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Ecologismo
Fraude de miel: las importaciones de sucedáneos se camuflan en el supermercado y revuelven al sector
Maíz, arroz, trigo o remolacha azucarera. No es oro todo lo que reluce ni miel todo lo que está etiquetado bajo ese nombre. El comercio internacional apícola a niveles industriales oculta sucedáneos de jarabes dulces hechos con esos cuatro productos y que nada tienen que ver con lo que las abejas producen en sus panales. Una investigación publicada la semana pasada por la Comisión Europea lo ha constatado por primera vez a nivel comunitario, aunque el sector apícola español lleva una década predicando en el desierto con la misma tesis: el 46% de las importaciones de miel a la Unión Europea están adulteradas con imitaciones. El proyecto de investigación ha sido ambicioso en la minería de datos, pero ni antes ni ahora una persona consumidora puede saber si la miel que ha comprado en el supermercado lo es de forma genuina. Y aunque parezca mentira, salvo una excepción, parece que así seguirá siendo.
La acción coordinada de la UE puesta en marcha por la Comisión Europea confirmó la hipótesis clamada a gritos por el sector europeo de la apicultura durante años: una parte significativa de la miel importada en el mercado interior es “sospechosa de no cumplir” las disposiciones de directiva de la UE sobre la miel. “De las 320 muestras recibidas de las autoridades competentes de los Estados miembros más Noruega y Suiza, 147 (46 %) eran sospechosas de haber incumplido la norma”, confirma el estudio. La tasa es considerablemente superior en comparación con un plan de control coordinado anterior llevado a cabo entre 2015 y 2017 a nivel europeo, en el que el 14% de las muestras analizadas no cumplían aquellos criterios. Conviene tener claros dos factores clave: los métodos de análisis utilizados entonces eran menos sofisticados y la industria mielera –de sucedáneos– a nivel internacional estaba a punto de experimentar un crecimiento sin parangón.
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En el sector apícola español la noticia ha sido recibida con alegría, aunque eclipsada por el escepticismo: “Cuando vimos que, tanto si se producía más como si se producía menos, los precios no fluctuaban, decidimos contratar análisis de laboratorio de las mieles importadas y empezamos a constatarlo. Estamos hablando, en tiempo, de hace entre ocho y diez años”, explica Antonio Vázquez, apicultor de Málaga y responsable de esta área en la Unión de Agricultores y Ganaderos de Andalucía (COAG). Como parte de la Asociación Española de Apicultores, en la última década y ante la constancia de importaciones masivas de toneladas de miel a España provenientes de estados miembros de la UE, decidieron ponerse en contacto con sus homólogos de otros estados europeos: “Los datos de producción nacional de los países y los precios no coincidían por mucho con los que se importaban bajo su bandera. Ahí empezamos a atar cabos”.
Competencia desleal con China en la mirilla
El Comité de Organizaciones Profesionales Agrarias europeo (COPA-COGECA) también ha explicado que, si prácticamente uno de cada dos productos melíferos que llegan a la Unión Europea está adulterado, quiere decir que el 20% de toda la miel que se consume en la UE lo está. “Para colmo, algunas de estas mieles falsas entran en la UE a un precio irrisorio de 1,5 euros/kg desde un número relativamente pequeño de países. […] Estamos ante una auténtica catástrofe apícola en la UE”, señala el organismo.
“Si una miel tiene un 51% de producción español y un 49% de producción extranjera, en el etiquetado se puede catalogar como miel española”
Desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) también bregan en la misma dirección: “Los apicultores exigimos que en el etiquetado de las mezclas de miel se debe imponer la obligación de mencionar los respectivos países de origen en orden descendente, junto con el porcentaje que le corresponde a cada uno”. También creen que la Unión Europea debe “actualizar los métodos oficiales a disposición de las autoridades de control nacionales para la detección de posibles fraudes en la miel, así como establecer un centro comunitario de referencia para asegurar la mejora continua de estos métodos”.
“El código aduanero de la Unión Europea es muy permisivo con algunas cosas. Si una miel tiene un 51% de producción español y un 49% de producción extranjera, en el etiquetado se puede catalogar como miel española. Es una auténtica barbaridad”, denuncia el responsable de apicultura de COAG. Tras las protestas de los últimos años, han conseguido que esa información de la procedencia salga en el etiquetado, pero no el porcentaje ni cuando se produce un segundo corte, algo que los devuelve al punto de partida: “Y estamos en la mismas. El consumidor no sabe nada y a nosotros nos hace un flaco favor. Por ejemplo, si Bélgica importa miel china y la mezcla con su miel, ya hemos perdido la trazabilidad”.
El valor medio de la Unión Europea para la miel importada fue de 2,32 euros/kg en 2021, mientras que los jarabes están disponibles a entre 0,40 y 0,60 euros/kg
La diferencia significativa de precio entre la miel auténtica y aquella que está adulterada con jarabes de azúcar explica por qué el fraude en la miel es tan rentable. Los datos que hace públicos en su informe la Comisión Europea hablan por sí solos: el valor unitario medio de la Unión Europea para la miel importada fue de 2,32 €/kg en 2021, mientras que los jarabes de azúcar elaborados a partir de arroz están disponibles en el mercado internacional entre 0,40 y 0,60 €/kg. Además, la dificultad de detectar la extensión de la miel con jarabes hace que el sector de la miel sea aún más atractivo para las grandes empresas que, como bien dice el informe de la Comisión, se dedican a “estafar” al consumidor final.
Engaño para quien consume, problemas a quien produce
La relevancia de este fraude en las importaciones adquiere dos dimensiones. Por un lado, la competencia desleal que se genera entre los productores de miel nacional: “La producción de supuesta miel china es ilimitada a diferencia de la nuestra. Producen lo que les pidan porque no dependen de los mismos recursos naturales que nosotros. Utilizan jarabe de arroz y generan lo que quieran”, explican desde la Unión de Agricultores y Ganaderos de Andalucía, principal región productora en el Estado.
Los apicultores no piden un coto a la importación, sino una identificación que los ponga en valor
Este año han llegado al colmo. La industria española no les quiere comprar miel porque se abastecen en los mercados extranjeros: “A pesar de haber producido la mitad que otros años por la sequía, tenemos la mitad de la producción en los almacenes. Es imposible competir a precio, que es lo que buscan las grandes superficies”. Las importaciones de miel son una necesidad porque la Unión Europea es deficitaria en este tipo de productos: consume más de la que produce. Por eso los apicultores no piden un coto en ese sentido, pero sí una identificación que los ponga en valor. La única etiqueta que lo garantiza a día de hoy es la envasada por ellos mismos con la frase impresa Miel origen España.
La segunda dimensión es la que afecta a las personas consumidoras y al propio medio ambiente. Si los polinizadores van a menos, la biodiversidad y la prosperidad de los cultivos también se resienten. Y las personas que se alimentan con miel por sus aportes nutricionales y sus propiedades organolépticas “están siendo engañadas”.
En tierra de nadie: “Somos una ganadería atípica”
Los apicultores llevan semanas manifestándose por toda España, y lo hicieron el pasado día 9 de marzo frente al Ministerio de Agricultura dejando imágenes como la que ilustra esta información. Allí, cerca de 2.000 apicultores convocados por UPA, COAG, ASAJA y Cooperativas Agro-alimentarias exigieron acciones de apoyo para el sector, que además, dicen, se ve discriminado en la concesión de ayudas.
“Siempre insistimos en que si compras un bote de miel española, estás tomando miel de calidad y ayudando a fijar personas en territorios despoblados”
“La situación del sector es límite, las mieles nacionales no tienen salida, ni la tendrán, mientras sigan importándose mieles adulteradas a bajo precio que suponen un engaño para toda la sociedad”, señalan desde UPA. “Además, somos una ganadería atípica. Nos quedamos fuera de ayudas como la del gasoil agrícola y tampoco entramos en otras muchas del sector”, lamenta el representante de COAG. “Por eso, siempre insistimos en que si compras un bote de miel española, que es más caro, estás tomando miel de calidad y ayudando a fijar personas en territorios despoblados", remata.
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Es común en mi pueblo tener tus propias abejas. Nadie vende miel, es solo para consumo propio. Mucho más sólida y oscura (el color varía dependiendo de muchos factores), no tiene punto de comparación con lo que compras en el supermercado. Hay que sacarla con cuchara del tarro.
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Parece claro que un problema fundamental es la rapiña de los capitalistas dueños de las grandes distribuidoras, Juan Roig por ejemplo.
He estado mirando el informe del enlace a partir del cual se ha realizado el artículo y no he visto que se nombre a las empresas que están realizando estas prácticas de estafa en los productos que venden y, al mismo tiempo, ponen en riesgo la salud de los consumidores ya que si el producto del envase no es tal, qué demonios es. ¿No se puede señalar a estas empresas? ¿Tanto poder tienen? Nos estafan, nos envenenan y no podemos conocer sus nombres y saber sus caras. ¿Por qué, teniendo un Ministerio de Agricultura que se supone que debe analizar los productos que se comercializan en el mercado nacional para garantizar la salud de los consumidores españoles, nos tenemos que enterar por un informe de terceros de una situación que, como poco, horroriza a los consumidores?