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Coronavirus
Se busca vacuna contra el (neo)colonialvirus
Los agresiones y discursos xenófobos atraviesan las fronteras aún más rápido que el coronavirus. Es el momento de activar una emergencia antirracista como primera vacuna contra una de las plagas más nocivas que afecta a nuestra sociedad.
Desde que los balcones se convirtieron en los únicos palcos disponibles ante escenarios sin protagonistas, nosotras y nosotros, como público, hemos pasado por todas las reacciones posibles: gritos, aplausos o caceroladas. Para el personal sanitario, las trabajadoras del hogar, o contra el Rey.
Si el sábado 21 de marzo salisteis a vuestros balcones a las 12 del mediodía, fue por otra razón, no menos importante. Recapitulamos para quienes llegaron tarde: aquel sábado fue el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
Sí, porque si existe un fantasma que recorre la cuarentena (y no solo), es el fantasma del racismo. Nadie desconoce el trato vergonzosamente xenófobo del cual ha sido víctima la población asiática y su diáspora en Europa tan pronto como apareció el virus.
Desde el mes de enero, se hicieron virales múltiples videos en los medios de transporte de las capitales europeas, y siguen compartiéndose los testimonios anti-asiaticos desde el otro lado del Atlántico, donde los efectos se hacen sentir un poco más tarde. Sin hablar de las consecuencias mediáticas que supusieron en algunos casos.
El diario regional Le Courrier Picard, titulaba el 26 de enero “Alerta amarilla”, y mencionaba en su editorial un “peligro amarillo”
Los lectores francófonos recordarán la primera página del diario regional Le Courrier Picard, que titulaba el 26 de enero “Alerta amarilla”, y mencionaba en su editorial un “peligro amarillo”, en referencia al resentimiento hacia la población china al final del siglo XIX, según el periódico alemán Die Welt.
Mas allá de la polémica francesa, nació el hashtag #NoSoyUnVirus, frente a la propagación de las múltiples manifestaciones de racismo que avanzaban al mismo ritmo desenfrenado que el virus.
Uno podía haber pensado que, al entrar en estado de cuarentena, las herramientas de solidaridad se harían más cercanas, y las redes interculturales saldrían fortalecidas de una crisis que está visibilizando la violencia y brutalidad que sufren varios colectivos y minorías.
No obstante, tras dos semanas de confinamiento y más de dos meses después de la aparición del virus, hay ciertas preguntas que nos planteamos, en el marco de la lucha conjunta en busca de derechos iguales. Una de ellas es fundamental: ¿Es el racismo todavía una enfermedad institucionalizada que tenemos que curar?
Visto lo visto, parece que sí. Y en este sentido, el papel de altavoz que tienen las redes sociales es de doble filo.Primeros síntomas: la arrogancia y prepotencia en el rechazo del estado de confinamiento por parte de muchos turistas europeos, como el grupo de 35 italianos que se negaba a dejar Etiopía y regresar a su país, a pesar de que sus visados hubiesen expirado. Concretamente, confesaban “tener miedo de volver a Italia por culpa de la epidemia, y esperaban “quedarse en el país hasta que la situación este bajo control”.
Y es que esta situación pone de relieve la situación de gran vulnerabilidad en la que se encuentran las personas refugiadas, migrantes y racializadas, a nivel internacional. La histeria ante lo desconocido alimenta a los mismos detractores de la convivencia.
Las derechas se apoderaron de la ola sensacionalista e instrumentalizaron el miedo a costa de las minorías oprimidas
Ya se trate del presidente estadounidense denominando al covid19 “virus chino” (o incluso “Kung Flu”), o de las declaraciones más que lamentables de los representantes del partido de extrema derecha VOX, las derechas se apoderaron de la ola sensacionalista e instrumentalizaron el miedo a costa de las minorías oprimidas, así como destaca la asociación belga Plateforme 21/03:
“Vemos que la extrema derecha utiliza esta crisis para estigmatizar a los extranjeros […]. En tiempos de crisis, nosotros destacamos lo mejor de la gente. Ellos, sin embargo, beben del ‘divide y vencerás’ y hacen todo lo que esté en sus manos para que la gente culpe a los refugiados, los sintecho, las personas extranjeras aun cuando están afectadas igual que nosotros”
A nivel europeo, el FPÖ de Austria ha pedido poner en cuarentena a todos los inmigrantes indocumentados, cerrar fronteras y suspender el derecho internacional al asilo “incluso indefinidamente” y el mismo Salvini fue el primero en culpar a los migrantes de África (en un momento en el que el continente solo registraba tres casos).
En Francia, la situación es preocupante: desde la implementación de la cuarentena, los relatos de abusos policiales se han multiplicado y los actos racistas han alcanzado niveles alarmantes, pues se están normalizando. A esta normalización contribuyenn figuras políticas como el muy controvertido politólogo Eric Zemmour, quien afirmaba que había “africanos que no respetan el confinamiento, justificando que Ala les protegía”. Un bulo luego desmentido por el alcalde del municipio señalado.
Así como comenta en Twitter la militante feminista Fatima Benomar, la prensa también tiene un papel relevante en medio de esta pandemia “del miedo”. Benomar compara dos noticias del periódico Le Parisien, que usan un léxico diferente según el barrio del que hablan. En la primera noticia, referida a un barrio burgués de la capital, escriben: “como Lucy, muchos parisinos no resistieron a la llamada del sol y afrontaron la epidemia del coronavirus”, mientras que en la segunda noticia reportan: la banlieue de Seine-Saint-Denis —en las periferias de París, usualmente habitados por poblaciones de origen extranjero y clase obreras—, registró “un numero histórico de multas, frente a la indisciplina, la policía enviará un equipo de refuerzo”. Sin comentarios.
Mas allá del balance periodístico, muchos coincidieron en señalar y difundir imágenes de violencias policiales y abiertamente racistas, como durante un control policial en Torcy en el extrarradio parisino, donde un policía nacional francés le grita a uno de los detenidos que “vuelva a su país”.
En Cataluña también, la entidad SOS Racisme denuncia un aumento de las identificaciones por perfiles raciales durante el estado de alarma, añadiendo que ahora más que nunca, “la sospecha del incumplimiento de la normativa de confinamiento recae en personas de colectivos con un perfil determinado”.
Sobran palabras y hechos para ilustrar la falta de empatía ante los más vulnerabilizados. Ante los que sufren la misma crisis que el conjunto de la sociedad. Ante los que la sufren dos veces más, por su situación económica, su precariedad y su falta de recursos. De hecho, la situación es tal que existe desde hace un tiempo una entrada en Wikipedia dedicada a registrar la lista de los incidentes xenófobos y racistas relacionados con la crisis del covid19.
También podríamos calificar de paternalista el lenguaje que adoptó la OMS con África en referencia a la crisis del coronavirus, pidiendo al continente, y solo a este continente que “despierte”.
Pero no nos engañemos: el racismo está extendido y arraigado en todas las sociedades, también en las de los países del sur global. Un ejemplo: la portada sobre el covid19 de la revista marroquí Reporter con la foto de un migrante subsahariano junto a la pregunta: “¿Quién es responsable?”
Las estructuras xenófobas siempre siguen el mismo esquema, se comportan de manera piramidal, echando la culpa hacia el de abajo
Resulta que estas estructuras xenófobas siempre siguen el mismo esquema, se comportan de manera piramidal, echando la culpa hacia el de abajo, el que viene de fuera, el extranjero o el migrante. Y en tiempos de coronavirus, se exacerban. Si durante las crisis y pandemias los efectos de la lucha de clases se hacen cada vez mas notorios, el covid19 es un amplificador de racismo por sí solo.
Normalizar un vínculo inexistente entre el coronavirus y minorías vulnerables solo tendrá una consecuencia: causará más divisiones cuando el miedo y la desconfianza son la norma, y el virus en sí ya es una carga mental y física para muchas familias y comunidades.
Al final, el odio hacia ciertas comunidades no es solo fruto de las políticas, sino del rechazo profundo que siempre acompaña cualquier brote de agentes patógenos. Hagámosle frente.Ahora se trata de resaltar otra cosa: permanecer unidos y empáticos mientras el virus se instala en todos los aspectos de nuestras vidas.
Es el momento de activar una emergencia antirracista como primera vacuna a una de las plagas más nocivas que afecta a nuestra sociedad. Y en este “Esperando a Godot” que protagonizamos todas y todos, seamos desde nuestros balcones los que aportamos una de las primeras respuestas a esta crisis.
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Hola! Muy buen artículo, no tenia constancia de la página en wikipedia dedicada a los casos. Me parece muy apropiado, y muy necesario para poder documentar lo que está ocurriendo. Sin embargo la versión en inglés apunta a xenofobia de todo tipo, cuando la versión española, solo habla de la xenofobia sufrida por la población china y asiatica. Una pena, desconozco la forma de notificarlo. Un saludo