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Con f de facha
Manuel Fraga Iribarne, ese “demócrata de toda la vida”
Manuel Fraga encarna el ejemplo del agujero negro que fue la Transición. O más que agujero negro, agujero de gusano, que permitió a algunos viajar casi al instante del franquismo más transparente a ser demócratas de toda la vida.
Manuel Fraga encarna el ejemplo del agujero negro que fue la Transición. O más que agujero negro, agujero de gusano, que permitió a algunos viajar casi al instante del franquismo más transparente a ser demócratas de toda la vida. Pero además de “viajero en el espacio-tiempo”, Fraga trabajó sobre todo de “Ministro del Maquillaje”, un ministerio que se llamó de otra forma, pero que consistía en convertir el sangriento, dictatorial, arbitrario e ilegítimo régimen de Franco salido de una guerra civil atroz en una autocracia amable, una “democracia orgánica”, un país obediente, divertido y turistizable, una “dictablanda liberal” que hiciera olvidar que en este país, en realidad, se encarcelaba y fusilaba por pensar en cosas, se daba refugio a nazis perseguidos por tribunales internacionales, se torturaba en las comisarías por leer libros raros, se consideraba a las mujeres menores de edad, estaba prohibido todo lo placentero y se mantenía a millones de personas en una situación de miseria folklórica mientras los señoritos, terratenientes, mangantes, cortijeadores, estraperlistas, condes, marquesas y generales generalísimos en general vampirizaban las riquezas del país a la vista del mundo, pero, gracias a Fraga, sin que a nadie pareciera importarle.
Con f de facha
En la fiesta de Blas
Jesús Ibáñez, militante de Izquierdas en el Frente de Liberación Popular y luego en el Movimiento Comunista, contaba en clase que Fuerza Nueva estaba lleno de cafres y energúmenos fascistas, pero que había conocido en persona a Blas Piñar y lejos de su imagen de “matarrojos” descubrió en las distancias cortas a una persona que, siendo un franquista irredento y sin ningún disimulo y a pesar de su fama de escupidor de veneno de aspid en la Plaza de Oriente, era un tipo que escuchaba, dialogante, educado, amable, el típico notario que nunca perdía los estribos en una discusión con un “rojo”, todo lo contrario -decía Ibáñez- a Manuel Fraga.
Pero vayamos a los cargos, puestos, honores, mamandurrias y atriles que ocupó nuestro héroe. No hay que olvidar que era el mayor de 12 hermanos y eso te pone las pilas para evitar que nadie de los que van detrás te adelante. Con 23 añitos se hizo Letrado por oposición en aquellas perplejas Cortes hiperfachistoides del 1945, mientras en Europa los aliados habían trasquilado el fascismo hitleriano y mussoliniano y muchos españoles, ilusos, esperaban que la liberación llegase a España. Poco después le hicieron secretario general del Instituto de Cultura Hispánica, y al año siguiente, con solo 24 años, director del Instituto de Estudios Políticos; con 25 años, delegado nacional de Asociaciones de la secretaría general del Movimiento (el “Movimiento” era la forma de denominar al tinglado burocrático-administrativo-legal-funcionarial-ideológico franquista).
El joven obediente, empollón, hiperfranquista y brillante piquito de oro prometía llegar lejos
Además, se hace catedrático de derecho político de la Universidad de Valencia. Allí no da clase porque se coge una excedencia. El 1953 gana la cátedra de Teoría del Estado de la Universidad de Madrid. El joven obediente, empollón, hiperfranquista y brillante piquito de oro prometía llegar lejos.
Por fin, con 40 años Franco le nombró Ministro del Maquillaje, también llamado para la historia Ministro de Información y Turismo, que ejerció nada más y nada menos que siete años. Imagínese siete años, asistiendo todos los viernes, 365 viernes, a los consejos de ministros, con Franco allí, de cuerpo presente, sin decir ni pío y sin levantarse a mear durante horas, y con todos esos ministros de entonces cuya lista de nombres no la ponemos aquí pero que hoy causaría el mayor espanto. Su estrategia para durar tanto se basó en algo que luego utilizaría con éxito durante toda su carrera política: defender la cosa fascioranciofranquista proponiendo pequeñas reformas cosméticas que eran calificadas por la prensa sometida y apesebrada del régimen como “aperturistas”.
“Es evidente que el glorioso alzamiento popular del 18 de julio de 1936 fue uno de los más simpáticos movimientos político-sociales de que el mundo tiene memoria”
En la conmemoración de los celebradísimos “25 años de ¿paz?”, lanzó un afortunado eslogan publicitario para hacer atractivo este país al turismo extranjero que miraba entonces la rareza dictatorial, miserable y aberrante de España con el morro arrugado. Vendió, pregonó, anunció que “¡España es diferente!”, y un río imparable de turistas vino a nuestras playas a tostarse en bikini, comer paella grasienta y considerar que la presencia de un general amigo de Hitler en la jefatura del Estado era una cosa ¡typical spanish! como escupir los huesos de las aceitunas, tirar las conchas de los mejillones al suelo en los bares, la mantilla y la peineta o hurgarse los dientes con un palillo.Su estrategia para durar tanto se basó en algo que luego utilizaría con éxito durante toda su carrera política: defender la cosa fascioranciofranquista proponiendo pequeñas reformas cosméticasFraga se convirtió en el ministro estrella, gracias a sus brillantes conferencias y juegos de prestidigitación dialéctica, las constantes apariciones en televisión y en el NODO inaugurando Paradores de Turismo, viajando por el mundo con la buena nueva o redactando un Ley de Prensa que suprimió la llamada censura previa para que la censura se instalase en la propia mente de los escritores, cineastas o periodistas que si se pasaban de la raya, una raya bien conocida, acabaran con el periódico cerrado, el periodista multado, trasquilado o sin carnet y sin trabajo (460 sanciones impuestas, ojo). En 1965, parte de la universidad ya era un juergueo antifranquista imparable, así que Fraga también cortó por lo sano y votó a favor de que echaran a la calle a los profesores y colegas catedráticos Enrique Tierno Galván, José Luis Aranguren y Agustín García Calvo y expulsaran de las facultades a muchos de esos estudiantes “jaraneros y alborotadores, rojos, anarquistas, delincuentes".
Pero su invento turístico iba viento en popa y nuestras playas, alicatándose a buen ritmo hasta que el amigo americano la cagó y de entre los cientos de aviones USAF que pasaba por encima de nosotros cargados de bombas nucleares de verdad, se chocaron dos, cayeron cuatro bombas atómicas 65 veces más potentes que la que arrasó Hirosima y su contaminante plutonio acabó desperdigado por ahí. El horror. No pasó nada, se recogió la chatarra visible, quedó en el campo el veneno invisible hasta hoy, se corrió un tupido velo censor y, para que los turistas siguieran viniendo a bañarse y para demostrar que no había peligro, el embajador EEUU, Fraga y otros valientes se fueron a bañar allí (algunos meses después y en otra playa algo apartada del lugar de la cagada). Su heroicidad salió en todos los noticiarios del mundo, pero la exhibición de sus carnes blandas, su barriga y pechos incipientes y ese modelo de bañador-saco flácido dañó de forma irreparable el atractivo del macho español y Alfredo Landa tuvo que trabajar luego mucho, mucho y dejarse crecer el pelo en la espalda para recuperar este sex-appeal ibérico perdido por culpa de aquel baño de Fraga en Palomares.
Alfredo Landa tuvo que trabajar luego mucho, mucho y dejarse crecer el pelo en la espalda para recuperar este sex-appeal ibérico perdido por culpa de aquel baño de Fraga en Palomares
Su labor maquilladora fue impecable hasta el olvidado Caso Matesa, un turbio asunto de cobro de créditos públicos a la importación sin haber vendido ciertas máquinas textiles (9.800 millones de pesetas en créditos y 1.300 en intereses, que era mucha pasta entonces para un robo a lo público). La sorpresa fue que se pudo tratar en la prensa con casi total libertad porque Fraga así lo quiso para hacer la pascua a los ministros Tecnócratas del OpusDei que habían querido tapar el expolio. Que tamañas corruptelas del régimen salieran en portada produjo urticarias varias. Se montó un pollo enorme con comisiones de investigación en las Cortes y juicios. Franco dio un golpe en la mesa del Consejo de Ministros, se levantó por fin a hacer un pis y a la vuelta destituyó tanto a los ministros opusdeistas pringados como al correveidile chivato de Fraga, que se quedó mohíno y tuvo que volver a la universidad a explicar en clase al jurídico-ideólogo fascista Carl Schmitt. Además dirigió por las tardes la fábrica de Cervezas El Águila (estaba de moda el pluriempleo) y comenzó a hacer la cama por lo bajini a todos esos meapilas del Opus y a tomarse unas vieiras con las derechas menos casposas y rancias del régimen, que ya veían que el “Movimiento” sufría arterioesclerosis y Franco otras muchas enfermedades con mal futuro.
Pasó el tiempo, llegamos al 1973, y Franco como le tenía simpatía por gallego le nombró embajador de España en Londres. Allí dejó apartado su amor por Carl Schmitt y se enamoriscó del conservadurismo bronco de Winston Churchill, de la monarquía parlamentaria británica y de su pompa y circunstancia, tan alejada de aquellos saraos de la plaza de Oriente, con tanta gente disfrazada de camisas azules saludando a lo fascio y tomando luego un pincho rancio de tortilla de patata, gambas en gabardina y vino malo en una tasca de Sol.
Con f de facha
Carlos Arias Navarro
Estrenemos la sección "Con f de facha", el espacio en el que Ramón J. Soria Breña recupera la vida y "milagros" de las principales figuras del facherío español y extremeño de ayer y de hoy.
Metido en su frac cortado en la prestigiosa sastrería Savile Row se sabe elegido para lo gloria, pontifica todo lo pontificable desde el periódico ABC, cree en esa cosa exótica y chusca llamada “reforma desde dentro” y confabula con toda la derecha española que sabe que Franco ya es momia o mojama y que las estructuras políticas en España deben cambiar desde el "gatopardismo" o "lampedusianismo" de "cambiar todo para que nada cambie". Fraga, bien informado, regresa a Madrid dos días antes del último viaje de Franco al Valle de los Caídos, se toma un cocido en Llardhy y le dice al príncipe Juan Carlos que él tiene todo el Estado en la cabeza y le sobra sitio, que se sabe la receta del perfecto pulpo a feria y que “la calle es mía”. Así que en el primer gobierno de la Monarquía, presidido por Carlos Arias Navarro, del que ya hablamos en estas páginas, Fraga será nada menos que vicepresidente del Gobierno y ministro de la Policía y de la cosa represora que entonces se llamaba Gobernación.
Fraga, bien informado, regresa a Madrid dos días antes del último viaje de Franco al Valle de los Caídos, se toma un cocido en Llardhy y le dice al príncipe Juan Carlos que él tiene todo el Estado en la cabeza
Pero “la calle ya no fue suya”, ya no le vale su mal genio, sus grises dando palos a los jaraneros y sus voces destempladas a los subalternos. Hay manifestaciones, huelgas, algaradas, el pueblo quiere democracia verité, hay socialistas pidiendo en Llardhy un caldito, Marcelino Camacho poniendo de moda el jersey de cuello alto y un chisgarabís llamado Adolfo Suarez haciendo ojitos a la vez a las comunistorras y a las hijas de las marquesas (y a los hijos) diciendo que él, en bañador-slip y con el cigarrito entre los dedos, es irresistible para hacer la Transición, y no esos enjuagues lampedusos y aquel bañador horrible que Fraga defiende.
“La legalización del Partido Comunista es un verdadero golpe de Estado"
Eso dijo Don Manuel al legalizarse el PCE después de la Matanza de Atocha y poco antes de las primeras elecciones democráticas. Así que rebotado por la traición de Suárez a todo lo poco del “Movimiento” aquel que aún quedaba, fundó un partido de derecha pura y dura llamado Alianza Popular (AP), agrupando a su alrededor tanto a los jerarcas franquistas más elegantes y viajados como a la derecha económica, técnica, teórica, opusdeísta, cristiana, berlanguiana, liberal y cejijunta. Siguió con su carrerón político sin una mancha en su frac de “demócrata de toda la vida” y en las primeras elecciones sacó millón y medio de votos, solo el 8,3%, 16 diputados, 2 senadores. Una mierda. Aquello no tenía futuro, primero el chisgarabís de Suarez, después el morritos calientes de Felipe González le robaban la calle, los votos, las marquesas, el verbo y su futuro."Los golpistas del 23-F estaban llenos de buena voluntad".
Pero AP resistió, se aprovechó de la gangrena de UCD tras el triunfo del PSOE y a las alturas de 1986 su partido postfranquista ya tenía el 25% de los votos, 105 diputados y 63 senadores. Pero a pesar de este trabajoso crecimiento y a pesar del dopaje económico que luego se ha destapado, el poder estaba bien lejos. Su techo electoral sería ese, su pasado de mamporrero de Franco no se olvidaba aunque fuera un semidemócrata de toda la vida y hubiera sido padre putativo de la Constitución. Quien se suponía que iba a ser su digno sucesor era, oh sorpresa, Jorge Verstrynge, que fue diputado nacional por AP entre 1982 y 1989 y secretario general entre 1979 y 1986. Sí, el mismo simpático profesor amigo de Pablo Iglesias y afín a Podemos. Y aquí ya entramos en la intrahistoria.
Al listo de Jorge, en vista de la imposibilidad de romper el techo de Fraga y de AP, tras una nueva victoria del PSOE por otra mayoría absoluta, se le ocurrió un retiro dorado para su jefe, la alcaldía de Madrid, aquello a nuestro hombre le sonaba regular tirando a fatal
Al listo de Jorge, en vista de la imposibilidad de romper el techo de Fraga y de AP, tras una nueva victoria del PSOE por otra mayoría absoluta, se le ocurrió un retiro dorado para su jefe, la alcaldía de Madrid, aquello a nuestro hombre le sonaba regular tirando a fatal, mandar en un poblacho manchego, aunque fuera el más grande de España, le sabía a poco, se rebotó con su delfín y lo expulsó. Verstrynge cuenta en sus memorias otra versión más truculenta, las tres hipótesis de Fraga para llegar al poder: “que el rey Hassan diera un golpe de mano contra Ceuta y Melilla. En ese caso, el Rey no tendría más remedio que provocar la formación de un Gobierno de Concentración Nacional con él de prima dona”, “que hubiera un golpe de estado suave que desembocaría también en un Gobierno provisional” o “un atentado de ETA contra el presidente del Gobierno, que daría lugar a una reacción parecida a la expuesta”. Su delfín se escandalizó ante estas hipótesis catastrofistas antidemocráticas desesperadas. No hay pruebas de lo afirmado por Jorge y la verdad es que el delfín acabó en el grupo mixto, luego con Mario Conde, luego el PSOE y luego de asesor de Izquierda Unida, así que no sabemos si sus afirmaciones son verdad o ciencia ficción.
Así que volvemos a Fraga, su refundación de AP en el PP porque la palabra “Alianza” seguía teniendo connotaciones carcas, su retiro al darse por fin cuenta de su techo y la elección de sansirolé de Antonio Hernández Mancha como presidente de la cosa PP, la elección luego de José María Aznar, entonces presidente de la Junta de Castilla y León como tercer presidente de la cosa PP. Entonces se presenta en su tierra en las Autonómicas y se convierte en presidente de la Xunta de Galicia entre 1990 y 2005. Quince años, quince, elegido por mayoría absoluta. Rajoy andaba por allí y aprendió mucho del jefe.
“Cásese y aprenda gallego, y luego hablaremos de lo suyo"
Y Galicia sufrió su genio y su figura pero como “sarna con gusto no pica”… Durante su etapa como presidente de AP y el PP se normalizó todo aquello que luego investigaría incluso Aznar para correr un “estúpido velo” y que luego le reventaría en la cara a Mariano Rajoy: los Naseiro, Zaplana, Sanchís y todos sus aprendices de brujo cuya jeta visible ha sido en estos tiempos Bárcenas y todos aquellos invitados a la boda de la hija de Aznar. Dicho con palabras más simples, el pago de comisiones a cambio de favores y obras públicas, la corrupción como sistema normalizado de financiación del partido, el funcionamiento dopado de las campañas electorales y el soborno, unte, mordida, regalo, gratificación, sobre o caja B como cosa normal, normalizada, clave en el funcionamiento de la derecha… y toda una enorme ristra de asuntos sucios que Ustedes ya conocen y que llenarían las páginas de este diario hasta el fin de los tiempos. De los polvos de Fraga surgieron estos lodos. Sin embargo, Don Manuel sigue siendo el santo admirado por la derecha incluso en este siglo XXI. Cerramos las citas con esta mínima descripción hecha por el Periodista Gregorio Morán, escrita ya en los tiempos en los que gobernaba Adolfo Suárez, y que resumiría de forma admirable este largo artículo:"Fraga Iribarne, hombre de ideas fijas y decisiones repentinas, buen analista de los hechos cuando estos han sucedido, y seductor donjuán de las derechas montaraces de este país, que primero embisten y luego reflexionan."
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Muy interesante el artículo, solo recordar ua fecha, 3 de marzo del 76 en Vitoria Gasteiz donde Murieron asesinados por su policía 5 obreros.
lo de Alava no fue culpa de Fraga, que andaba de viaje por el extranjero, sino por el inutil Adolfo Suarez, que habia quedado sustituyendo a Fraga durante el viaje de éste. Posiblemente el Fraga habria sido lo suficientemente inteligente para que aquello de Alava no ocurriera. Tengo entendido que Fraga era a modo de "topo" de los norteamericanos en el gobierno franquista
Muy interesante y ameno artículo. Toda una carrera de fondo la de este personaje