Estación Central de Varsovia - 14
No todos los desplazados de la guerra tienen la capacidad para transitar por el conjunto de la UE. Edu León

Guerra en Ucrania
¿Por qué muchos africanos no condenan a Rusia como querrían los europeos?

La abstención de 17 países africanos en una resolución de condena a Rusia en la ONU marca un posible fin del mimetismo en la relación entre África y Europa. Muchos africanos ven en el desarrollo de un discurso no alineado a Occidente como una fuente de esperanza.

“¿Tú has visto cómo tratan a los africanos en la frontera de Ucrania?”, se pregunta Khalifa Jabbi retóricamente. Él mismo, un estudiante que intenta reunir dinero para pagar su diploma, responde: “No sé cómo pretenden que apoyemos esta guerra total contra Rusia si tratan así a nuestros hermanos”. El maltrato de los estudiantes africanos en la frontera con Polonia fue una anécdota pasajera en la prensa europea, pero en muchos países africanos ha tenido mucha más importancia. En Gambia y Senegal, la invasión rusa de Ucrania empezó como un eco lejano, pero tres meses después de su inicio ya es imposible evitar la cuestión. Ucrania y Rusia representan el 30% de las exportaciones mundiales de trigo, y Rusia es también uno de los principales productores de fertilizante. La gasolina, tanto en Gambia como en Senegal, tiene un precio que roza el euro por litro. Todos los productos que entran por el puerto son más caros: el aumento de precio de la gasolina es un coste extra para todos los ciudadanos del país.

Las furgonetas que hacen de transporte público corren más que nunca en la única autopista que conecta Busumbala con la capital política —Banjul— y la capital económica —Serekunda— de Gambia. Los conductores ignoran todas las normas de tráfico convencionales: adelantan por donde pueden, salen de la carretera, circulan temporalmente en contradirección, pasan a centímetros de algunos viandantes. No es una novedad, pero estos días su urgencia es máxima: ir más rápido significa hacer más veces la ruta y ganar más dinero con el que compensar los gastos. Hacer menos rutas —o hacerlo sin clientes que suban a la furgoneta— significa perder dinero. Son días en los que, también, las redes sociales explican que cada vez hay más accidentes mortales en las carreteras de Gambia. Es, hasta cierto punto, una carrera contra el hambre.

El conflicto en Ucrania ha agravado la delicada situación de países como Gambia. El pan ya ha subido de precio en un país que, cada vez más, se explica a sí mismo a través del cinismo

El conflicto en Ucrania ha agravado la delicada situación de países como Gambia. El pan ya ha subido de precio en un país que, cada vez más, se explica a sí mismo a través del cinismo: “Este país está completamente loco. Cada día te levantas y te encuentras con una crisis nueva”, cuenta Sema, también estudiante. Pese a que muchos lamentan la guerra en Ucrania y son conscientes de los efectos negativos que esta tiene sobre su vida, no todos condenan a Rusia. Khalifa no ve a los rusos como una amenaza para su país, y señala que Estados Unidos ha atacado a países sin que hubiera el mismo nivel de indignación: este gambiano considera que, cuando los muertos son en países pobres y musulmanes, Occidente simplemente decide mirar hacia otro lado.

La condena a Rusia en la ONU

A nivel diplomático, muchos países africanos han expresado las mismas dudas que tienen sus ciudadanos. A principios de marzo, Senegal vivió una polémica muy particular: la embajada ucraniana en Dakar, la capital del país, intentó reclutar a voluntarios para ir a luchar contra los rusos. La delegación de Kiev obtuvo 36 peticiones, pero el gobierno local actuó rápidamente cerrando la puerta a la idea tras verificar que la oferta era real. Senegal, históricamente alineado con los intereses occidentales vía París, se abstuvo en la votación de condena a Rusia en la ONU. Dieciséis países más del continente hicieron lo mismo. La votación contó con un gran apoyo (141 países votaron a favor, cinco en contra y 37 se abstuvieron), pero vio cómo países que representan a más de la mitad de la población mundial (China, India y una parte importante del continente africano) no condenaron a Moscú. Las reacciones en la prensa occidental fueron inmediatas, y en muchos casos se preguntaron por qué motivo los africanos habían decidido dar la espalda a la democracia y los derechos humanos.

Lo más llamativo en esta controversia es la construcción de la narrativa. La posición de China se ha entendido y en algunos casos se ha aceptado como algo natural, quizás debido al utilitarismo que se aplica al análisis de las relaciones entre China y los otros países. Por otro lado, la gran paradoja queda reflejada en el comportamiento de la Unión Europea. Mientras los Estados miembros envían material de guerra a los ucranianos, la compra de gas y petróleo ha servido para financiar a Rusia en su esfuerzo bélico. Pese a las protestas airadas de las cancillerías europeas, desde hace días las principales empresas europeas están aceptando la petición rusa de pagar las importaciones energéticas en rublos. El balance de la guerra en el mercado de divisas es una ironía: el euro lleva semanas perdiendo valor respecto al dólar; el rublo, tras una caída inicial, ya está más fuerte que antes del inicio de la invasión. La moneda rusa se ha revalorizado, en gran parte, por la demanda de sus productos en la Unión Europea.

Llama la atención la incomprensión de la opinión pública europea cuando son los países africanos los que no se alían con la postura occidental. Parece que todo se reduce a demostrar quién tiene una mayor categoría moral

De modo que llama la atención la incomprensión de la opinión pública europea cuando son los países africanos los que no se alían con la postura occidental. Parece que todo se reduce a demostrar quién tiene una mayor categoría moral. La invasión de Ucrania es injusta como todas las otras invasiones. De hecho, es un episodio que recuerda la colonización de los otros pueblos por Occidente, y que sigue bajo otras formas de explotación con la presencia de las empresas occidentales de extracción de las materias primas. Desde esta perspectiva, todos los pueblos africanos deberían salir a la defensa de Ucrania porque nadie mejor que ellos sabe lo que significa la ocupación territorial y la explotación por fuerzas invasoras. Cada africano tiene un colonizado dentro.

Sin embargo, como dice el refrán africano, “en una pelea entre elefantes, las víctimas mortales son las hormigas”. Aplicado a las relaciones internacionales, este proverbio se convierte en un axioma. Las históricas confrontaciones provocadas por Occidente han causados los mayores desastres de la humanidad. Las dos guerras mundiales provocadas por Europa son el mayor ejemplo de ellos. Ambas tenían motivaciones que iban más allá del continente, tal y como demuestra el hecho de que Alemania perdiera su imperio colonial africano tras perder la I Guerra Mundial. Ambos conflictos estuvieron cargados de un doble discurso que ha sobrevivido: las potencias ganadoras en las dos guerras declaraban luchar por la democracia y los derechos humanos, y lo hacían a la vez que mantenían jerarquías raciales en sus sociedades y en sus colonias. Francia celebró la derrota del nazismo y, el mismo día, masacró a miles de argelinos independentistas en Sétif. Hasta cierto punto naturalizaban la clasificación de la humanidad a partir del color de la piel, tal y como sigue sucediendo en Europa a la hora de definir quién es un refugiado digno de ser acogido —como ha sucedido con los ucranianos— y quién es una amenaza para la civilización: negros, árabes. El discurso sobre los derechos humanos margina de la toma de decisiones a la mayoría de la humanidad; y luego se sorprende cuando esta, a veces, decide no comprarle el discurso.

La invasión rusa de Ucrania es el elemento que confirma que nuestro presente sigue influido por este binarismo marcado por la dominación revestida de humanitarismo

La doctrina occidental acerca de los derechos humanos admite que se puede provocar la muerte de personas en nombre de “una guerra justa” —tal y como ha sucedido en Iraq, Pakistán, Somalia o Yemen— para salvar a otras. También se pueden entregar armas a una facción rebelde y cerrar las fronteras a los civiles que huyen del conflicto y de los rebeldes a los cuales se han entregado esas armas. Según esa carga doctrinal, todo es justificable según la distancia que tiene Occidente con las víctimas. La invasión rusa de Ucrania es el elemento que confirma que nuestro presente sigue influido por este binarismo marcado por la dominación revestida de humanitarismo.

En Europa, la creación del estado de bienestar aplacó parcialmente la conciencia de clase. En el resto del mundo, el fin de la Guerra Fría reforzó una fantasía colectiva según la cual vivimos en un mundo equilibrado y pacífico. A nivel global, el progreso económico basado en la explotación de los estados más débiles ha afianzado relaciones cada vez más desiguales. Por todas partes se libran luchas donde las culturas dominantes aseguran el control de la narrativa hegemónica. Los más desaventajados han de clonar la hegemonía cultural occidental con tal de defender los derechos humanos, aunque ellos no estén incluidos en esa definición.

Más allá de Europa: el movimiento de los no alineados

Teniendo en cuenta todo este antecedente histórico, llama la atención las reacciones de los Estados africanos frente la invasión de Rusia en Ucrania. En nombre de la realpolitik, los países africanos se deberían haber conformado en su rol de seguidores acríticos de Europa en todas sus aventuras bélicas, incluso dentro del continente africano. En las últimas décadas, su presencia en el Consejo de Seguridad consistió en ser una extensión de sus antiguas metrópolis al dar el sentido a su voto. Por todo ello, la abstención de los Estados africanos marca un posible fin del mimetismo en la relación entre África y Europa. Muchos africanos ven en el desarrollo de un discurso no alineado a Occidente como una fuente de esperanza.

No es, ni siquiera, una novedad ni un invento reciente: tras las independencias africanas en los años 50 y 60, líderes de países como Ghana o Egipto asumieron posiciones de liderazgo en el llamado “Movimiento de los No-Alineados”. Este movimiento pretendía que los países del llamado Tercer Mundo tuvieran una posición neutral en el choque entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En muchos casos, la pretensión de los líderes del movimiento era jugar a ambos lados del tablero y beneficiarse de ello. Sus discursos nacionalistas, habitualmente vinculados al control de los recursos naturales de sus países, fueron vistos con antipatía desde Washington. Ignorando la complejidad propia de cada sociedad, muchos de esos líderes fueron considerados “comunistas”, y algunos de ellos fueron tumbados en golpes de Estado. ¿La justificación? Eran agentes controlados por Moscú. Si ayer eran marionetas del proselitismo soviético, hoy lo son del renacido imperialismo nacionalista ruso. En ambos casos, este tipo de narrativa busca reforzar el mimetismo de los Estados africanos con sus homólogos europeos.

En ese mimetismo, sin embargo, el agente imitador puede rebelarse contra la posición dominante cuando su supervivencia está en juego. En el caso de decenas de Estados africanos, la dependencia de las importaciones de trigo ruso representa más del 50% del trigo que compran en el mercado mundial: “De la misma manera que Occidente no quiere romper con Moscú por la cuestión energética por cómo afectaría esto a sus ciudadanos, los estados de África oriental intentarán protegerse”, explicaba en Al-Jazeera el escritor keniano Patrick Gathara.

Cualquier movimiento desde África que busque relacionarse con socios nuevos es explicado a partir de estas premisas: pactar con Europa o Estados Unidos es lógico y saludable; hacerlo con Pekín o Moscú puede dar lugar a una explotación salvaje de los recursos naturales

La narrativa hegemónica occidental ha quedado estancada. Con su incapacidad de renovarse, prefiere confinar los Estados africanos en el corazón de las tinieblas. Cualquier movimiento geopolítico desde África es considerado una mera consecuencia no intencionada de Europa. La influencia occidental en África es una realidad, pero no anula la capacidad de decisión de los africanos. En los últimos años, el eje económico del mundo se ha ido desplazando hacia Asia, con un énfasis especial en China. Muchos países europeos lo han aceptado mientras esto sirviera para mantener la rentabilidad de sus empresas; pero en cuanto este auge económico se ha traducido en influencia política en el exterior han hablado de “nuevo imperialismo chino”. Cualquier movimiento desde África que busque relacionarse con socios nuevos es explicado a partir de estas premisas: pactar con Europa o Estados Unidos es lógico y saludable; hacerlo con Pekín o Moscú puede dar lugar a una explotación salvaje de los recursos naturales.

¿Y si Moscú controlara la moneda de 14 países africanos?

La ruptura de las relaciones diplomáticas entre Mali y Francia es un ejemplo de ello, a raíz del acuerdo de defensa entre el país africano y la empresa rusa Wagner. Los medios europeos relacionaban la presencia rusa en África con la inmadurez y la corrupción de unos dirigentes que permitían el saqueo de los recursos naturales de África por Rusia. Incluso cuando estas ideas pueden ser ciertas, los mismos medios no usan el mismo tono cuando los protagonistas son Estados europeos. Así, Putin busca tener su “jardín africano” cuando expande su influencia en África, en cambio el primer ministro italiano Draghi “asegura el suministro del país” en sus acuerdos con Angola, tal y como explicaba Bloomberg. No importa si lo ocurrido en Mali es el resultado de un apoyo popular y una resistencia contra la presencia francesa. Según el Afrobarometer, la junta militar de Mali era la institución más valorada por los malienses en 2020, lo que explica que la mayoría de los malienses valorasen positivamente la presencia rusa si esta ayuda a su ejército. En muchos otros países africanos como Senegal existe un rechazo popular hacia Francia y muchos jóvenes miran a los militares malienses con cierto orgullo africano.

Todo ello es caricaturizado como un paso en falso, producto de la manipulación que los africanos sufren viendo Russia Today o leyendo noticias falsas en Facebook. Ante ello, cabe hacerse una pregunta: ¿qué diría la prensa europea si 14 países africanos usaran una moneda ligada a Moscú?, ¿qué dirían si la mayoría de los sectores estratégicos de esos países estuvieran controladas por empresas rusas?, ¿cómo explicarían que Rusia empezara a promover golpes de Estado en esos países para instalar a presidentes afines a sus intereses? Probablemente, antes de que todo eso sucediera, Europa pediría intervenciones militares para frenar al agresivo imperialismo ruso. Cabe recordar que esa situación existe, pero que el protagonista de este control no es Rusia, sino Francia. Y todo eso sucede sin grandes alegatos contra el imperialismo, ni a favor de los derechos de los países a defenderse de los intereses de las grandes potencias. Los africanos que viven las consecuencias de esta realidad no tienen una buena opinión sobre Europa. Y su posicionamiento político ya era así sin necesitar para nada a los canales de televisión rusos.

Esa mezcla de desconocimiento y exigencia de pleitesía es una constante de la historia colonial. En España se ha publicado recientemente un cómic, Diez mil elefantes (Reservoir Books, 2022), que recuerda los intentos del colonialismo español de explicar cómo funcionaba la sociedad de Guinea Ecuatorial. Intentando imitar a los grandes imperios pero con menos recursos, la epopeya acabó olvidada en los archivos. El periodista Pere Ortín y el dibujante Nze Esono Ebalé la han rescatado a través de un cómic que contiene reflexiones sobre el colonialismo europeo en tierras africanas. En una de las viñetas diagnostican otro mal todavía vigente, cóctel de ignorancia y arrogancia: “¿Cómo puedes ser dueño de algo si no lo conoces?”. Pese a todo, el mundo está cambiando y muchos africanos son conscientes de ello. Onye Nkuzi —que en igbo significa “el profesor”— es una de las cuentas políticas de Twitter más populares de Nigeria. Sus análisis mordaces del país han reunido a 280.000 seguidores. Hace pocos días definió la relación de Europa con África de una forma sintética que, en pocas palabras, resume la impotencia de Europa ante su menguante papel en el mundo: “Incluso los ‘europeos más liberales’ (los holandeses), eran amos coloniales brutales. Los europeos solo saben dirigir el mundo de una manera, y debemos dar gracias a Dios de que ya no lo hacen”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Abolir la guerra y construir la paz
El camino de la construcción de la paz ha sido largamente desarrollado por el pensamiento por la paz. Un pensamiento que ha aspirado a hacer posible la abolición de la guerra.
Armas nucleares
Guerra en Ucrania Putin acusa a Ucrania de lanzar misiles de largo alcance y amenaza con el uso de armas nucleares en represalia
El Gobierno ruso confirma que responderá con misiles nucleares a ataques convencionales y que responsabilizará a los países OTAN de los ataques que pueda sufrir por parte de Ucrania.
Guerra en Ucrania
Guerra en Ucrania El OK al uso de misiles por parte de Biden enciende a Rusia, debilita a Alemania y calienta al trumpismo
Ucrania obtiene del presidente saliente la autorización que buscaba para el uso de misiles con capacidad para incursionar 300 km en Rusia. La gobernanza de la UE celebra la medida, que arroja presión sobre el Gobierno alemán.
Humanista
17/6/2022 7:46

África, tan cerca, tan lejos...

0
0
Boaterra
24/5/2022 15:36

https://youtu.be/NTJrmaJE2TM

0
0
ionetxabe
24/5/2022 7:25

Fina (necesaria) reflexión y llamada de atención sobre los relatos que manejamos. Felicidades.

1
0
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Comunidad de Madrid
Paro del profesorado Nueva jornada de huelga en la educación pública madrileña
Este jueves 21 de noviembre el profesorado se vuelve a levantar contra las políticas del gobierno de Díaz Ayuso, que mantiene paralizadas las negociaciones para mejorar sus condiciones laborales.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Más noticias
València
dana A las 20:11, era tarde
Todavía conservamos el horror de cientos de coches amontonados y arrastrados por la riada. Es por esos millones de turismos y sus emisiones ─aunque no solo─ que vivimos en un planeta que se está calentando demasiado rápido.
Dana
Encuesta Tres de cada cuatro personas en España ligan la virulencia de la dana con el cambio climático
Una encuesta realizada por More in Common señala que una amplia mayoría de la población considera que el país está mal preparado para adaptarse a los fenómenos extremos que trae la crisis climática y debe hacer más esfuerzos al respecto.

Recomendadas

València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.
Redes sociales
Redes sociales Bluesky, la red social donde se libra la batalla por el futuro de internet
Ni es descentralizada ni está fuera de la influencia de los ‘criptobros’ que han aupado a Trump a la Casa Blanca, pero ofrece funcionalidades útiles para recuperar el interés por participar en redes sociales.