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Elecciones generales del 28 de abril
Vota al algoritmo que más te convenza
Las nuevas técnicas electoralistas mediante el uso del big data, machine learning, algoritmos y fake news abren el debate sobre su regulación y uso.
No pensábamos que la opción de dejar Europa fuera a ganar el refernéndum sobre el Brexit porque “tan solo son unos cuantos racistas”, pero las urnas nos sorprendieron. Veíamos una locura que aquel polémico empresario con alocadas (y racistas) propuestas se hiciera con la presidencia de la primera potencia mundial, pero Donald Trump ganó. Era imposible que un exmilitar racista pudiera ganar las elecciones de un país con una altísima población racializada, pero Jair Bolsonaro se hizo con la presidencia de Brasil. Las tres campañas tuvieron un par de cosas en común. Por un lado, votaron miles de personas que no habían participado antes en las elecciones, bien fuera por hastío o por sentirse abandonados por la clase política. Por otro, la manera de llegar a toda esa gente: la mezcla tecnológica del uso de algoritmos y big data, sumado a las fake news.
Que el panorama político y las campañas electorales han cambiado en los últimos años no es nada que no hayamos percibido ya. La brecha que abrían las redes sociales rompía, o eso nos parecía, el monopolio informativo de los grandes medios y facilitó la conexión e insurgencia de movimientos de indignados como el 15M o Occupy Wall Street, así como el auge de partidos que, como Podemos, se hicieron un hueco a base de trendingtopics. Pero parece que la extrema derecha, que suele tener más dinero para invertir, ha sabido hacer evolucionar esas técnicas y aplicar nuevas formas de llegar a los votantes.
Las campañas de microsegmentación en Facebook, donde Vox es quien más ha gastado según una investigación de El Confidencial, han llegado a rincones que los mítines o los carteles con caras de políticos no habían llegado nunca. No hace falta emitir elaborados programas electorales de decenas de páginas, ahora puedes segmentar el “cliente” al que quieres dirigir tu mensaje y elaborar un “programa” de una sola línea específico para cada gusto del “consumidor”. La segmentación que ofrece la red de Mark Zuckerberg gracias a nuestros likes es más precisa que cualquier encuesta o registro demográfico público. Sabe qué te gusta y qué no, qué te enfada y qué te alegra. Puede calcular tu grado de politización y hacerse una buena idea de si sueles participar en la vida política o eres de quienes se quedan en casa el día de las elecciones. También puede hacerse una idea de tu propensión a tragarte y difundir noticias falsas. Sabe si eres una buena “herramienta” para los fines políticos del mejor postor.
Ahora puedes segmentar el “cliente” al que quieres dirigir tu mensaje y elaborar un “programa” de una sola línea específico para cada gusto del “consumidor”
Mientras grandes medios se dedican a hablar de la “injerencia rusa”, las granjas de bots en redes sociales se dedican a promover mensajes racistas, antifeministas y proclamas neoliberales escondidas tras la coartada de “defensa de la clase obrera”. Y no se dedican a mover los mensajes rusos precisamente, sino los de los líderes de extrema derecha. Lasfake news no solo difunden mentiras, también difunden miedo. La extrema derecha siempre ha utilizado el miedo al migrante, no es nada nuevo, pero ahora no le hace falta gritarlo en un mitin y exponerse. Ahora puede dar al botón de enviar o compartir y que la viralización, las masas y los algoritmos hagan el resto.
La campaña en Brasil se decidió en mensajes de WhatsApp. En la intimidad de tu teléfono nadie te juzga, nadie te debate. Esa es una de las principales fortalezas de estas nuevas técnicas de aproximación al votante: hacer que creas que hay miles como tú, aunque no lo digan en voz alta. “Defendemos los que los españoles se dicen por WhatsApp”, repiten una y otra vez desde Vox. Pero, ¿defienden lo que dicen los españoles o crean una opinión mediante mensajes que supuestamente comparte mucha gente? Sea lo que sea, es peligroso.
Ante este escenario se presentan varias cuestiones con difícil solución. ¿Se deben regular estas prácticas? Y si se decide hacerlo, ¿cómo? La opacidad que ofrecen estas herramientas (y el derecho al oscurantismo que tienen empresas como Facebook con la excusa de proteger los datos de sus anunciantes y financiadores) dificulta enormemente la posibilidad de regular una herramienta con un potencial político y electoralista superior a casi todo lo que recoge la Ley Electoral española.
Pero no es la única pregunta que suscita este debate, sobre todo teniendo en cuenta que se abre un largo periodo electoral y que la extrema derecha ya está sacando réditos de estas técnicas, como demostraron las elecciones andaluzas. ¿Debe la izquierda subirse al carro? ¿Se podrían usar estas técnicas con ética? ¿Qué hará si las urnas nos sorpreden como en Brasil o en Reino Unido?
Porque una vez hable la democracia, prevalecerá lo que digan los resultados, los haya influido un algoritmo o no. De momento, todos los partidos votaron a favor de una nueva Ley de Protección de Datos que ha introducido una disposición que pretende transformar el sistema de propaganda clásico por las nuevas técnicas de captación de voto a través de mensajería y redes sociales. Pero una cosa es que se pueda, y otra bien distinta es que se tengan los recursos económicos y tecnológicos para ponerlos en marcha. Además del debate ético que despierta. La ultraderecha española, la que no molesta a la City Londinense y gusta al HSBC, tiene mucho dinero y poca ética.
Como en El Salto este tema nos trae de cabeza, hemos organizado un debate el miércoles 10 de abril en el espacio Ecooo, en la Calle de la Escuadra 11 del madrileño barrio de Lavapiés. Si te pilla lejos, no te preocupes porque habrá retransmisión en directo por streaming en nuestra web. Para hablar sobre el tema contaremos con la presencia de la experta en redes y autora del blog Barriblog Mariluz Congosto, el periodista y autor del libro Despertar del sueño tecnológico (Akal, 2019), Ekaitz Cancela, el responsable de redes de Podemos estatal, Julián Macías Tovar, y con Clara Jiménez, periodista y cofundadora de Maldita.es.
Vox
Si a HSBC y Goldman Sachs les gusta Vox, a ti no te debería gustar
Una de las caras conocidas del partido de Santiago Abascal, Iván Espinosa, ha viajado a la City londinense para buscar financiación y apoyos entre los principales grupos financieros mundiales, según han publicado varios medios. Y a estos les gusta Vox.
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Es obvio que detras de los resultados electorales del 28A hay un programa matemático, quien lo niegue es un cínico
Si hubiese una democracia y lo publico tuviese la obligacion de enviarte a casa por correo no solo donde y cuando te toca ir a votar, sino tambien la lista de todas las opciones que se presentan a votacion con todos sus programas electorales, direcciones de internet que tienen para consultarlas y demas informacion relevante para poder buscar, contrastar y tomar decisiones...
Pero no, en vez de eso da la mas sensacion de que la cosa va de saltarse derechos fundamentales de la poblacion, censurar al disidente, violar la privacidad, violar el secreto de las comunicaciones y formar listas con la idiologia de cada cual...