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Diccionario de la Posverdad
Fuente histórica
No hay historia sin fuentes. Desde la creación de la disciplina histórica en el siglo XIX, se convirtieron en el instrumento esencial para reconstruir y explicar el pasado. En la era de la posverdad, las fuentes son esenciales para la disciplina histórica: el historiador debe localizarlas y, a través de una serie de preguntas, cuestionarlas y tratar de obtener información relevante sobre el pasado para construir así un relato histórico fundamentado. Las fuentes son, de este modo, clave para la construcción de un conocimiento histórico científico, fundamentado y que no se sustente en opiniones o “hechos alternativos”.
Existen multitud de fuentes históricas: arqueológicas, epigráficas, numismáticas, documentales, hemerográficas, bibliográficas, orales, artísticas y audiovisuales, entre otras. Con la llegada del mundo contemporáneo (finales del siglo XVIII, cuando acontecen la Revolución Francesa y la Revolución Industrial), el número de fuentes históricas se multiplica. La imprenta, la prensa, el crecimiento económico y urbano, el fortalecimiento de los estados o el decrecimiento del analfabetismo hacen que, al contrario que en épocas históricas precedentes, sean muchos hombres y mujeres los que puedan registrar lo sucedido y, por tanto, dejar testimonio o información sobre su tiempo.
Lo que se registra en un documento está condicionado, por ejemplo, por quién venció una batalla o quién dominaba la cultura
Las fuentes no son plenamente neutrales o asépticas, sino parte del proceso histórico y están sometidas a la interacción constante con el poder. Como apuntó Michel-Rolph Trouillot, el poder interviene sistemáticamente en la historia y, también, en el registro de lo que sucedió en el pasado, en su archivo y en cómo ha llegado hasta nosotros. Así, lo que se registra en un documento está condicionado, por ejemplo, por quién venció una batalla o quién dominaba la cultura. También por el poder que siguió a aquel tiempo y que pudo destruir intencionadamente las fuentes que no eran de su agrado.
El “oficio del historiador” del que hablase Marc Bloch, consistente en hacer útil la historia para nuestro presente, es más necesario que nunca
Es tarea del historiador trabajar con las fuentes históricas para construir un relato crítico y complejo del pasado. Su papel en la era de la posverdad es clave pues sustenta sus afirmaciones en documentos. No obstante, su trabajo también se antoja como imposible: el mundo digital ha propiciado la multiplicación de informaciones y, por tanto, de fuentes históricas. De fuentes que, como las demás, no son objetivas y están mediatizadas por la intención de construir una interpretación del pasado con un fin determinado. En la tarea para combatir la posverdad, el “oficio del historiador” del que hablase Marc Bloch, consistente en hacer útil la historia para nuestro presente es más necesario que nunca.