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Fotografía
Anna Fux: “¿Cuán radical es mi activismo si es inaccesible para mis padres?”
“Tito Nelly, ¿todavía tienes contacto con la gente de las fotos?”. La escritora y fotógrafa Anna Fux (1995) conversa con su tío filipino gay, que migró en los años 80 a Europa y, como tantas otras personas migrantes, construyó y eligió una nueva familia. Casi medio siglo después, su sobrina revisita el archivo familiar. Desde 2018, ella ha estado fotografiando a su familia queer racializada elegida. El resultado, después de una estancia en el Centro de residencias artísticas de Matadero Madrid, es Same, Same but Different (2021), un fotolibro íntimo y colectivo que conecta pasado, presente y futuro. El título, una frase que se suele decir en los mercados de Tailandia para vender falsificaciones, homenajea a las anteriores generaciones, “que siempre han estado ahí, que hace 40 años hacían lo que tú estás haciendo, con las mismas dificultades y las mismas estrategias de resistencia”.
Nuestra generación tiene más acceso a activismo y teoría, pero mis padres o mi tío nunca leyeron ensayos sobre antirracismo migraciones, y no por eso no vivieron el racismo
Hija de madre filipina y padre alemán, Anna Fux creció en Mallorca. Se formó en Derecho y Ciencias Políticas, y cofundó junto a Mercedes Saya la revista online Pai Pai Magazine, por y para la diáspora asiática hispanohablante. Con motivo de la presentación de su primera publicación en La Parcería (Madrid) el próximo 3 de febrero, pregunto “¿por qué un fotolibro?”. ¿Por qué un formato que se mueve dentro de un sector relativamente blanco, masculino y de clase media-alta, desconocido fuera de los círculos de fotografía? La respuesta de Fux es contundente: “Soy consciente de que puede ser el primer fotolibro que muchas personas migrantes y asiáticas van a tener en su estantería. Es un formato que me ha permitido crear algo bello sin renunciar a un mensaje político. Nuestra generación tiene más acceso a activismo y teoría, pero mis padres o mi tío nunca leyeron ensayos sobre antirracismo migraciones, y no por eso no vivieron el racismo”.
La obra de Fux comunica lo que siempre ha estado ahí. Mediante fotografías y con poco texto, no ensayístico ni teórico, sino una conversación reproducida a partir de los diálogos que la autora mantuvo con el tío Nelly, el fotolibro emociona y llega a la comunidad, de manera íntima, alegre, y hasta nostálgica. Fux tiene claras las limitaciones del activismo y del acceso a complicados textos académicos: “Dime, ¿cuán radical puede ser mi activismo si es inaccesible para mis padres o mi tío?”. El fotolibro se pregunta si determinado conocimiento nos acerca o nos aleja de las anteriores generaciones, de nuestra familia, o de otras personas migrantes y racializadas, “sobre todo en el caso asiático, donde el idioma suele ser un problema que las fotografías resuelven”.
Fux retrataba a sus amistades de manera casual. Aunque queer y racializadas, no eran mayoritariamente asiáticas o, en concreto, filipinas. Fue el hecho encontrar, en el verano de 2020, en el desordenado garaje de sus padres, la caja de zapatos que contenía los antiguos álbumes de Tito Nelly lo que hace de esta una obra definitiva y unapologetically asiática.
No pretendo crear el fotolibro del año. Lo que realmente importa es si, por ejemplo, a una chica asiática en Barcelona le emociona
“Cuando una persona queer racializada con trasfondo migrante crea una obra en un país mayoritariamente blanco y cishetero, es frecuente dejarse llevar y escribir para la mayoría. Pero la mayoría nunca escribe para nosotras, que somos las que nos adaptamos y nos imaginamos que determinados personajes también nos representan. Pero nunca hay un ejercicio al revés”, señala la escritora. Aunque no es fácil, “la recompensa es muy grande cuando te diriges a un público más parecido a la persona que eres tú, al que no tienes que traducir lo que haces”. Para Fux, nace una especie de “invencibilidad” una vez aceptas que hay personas que no lo van a entender: “No pretendo crear el fotolibro del año. Lo que realmente importa es si, por ejemplo, a una chica asiática en Barcelona le emociona”.
Sobre la visibilidad de la cultura asiática que hay a día de hoy en España, Fux reconoce como fundamentales los trabajos del colectivo pionero de asiáticodescendientes Catàrsia y del blog y cuenta de Instagram Literatura Asiática llevado por Glady de la Cruz, pero lamenta que, en general, “lo asiático rara vez se entiende como un sujeto de enunciación antirracista en la producción cultural y artística”. Pues, “¿cuánto de la producción cultural asiática en España es hecha por y para personas asiáticas”, se pregunta la fotógrafa.
Este fotolibro se propone justo eso. Forma parte de una genealogía, una obra que a través de las lectoras, las conversaciones e intercambios con la autora está creciendo, formando parte de una comunidad que a veces olvidamos que ha estado siempre ahí. Es también el inicio de la familia de libros de Fux: “Quiero hacer un segundo fotolibro sobre Mallorca. Porque soy muchas cosas, y una de ellas es una alemana filipina en Mallorca. Y tras la conmoción de leer Minor Feelings de Cathy Park Hong, también me gustaría escribir ensayos sobre mi identidad asiática”. La familia sigue creciendo.