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El Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, conocido erróneamente como Premio Nobel de Economía, ha sido otorgado este año al economista estadounidense Richard H. Thaler. Desde el Banco Central de Suecia justifican su decisión por la importancia de las investigaciones del profesor de la Universidad de Chicago, que “ha incorporado supuestos psicológicamente realistas en los análisis de la toma de decisiones económicas”.
La rueda de prensa, en la que el galardonado ha participado por vía telefónica, ha concluido abordando el polémico sesgo que la mayoría de premiados comparten: son hombres blancos estadounidenses. De hecho, en los últimos veinte años, solo un cuarto de los galardonados no cumplen este perfil.
El portavoz del comité ha expresado su preocupación especialmente por la falta de mujeres que reciben el premio y ha explicado que la composición del mismo es paritaria, pero que las candidaturas que reciben son mayoritariamente de hombres. Al respecto ha asegurado que el próximo año van a pedir en las invitaciones a la comunidad científica que en sus candidaturas busquen especialmente “investigadoras mujeres y que atiendan también a la diversidad étnica y geográfica” para que “en cinco o diez años veamos una distribución del premio muy diferente” .
No obstante, las críticas están bien fundamentadas, especialmente respecto al sesgo de género ya que solo una mujer, la estadounidense Elinor Ostrom en 2009, ha ganado el polémico Nobel de Economía. De las mujeres que históricamente merecieron el reconocimiento por parte de la comunidad científica destaca la británica Joan Robinson, colaboradora de John M. Keynes y Piero Sraffa y que, de hecho, dirigió la tesis doctoral del laureado Amartya Sen.
Actualmente, en las quinielas como posibles premiadas aparecen economistas como Dambisa Moyo, economista nacida en Zambia que ha analizado los efectos nocivos de la ayuda al desarrollo. Una de las mujeres mejor situadas para recibir el premio es Susan C. Athey, primera mujer en ganar la prestigiosa medalla John Bates Clark que centra su investigación en el impacto de la incertidumbre en el comportamiento de los agentes económicos.
En cuanto a la diversidad geográfica de los premiados, justamente la alma máter del premiado de este año, la Universidad de Chicago, se podría decir que es una auténtica fábrica de premios Nobel. De ella provienen 28 de los 78 agraciados que se han llevado el premio, es decir, un 36% del total.
Cuando la economía y la psicología se encuentran
Richard H. Thaler pertenece a una nueva corriente de la economía, la economía conductual (de la expresión inglesa behavioural economics), que busca tender puentes entre las disciplinas de la economía y la psicología con el objetivo de fundamentar el proceso de toma de decisiones económicas de manera más realista que la teoría tradicional (la llamada escuela neoclásica). Los miembros de esta escuela se sirven de las últimas investigaciones en psicología sobre las dinámicas cognitivas, emocionales y sociales que intervienen en la racionalidad humana, es decir, en la capacidad de pensar, evaluar y actuar de los seres humanos.Thaler no es el primer integrante de esta escuela que ha sido galardonado con este premio, ya que en 2002 lo recibió uno de los más famosos integrantes de la misma, el psicólogo Daniel Kahneman, autor del superventas Pensar rápido, pensar despacio. En 2013, fue Robert J. Schiller, también miembro de la corriente, quien obtuvo el galardón que curiosamente compartió con un crítico de la escuela, Eugene Fama.
La racionalidad que subyace en nuestras decisiones económicas es un tema clásico de la economía y toda teoría económica que se precie tiene determinados supuestos respecto a la misma. Los presupuestos sobre la racionalidad de la teoría económica ortodoxa han sido tradicionalmente foco de críticas debido a su escaso realismo. La economía conductual y Richard Thaler en concreto han desarrollado el concepto de racionalidad limitada, que ha resultado fructífero y ha servido para explicar antiguas incoherencias de la teoría económica como la aversión a las pérdidas o la paradoja del sobreprecio de las acciones.
Para el comité del Banco Central de Suecia, Thaler, “al explorar las consecuencias de la racionalidad limitada, las preferencias sociales y la falta de autocontrol, ha demostrado cómo estos rasgos humanos afectan sistemáticamente tanto las decisiones individuales como los resultados del mercado”.
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