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Bitcoin
Bitcoins sin ánimo de lucro
Miembro de Autonomía Sur y asesor fiscal especializado en cooperativas
Desde hace un par de años es cada vez más frecuente que a los asesores fiscales nos consulten sobre criptomonedas y cómo afectan las ganancias al IRPF de los nuevos inversores. Se multiplican las preguntas tipo: “¿con cuánto se queda Hacienda si gano 3.000 euros en Bitcoins?”, “¿cómo puedo hacer para no tributar por las ganancias? ” o “estoy ganando más ahora que con mi trabajo, ¿qué debo hacer? ”. En el ámbito financiero, y aun partiendo de un perfil conservador, atendemos a la complejidad que entrañan los nuevos mercados financieros, donde tenemos que convivir con terminología tan diversa como forex, valores, derivados, futuros, opciones,…, a la que desde hace unos años se han sumado términos como criptomonedas o tecnología blockchain. ¿Nos facilitan o nos impiden dar el gran salto?
Afortunadamente lejos del papel de “trader” o “lobo de Wall Street” que algunos demandan, desde la asesoría fiscal atendemos a los aspectos más prácticos. Por ello, nos centramos en nuestra labor de informar cómo deben tributar tan preciados ingresos y ganancias, que con tanta facilidad se han obtenido, para no tener problemas con el fisco y de paso, recordamos lo que significa pagar impuestos y su relación con el mantenimiento de nuestro apreciado “Estado del Bienestar”.
Más allá del asesoramiento técnico de que toda ganancia generada por la compraventa de este tipo de activos tributan en IRPF -en torno al 19-24 %-, y que si el volumen de operaciones anuales supera determinado importe deberás presentar un determinado modelo tributario, el debate que hoy pretendemos plantear es sobre si este nuevo tipo de mercado, actividad o especulación pudiera ser compatible con la llamada “Economía Social y Solidaria”.
Más claramente: existen determinadas formas jurídicas que resultan imperativamente sin ánimo de lucro, como es el caso de las asociaciones. En otros casos, como el de las cooperativas, el ánimo de lucro es optativo y será la asamblea quien lo apruebe o no, pronunciándose en una u otra dirección. Sin embargo, es un error muy frecuente pensar que toda entidad sin ánimo de lucro desarrolla una actividad social. El ánimo de lucro hace referencia al reparto de las ganancias o de los excedentes generados por la entidad, por lo que una entidad sin ánimo de lucro nunca podrá repartir los beneficios anuales entre las personas socias que la integren como si de un reparto de dividendos se tratase. Dicho beneficio no se puede repartir, su finalidad debe ser la inversión para la consecución del objeto social de la entidad.
Por suerte, desde la perspectiva del socio y trabajador de una cooperativa con marcado carácter social, hemos conocido y ayudado a crear empresas que desarrollan actividades que pueden considerarse que pertenecen al “eje del mal” desde un punto de vista social y solidario (construcción, inmobiliarias, servicios financieros, servicios energéticos, seguros, intermediarios mayoristas…). Sin embargo, han demostrado que puede (y debe) utilizarse los recursos que el sistema pone a nuestro alcance al servicio de la sociedad. Os hablo por ejemplo, de la Coop57, Fiare Banca Ética, Som Energía, Espanica, Arq Seguros, consultorías y asesorías éticas y solidaria. De hecho, actualmente se están conformando cooperativas médicas para posicionarse como un servicio alternativo y sostenible frente a la sanidad privada, con un enfoque muy ético y social y totalmente complementario a la sanidad pública.
¿Estaríamos diciendo, entonces, que existe la posibilidad de utilizar las herramientas del malvado capitalismo para la consecución de fines sociales?
Uno de los principales éxitos del especulativo mundo de las criptomonedas, es la facilidad para operar en él de un modo simple, directo y rápido. Te informas un poco, te instalas una aplicación y a operar como un auténtico bróker. Con la ventaja de interaccionar con un único “intermediario” que previamente habrás instalado en tu teléfono móvil, sin necesidad de que tu entidad de confianza centralice el proceso. Se acabó tener que hablar con tu comercial de La Caixa o BBVA.
Empiezas con la ilusión de invertir apenas cien euros en una criptomoneda y conseguir en pocos días el sueldo de un mes. A cambio, únicamente hay que regatear con la aplicación y, quién sabe, si lo haces bien y tienes un poco de suerte las ganancias irán sumando ceros. Al fin y al cabo, el mercado de las criptomonedas no se encuentra bajo el control de ningún Estado, Banco o Institución Financiera, uno de sus principales atractivos para los nuevo inversores.
En lo social, nunca nos ha atraído especialmente el mundo financiero, con sus acciones, futuros, planes de inversiones… y tampoco apasiona el mercado de las criptomonedas, porque tras esa aparente independencia, al igual que los mercados financieros tradicionales, y aunque algún experto lo rebata, está fuera de nuestro control, ya que -no nos engañemos- los pequeños inversores siempre dependeremos de las grandes fortunas y sus especulaciones para ganar o perder el dinero que nos dejan.
Pero con independencia de esto, es cierto que con cabeza, suerte o con ambas, se está ganando dinero y ya han comenzado las consultas de personas con cierta experiencia en el sector de la estadística o las matemáticas con intención de crear grupos de inversión en criptomonedas, con el fin de que lo generado, no se reparta entre los inversores, sino que se invierta en mejoras para el barrio, o alimentos para personas desfavorecidas, parques de juegos, etc. Es decir, asociaciones sin ánimo de lucro, donde sus integrantes aportan o donan una cantidad de dinero para la consecución de un fin social y solidario, pero haciendo uso para su consecución de una herramienta especulativa, como es la tecnología del blockchain.
Ante esta realidad, cabe preguntarse si es posible que el mercado de las criptomonedas puede o no contribuir a la consecución de uno de los pilares de la Economía Social y Solidaria, la orientación a las necesidades humanas, que no es más que poner la economía al servicio de las personas.
Nos preguntamos entonces si existe la posibilidad de que poniendo las herramientas del sistema capitalista al servicio de los objetivos de la Economía Social y Solidaria pueda llegar a alcanzarse el objeto inicial y fundamental de cualquier economía, que no es otro que administrar recursos limitados para lograr la satisfacción de las necesidades de los seres humanos.
Quizá es una simplificación extrema del asunto. Sin embargo, si somos capaces de enfocar este mundo de las criptomonedas desde otra perspectiva, podemos llegar a pensar que se le está metiendo un gol al sistema, al igual que en su día lo hicieron experiencias tales como la Coop57 o Som Energia. Y, quién sabe, quizás en lugar de “lobos de Wall Street” estén naciendo “Lobos de las 3.000”….aunque sí, al nombre tendremos que darle una vueltecita….