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Deforestación
La protección del 25% de las áreas forestales del planeta depende de la UE
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
España importó en 2020 2,6 millones de toneladas de soja de Brasil para la producción de piensos destinados mayoritariamente a la producción industrial de ganado. El 42% de esa soja procedía de El Cerrado, la extensa sabana brasileña que ocupa el 22% del país y alberga nada menos que el 5% de la biodiversidad global, pero que ha sufrido en el último año el mayor nivel de deforestación desde que hay registros. Según el Sistema de Detección de Deforestación en Tiempo Real brasileño, 6.359 kilómetros cuadrados de tierras boscosas desaparecieron de este bioma, el segundo más grande del país, entre agosto de 2022 y julio de 2023.
La UE aprobó el pasado mayo un reglamento para frenar la deforestación que supone los productos que importan los 27 (EUDR, por sus siglas en inglés), con la soja como uno de los productos en el punto de mira. Sin embargo, esa protección no incluye la totalidad de ecorregiones como El Cerrado, pues el reglamento solo defiende las zonas considerados como “bosque”, que en el caso de la sabana brasileña supone solo el 26% del total. El 74% restante se divide entre pastizales (un 18%) y lo que la EUDR y los organismos internacionales denominan “otras zonas boscosas”.
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Con motivo de la revisión próxima revisión de la EUDR, una decena de organizaciones pertenecientes a la Alianza Cero Deforestación —Amigos de la Tierra, Carro de Combate, CECU, Coordinadora Estatal de Comercio Justo, Ecologistas en Acción, Mighty Earth, SEO/BirdLife y WWF— junto a otras 60 entidades de todo el planeta, han presentado un informe ante la Comisión Europea y la presidencia española del Consejo Europeo para que se incluyan las denominadas “otras tierras boscosas” en los mecanismos de protección del reglamento contra la deforestación. La medida, aseguran, protegería no solo el 58% de El Cerrado, sino mil millones de hectáreas en todo el planeta, una superficie equivalente a Canadá, lo que equivale al 25% de las áreas boscosas del planeta amenazadas por la deforestación o la degradación.
Los datos recabados por la investigación señalan que el 70% de la destrucción de tierras forestales relacionada con el consumo europeo se concentra en El Cerrado
En el documento, las organizaciones defienden que este tipo de ecosistemas es uno de los más valiosos aliados en la lucha contra la crisis climática por su capacidad para retener carbono. “Su destrucción perjudicaría a la biodiversidad pero también a la capacidad de mitigación y adaptación a la emergencia climática”, sostienen. Además, remarcan que “la inclusión de 'otras tierras boscosas' aumentará significativamente la protección de ecosistemas boscosos críticos y densos en carbono, altamente amenazados por las importaciones, entre otras, de soja destinada a la alimentación animal en la UE, con España a la cabeza de estas importaciones”.
Definiciones que devastan
La EUDR solo aplica el concepto de deforestación a las tierras consideradas “bosque”, tomando la definición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esto es, ”una superficie de tierra de más de media hectárea (5.000 m2), con árboles de altura superior a 5 metros y una cubierta forestal de más del 10%, o con árboles con potencial para cumplir dichos parámetros”. “Esto significa que vastas áreas de importantes paisajes forestales —como sabanas y pastizales— que se conocen como 'otros tierras boscosas' actualmente no están cubiertas o incluidas en el EUDR”, denuncian las organizaciones a cargo del informe.
“Tenemos una ganancia en la Amazonía y un gran desafío en el Cerrado”, lamentaba la ministra de Medio Ambiente brasileña, Marina SilvaLa protección de espacios como El Cerrado es clave en mantener los grandes bosques tropicales del planeta. Los datos recabados por la investigación de la Alianza señalan que el 70% de la destrucción de tierras forestales relacionada con el consumo europeo se concentra en esta sabana tropical brasileña, que abarca un área más grande que Francia, Italia, Alemania, España y el Reino Unido juntos.
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Pero los beneficios de la medida defendida por las organizaciones sociales van mucho más allá de El Cerrado, donde se añadirían 59,7 millones de hectáreas a las ya protegidas. En el sur del continente americano pasarían a protegerse 146 millones de hectáreas, lo que incluye 8,7 extra en el Chaco y 2,2 en el Pantanal. Además, “es muy probable que ampliar el alcance de este Reglamento tenga el mismo efecto en otras regiones de África y Asia”, señala el equipo investigador. Este estima que 445 millones de hectáreas en África pasarían a ser protegidas, junto con 190 millones de hectáreas más en Asia.
Pienso para macrogranjas
Las organizaciones sociales que piden la medida llevan años alertando de la actividad de las multinacionales de la soja y otros productos agrícolas cultivados en régimen de intensivo industrial en inmensas extensiones de terreno. El Cerrado, uno de los biomas más ricos del planeta, es una de las zonas castigadas, pues los mecanismos internacionales no miran tanto a este área como lo hace a la selva amazónica.
Los últimos datos del Sistema de Detección de Deforestación en Tiempo Real brasileño dan fe del recrudecimiento del fenómeno, con un incremento del 21,7 % de la deforestación en el área entre enero y julio de 2023 con respecto al mismo período de 2022. “Tenemos una ganancia en la Amazonía y un gran desafío en el Cerrado”, lamentaba la ministra de Medio Ambiente brasileña, Marina Silva, al conocerse los datos a principios de agosto.
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“Lo más probable es que los operadores como Bunge y Cargill que importan soja brasileña a España hayan contribuido a la invasión de las sabanas del Cerrado y las turberas de las pampas”, afirman desde la Alianza. Estas grandes multinacionales dedicadas a la producción y exportación de materias primas, que abastecen de soja a la industria cárnica, “pueden ver esta brecha legislativa como una oportunidad para intensificar la producción en estas áreas desprotegidas para eludir la regulación de la UE”, finalizan.