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Contaminación
La contaminación atmosférica reduce la esperanza de vida global en 2,3 años
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
“Si el mundo redujera permanentemente la contaminación por partículas finas —las PM2.5— para cumplir con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona promedio añadiría 2,3 años a su esperanza de vida”. Así lo asegura el Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago (EPIC) tras publicar la última edición del Índice de Calidad de Vida del Aire (AQLI), un informe que analiza el impacto en la salud humana de las políticas sobre polución atmosférica en todo el mundo.
Los dimensión de los datos es reveladora. La suma conjunta de tiempo ganado en el supuesto de que el mundo cumpliese con lo que dice la OMS —tiempo de vida perdido en la realidad actual— supone que el total de la población humana ganaría en conjunto un total de 17.800 millones de años de vida.
La información publicada en el AQLI se centra especialmente en la contaminación por partículas PM2.5, las más pequeñas que pueden medir las estaciones de contaminación actuales, con un diámetro inferior a 2,5 micras y solo visibles con un microscopio. De hecho, el equipo a cargo de la investigación señala que se trata de una amenaza comparable a la del tabaquismo para la salud global, tres veces superior a la del consumo de alcohol y agua contaminada, y cinco veces mayor que la de los accidentes de tráfico y el resto de transportes.
Además, la falta de información redunda en el problema, según denuncian. Las PM2.5, muy inferiores a las PM10, son mucho menos medidas en las ciudades que sus hermanas mayores (de menos de diez micras de diámetro). Su menor tamaño supone una mayor peligrosidad, ya que tienen una gran capacidad de penetración en el cuerpo a través de las vías respiratorias.
A pesar de su menor control, desde el ecologismo se considera a las PM2.5 un mejor indicador de la contaminación urbana que las PM10, pues al incluir sustancias químicas tanto orgánicas como inorgánicas —entre otras, polvo, hollín y metales— su origen es principalmente antropogénico, con especial incidencia por parte de los vehículos diésel.
Impacto desigual
Aunque el equipo investigador remarca que la amenaza es global, un puñado de naciones se lleva los impactos más duros. “Tres cuartas partes del impacto de la contaminación del aire en la esperanza de vida mundial se producen en solo seis países: Bangladesh, India, Pakistán, China, Nigeria e Indonesia, donde las personas pierden entre uno y más de seis años de vida debido al aire que respiran”, señala Michael Greenstone, director del EPIC y creador del AQLI.Para este experto, uno de los principales problemas es que muchos de los países que sufren las consecuencias de manera más extrema carecen de la infraestructura básica contra la contaminación del aire, así como para su medición. Asia y África son las áreas del mundo más afectadas. La población que vive en ambas pierde el 92,7% de los años de vida que la polución atmosférica arrebata a los seres humanos. Por contra, “solo el 6,8% y el 3,7% de los gobiernos de Asia y África, respectivamente, proporcionan a sus ciudadanos datos sobre la calidad del aire de forma totalmente abierta”, destacan desde el EPIC. Asimismo, solo el 35,6% de los países asiáticos y el 4,9% de los africanos cuentan con legislación sobre calidad del aire, la herramienta política que desde el Instituto consideras más básica para luchar contra el problema.
Desde el EPIC denuncian que, si bien existe un fondo global para el VIH/SIDA, la malaria y la tuberculosis, que aporta 4.000 millones de dólares anuales para las zonas más afectadas por estas enfermedades, “no existe un conjunto equivalente de recursos coordinados para la contaminación del aire”. De hecho, remarcan, la totalidad del continente africano apenas recibe 300.000 dólares en ayuda para dicha materia.
El mundo rico no se salva
La problemática no es exclusiva de estos continentes. Si bien en Estados Unidos la población está un 64,9% menos expuesta a la contaminación por partículas que en 1970, el 96% no cumple con la nueva directriz de la OMS —un promedio anual de 5 µg/m³ como máximo—. Eso sin contar circunstancias cada vez más frecuentes, como la ola de incendios de California de 2021, que hizo que 20 de los 30 condados más contaminados aquel año estuviesen en dicho Estado.
En Europa ocurre una situación similar. Aunque los habitantes del viejo continente están expuestos un 23,5% menos a partículas PM2.5 que en 1998 —algo en lo que tuvo mucho que ver la llegada de la Directiva Marco sobre la Calidad del Aire—, “el 98,4 por ciento de Europa todavía no cumple con las nuevas directrices de la OMS”, remarcan desde el equipo investigador. En Europa del Este, añaden, la situación es peor: “Viven 7,2 meses menos que sus vecinos occidentales debido al aire más sucio”.
España tampoco sale bien parada. Con un 93,1% de la población respirando niveles de partículas PM2.5 por debajo de los límites que dicta la OMS y una concentración media de estas partículas de 7,5 μg/m³, según el instituto estadounidense, aún queda mucho por hacer para que la población gane los años que viviría de no existir esos niveles de polución.