálix, en club social ubicado en la periferia de la capital. Ayer, 25 de enero, se constituyó el nuevo legislativo presidido por Luis Redondo.
Desde que iniciara esta semana, Estados Unidos ha intentado mediar llamando tanto a Redondo como a Cálix, a llegar a un acuerdo o proponer una tercera solución. La relación de Estados Unidos con el país siempre ha estado bajo sospecha, la tradición intervencionista de la potencia sobre los asuntos de Centroamérica se ve reflejada en la presencia militar que este país tiene en territorio hondureño, con la ampliación de la base de Palmerola y el establecimiento de nuevas bases a partir del golpe de Estado de 2009.
La vicepresidenta estadounidense Kamala Harris será una de las mandatarias presentes en la toma de posesión prevista mañana 27 de enero, a la que acudirán también la vicepresidenta argentina Cristina Fernández, o el rey Felipe VI. Una llegada al poder que se da en un contexto que parece prever una ciclo político difícil e inestable, ante las maniobras del partido gobernante desde el golpe de 2009 y las élites económicas del país.
Un historial complicado
Los temores no son infundados, Castro es esposa de Manuel Zelaya el presidente expulsado del poder en 2009 por lo que fue denominado un golpe institucional en el que participó también la que fuera entonces su formación política, el Partido Liberal de Honduras. Tras la salida de Zelaya, al que se apartó por “la cuarta urna”, su decisión de organizar una votación que permitiera un nuevo proceso constituyente en ocasión de las elecciones de noviembre de aquel año, a pesar de que la propuesta había sido declarada ilegal por parte del poder judicial.
Tras ser sustituído por el entonces presidente del congreso, Roberto Micheletti, en los últimos meses de legislatura, el ganador de las elecciones de 2009, Porfirio Lobo, del Partido Nacional de Honduras, tomaría el cargo en 2010. Un gobierno no reconocido internacionalmente a raíz del golpe de Estado. Lobo invirtió sus primeros meses de mandato para obtener el reconocimiento de la comunidad internacional, algo que no acabó de concretarse hasta que firmara junto a Zelaya, en 2011, un acuerdo para la reconciliación nacional.
La corrupción, la inseguridad, y el narcotráfico marcaron los cuatro años de gobierno de Lobo, mientras crecía el descontento de la población. Sin embargo, en 2013 fue el candidato del mismo partido, Juan Orlando Hernández, quien salió victorioso con un tercio de los votos emitidos, seguido por Castro, quien se presentaba como cabeza de LIBRE por primera vez.
Cuatro años más tarde, después de que una reforma permitiera que el jefe del ejecutivo se presentara a la reelección, Juan Orlando Hernández saldría victorioso por un estrecho margen, entre denuncias de irregularidades que implicaron desde el cierre temprano de los centros electorales, a la paralización del recuento durante 36 horas cuando los datos parecían favorables a Nasralla que en esa ocasión encabezaba la Alianza de Oposición contra la Dictadura en la que también se encontraba LIBRE. El anuncio de la controvertida victoria de JOH fue recibido con multitudinarias protestas, fuertemente reprimidas por el gobierno que decretó el toque de queda.
La clara victoria de Castro el pasado noviembre fue recibida con entusiasmo 12 años después de un golpe que fue identificado como el primero de una serie de golpes institucionales que se darían en América Latina con el objetivo de destituir a líderes progresistas incómodos
Con estos precedentes, la clara victoria de Castro —que será la primera presidenta del país— el pasado noviembre fue recibida con entusiasmo 12 años después de un golpe que fue identificado como el primero de una serie de golpes institucionales que se darían en América Latina con el objetivo de destituir a líderes progresistas incómodos, como el que acabó con el gobierno de Fernando Lugo en Paraguay, en el 2012, o expulsó de la presidencia a Dilma Rouseff en 2016, en Brasil. El fantasma de lo sucedido con Manuel Zelaya ensombrece la llegada al poder de un liderazgo que ha arrancado tantas esperanzas entre la izquierda.
Honduras
Honduras Carta abierta a la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro de Zelaya
Con una gran incidencia de la violencia política y frecuentes asesinatos contra activistas defensores de los derechos humanos y de los recursos naturales, y con un modelo económico de explotación del territorio para beneficios privados, la represión a los movimientos de protesta —como sucedió en las protestas universitarias durante el verano de 2019— la corrupción, el narcotráfico (que salpicó a la familia de JOH siendo condenado su hermano a cadena perpetua en marzo de 2021), y la impunidad, han marcado la historia reciente del país.
A la pobreza, que alcanzaría a siete de cada diez hondureños, y la violencia del crimen organizado encarnado también en las maras, se une la desconfianza en la clase dirigente y en la justicia. Esta situación ha llevado en los últimos años al éxodo de miles de hondureños, como mostraron las caravanas migrantes hacia el norte, en busca del futuro que no encuentran en su país.