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Documental
Supervivientes nepalíes de la esclavitud del siglo XXI
Empobrecimiento, falta de oportunidades y mafias que se lucran de la considerada como la esclavitud del s. XXI. Las causas estructurales de la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y adolescentes nepalíes atraviesan el documental All the Souls… (Roberto Lozano, 2020). Presentada en el Festival de Málaga el pasado 9 de mayo, la película muestra cómo el empobrecimiento de la población en Nepal, agudizado tras el terremoto de 7,8 de magnitud acontecido en 2015, ha llevado a miles de personas a las fauces de las redes de trata de explotación sexual, tanto nacional como internacional.
Tras la proyección bajo estrictas medidas anticovid en el Centro Cultural Provincial malagueño, el director vallisoletano relata como la idea inicial del proyecto cambió por un hecho que marcaría todo el devenir del largometraje. Días después del seísmo, viajaron al país asiático de más de 28 millones de habitantes para explicar las consecuencias del desastre natural, pero “fuimos testigos de cómo dos hombres se llevaban a unas niñas en la frontera con India y eso conmocionó al equipo”, recuerda Roberto Lozano.
Los tres viajes en 2015, 2018 y 2019 no permitían mostrar la complejidad del tráfico de seres humanos y la explotación sexual, por lo que decidieron grabar en los países de tránsito y destino de la trata procedente de Nepal: Dubai, Sri Lanka, Malasia e India. Precisamente este último país es el principal receptor, llegando a venderse entre 6.000 y 12.000 adultas y menores al año.
Peligros de una frontera abierta
A lo largo de los 1.690 kilómetros de longitud de la frontera entre Nepal e India, diversas organizaciones no gubernamentales construyen casetas de colores que se convierten en el punto de encuentro entre sus equipos de asistencia directa y las víctimas de trata de personas.
“Ser testigos de cómo se rescatan entre 12 y 14 niñas al día, simplemente haciéndolas una serie de preguntas en la frontera, fue muy impactante”
“Ser testigos de cómo se rescatan entre 12 y 14 niñas al día, simplemente haciéndolas una serie de preguntas en la frontera, fue muy impactante”, afirma Lozano, refiriéndose a la labor de 3 Angels Nepal, una ONG local que trabaja con supervivientes que, en algunos casos, no superan la edad de su hijo Diego de cinco años.
El dispositivo para combatir la trata de personas es sencillo en su complejidad. Un grupo, normalmente formado por mujeres, pregunta una a una a las que se disponen a cruzar la frontera, solas o acompañadas. Para ello, las activistas suben a autobuses, paran tuk tuks, motocicletas o personas a pie que viajan a India. Cualquiera puede ser víctima de tráfico de personas y deben ser identificadas en unos minutos, puesto que la frontera está abierta y el tráfico no es controlado, denuncian en la película.
Nepal e India permiten la libre circulación de personas en la frontera común desde el Tratado de Paz y Amistad de 1950. Este es el agujero negro para miles de mujeres, niñas y adolescentes que cruzan cada día el límite jurisdiccional de los dos países y que es visto como uno de los problemas más acuciantes para el fundador de 3 Angels Nepal, una de las organizaciones que aparecen en el filme.
Tres ángeles
“Three Angels” es algo más que una canción de Bob Dylan. 3 Angels Nepal es una ONG fundada por el doctor Rajendra Gautam, que estudió en India y decidió volver para luchar contra estas perpetraciones de derechos humanos con un claro sesgo de género, posee varios refugios en Katmandú y Pokhara, las principales ciudades del país, en las que las supervivientes de trata con fines de explotación sexual pasan por distintas sedes que responden a la situación físico-emocional de sus residentes.
“Ir viendo cómo en los diferentes refugios las mujeres y, sobre todo, las niñas van mejorando fue algo increíble”, explica Marta Arranz, productora del filme, que no puede dejar de hablar de las protagonistas del documental con un cierto grado de familiaridad.
Durante el rodaje, un grupo reducido del equipo pudo filmar dentro de las infraestructuras de la organización sin ánimo de lucro. “Fue durísimo”, reconoce Arranz, “en esos refugios no entra ningún hombre, ni siquiera el doctor Rajendra, porque las niñas necesitan sentirse protegidas y seguras”, concluye, siendo consciente de que su condición de mujer facilitó algunos de los procesos con el personal de la ONG y con las supervivientes.
El documental muestra como estas redes no solo atentan contra los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes nepalíes, sino también contra las organizaciones que intentan darles acompañamiento
Con suma delicadeza, tanto en la forma como en el contenido, y agudizando el ingenio para proteger su identidad, el documental muestra como estas redes no solo atentan contra los derechos de estas mujeres, niñas y adolescentes nepalíes, sino también contra las organizaciones que intentan darles acompañamiento en espacios seguros.
“Tanto mi esposa como yo hemos recibido amenazas de muerte”, afirma el director de 3 Angels Nepal casi al final de la cinta, antes de recordar su firme compromiso por la salvaguarda de las personas con las que trabajan y que, en muchos casos, tienen menores a su cargo. “Hay niñas que escapan de los traficantes embarazadas y aquí les damos información”, reconoce Sarah Gautam, trabajadora de la ONG y esposa de su fundador.
Esclavizadas por 150 euros
La llegada de internet a los montes del Himalaya también supuso una ventana que generó nuevas expectativas entre la población nepalí, promoviendo un caldo de cultivo para las redes de tráfico de personas, quienes compran a mujeres, niñas y adolescentes por precios que oscilan entre los 150 y los 25.000 dólares, obligándolas a tener hasta 30 clientes al día, según denuncian diversas organizaciones en la película.
Precisamente ellas, las supervivientes, son las protagonistas del filme que mezcla las entrevistas en profundidad con planos generales y detalle que permiten proteger a las personas que relatan estas vulneraciones en primera persona. Con un tono sosegado, explican cómo fueron drogadas, secuestradas o desplazadas contra su voluntad, tanto dentro de Nepal como en burdeles en el exterior.
Sunita Danuwar fundó la ONG Shakti Samuha cuando pudo verbalizar que era superviviente de trata de personas con fines de explotación sexual. La drogaron junto a su familia y cuando despertó, se encontraba en un prostíbulo de India. Tras haber podido escapar de esa pesadilla, tardó diez años en poder contar su historia, y la construcción de su relato y compartirlo con otras mujeres la ha permitido encontrar un motor vital.
El sueño de un futuro mejor para una población joven es uno de los principales motivos para que mujeres, niñas y adolescentes nepalíes se marchen de sus casas y confíen sus destinos a alguien que terminará siendo un eslabón más en la red de tráfico
En otras ocasiones, el engaño es el señuelo. El sueño de un futuro mejor para una población joven es uno de los principales motivos para que mujeres, niñas y adolescentes nepalíes se marchen de sus casas y confíen sus destinos a un familiar, una persona cercana o un desconocido, que terminará siendo un eslabón más en la red de tráfico.
Una adolescente cuenta mirando a la cámara como fue secuestrada cuando tenía cinco años. Anhelaba oportunidades de estudio y trabajo y se fio de un desconocido que la prometió una vida mejor. Fue la última vez que vio a su hermano.
Violencia machista
Remover conciencias contra la violencia machista
La espiritualidad de Baba
“Nuestro documental se centra en las víctimas de explotación sexual, pero, por desgracia, existen otras vulneraciones como el comercio de órganos”, recuerda el director, conocido por sus largometrajes documentales y reportajes sobre conflictos en Afganistán, Irak, Pakistán y, especialmente, en África. Durante la entrevista con El Salto posterior a la proyección, Lozano muestra un gran respeto por Ishanat, un maestro hinduista que posee la parte más espiritual de la cinta de 71 minutos.
En un país donde casi la totalidad de la población es creyente y más del 80% profesa el hinduismo, el director decidió entrevistar al maestro Agori mediante una charla tranquila en las inmediaciones de un santuario, en la que explica la importancia del amor universal y cómo la avaricia, el odio y la ira provocan lo peor del ser humano, ejemplificándolo en los procesos de explotación sexual de mujeres y niñas en su país.
“El papel del Baba, como denominan a los maestros en Nepal, es fundamental, ya que no se puede explicar qué está sucediendo en el país sin hablar de esa parte más espiritual” comenta el Lozano, quien sonríe cómplice a Arranz mientras explica que algunos miembros del equipo no tenían tan clara la incorporación de la entrevista del sabio en la película, aunque cuando vieron el montaje final comprendieron la importancia del personaje y las razones del director.
Nos falta uno
Marta Arranz prefiere no hablar tras la proyección. La dureza de la historia que relata el largometraje, el recuerdo de algunas supervivientes y el asesinato del director de fotografía del filme, Roberto Fraile, mientras grababa un documental sobre la caza furtiva en Burkina Faso el pasado 26 de abril, junto con su compañero David Beriain y el conservacionista irlandés Rory Young, está aún muy presentes.
Las labores de Fraile en su última película fueron acompañadas también por Ciro Selma. “Ha sido muy duro volver a ver la película sabiendo todo lo que ha pasado”, argumenta Roberto Lozano. Arranz asiente. El director es consciente de que la película es un homenaje al que fue su amigo durante 20 años y lo recuerda cada vez que puede; también durante lapremière española de la película en la sección “Afirmando los derechos de las mujeres” del 24º Festival de Málaga, en la que el director hace un recordatorio sobrio a la figura de su compañero, con el que trabajó en otros proyectos audiovisuales. “Nuestra obligación como cineastas es hacer este tipo de cosas”, afirma Lozano aludiendo al contenido del documental estrenado en el festival Internacional de Cine de Varsovia en octubre de 2020.
“¿Nos imaginamos que los programadores de televisiones generalistas sean valientes y elijan este tipo de películas?” plantea irónicamente en el coloquio posterior a la proyección, agradeciendo que aún existan espacios como el Festival de Málaga, la Seminci de Valladolid o el Festival de Cine de San Sebastián para que el gran público pueda conocer este tipo de historias con enfoque en derechos humanos.