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Cine
Treinta años después seguimos soñando con ovejas eléctricas
El 6 de octubre llegará a España Blade Runner 2049, secuela del clásico de Ridley Scott que contará con Denis Villeneuve (La llegada), como flamante director, y tres décadas trascurridas entre los hechos de la cinta original y las nuevas peripecias que vivirán Harrison Ford y Ryan Gosling.
Aprovechando semejante evento cinematográfico, recordemos las diversas razones por las que Blade Runner se ha convertido, por derecho propio, en un hito de la ciencia-ficción mil veces homenajeado, tomado como plantilla o, simplemente, fotocopiado hasta la saciedad.
Basada en la novela del genial Philip K. Dick ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas?, este film de corte neo noir se estrenó en 1982, zambulléndonos en una distopía futurista con la lúgubre ciudad de Los Ángeles de 2019 como protagonista.
La película tomó prestado su título de The Bladerunner, de Alan E. Nourse, y de Bladerunner, A Movie, ensayo cinematográfico escrito por William S. Burroughs.
El origen de un género
Precursora del vergel del cyberpunk, la película contó con el libreto de Hampton Fancher (que repite en la inminente secuela), y David Webb Peoples, además de un reparto coral encabezado por el ya célebre Harrison Ford (que asumía un papel muy diferente y arriesgado como Rick Deckard), Rutger Hauer, Sean Young, Edward James Olmos, M. Emmet Walsh, Daryl Hannah, William Sanderson, Brion James, Joe Turkel y Joanna Cassidy.
Destrozada por la crítica cuando fue estrenada, no tardó en convertirse en un film de culto, apoyada por su excelente diseño de producción a cargo de Syd Mead (con influencias que combinaban a la perfección desde el Metrópolis de Fritz Lang, pasando por Moebius y hasta 'Heavy Metal', entre otros), su opresiva e implacable atmósfera, la ya mítica banda sonora de Vangelis y, sobre todo, los humanos artificiales conocidos como 'Replicantes'.La cinta original planteaba un futuro dominado por la Ingeniería Genética donde el ser humano fabricaba a diestro y siniestro humanos artificiales, Replicantes, para encargarse de las tareas más nauseabundas, depravadas y esclavistas en las Colonias exteriores de la Tierra.
Con la corporación Tyrell de por medio (la Corporación de turno, todo un clásico en la CF distópica, y cada vez más asentado en nuestra realidad cotidiana), los Replicantes se desarrollan en varios modelos, siendo su culminación el NEXUS 6 que, de facto, es un humano mejorado en lo físico y en igualdad en lo emocional.
'Blade Runner' jugó como nadie la psicótica amenaza de nuestra propia existencia.
Así, los Replicantes avanzados, prohibidos en la Tierra debido a una revuelta que perpetraron en Marte, son cazados sin cuartel por los Blade Runners cuando, como fugitivos, pisan el podrido planeta antes azul que, por supuesto, nos hemos empeñado en destruir.
Blade Runner supuso un necesario punto de inflexión en la concepción que el público tenía no solo del cine de acción y ciencia-ficción, sino de ésta como vehículo narrativo para contar historias de calado.
La película de Ridley Scott, sin descuidar ni por un momento el impacto visual y los fabulosos efectos especiales a cargo de los legendarios Douglas Trumbull y Richard Yuricich (sobre todo para una época en que los ordenadores aún estaban en pañales), apostó por una complejidad dramática y variedad temática inédita en un blockbuster.El cine negro (con la genial Sean Young interpretando a una inolvidable femme fatale), Raymond Chandler y Dashiell Hammett, el antihéroe de dudosa moralidad, hastiado y harto de todo; el lado más oscuro de los avances tecnológicos, nuestras pulsiones y deseos más oscuros, la brecha social entre el Olimpo de los ricos y los pobres, el poder de las grandes corporaciones sobre el devenir del individuo, la metafísica, la Biblia e incluso el significado de la propia humanidad, se entremezclan con maestría durante el metraje.
De acuerdo a las palabras del sociólogo David Lyon: El escenario de Blade Runner es de decadencia urbana: edificios abandonados que fueron majestuosos en el pasado [interpretados por los teóricos postmodernos como símbolos de la modernidad caída], calles abarrotadas y cosmopolitas, interminables mercados callejeros, basura sin recoger y una llovizna gris constante. [...] Sin duda, el progreso está en ruinas. [...] Columnas griegas y romanas, dragones chinos y pirámides egipcias se mezclan con gigantescos anuncios de neón de Coca-Cola y Pan Am. [...] La imagen dominante es de decadencia, desintegración y caótica mezcla de estilos. ¿Qué hace postmoderno a Blade Runner? [...] Para empezar, se cuestiona la «realidad» misma. Los replicantes quieren ser personas reales, pero la prueba de la realidad es una imagen fotográfica, una identidad construida. Ésta es una forma de ver la postmodernidad: un debate sobre la realidad. El mundo de sólidos datos científicos y una historia con finalidad que nos legó la Ilustración europea, ¿es meramente un anhelo? (LYON, D., Postmodernidad, cit., p. 12-13).
Más allá de su eminente miga sociológica es, como ya he citado, en Los Replicantes donde Blade Runner cuadra el círculo, componiendo inolvidables personajes donde destaca el magnífico Roy Batty de Rutger Hauer.
Batty perdurará por siempre en el inconsciente colectivo de cualquier espectador que se precie de serlo. Suyo es el monólogo más famoso, respetado y lleno de significado de la
Historia del Cine :¿Qué es el ser humano, sino un perseguidor de la trascendencia?; ¿Qué somos más allá de nuestra muerte, sino recuerdos en la mente de otros?
En este presente convulso que nos toca vivir, Blade Runner conserva intacta toda su relevancia. Las líneas entre la distopía que plantea la cinta y nuestra realidad occidental cotidiana son cada vez más difusas.
¿Conseguirá Blade Runner 2049, convertirse en otra obra fundacional del género?; ¿Logrará volar tan alto como su insigne predecesora?