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Cómic
‘Bola ocho’, la colección de risas tristes que convirtió a Daniel Clowes en un autor de cómic de culto
Fue a través de Bola ocho con la que la personalidad creativa de Daniel Clowes creció, se fragmentó y se multiplicó en diferentes perspectivas, incluso contradictorias, entre el dibujo cartoon y el trazo desapasionado gothic-noir a lo Charles Burns, pero sobre todo en su manera de captar el absurdo de las rutinas vitales de una sociedad tan arquetípica, aunque diversa, en su cultura como la estadounidense.
Para ello, el Clowes lynchiano se topó con el más cercano al Peter Bagge de Mundo idiota. Su cara más seria se encontró con la más delirante. Siempre todo dentro de un énfasis en captar la colección de risas más tristes que nos ha proporcionado jamás el mundo de la viñeta.
En este sentido, Bola ocho se vislumbra como la simiente creativa que ha definido cada uno de los impulsos artísticos de Clowes a lo largo de toda su carrera. La misma a través de la que ha vuelto a alcanzar una renovada plenitud recientemente mediante Mónica, seguramente el cómic más inspirador que nos brindó 2023.
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Desde el otro extremo temporal de su trayectoria artística, el propio Clowes comentaba lo siguiente en 2010 para The Believer: “Yo dibujaba en mi tiempo libre mientras intentaba conseguir trabajo de ilustrador, además de trabajar también en la revista Cracked para ganarme la vida. Así que, para no volverme loco, dibujé esta tira cómica [Lloyd Llewellyn]”. Clowes recordaba que entonces había abandonado la idea de hacer cómics porque no había mercado para ello. Envió esa historia de Lloyd Llewellyn a dos o tres editoriales, pero nunca recibió respuesta hasta que Gary Groth, de Fantagraphics, le llamó para decirle que estaban interesados en hacer un cómic a partir de esa historieta. “Me estaba ofreciendo lo que yo me imaginaba haciendo en el futuro, después de pasar por todos esos obstáculos, pero no estaba en absoluto preparado para ello. Quería que le entregara un cómic bimensual y quería que fuera todo sobre Lloyd Llewellyn. Así que aquí tengo a este personaje en el que nunca había pensado más allá de una historia de doce páginas. Y, de repente, tengo que llenar un número interminable de páginas con este tipo”, aseguraba el autor en aquella entrevista. Sin embargo, le respondió a Groth que contara con ese cómic bimensual. “Fue una locura. Simplemente me sentaba en mi habitación quince horas al día, pensando ‘qué hago a continuación’. Hice eso durante dos años. Escribí seis números. Justo al mismo tiempo que eso terminó, me divorcié de mi primera esposa, y me pregunté ‘qué voy a hacer ahora’. Así que pensé que debería hacer exactamente los cómics que quería hacer desde el principio y no pensar en nadie más. No me importaba si alguien los iba a leer o no. Así que hice Bola ocho”.
¿Qué es lo que hace de ‘Bola ocho’ un cómic tan único? Respuesta: la extraña atracción que desprende la colección de personajes que desfilan por sus viñetas
Pero, ¿qué es lo que hace de Bola ocho un cómic tan único? Respuesta: la extraña atracción que desprende la colección de personajes que desfilan por sus viñetas. Fue en estas páginas donde Enid Coleslaw y Rebecca Doppelmeyer vieron la luz dentro de “Ghost World”. Aquí también pudimos descubrir a un personaje fabulosamente anticarismático como Dan Pussey y también donde cobró vida una serie de surrealismo burroughsiano como “Como un guante de seda forjado en hierro”.
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Lo que dota de una apabullante identidad inclasificable a este cómic es la colección de historias secundarias como “Devil Doll”, a través de las que vamos a encontrar las vías que conectan con la inspiración central de Clowes en su manera de trabajar. No en vano, esta es una de las piezas más significativas de la idiosincrasia dentro de este mega Frankenstein del cómic conocido como Bola ocho. En este caso en concreto, su carácter paródico de las míticas tiras de cómic evangelizadoras de Jack Chic es una muestra de cómo deformar una influencia que proviene de una mentalidad de ultraderecha, que en las manos de Clowes se convierte en su reverso más crítico, aunque siempre desde una mirada que se para en las sorprendentes contradicciones de un cómic que, al fin y al cabo, se convierte en una autoparodia de sí mismo debido al grotesco tono acusador a todo ser que juegue al rol, escuche rock u otras “maldades” de la vida moderna del momento…
En este sentido, las tiras de Clowes no tienen más que imprimir su estilo y subrayar el tono adoctrinador de los cómics de Jack Chick. Un modus operandi que arrancó “cuando yo era niño. En aquellos años, uno podía ver esos cómics por todas partes”, comentó Clowes en The Guardian en 2015. “No se los considera parte del canon oficial de los cómics. En cierto modo, hubo un día en el que cambié de opinión. Pensé que eran realmente atractivos y que prefería leerlos antes que prácticamente cualquier otra cosa publicada en 1985. Así que hice un largo viaje hasta una librería cristiana en Queens y los compré todos. Me costaron un total de tres dólares (cada uno costaba 10 centavos). Volví a casa y los leí todos de una sentada. Fue tal vez la experiencia de lectura de cómics más devastadora que he tenido. Realmente sentí que casi me había atrapado. Me sabía todos y cada uno de ellos casi de memoria cuando hice la historia de Devil Doll”.
‘Bola ocho’ supuso un punto y aparte en la trayectoria de Daniel Clowes que ha generado un punto de fuga trascendental en la memoria colectiva del cómic underground estadounidense
Fue a partir en 2004 cuando el universo Bola ocho llegó a su fin. Supuso un punto y aparte en la trayectoria de Daniel Clowes que ha generado un punto de fuga trascendental en la memoria colectiva del cómic underground estadounidense. Tanto que la nostalgia generada por su elenco de personajes llevó a que en The Guardian le preguntaran a Clowes si hay algún personaje de estas historias que extrañe. ¿A Dan Pussey, el personaje que trágicamente triunfa en los cómics de superhéroes, o al misántropo Lloyd Llewelyn?

“Siento que Dan Pussey podría haber seguido y seguido mientras el mundo cambiaba. Ahora mismo estaría dirigiendo un estudio cinematográfico. Pienso en Lloyd Llewelyn todo el tiempo. Era como el gran actor que alcanzó su apogeo demasiado pronto y se convirtió en un fracasado y ahora hace anuncios comerciales o algo así. Desde luego, hay algo mucho más interesante en este proceso que el personaje exitoso que despega y sale adelante. He pensado en convertir a las chicas de ‘Ghost World’ en adultas. Creo que algún día volveré a interpretar a todos los personajes. Puede que haga algo en lo que se reúnan de alguna manera, solo para ver qué pasa”, respondió el autor.
No deja de ser una posibilidad soñada por muchos lectores el hecho de plantear una posible continuación de Bola ocho como si sus protagonistas hubieran envejecido tal como lo hacen Hopey y Maggie en Locas, la obra capital de Jaime Hernandez. Sin embargo, Clowes tiene su propia visión sobre la durabilidad de una serie, y su necesidad de constante cambio argumental a la hora de introducir nuevos personajes que sigan haciendo rotar su intransferible fauna personal de ideas. Un hecho declarado por él mismo que subraya el espacio temporal específico de una serie como Bola ocho. Seguramente, el cómic underground más influyente de estas cuatro últimas décadas. Un filón inspirador que sigue creciendo y creciendo en su culto, sublimado con ediciones tan exquisitas y concienzudas como la llevada a cabo por Fulgencio Pimentel en 2024, con su integral de los 18 primeros números de la serie.