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Ecologismo
Guiomar Carranza, Ecologistas en Acción Granada: “En Andalucía se sigue echando cemento sin sentido”
Guiomar Carranza es bióloga, investigadora y doctora en Medio Ambiente y Sociedad por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y vecina de Huétor Vega, un municipio a cuatro kilómetros de Granada capital y con cerca de 12.000 habitantes; un día, al sacar a pasear a su perro, observó cómo algunos operarios manipulaban maquinaria levantando la tierra del bulevar en la Avenida Doña Juana de la localidad. Preguntó a los operarios por la motivación de la operación y estos les respondieron que iban a poner adoquines de cemento por las cagadas de los perros.
Guiomar siguió sin entender el razonamiento y trasladó la información a la organización ciudadana de la que forma parte, Ecologistas en Acción Granada, que le apoyó a preparar carteles exponiendo la situación y proporcionando información sobre los efectos del hormigón en el aumento de la temperatura en zonas urbanas. La cartelería situada en distintos puntos del municipio generó cierta repercusión entre la población, lo que impulsó a Ecologistas a convocar una concentración ayer domingo para denunciar la situación, pedir la reversión de la cementación y proponer la creación de una auténtica zona verde.
La concentración ha sido apoyada por los grupos políticos de la oposición, PSOE, Unidas Podemos e IU que, junto a una docena de vecinos y vecinas, han portado pancartas junto a las obras. La semana pasada solicitaron información y formalizaron quejas ante el ayuntamiento que no han sido respondidas. Piden datos sobre la motivación de esta cementación y quieren conocer el gasto que ha supuesto a las arcas municipales una obra a la que no sólo no le encuentran sentido sino que no creen esté motivada por el interés público.
“Esta zona era un barranco, todavía aparece en Google Maps la línea azul del curso del agua, y el cemento repele el agua, no lo absorbe y puede provocar inundaciones por acumulación de agua”, Guiomar Carranza, bióloga.
Ecologistas en Acción Granada denuncia que la cementación tiene un importante impacto ambiental y en la salud, “ya que contribuye a aumentar el efecto isla de calor al sustituir una superficie natural que refleja las radiaciones y amortigua las temperaturas por una superficie gris responsable del aumento de temperaturas nocturnas en verano, debido a la acumulación de calor que presentan los materiales inertes como el cemento, hormigón, etc”. Señalan que incumple los objetivos de transformar las ciudades y pueblos en espacios adaptados y con mayor resiliencia al cambio climático, contradiciendo medidas como la Declaración de Emergencia Climática aprobada por la Diputación de Granada en 2019, y desaprovecha la oportunidad de ofrecer un espacio de recreo y esparcimiento en zonas verdes, que además incremente la biodiversidad, para las personas del pueblo.
La organización ecologista teme que estas obras de cementación se extiendan a otros parques y zonas verdes cercanas y pide al Ayuntamiento de Huétor Vega que recapacite y detenga el cementado del bulevar; estudie opciones alternativas, como la colocación de setos y áreas con cubiertas vegetales adaptadas al clima mediterráneo sin grandes necesidades de mantenimiento, un pipican para los perros, etc. Además, señala Guiomar a El Salto Andalucía, “esta zona era un barranco, todavía aparece en Google Maps la línea azul del curso del agua y el cemento repele el agua, no lo absorbe y puede provocar inundaciones por acumulación de agua”.
“Partimos de una cultura insensible a la necesidad de la vegetación integrada”, José López Medina, arquitecto
La Consejería de Fomento, Infraestructuras y Ordenación del Territorio editó en 2019 un Catálogo de árboles y arbustos recomendables para las diferentes zonas climáticas de Andalucía, aplicable al medio urbano, que explica en su introducción, “En un escenario de Cambio Climático es esencial tomar conciencia del papel transversal y fundamental del arbolado urbano, en general del Sistema Verde urbano”, un verde urbano que se utiliza como indicador de calidad de vida urbana, tanto en organismos globales como la Organización Mundial de la Salud; como en directrices nacionales, autonómicas o locales. Entonces ¿Qué es lo que falla, por qué no se siguen estas directrices?
José López Medina, arquitecto, especialista en Gestión Social del Hábitat, explica a este medio que ahora mismo las ciudades sensibles y pioneras apuestan por zonas verdes de calidad e inclusivas por muchos motivos; y que “en todo caso, la corriente que viene de Europa trata de no cementar las zonas verdes de las que ya se dispone porque un suelo necesita estar en contacto con el aire, ya que es parte del mismo ecosistema, para ser un suelo saludable con microvida que repercuta beneficiosamente en la vegetación”. Indica que una ciudad cuanto más cementada esté, peor lo va a pasar cuando se produzca una tormenta, “porque el cemento no chupa agua es más fácil que sufra inundaciones”; y también lo va a pasar peor por temperatura, “seguro que has visto cómo hay organizaciones ecologistas que van midiendo la temperatura de distintas superficies con un termómetro, y comparan entre asfalto, un seto, un árbol; hay veces que registran una diferencia de hasta 30 grados entre una superficie orgánica de tierra y el asfalto acumulando calor”.
“No tenemos una cultura de lo verde instalada ni en la sociedad ni en los ayuntamientos; estos discursos provienen de las organizaciones ecologistas, la ciudadanía concienciada, determinados profesionales o las directrices de Europa, que apuntan a esos vientos que poco a poco van llegando”, Jose López Medina, arquitecto.
Para el arquitecto, hay ocasiones en las que los técnicos municipales o los servicios de mantenimiento para evitar problemas o si tienen mucha carga de trabajo, aplican la ecuación de “si tenemos menos árboles hay menos que limpiar”. El mismo motivo por el que, relata, “se producen esas talas masivas tan salvajes, con tan poca sensibilidad, en un proceso de mantenimiento mecanizado donde se trata el verde como si fuera un objeto inerte”. Jose encuentra que en el momento que se genera una voz popular que pida determinada acción aunque no sea racional ni sostenible, muchas veces las instituciones locales ceden a esta, “porque no tenemos una cultura de lo verde instalada ni en la sociedad ni en los ayuntamientos, por lo tanto, desde algún sitio hay que emitir estos discursos que al final provienen de las organizaciones ecologistas, la ciudadanía concienciada, determinados profesionales o las directrices de Europa, que apuntan a esos vientos que poco a poco van llegando; pero es cierto que el punto de partida es el de una cultura que es totalmente insensible a una visión integrada del tema”.