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Fotografía
José Toro y la “nueva normalidad” de fotografiar paseantes con mascarilla
José Toro, experto en rendir culto al deambular, retrata a paseantes anónimos con Sevilla como escenario. Tras el confinamiento, la mascarilla es el principal obstáculo expresivo para sus imágenes.
Hoy como ayer. Mañana como hoy. Y siempre igual. Los días del confinamiento se deslizaban monótonos. Unos en pos de otros. Nos quedamos sin ciudad. Se vaciaron las calles y por las grietas de las aceras creció, valiente, la hierba. El fotógrafo José Toro pasó del clímax de inaugurar su exposición (12 de marzo) a que se la cancelaran a la mañana siguiente. De la actividad febril pasó a estar parado. Dejó de andar y reflexionó.
“Pasear no es fácil. Es un hecho muy asimilado, natural, pero hay mucha gente a la que le cuesta trabajo”, dice a El Salto. Se refiere a los ancianos, que copan principalmente su obra, pero ahonda: “La estética del paseo se va deteriorando a un ritmo muy acelerado”. Es la proliferación de veladores, de vehículos, de bolardos lo que hace que añore la limpieza urbana de décadas pasadas.
José Toro lleva años captando el ir y venir de los sevillanos. Nunca se planteó hacer un proyecto en concreto aunque sus fotografías son un homenaje a los ciudadanos que se echan a la calle. “Fui eliminando cosas superfluas, personajes, me concentré en uno y cuando me di cuenta estaba haciendo el trabajo. Es una evolución natural en mi manera de fotografiar”, dice. De esa recopilación de imágenes nació la exposición Paseantes, una pequeña muestra que ya puede volver a verse en la Sala Atín Aya de Sevilla.
En su cuenta de Instagram, que acumula casi 90.000 seguidores, comparte instantáneas de paseantes anónimos con Sevilla como telón de fondo. No concibe hacer esta labor en otro sitio porque necesita la vinculación emocional que le da la capital andaluza. Sin embargo, esto no es un estampa urbanística de la ciudad sino una aproximación a través de su luz, sus colores, sus fachadas, sus calles, los manierismos de la gente del sur, el tipo de ropa… “Retrato Sevilla a través de la gente”.
Dice Elvira Lindo que estas fotografías son un “resumen de una sociedad vibrante, la sevillana”. Lo esencial, explica el fotógrafo, es dejarse llevar por la calle. “La fotografía está metida dentro de ese fluir”. Y esto fue la semilla para un movimiento global impulsado por el fotógrafo bajo la etiqueta #josetorowalkers y que recoge imágenes de paseantes por todo el mundo.
La elección del paseante es más importante que el escenario. “No busco un fondo y luego una figura”, dice el fotógrafo. Y añade: “Es fundamental que el personaje me transmita algo porque me cruzo con mil y no hago mil fotos”. A veces el marco es motivo para la espera aunque José sabe que eso funciona pocas veces. “Puedes estar parado en una esquina tres horas y que no pase nadie que interese hacerle una foto”.
El paseo tiene sus horas y la franja de José es de 8 a 12 de la mañana. Es el ratito que coincide con ir desayunar al bar o con hacer un recado. “Hay diferencias de comportamientos, a quién te vas a encontrar y cómo. Por la mañana la ciudad está más relajada. Hay más gente sola andando, deambulando. Por la tarde el sector de la población cambia. Hay muchos más jóvenes y muchos más grupos”.
“La gente mayor se relaciona mejor con el fondo que la gente joven: son más expresivos, el cuerpo tiene una dinámica mucho más fuerte”, dice José Toro
Y en las mañanas, están ellos. Los que a paso lento, como bostezando, tienen para sí la calle entera. Los ancianos que se encuentran sin nada más que hacer que acariciar aceras. Es un paseo más meditativo. Con las manos entrelazadas en la espalda que se encorva por el paso del tiempo. Y ellas, a las once y media, ponen en la calle un rumor de colonias y carmines. “La gente mayor se relaciona mejor con el fondo que la gente joven: son más expresivos, el cuerpo tiene una dinámica mucho más fuerte”, dice José.
El interés de lo cotidiano
En la simbiosis entre paseo y fotografía surge la revelación de lo prosaico. El hombre que camina mirando al teléfono móvil, la muchacha que saca al perro, repartidores de marcha acelerada, los paseantes distraídos, las transeúntes de deambular sincronizado, las monjas que vienen de la compra, los vendedores ambulantes… Escenas de diario que sorprenden al propio sevillano que se sabe condenado a ser extranjero en su propia ciudad.
Edward Hopper encuentra lo bello en los lugares de tránsito: hoteles, diners, cafeterías, gasolineras, etc. Sus cuadros muestran escenas que antes quedaron ignoradas. José Toro captura los detalles olvidados de la calle e ilumina esos breves gestos invisibles para los ojos habituales. Para ello es necesario una “limpieza mental continua” para encarar la calle como si fuera la primera vez. La ventaja, a diferencia con el turista, es que el fotógrafo conoce el callejero. “Si se quiere ver algo, lo tienes que estar viendo siempre como algo nuevo. Si no, pierde el interés”.
Tiempos de mascarillas
Desde que el 2 de mayo las autoridades sanitarias permitiesen las salidas, Sevilla ha cambiado el paso para ponerlo en la fase de lo que se llama “la nueva normalidad”. Pero los ciudadanos van desacompasados. Cada uno desescala a su ritmo y en la vuelta a la ocupación del espacio urbano, José ve miedo. “Antes todo fluía a una cierta velocidad y ahora hay distintas velocidades. No nos hemos acoplado al entorno todavía”.
“La mascarilla es una barrera emocional. Al no haber expresividad en la cara es mucho más difícil establecer una conexión con la persona”, cuenta el fotógrafo
El fotógrafo, después del parón de la cuarentena, ya ha recuperado su actividad. Sus primeros paseos fueron con “mucho reparo”, se tuvo que adaptar a disparar desde una distancia mayor y pronto se dio cuenta de que la mascarilla influiría en su trabajo. Sus paseantes van ahora con la boca, la nariz y la barbilla cubiertas. La principal baza expresiva de sus imágenes queda escondida. “La mascarilla es una barrera emocional. Al no haber expresividad en la cara es mucho más difícil establecer una conexión con la persona”, cuenta.
José Toro sabe que necesita adaptarse y encontrar de nuevo “lo que dice la imagen”. “Yo no quiero hacer la foto de un tío con mascarilla nada más sino quiero que esté contando algo”.