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Energía nuclear
Ofensiva ecologista para cerrar Cofrentes en el décimo aniversario del accidente de Fukushima
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Hace diez años Japón se enfrentó al desastre nuclear más grande de su historia desde las bombas de Hiroshima y Nagasaki: el accidente de Fukushima. Aún hoy, 880 toneladas de combustible nuclear fundido siguen allí y 1,14 millones de metros cúbicos de agua acumulada en la central son radiactivos, con radioisótopos de estroncio, yodo y carbono-14, entre otros, además de tritio. El agua contaminada “sale de las agrietadas contenciones de los reactores hacia los sótanos donde se mezcla con la que ha penetrado desde un río subterráneo”, remarcan desde Ecologistas en Acción. Para evitar que llegue al mar se han dispuesto sistemas de bombeo y de bloqueo que, según denuncian las organizaciones ecologistas, no resultan ser suficientemente eficaces
Además, hay que seguir refrigerando tres reactores de la malograda planta japonesa porque sus núcleos fundidos están activos, una situación que preocupa no solo en Japón, sino a escala internacional, ya que el agua que se logra extraer es una cantidad tan ingente que Tokyo Electric Power Company (Tepco) declara que se quedará sin espacio para almacenarla en 2022. “Quieren verterla al océano y el Gobierno japonés está de acuerdo”, advierten desde Ecologistas en Acción y el Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA).
En España tenemos varias centrales “hermanas” en diseño a Fukushima. El reactor de Cofrentes (València), propiedad de Iberdrola, es similar al número 3 de la planta japonesa. “Está en una zona de antiguos volcanes e inundable en caso de rotura de alguna de las presas aguas arriba. Sin embargo no se ha hecho ningún simulacro de emergencia con escenario de rotura de presa”, denuncian desde Ecologistas. Su edad tampoco ayuda: lleva 37 años operando y, a pesar de que Iberdrola asegura que no es rentable, pretende mantenerla abierta hasta noviembre de 2030, para lo cual ya ha obtenido un informe positivo del Consejo de Seguridad Nuclear, emitido en febrero.
Los ecologistas han recordado “los problemas de corrosión que obligaron a sustituir todo el sistema de accionamiento de las barras de control de la vasija del reactor, una parte de ellos incluso dos veces”, apuntan desde Greenpeace
La decisión de renovar la autorización de Cofrentes corresponde al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco). Desde la plataforma Tanquem Cofrentes, que agrupa a grupos ecologistas, sindicatos y colectivos de la sociedad civil valenciana, manifiestan “su absoluto rechazo a la prolongación del periodo de funcionamiento de la central nuclear de Cofrentes, más allá del 2021”.
La plataforma considera “absolutamente irresponsable” ampliar el periodo de funcionamiento hasta los 47 años. “La central ya está en unas condiciones pésimas, con averías continuas, como hemos ido sacando a la luz todos estos años y prolongar su funcionamiento supone aumentar exponencialmente el riesgo de grave accidente que afectaría a toda la ciudadanía valenciana”, denuncian.
Bloqueo de la planta
A primera hora de este jueves, activistas de Greenpeace han bloqueado el acceso a la central valenciana para presionar al Gobierno e intentar “que no repita el error cometido hace diez años al conceder una nueva licencia de funcionamiento a la central”, señalan desde la ONG. Con un bidón, cadenas y pancartas con el lema “Cierre Nuclear: No más Fukushimas”, la organización ecologista ha exigido que no se renueve la licencia de la central, prevista para el próximo 20 de marzo en el día en que se cumple el décimo aniversario del accidente de Fukushima.
“En estos 10 años no hemos aprendido las lecciones derivadas de Fukushima. Sabemos que las nucleares están envejecidas y no son necesarias para mantener la seguridad de suministro y, sin embargo, a todas les están renovando sus licencias, sin participación pública ni ninguno de los criterios que hoy se exigen para cualquier instalación energética por pequeña y renovable que sea”, señala Raquel Montón, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace.
“Iberdrola quiere ser el referente de las energías renovables, pero pide una reducción de impuestos para sus nucleares. Esto va mucho más allá del greenwashing: Ignacio Sanchez Galán lo que plantea es un timo”, continua.
Continuos problemas
Los ecologistas han recordado “los problemas de corrosión que obligaron a sustituir todo el sistema de accionamiento de las barras de control de la vasija del reactor (una parte de ellos incluso dos veces), los reiterados fallos en la apertura de las válvulas de alivio del sistema primario, el aumento de las dosis recibidas por la plantilla en el mantenimiento y el desafío a los márgenes de seguridad en los sistemas de refrigeración”, pormenorizan desde Greenpeace. Todo ello hasta 2011, a lo que hay que sumar el incidente de 2017, en el que la rotura de una gran válvula del circuito primario, cuyos fragmentos llegaron a la vasija del reactor y, encadenados con otras dos averías en la turbina y en los accionadores de las barras de control, obligaron a prolongar la parada para recarga durante varios meses.
En Fukushima, el agua contaminada “sale de las agrietadas contenciones de los reactores hacia los sótanos donde se mezcla con la que ha penetrado desde un río subterráneo”, remarcan desde Ecologistas en Acción
Con este panorama, desde Ecologistas en Acción se preguntan: ¿puede garantizarse la seguridad de una compleja instalación que produce pérdidas a sus titulares? Ante las dudas, piden a Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, “que no se cometa el mismo error que con las centrales de Almaraz y Vandellós 1, a las que se les permite funcionar más de los 40 años para los que fueron diseñadas”.
La confederación ecologista se ha unido este 11 de marzo a la Declaración europea contra la energía nuclear y por la justicia climática, firmada por más de 83 colectivos de 15 países europeos en contra de la continuidad de la energía nuclear en Europa. Según esta: “La lucha por la justicia climática es una lucha contra el statu quo. La energía nuclear forma parte del sistema político y económico que nos lleva a múltiples catástrofes”. Y añade: “La energía nuclear muestra las injusticias fundamentales sobre las que se construyen nuestras sociedades. En resumen, encarna todo aquello a lo que nos oponemos en el capitalismo industrial global. Por ello, un grupo diverso de colectivos que luchan por la justicia climática declaramos nuestra oposición a la energía nuclear”.
Ecologistas pide boicotear a la energía nuclear realizando diversas acciones personales: desde reducir el consumo un día hasta producir su propia energía. Reiterando la necesidad de un compromiso de desconectarse de la energía nuclear a través de la campaña Desenchufa la energía nuclear.
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Buenas, vivo en junto a la central de Cofrentes y estoy muy a favor de que no se extienda la vida de una central nuclear tan envejecida y que da tantos problemas. Sin embargo, me llama la atención que ningún gobierno (ni el de la central ni el de la C.Valenciana) tenga ninguna propuesta sobre la mesa para tras su cierre. Creía que el futuro es rural y que no hay que olvidarse de la España vaciada, pero cuando las políticas se hacen desde los despachos de las capitales, pasa lo que pasa. La economía del Valle de Cofrentes-Ayora es muy dependiente de esta central nuclear. No estaría mal que los medios se hiciesen eco también de esta problemática.