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Cualquier cosa en manos de todo el mundo y a la vez, empieza a distorsionarse y a ser difícil de enfocar. La opinión de cada cual, trate o no de mirar desde otro ángulo, será según la perspectiva que tiene desde su casa. En un ejercicio de subjetividad alguien podrá irse a mirar desde la ventana del vecino, pero no mucho más allá. Esto, metafóricamente hablando, quiere decir que muchas veces metemos las narices donde las debería meter un buen sumiller para decir que el vino es afrutado y quedarnos tan a gusto. Por supuesto si se trata del vino el peor resultado sería el maridaje, pero la valentía de algunas personas no sólo se queda en eso.
Hoy en día que de todo puede saberse, nada se sabe del todo. Parece más importante dar tu opinión que tener una. Cada texto o vídeo publicado es un punto por haber participado en el debate, aunque lo que se haya dicho sea una estupidez. La empatía, tan de moda en charlas motivacionales de empresas, en realidad, parece perderse bajo la superficialidad y la inmediatez que tiene casi todo lo que se dice en los medios de comunicación o, en las redes sociales.
Muchos casos de obligada reflexión y casi exigida cercanía, han sido puestos a la orden del día y, uno tras otro, originado debates, prejuicios y mágicas soluciones, como una fuente a chorro en mitad de la plaza mayor del pueblo. Casos muy recientes como el asesinato del pequeño Gabriel Cruz, que abrió de nuevo el debate de la prisión permanente revisable o, el de Juana Rivas, en el que muchos se sintieron con el derecho y la razón para, como con el vino, meter las narices.
Porque hay derechos que hay que ganárselos como se gana la confianza. Hasta el derecho de un padre o una madre a ver a sus hijos tiene sus condiciones. De esto último y de hacernos sentir incómodos enfrentándonos a una realidad dramática, que ocurre aún con demasiada frecuencia, trata la opera prima de Xavier Legrand ‘Custodia Compartida’, que se estrena en cines el próximo 20 de abril.
La película está siendo un éxito de taquilla en Francia y ha ganado diferentes premios
El actor francés reconvertido en director si es que antes no lo era, como los organizadores de juego que pasan a ser entrenadores, presenta en los cines de España el próximo viernes su primera película, prolongación de alguna manera, de su cortometraje nominado al Oscar en 2014 ‘Antes de Perderlo Todo’.
La película está siendo un éxito de taquilla en Francia y ha ganado diferentes premios, entre ellos, el Premio del Público a la Mejor Película Europea en el Festival de San Sebastián y, el León de Plata a la Mejor Dirección en el Festival de Venecia. Y es que Xavier Legrand dirige con una precisión cirujana para ponernos desde el principio en la piel de una jueza a la que le toca decidir sobre la custodia de un niño que declara en una carta, abierta y de manera clara, que no quiere estar con su padre. Pero en los primeros minutos de la cinta sólo escucharemos la versión de las abogadas de una y otra parte, defendiendo las razones de sus respectivos clientes. Aunque podamos tenerlo medianamente claro por las palabras del hijo de ambos leídas por la jueza, la discusión nos hará cuestionarnos la verdad y los derechos de todos en el asunto.
El título de la película desvela la decisión de la jueza y, a partir de ahí se empezarán a desvelar las realidades de los personajes. Un elenco actoral que está soberbio sirviendo una tensión presente en todo momento. Denis Ménochet, actor que saltó a la fama internacional por su pequeño papel en ‘Malditos Bastardos’ interpreta a Antoine, el padre de Julien y Joséphine, un hombre celoso e infeliz atrapado en un conflicto interno. El papel de Miriam, la madre de los niños, es una mezcla de fuerza y fragilidad que fue escrito, en palabras de Legrand, para Léa Drucker. Y Julien y su hermana que aunque con mucho menos diálogo, intencionado por la poca voz que les dejan tener a los hijos en estos casos, tienen una presencia enorme, sobre todo el pequeño Julien, interpretado por Thomas Gioria, que hará todo lo posible para que no ocurra lo peor.
La película no puede dejar indiferente a nadie y permite reposarla en unos créditos finales sin música. La música en realidad es casi inexistente en toda la película. El autor reconoce haberse inspirado de alguna manera en películas como ‘El Resplandor’ y ‘La Noche del Cazador’ y, es cierto que consigue transmitir la sensación de sentirse perseguido en un cuarto cerrado, aunque a veces nos encontremos al aire libre.
La dificultad hasta para una jueza, que se acerca a toda la información posible, de acertar en estos casos de custodia, debería hacernos reflexionar para no juzgar tan rápidamente situaciones que aunque se nos puedan parecer a otras, nos son ajenas por completo. Xavier Legrand lo sabe y nos muestra una dura realidad, en la que las víctimas quedan desprotegidas, de manera cautelosa y brillante. Película a la que hay que acercarse de la misma manera y, sobre todo, problema que es necesario analizar y resolver.
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Absolutamente realidad. En España más de lo que la gente puede pensar. No existe justicia porque se anteponen los "derechos de los padres a los de los propios hijos" y así queda desprotegido el menor que, aunque escuchado legalmente NO ES ESCUCHADO REALMENTE. Ojalá el mundo fuera consciente de la desgraciada justicia que hay en España en términos de familia.