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El estudio PISA, financiado por el BBVA y llevado a cabo en 2012 y 2015, evaluó la competencia financiera en el Estado español, utilizando el pobre desempeño resultante como un argumento válido para impulsar la educación en finanzas en el ámbito escolar. En el informe del año 2015 se explicaba que la crisis económica ha incrementado la preocupación por el nivel de la competencia financiera de la población y que la educación desde la escuela ha sido considerada desde entonces prioritaria.
En la CAV, la educación elemental en finanzas ha sido introducida en la Educación Básica con las asignaturas de Economía e Iniciación a la actividad emprendedora y empresarial; y en Bachillerato con las materias de Economía, Economía de la Empresa y Fundamentos de Administración y Gestión, mientras que simultáneamente, entidades bancarias como BBVA, Kutxabank y La Caixa (EduCaixa) han comenzado a desarrollar e impartir sus propios programas de educación financiera en centros escolares.
Según la Comisión Europea, la educación financiera en el ámbito escolar hace referencia a “la enseñanza de conocimientos y valores que permitan al alumnado tomar decisiones financieras informadas y sensatas en su vida diaria” y “preparar a los estudiantes para los retos financieros básicos con los que se encontrarán a lo largo de su vida”. Las preguntas consideradas por PISA para evaluar la competencia financiera son básicamente de comprensión matemática, lectora y tecnológica, por lo que se justifica la incorporación de afirmaciones vistas en manuales de texto como la “necesidad de abrirse un plan de pensiones privado” o que las mujeres “necesitan planificar mejor su jubilación debido a un menor nivel salarial o menor tiempo de cotización por el cuidado de hijos o familiares”. Lo que no se explica en estos manuales son contenidos que aborden la relevancia de la justicia fiscal para garantizar el gasto público y la protección de los derechos económicos, sociales y culturales o la equidad de género desde un enfoque de cuidados, entre otros…
Cuestionamiento desde la Economía Social y Solidaria
Las consecuencias de las diversas crisis financieras y la creciente desigualdad están poniendo de manifiesto los impactos negativos que la gestión de la globalización financiera y las prácticas de las entidades bancarias pueden tener en la economía y el bienestar de las personas. Aunque se siga asegurando que el crecimiento económico genera empleo y bienestar, hay 1.400 millones de personas que viven en la pobreza extrema y 1.000 millones que pasan hambre diariamente, imperando una desigualdad absoluta cuyo resultado es que ocho hombres (ninguna mujer) tienen más riqueza que 3.600 millones de personas.Las finanzas éticas pretenden ser una de las respuestas que la Economía Solidaria promueve para hacer frente al problema de inequidad estructural del sistema capitalista, garantizando el derecho al crédito y canalizando el ahorro hacia proyectos con impacto social positivo. Desde entidades que trabajan para que el objetivo de la economía sea el bienestar general, como la Asociación Vasca de Apoyo a Fiare, Economistas sin Fronteras, Oikocredit Euskadi, Setem Hego Haizea, Koop 57 y Elkarcredit, se creó la “Red de Finanzas Éticas y Parabancarias de Euskadi”, tratando de impulsar una reflexión sobre la Educación en Finanzas actualmente establecida.
La educación financiera que se imparte en la actualidad se muestra claramente ligada a las decisiones personales, lo que justifica que el riesgo y bienestar financiero depende de las buenas o malas actuaciones de cada individuo y no de las características del propio sistema o de las malas prácticas y abusos que comete la banca. Al justificar la necesidad de esta educación por la “mayor complejidad de los productos financieros”, se pone el foco en la capacidad individual para hacerles frente y no en la respuesta colectiva para exigir una mayor transparencia y protección jurídica.
De la misma manera, así como no se puede asignar únicamente una responsabilidad individual ante los riesgos financieros asumidos, tampoco se puede considerar que las decisiones financieras propias tengan impacto sólo sobre el bienestar personal, sino también sobre el bienestar del resto de la población. Además, es cuestionable el hecho de que las entidades financieras, directa o indirectamente, estén elaborando los objetivos y contenidos de las materias educativas, y que además impartan dicha formación para sectores de la población en los que tienen intereses corporativos específicos (captación de clientes, planes de pensiones privados, etc) Esta dinámica, análoga a la fábula del zorro que cuida del gallinero, remite a la inquietud de que el objetivo final sea, en vez de la educación popular, la creación de futuras consumidoras y consumidores, una preocupación natural ante el hecho de enfrentarnos a una educación instrumental pero acrítica, sin cuestionamientos éticos ni visión socioeconómica.
En definitiva, la introducción de la Educación Financiera como materia específica del currículum educativo presenta riesgos evidentes derivados del paradigma económico desde el que parte la consideración de lo que es la capacitación financiera y, por tanto, de cuáles son los contenidos seleccionados en el programa formativo, cuáles los omitidos y quién los imparte.
Según la visión de la Red, el sistema educativo debe dotar al alumnado de competencias, espíritu crítico y madurez para saber desenvolverse en su entorno, en el que las finanzas tienen un peso creciente. Por eso mismo, aunque utilizar herramientas financieras cotidianas para trabajar de forma práctica estas aptitudes es una forma de acercar el mundo real al aula, este enfoque pedagógico no justifica la introducción de la materia en el sistema educativo tal y como se está desarrollando.
Desde la Economía Social y Solidaria se ha decidido agregar su propio enfoque alternativo y crítico para evitar que el espacio escolar sea monopolizado por otros agentes considerados inapropiados. La Red de Finanzas Éticas de Euskadi ha elaborado el documento Finantzaz haratago. Repensando la educación financiera desde una perspectiva ética y parabancaria, impulsado tras un proceso participativo de diagnóstico sobre las asignaturas introducidas en el currículo educativo vasco.
Debido a que la educación financiera forma parte del actual proyecto educativo vasco, desde la red se propone incluir en él la sensibilización sobre los impactos humanos, sociales y ambientales del sistema financiero y de la operativa bancaria, así como la asignación de responsabilidades individuales y colectivas en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
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