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Literatura
Un lobo hambriento en la oscuridad
Gatopardo recupera En un lugar solitario, una brillante inmersión de la olvidada Dorothy B. Hugues en la mente de un asesino múltiple de mujeres.
El fotograma no deja lugar a dudas: Gloria Grahame y Humphrey Bogart en una de las películas emblemáticas de la historia del cine negro. Hablamos de In a Lonely Place (Nicholas Ray, 1950), turbio descenso a los infiernos de un guionista convertido en sospechoso de asesinato, quizás el “Bogie” más enigmático y tenebroso de su carrera. Pero En un lugar solitario, editada originalmente en 1947, fue antes una novela de Dorothy B. Hugues (1904-1993), crítica literaria y autora muy prolífica durante la década de los cuarenta, años capitales del film noir en Estados Unidos.
La colección Black de Plaza & Janés había publicado El gorrión caído y Persecución en la noche a principios de los noventa, pero esta magnífica novela permanecía inédita hasta ahora en castellano (Edicions 62 incluyó En un lloc solitari, traducida al catalán por Núria Roig, en su colección Seleccions de la Cua de Palla). Es un gran acierto que Gatopardo la haya recuperado ahora, con traducción de Ramón de España, y se haga justicia a una escritora cuya talento para diseccionar la mente criminal tiene poco que envidiar a Patricia Highsmith o a Jim Thompson.
Monstruos de la guerra
Dix Steele, ex piloto de aviones de combate durante la II Guerra Mundial, deambula por Los Ángeles tras rematar la contienda, víctima de la cara menos benévola del sueño americano: empleos precarios, paradas de autobuses vacías, soledad e incomunicación, degradación moral. Sobrevive gracias a las aportaciones de su tío Fergus y, a falta de algo mejor, ocupa el apartamento de su amigo Mel Terriss, que se ha ido de viaje a Río de Janeiro. Su antiguo compañero del ejército es Brub, convertido ahora en inspector de policía y encargado de investigar la pista de un asesino en serie que lleva meses estrangulando mujeres en la ciudad. Dix finge estar escribiendo una novela policiaca y aprovecha su falsa condición de escritor para conocer los pormenores del caso, pero su mundo empieza a tambalearse cuando se tropieza con Laurel, una vecina por la que se siente atraído de manera torrencial. Es entonces cuando se nos revela en su totalidad la psicología de Dix Steele, una mente divorciada del mundo capaz de inquietarnos como un Tom Ripley ou un Lou Ford.
ANGUSTIA Y CRIMEN
En acertadas dosis, empapándonos sin prisa con su objetivo, Hughes muestra un enorme talento para hacer lo más dificil: presentarnos el mundo interior de un criminal sin caer en escabrosidades, provocando más desasosiego por lo que parece quedar en el aire, flotando en una calculada ambigüedad, que por aquello que podría resultar más efectista, contrario al matiz. Steele es un personaje solitario y atormentado, huérfano de afectos que lo conforten, un perdedor al que han sustraído la gloria de una sangrienta guerra que a su término produce todavía más monstruos. Su angustia es el malestar de una especie de exiliado que deambula por Los Ángeles sin encontrar su sitio, acechando existencias ajenas, retrayéndose así de la vida en sociedad hasta que su inteligencia es zarandeada, ya sin reparación posible, por el deseo sexual que le despierta Laurel. Es una mente fría y calculadora, capaz de calibrar las consecuencias de todo lo que hace, pero su repentima dependencia emocional acaba por convertirlo en una víctima de sí mismo.
Tres novelas de Hughes fueron llevadas al cine: Perseguido (The Fallen Sparrow, Richard Wallace, 1943), protagonizada por Mauren O'Hara y John Garfield, que interpreta a un soldado que combatió durante la Guerra Civil en las Brigadas Internacionales, huyendo posteriormente de una cárcel nazi; Persecución en la noche (Ride the Pink Horse, Robert Montgomery, 1947), una historia de venganza ambientada en una localidad de Nuevo México, y el título que nos ocupa, En un lugar solitario, cuyo espléndido guion de Andrew Solt altera de modo sustancial la trama ideada por Hugues, con un desarrollo y un desenlace que proponen nuevos ingredientes al universo diseñado por al autora. Tras la lectura de la novela, es un ejercicio recomendable revisar la película de Nicholas Ray y comprobar cómo Hugues refleja en ángulos todavía más diversos la rabia que siente Steele por las mujeres y el pánico que suscita en ellas ese asesino. Un ciudadano común, según la policía, que evoca al tipo de criminal machista que desgraciadamente seguimos sufriendo en la actualidad.
aroma clásico
Entre los años treinta y cuarenta, Hollywood recibió la aportación de un gran número de mujeres que escribieron los guiones de títulos imprescindibles del cine negro y de suspense, aunque su correspondencia literaria tras el primer estallido del género ‒los obligatorios Dashiell Hammett, Raymond Chandler o James M. Cain‒ fueron mayoritariamente hombres. Hablamos de visibilidad, reconocimiento y trascendencia de sus obras. Pero por allí, entre muchas otras, estaba la gran Dorothy B. Hugues, a la que seguro debió leer Patricia Highsmith para escribir Ese dulce mal y, por supuesto, su serie dedicada a Ripley. O ese talento, también olvidado, que fue la extraodinaria Margaret Millar, maestra del suspense psicológico ensombrecida por el éxito de su marido, Ross MacDonald. En un lugar solitario debería ocupar un lugar privilegiado en nuestras bibliotecas junto a los nombres citados. Es sutil, envolvente y está escrita con ese aroma clásico que nos remite la esencia del género. Un lujo para buscadores de tesoros ocultos.