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Balcanes
Fake News, censura e injerencia extranjera: los Balcanes son especialmente vulnerables a la desinformación
A lo largo de la última década, los Balcanes se han convertido en el escenario de una batalla silenciosa pero crucial: la lucha contra la desinformación. La región se encuentra en una encrucijada geopolítica y mediática que la hace especialmente vulnerable a las campañas de bulos y a la difusión de información engañosa y malintencionada.
El problema de la desinformación es complejo y multifacético. Sin embargo, entre las principales causas hay factores sociales, económicos y políticos que contribuyen a un alto nivel de vulnerabilidad estructural en toda la región, como demuestra un reciente estudio publicado por la Fundación Metamorfosis de Macedonia del Norte.
Uno de estos factores es la escasa alfabetización digital y mediática que se da en varios países. Esto significa que una parte significativa de la población carece de las herramientas necesarias para evaluar críticamente la información que recibe, lo que la hace susceptible de ser manipulada. Según el último Índice de Alfabetización Mediática publicado por el Open Society Institute de Sofía, la alfabetización digital y mediática es especialmente baja en Macedonia del Norte y Turquía. Por otra parte, la cantidad y variedad de desinformación que se difunde en la zona se ha vuelto tan abrumadora que supera la capacidad de los servicios de verificación de datos que algunos medios y organizaciones independientes han puesto en funcionamiento.
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El aspecto económico desempeña un papel clave. En los Balcanes, el sector de los medios de comunicación está infrafinanciado y muy politizado, lo que socava la libertad de prensa y la calidad del periodismo. La inestabilidad laboral de los periodistas es otro problema importante. En Albania, por ejemplo, el Índice de Seguridad de los Periodistas pone de relieve que en el sector son frecuentes el impago de salarios, las horas extraordinarias no remuneradas y el trabajo en días festivos. Unas prácticas que fomentan la inseguridad entre los profesionales y los hacen más vulnerables a la autocensura y a las presiones externas.
En general, el periodismo en la región es una profesión insegura y precaria, como refleja el barómetro anual de la organización IREX. Sobre todo en los medios locales, los sueldos de los periodistas suelen ser inferiores al salario medio de cada país. En los últimos años, algunas empresas mediáticas han prescindido de puestos editoriales y reducido el salario de sus empleados, y muchos periodistas tienen que buscar un segundo trabajo para poder ganarse la vida, lo que afecta directamente a la calidad de los contenidos que se publican.
Según el último Índice Mundial de Libertad de Prensa publicado por Reporteros sin Fronteras, la situación general de la prensa en los Balcanes es “problemática”
Tijana Cvjetićanin dirige el programa de verificación de datos de Zašto Ne (¿Por qué no?), una organización que lucha contra la desinformación en Bosnia y Herzegovina. Explica que “el mercado de los medios de comunicación ha sido creado por las plataformas digitales, y el modelo de negocio de los medios locales se ha construido en torno a la publicidad en línea, digital y sus audiencias en línea, por lo que se centra más en atraer la atención y espectadores que en la calidad de la información”.
A ello se suma la falta de confianza en las instituciones y los medios de comunicación locales, lo que crea un vacío que a menudo llenan fuentes de información no contrastadas o malintencionadas. Además, tras la crisis financiera de 2008, muchas empresas occidentales se han retirado del negocio periodístico en la región y han sido sustituidas por oligarcas con intereses económicos vinculados a países extranjeros —principalmente a Rusia—.
Por último, las restricciones a la libertad de información y de prensa también facilitan la difusión de desinformación. Según el último Índice Mundial de Libertad de Prensa publicado por Reporteros sin Fronteras, la situación general de la prensa en los Balcanes es “problemática”, pero en países como Turquía, Serbia y Albania es “muy grave” o “difícil”.
Organizaciones internacionales como Freedom House llevan varios años documentando campañas de desinformación que promueven narrativas tóxicas y divisorias, como la negación del genocidio de Srebrenica
Especialmente preocupante es la situación de los medios de comunicación públicos, ya que dependen en gran medida de la financiación gubernamental, lo que a menudo los coloca en una posición de subordinación política. En muchos casos, los cargos directivos y editoriales son elegidos directamente por representantes políticos, lo que compromete todavía más su independencia.
En Serbia, Milijana Rogač, editora ejecutiva de Istinomer (Medidor de la Verdad), que supervisa y evalúa las declaraciones de cargos públicos y partidos políticos en busca de falsedades y bulos, afirma que los principales retos para los medios de comunicación del país son “la presión política, la propaganda, la adopción de tácticas propias de regímenes autoritarios para silenciar las voces críticas, el silencio institucional, el mayor acercamiento de la sociedad hacia la autocracia y la erosión de la democracia, la normalización de la violencia y la inseguridad laboral y financiera de los periodistas”.
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Narrativas nacionalistas y anti Unión Europea
En este contexto, la desinformación se ha convertido en una poderosa herramienta para propagar la desconfianza y la polarización entre la opinión pública. Los actores de la desinformación explotan los agravios históricos y el revisionismo del pasado para exacerbar las tensiones entre los diferentes grupos étnicos de cada país y con los de sus vecinos. Y esto también funciona en relación con los proyectos de política exterior, donde las noticias falsas explotan cuestiones como el proceso de ampliación de la UE o la pertenencia a la OTAN para alimentar las dudas sobre la sinceridad y el compromiso de Occidente con la región.
Esta narrativa se alimenta del creciente desencanto entre algunos sectores de la opinión pública, que perciben una gran falta de credibilidad en las promesas de adhesión que lanza Bruselas. Los desinformadores consiguen así presentar a la UE como hostil o indiferente a los intereses de los países implicados. Una táctica común consiste en explotar las políticas antiinmigración de la UE para reforzar los mensajes negativos. Por ejemplo, la idea de que la UE no quiere más musulmanes se promueve tratando de movilizar a las poblaciones islámicas de países como Bosnia-Herzegovina, Albania o Kosovo contra el proceso de ampliación. Como explica Rogač, en Serbia, “la mayoría de las manipulaciones están impulsadas por una narrativa antioccidental”.
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La precaria estructura política y el complejo tejido social de Bosnia-Herzegovina la hacen especialmente vulnerable a la desinformación. En el país, los discursos nacionalistas son amplificados por actores políticos que buscan movilizar el apoyo de sus respectivas comunidades étnicas. Organizaciones internacionales como Freedom House llevan varios años documentando campañas de desinformación que promueven narrativas tóxicas y divisorias, como la negación del genocidio de Srebrenica o la exageración de supuestas amenazas externas a las respectivas comunidades étnicas de Bosnia (serbios, croatas y bosnios musulmanes).
“El principal foco de desinformación se da sobre todo entre Serbia y la República Srpska [la República Serbia de Bosnia]”, afirma Cvjetićanin. “Juntos publican las mismas narrativas sobre supuestas conspiraciones contra los serbios de Bosnia, o contra Serbia como Estado, o contra la República Srpska como entidad. Están difundiendo teorías de conspiración política que se desarrollaron en la década de 1990 como parte de la propaganda de la guerra de Bosnia”.
Por ejemplo, durante una crisis política en 2021 se difundieron noticias falsas sobre un supuesto plan del gobierno central para desarmar a las fuerzas de seguridad de la República Srpska. Aunque esta información fue desmentida, sirvió para avivar las tensiones interétnicas y justificar las medidas separatistas propuestas por los líderes nacionalistas serbobosnios.
“Hay mucho revisionismo histórico”, insiste Cvjetićanin. “Hay mucha negación de los crímenes de guerra, hay muchas acusaciones sobre cuestiones falsas, como una supuesta amenaza de ataque a la República Srpska o a Serbia. Esta propaganda política tiene como objetivo asustar al público y presentar a los líderes políticos serbios como salvadores”.
Redes sociales, espionaje masivo e injerencia rusa
El fenómeno de la desinformación y las fake news (noticias falsas) no es únicamente un elemento externo. Gobiernos como el serbio promueven estrategias de desinformación que tienen efectos sociales divisorios, como detalla un estudio publicado el pasado mes de diciembre por el Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona (CIDOB). Estas prácticas atentan gravemente contra la libertad de prensa.
En este sentido, Serbia ha sido señalada por organizaciones como Human Right Watch como un caso especialmente preocupante, ya que el gobierno conservador de Aleksandar Vučić utiliza los mecanismos del poder para ejercer un control autoritario sobre gran parte de los medios de comunicación del país, utilizándolos para atacar a sus rivales políticos, criminalizar a la oposición y condicionar a la opinión pública sobre diversos asuntos.
“La manipulación es la forma de gobernar en Serbia”, añade Rogač. “No hay tema en Serbia que no sea objeto de manipulación. El problema de la manipulación va más allá de la desinformación que se hace viral en las redes sociales sobre cuestiones como la salud, los conflictos o el cambio climático, sino que también incluye a los actores políticos que constantemente difunden falsedades con sus declaraciones”. Desde Istinomer también afirman que “los políticos serbios mienten, señalan a sus oponentes y utilizan un lenguaje violento unido a tácticas propagandísticas. La mayoría de los medios de comunicación más vistos y leídos del país sirven de altavoz para difundir declaraciones de miembros del gobierno sin aportar ningún contexto, análisis ni ningún tipo de verificación de la información”.
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Sin embargo, el control de los medios de comunicación en Serbia por parte del gobierno va mucho más allá. Hace unas semanas, una investigación de Amnistía Internacional reveló que los servicios de inteligencia del país han estado utilizando programas informáticos de espionaje a gran escala en los teléfonos móviles de activistas, periodistas y opositores críticos con el partido gobernante, el Partido Progresista de Vučić.
El informe detalla cómo se han utilizado sofisticados programas de espionaje en teléfonos móviles, en particular los desarrollados por la empresa israelí Cellebrite y un programa serbio llamado NoviSpy. Estas herramientas permiten infiltrarse en los teléfonos móviles y extraer de ellos grandes cantidades de datos personales, así como activar a distancia aplicaciones como la cámara o el micrófono del dispositivo intervenido. Por supuesto, estas prácticas ilegales de espionaje y recopilación de datos violan el derecho a la intimidad y a la protección de datos, y tienen un profundo impacto en la integridad de otros derechos y libertades, incluido el derecho a la libertad de expresión.
Los medios de comunicación estatales rusos también desempeñan un papel crucial en la difusión de desinformación en los Balcanes Occidentales. La influencia del Kremlin se manifiesta a través de lo que algunos analistas denominan “corrupción estratégica” y flujos financieros ilícitos. Por ejemplo, medios estatales rusos como Russia Today, TAS, Ria Novosti o Sputnik se han convertido en una importante fuente de contenidos gratuitos para los medios locales, facilitando la difusión de narrativas prorrusas. Además, el lanzamiento de RT Balkan en noviembre de 2022 también ha contribuido a consolidar la expansión de la agenda exterior rusa en la región.
Las redes sociales son otro vehículo muy eficaz para difundir desinformación. Plataformas como Facebook, X o TikTok son herramientas clave para quienes publican información sesgada y manipulada, y las principales víctimas son los jóvenes, especialmente vulnerables a las narrativas simplistas y sensacionalistas. Por ejemplo, durante las elecciones parlamentarias de 2020 en Macedonia del Norte, se detectaron múltiples campañas coordinadas que difundían noticias falsas en las redes sociales sobre los candidatos de la oposición, vinculándolos a supuestos “planes secretos” para desestabilizar el país. Muchas de estas publicaciones contenían imágenes y vídeos manipulados que rápidamente se hicieron virales, llegando a miles de usuarios en cuestión de pocas horas.
En Bosnia y Herzegovina, grupos cerrados en Telegram comparten documentos falsos sobre supuestas amenazas a la seguridad de comunidades étnicas concretas
Las aplicaciones de mensajería —principalmente WhatsApp y Telegram— también son poderosos canales para la difusión de desinformación en los Balcanes. A diferencia de las redes sociales, donde el contenido está más abierto al escrutinio público, estos servicios funcionan en gran medida de forma privada, lo que dificulta el seguimiento y la verificación de la información que se comparte a través de ellos.
Por ejemplo, durante la pandemia de covid-19 en Kosovo, se detectaron cadenas de mensajes de WhatsApp que promovían teorías conspirativas sobre las vacunas, incluyendo falsas afirmaciones de que contenían chips y dispositivos de rastreo. Estos mensajes contribuyeron al escepticismo generalizado sobre las campañas de vacunación, complicando los esfuerzos de salud pública lanzados por el gobierno del país. Esto también ocurrió en Bosnia. Según informa Zašto Ne, en el país hubo una fuerte intoxicación mediática destinada a sembrar el miedo y las dudas entre la población sobre las vacunas y los avances de la ciencia en el tratamiento del virus.
Telegram también se ha utilizado para coordinar campañas de desinformación más estructuradas. En Bosnia y Herzegovina, grupos cerrados en Telegram comparten documentos falsos sobre supuestas amenazas a la seguridad de comunidades étnicas concretas. Estos contenidos no solo se hacen virales entre los miembros del grupo privado, sino que a veces acaban publicándose en las redes sociales y en algunos medios de comunicación tradicionales, lo que aumenta su impacto y su alcance.
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Iniciativas contra la desinformación
La lucha contra la desinformación se ha convertido en una prioridad, y varios países promueven iniciativas surgidas de parte de los gobiernos, la sociedad civil y varias organizaciones internacionales. Algunos ejemplos destacados de estos esfuerzos son las mencionadas redes de verificación de datos Zašto Ne e Istinomjer, pero también Metamorphosis y Truthmeter en Macedonia del Norte, que trabajan para identificar y refutar información falsa y malintencionada.
Estas plataformas no sólo analizan y validan la información, sino que también investigan patrones y métodos de creación y difusión de bulos y noticias falsas. Su trabajo es crucial para comprender cómo se propaga la desinformación y qué impacto tiene en la sociedad. La cooperación regional es un aspecto clave de estos esfuerzos. Numerosas organizaciones de fact checking en varios países de los Balcanes han trabajado conjuntamente para desplegar una red de portales de verificación de datos en los Balcanes Occidentales llamada SeeCheck.
Junto a ella existen otras iniciativas en la región, como Antidisinfo, un grupo de organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación de varios países de la zona que trabajan para “promover la libertad de expresión, asociación y el libre flujo de información verificada”.
Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos, la desinformación sigue siendo un problema importante en los Balcanes, y existe toda una industria de noticias falsas que genera enormes beneficios económicos. Muchos portales web publican información falsa o manipulada con el único fin de generar ingresos a través de software publicitario como AdSense, de Google. En los últimos años, incluso medios de comunicación tradicionales han recurrido a estas prácticas de desinformación en su versión web para atraer a más lectores o complacer a los políticos o empresas que los financian.