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Turismo
La Alameda sevillana como símbolo de un fenómeno global
El pasado septiembre, recibimos la noticia de que después de cuarenta años el icónico cine de la Alameda cierra sus puertas para convertirse en un complejo hotelero. Según datos dados por el INE correspondientes a julio de 2018, Sevilla contaba entonces con 21,629 plazas hoteleras repartidas en 223 establecimientos; mientras que las viviendas con fines turísticos suponían 7.305 plazas repartidas en 3.441 pisos.
El caso del cine de la Alameda no es el único, de hecho, la Gerencia de Urbanismo ha aprobado varias licencias de obras para la adecuación de edificios, con el fin de que pasen a convertirse en apartamentos/hoteles turísticos, en las plazas del Salvador y Santa Cruz, y las Calles Vidrio, Don Alonso el Sabio, Feria, Campana, Hernando Colón, Santa Paula, Enladrillada, Torcuato Luca de Tena y la Alameda de Hércules, así como la antigua Sala X de la Calle Trabajo, y la Casa de la Moneda.
Y es que el fenómeno de la turistificación, está afectando no solo a Sevilla, sino a muchísimas otras ciudades tanto de España, como del mundo. El turismo, conforma el cuarto sector económico y continúa subiendo, generando más del 10% del PIB planetario, con lo que no es de extrañar que, al mercado le interese el turismo, incluso aunque sea low cost, por su rentabilidad. Sin embargo, hay que empezar a discutir la máxima de que el turismo genera grandes ingresos económicos para las ciudades. Si nos fijamos, esos ingresos o movimientos de dinero, no necesariamente van a parar a las propias ciudades, ya que en muchos casos los hoteles o apartamentos turísticos son titularidad de compañías extranjeras, así como las compañías de vuelos low cost. Con respecto a la generación de empleo, más de lo mismo, empleo estacional, temporal y precario.
Llegados a este punto, es interesante diferenciar entre los procesos de turistificación y los procesos de gentrificación. Poniendo el caso de Sevilla, y más concretamente el del barrio de la Alameda, este sufrió en la época de los 90, un proceso de gentrificación en la que se sustituyó una población degradada de “jeringuillas” de los ochenta, un lavado de cara para la famosa Expo del 92, por una de clase media e integrada. A día de hoy, sin embargo, la invasión del turismo de masas, produce un aumento del precio de los alquileres, o la eliminación de las viviendas para su conversión en apartamentos/hoteles turísticos, lo que ha hecho que la población de clase media en muchos casos se vea obligada a desplazarse al extrarradio. La gentrificación sustituye poblaciones, mientras que la turistificación directamente la elimina para reemplazarla por turistas que pasan sólo unos días en la zona y se van.
El turismo no es algo que nos venga de nuevas, siempre presente en las zonas costeras y de naturaleza. Sin embargo, hasta que no ha empezado a atacar e invadir los grandes núcleos urbanos con una amplia resonancia mediática, como es el caso de Barcelona, Madrid o Palma de Mallorca, la cosa no ha llegado a conocerse bien.
Además de las compañías de vuelo low cost, este aumento exponencial del turismo se ha visto beneficiado por el boom de los alquileres de viviendas turísticas o viviendas vacacionales, promovidos gracias a plataformas como airbnb. Este tipo de alquileres venían realizándose como alquileres de corta duración, al amparo de la Ley de Arrendamientos Urbanos, si bien las reformas de la citada ley por la Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas, así como el Real Decreto Ley 7/2019 de 1 de marzo, de medidas urgentes en materia de vivienda y alquiler, excluye de su ámbito de aplicación la cesión temporal y lucrativa del uso de viviendas amuebladas en condiciones de uso inmediato comercializada a través de canales de oferta turística o de cualquier otra forma, remitiendo su regulación a la normativa sectorial de cada Comunidad Autónoma. Con lo que, es la propia Comunidad Autónoma la encargada de regular esta materia. La Comunidad Autónoma de Andalucía, ha dictado al efecto el Decreto 28/2016, de 2 de Febrero, de viviendas turísticas, en cuyo artículo 3 las define como “aquellas ubicadas en suelo residencial donde se vaya a ofrecer mediante precio el servicio de alojamiento de forma habitual, presumiendo que existe habitualidad cuando la vivienda se comercialice a través de canales de oferta turística.”
La explotación de apartamentos turísticos, a diferencia del alquiler de viviendas con fines turísticos, tiene la consideración de actividad económica y por tanto precisa licencia de apertura y se regula por Decreto 194/2010 de 20 de Abril, de establecimientos de apartamentos turísticos.
De modo que este turismo masivo y la proliferación de los apartamentos y viviendas turísticas, genera la subida de los alquileres y la especialización de esas zonas en el sector servicios (un sector servicios precario y mal pagado), dificultando la vida cotidiana y acaba con la expulsión de los ciudadanos y locales de servicios autóctonos, porque su vida se ha convertido en una guerra continua.
De hecho, el Colectivo-Asamblea Contra la Turistización de Sevilla (CACTUS), ya ha denunciado en varias ocasiones que “el casco histórico y Triana afrontan un "contexto de casi saturación" al ser "rebasada" la capacidad de absorción de turistas, lo que se traduce en una subida de los precios del alquiler y la consiguiente "expulsión de población de sus hogares" al no poder afrontar los precios de la vivienda.” y han publicado un decálogo actualizado de posibles pasos a seguir ante la nueva ola de desalojos y especulación urbana.
¿Cuál es el resultado del modelo turístico actual? Pérdida de identidad y de residentes autóctonos ante la presión de turistas y nuevos vecinos con mayor poder adquisitivo, nada más alejado de la idea de progreso, la Alameda Sevillana como símbolo de un fenómeno global.