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No era la primera vez que Trinidad Núñez se veía en una situación similar. Un Juan Espadas investido como alcalde de Sevilla pocos meses antes le entrega el galardón —y el ramo de flores— que la designa como Mujer 2015, debido a la propuesta de diferentes colectivos feministas “por sus trabajos en favor de la igualdad real entre hombres y mujeres”. Solo dos años antes obtenía el Premio Meridiana “a las iniciativas que promueven la igualdad entre jóvenes”, el mismo año en que se la reconocía con el ‘Carmen de Burgos’ a la divulgación feminista por un artículo: “El cine, un interventor social ante la violencia machista”.
El recorrido de esta doctora en Psicología Social, profesora titular en la Universidad de Sevilla, es el de una luchadora infatigable con su intelecto como arma de construcción masiva. En ese camino ha publicado 19 libros, ha participado en la edición de otros 17 y cuenta con capítulos en decenas de publicaciones colectivas, además de numerosos artículos en revistas especializadas y aportaciones en congresos, más las clases impartidas en diferentes facultades.
Comenzó sus estudios de Psicología en 1979. Eran momentos “de rupturas, de aperturas de puertas mentales, ideológicas, de aire fresco…”. Fue también el momento en el que la Unesco definió a los medios de comunicación como “el sistema nervioso de la sociedad”. Ambas áreas han sido su objeto de estudio, investigación y experimentación desde entonces. Y lo han sido abriendo caminos, ya que en el contexto de la España de comienzos de la década de 1980, el papel de los medios de comunicación en la configuración de los imaginarios y las conductas sociales era un terreno del que se había explorado poco.
El porqué de esta elección académica no lo recuerda de forma tan clara, aunque sí recuerda que a su abuela, nacida en 1896, “le pareció una idea excelente eso de estudiar el comportamiento humano en relación a su entorno”. Con ella compartía la lectura de libros sobre esta materia y tuvo mucho que ver en sus futuros derroteros profesionales. Sus vivencias personales desde la infancia también la marcaron para que más adelante se dedicase a la enseñanza, con el ejemplo de una madre que “se ganaba la vida dando clases en unos años muy difíciles, a finales de los años 50 del siglo XX”.
En cuanto a sus derroteros por el audiovisual, también tiene algo de vivencia personal: “Los informativos estaban presentes en mi vida cotidiana, al igual que los cómics”. Dos profesores de Tecnología Educativa, José Manuel López-Arenas y Julio Cabero, le mostraron la senda hacia “las ventajas del vídeo o del cine como recursos didácticos”. Durante un tiempo se dedicó a grabar con cámaras de vídeo semiprofesionales e, incluso, a “reparar cintas de películas”.
El “machismo sutil”
Ya en estos inicios de su camino docente, Trinidad Núñez comprobó ciertas desventajas respecto a sus homólogos masculinos. Lo califica de “machismo sutil”, manifestado en “ninguneos” o “falta de credibilidad como investigadora”. Al tener que hacer compatibles su vida profesional y la maternidad, recuerda que tenía que “maquillar” sus ausencias laborales cuando llevaba a su hija al pediatra y que sus compañeros varones podían excusar sus retrasos de una hora por llevar a sus hijos al colegio. “En ese momento pensé que en ningún caso yo hubiera podido argumentar esa razón para llegar tarde porque, automáticamente, sería tachada de mala profesional”, asevera.
Con ese tramo ya avanzado, llegó su preocupación investigadora sobre los estudios de género, “de la mano” de la profesora Felicidad Loscertales. Una alianza que se ha concretado en varias publicaciones en común, y que ha servido para evidenciar y denunciar la construcción de roles que se realiza en los medios, la hegemonía patriarcal y eurocéntrica que presentan y los mecanismos de manipulación a través de los cuales se produce.
Cuando se le pregunta si va a hacer huelga el 8 de marzo, hace suyas las palabras de su compañera, amiga y profesional apreciada, Pilar Aguilar: “¿Por qué todas hemos de hacer huelga sea cual sea nuestra situación personal? Las mujeres somos diversas. Vivimos situaciones variadas. Algunas sufren brutales opresiones y/o situaciones de explotación salvaje... Algunas luchan por horizontes utópicos, por cambiar el mundo. Otras son más conformistas. El feminismo no niega ni anula esas realidades tan diversas, pero afirma que todas las mujeres, sea cual sea su situación cultural, económica y social sufren un plus de desigualdad, de acoso, de abuso, de chantaje, de ninguneo, de sometimiento, de peligrosidad. Y por eso todas debemos movilizarnos el 8 de marzo”. Ese día, en la calle la encontraremos.