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La Red Española de Filosofía ha hecho público un comunicado titulado “La ética debe ser materia común en la Enseñanza Secundaria Obligatoria”. No tiene mucho sentido replicar el objetivo que se pretende con ese comunicado, pues queda claro en el título. El motivo que lo suscita es el anteproyecto de ley educativa presentado por el gobierno el pasado 14 de diciembre, que incumple, a juicio de la REF, el consenso parlamentario de la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados que el 17 de octubre de 2018 instaba al gobierno a recuperar la enseñanza de la filosofía en 2º de Bachillerato y en la ESO.
¿Está justificada la queja de la REF? Sin duda. ¿Sería buena idea restaurar la Ética en 4º de la ESO? Por supuesto. Pero me da la sensación de que la comunidad a la que dice representar la REF y de la que formo parte como profesor de filosofía debería apuntar a fines más elevados. Si de verdad apostamos por defender la presencia de la filosofía en la ESO, no deberíamos conformarnos con pedir la Ética en 4º curso, sino una materia obligatoria, o varias, a lo largo de la etapa, y no de Ética, ni de Estética, sino de Filosofía. Hay razones más que de sobra para ello.
La primera razón es que no hay razones en contra. La supuesta complejidad de la filosofía, que haría desaconsejable su estudio en edades tempranas, parece reñida con la realidad de que también las disciplinas científicas que se imparten en la ESO son sumamente complejas, es más, es esa complejidad la que aconseja que se estudien en más de un curso, no como barniz superficial al final de la etapa. Si se imparte Física y Química en 2º y 4º de la ESO, o Biología y Geología en 1º y 3º, el argumento de la complejidad no parece muy serio.
Por lo demás, tampoco es demasiado serio (ni demasiado halagador para los especialistas en Filosofía Moral) que se considere la Ética como una especie de “filosofía fácil”, mucho menos si aceptamos, como parece aceptar la mayoría del gremio desde, al menos, los estoicos, que la ética es filosofía aplicada y por tanto posterior, en el orden lógico y en el cronológico, al resto de las áreas de nuestro campo.
La segunda razón es que, al desistir de introducir la filosofía en la ESO, se está contribuyendo a que una gran parte del alumnado no curse jamás la asignatura. Me refiero al alumnado de Formación Profesional: al relegar la filosofía al Bachillerato estamos implícitamente asumiendo que para trabajar en un taller de automoción no se precisan conocimientos de filosofía. Y seguramente será verdad, pero estaría bien que esa conclusión la sacara el trabajador del taller de automoción y no la dieran por sentado las autoridades educativas y sus asesores, pues da más bien la sensación de que es el mercado el que no necesita trabajadores con conocimientos filosóficos, científicos y artísticos, ya podemos suponer por qué.
La tercera razón es que, al introducir la filosofía en la ESO, nos obligaríamos a replantearnos metodologías y currículos, programaciones y cánones, finalidades y estrategias. El peso de la Historia de la Filosofía en la formación de especialistas en filosofía lleva demasiado tiempo siendo un problema y afecta hasta tal punto a la configuración de nuestra disciplina que ya casi no concebimos la enseñanza como algo más complejo que la exaltación y el análisis de los autores canónicos.
No planteo esto como un canto a las excelencias de la enseñanza de la filosofía como garante del pensamiento crítico: como ya he dicho en más de una ocasión, no parece que hasta ahora nos haya cundido mucho. Pero ya va siendo hora de tomarnos en serio que la filosofía no es algo anecdótico ni prescindible en las sociedades tecnológicamente avanzadas, sino más bien su médula espinal, su columna epistémica fundamental. Tal vez los filósofos no hayan renunciado a transformar el mundo, pero lo preocupante es que parecen haber renunciado a pensarlo, y no vienen tiempos para andar a ciegas, ni para arriesgarse a paraplejias cognitivas irreversibles. No somos anticuarios. No deberíamos serlo. Empecemos por tenernos a nosotros mismos en mejor estima.
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Pienso que la filosofía también es necesaria para la "automoción": la facultad de moverse por una misma (y no ser movida -manipulada- por otras personas). La filosofía tal vez sea el motor más humano.
Muy bien. Es más debría haber programación semanal de Filosofía en la Radio-Televisión Pública, al estilo de cala franco-alemán ARTE.
CORTO PERO CONCISO. NECESARIO Y DIGNO DE SER EXIGIDO.