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Diccionario de la Posverdad
Falacia
La mejor definición de falacia que conozco es la que dio Aristóteles en sus Refutaciones sofísticas, el último libro del Órganon. El Estagirita decía que “una falacia es un argumento que lo parece”. Formidable definición para un concepto tan complejo y que está tan cargado de significados como el de falacia. Siguiendo a Aristóteles, si una falacia es un argumento que lo parece, eso significa que no lo es, porque si solo lo parece ello implica que es un argumento fingido. Por lo tanto, podemos establecer que una falacia es el empleo deliberado de una afirmación para engañar, confundir o manipular a un auditorio o a un interlocutor.
Si una falacia es un argumento que lo parece eso significa que no lo es, porque si solo lo parece ello implica que es un argumento fingido
Lo verdaderamente falaz
Pero seamos más claros. Cuando una persona argumenta, persigue o, al menos, debería perseguir, sostener la verdad de una idea. Lo que ocurre, sin embargo, es que en multitud de ocasiones construimos mal estos argumentos, con lo que nuestros afanes de alcanzar verosimilitud o conveniencia se vienen abajo. Así, un argumento que contenga un error y busque embaucar más que defender la verdad es una falacia. La palabra tiene un origen latino y su etimología no deja lugar a dudas. Falacia viene de fallatia, que en latín significaba engaño.
Un argumento que contenga un error y busque embaucar más que defender la verdad es una falacia
Falacia vs. mentira
Falacias hay muchísimas y de todo tipo, porque los errores que una persona puede cometer a la hora de argumentar son numerosos. He dicho más arriba que una falacia debe ser deliberada, pero no estoy seguro de ello. En ocasiones pensamos que estamos argumentando bien, pero no es así. Por ejemplo: imaginemos que alguien nos dice “fumar perjudica seriamente la salud” mientras se fuma un pitillo. Probablemente, nuestra réplica sería: “hipócrita, mentiroso; entonces, ¿por qué fumas tú?”. Pues bien, esa respuesta, que parece de lo más lógico y sensato, es una falacia Ad hominem, pues atacamos a la persona, y no al argumento que esgrime que, en este caso, era verdadero, porque fumar sí que perjudica seriamente la salud. Su argumento era verdadero, nuestra respuesta sería una falacia.